lunes, 14 de diciembre de 2009

pequeña tortuga

En un río de paz, habita la tortuga más pequeña de todas las mágicas tortugas... delfines y sirenas se preguntan porqué; la tortuga sólo contesta "en mi caparazón caben todos sus sueños y con el río fluyen para que, al alcanzar el mar, ustedes cumplan sus propósitos de felicidad... de este modo, sus anhelos no se pierden ni se acumulan... sólo se cumplen con magia de tortuga y, aunque pequeña soy... infinito es mi caparazón."

Sonrientes, delfines y sirenas, se entregaron al mar de los sueños cumplidos y conservaron la fe en su pequeña tortuga mágica.


Y tú ¿a quién encomiendas tus sueños?

(último retraso del año pasado, fecha: 060110)

Felices deseos!!!

martes, 8 de diciembre de 2009

complicidad

Este pretendía ser un cuento que íba más o menos así...

El oso amoroso recorría los bosques de la felicidad en busca de un árbol de nueces, pasaron días, soles y lunas, hasta encontrarlo. En medio de pinos, sauces y cipreses, descubrió un árbol frondoso y gigante... cuya copa casi ni se lograba mirar y era inalcanzable para el oso; quien, con su fuerte amor, abrazó, desde la base, el tronco de este árbol, lo sacudió una y otra vez, hasta que de él se desprendieron dos solitarias nueces.

Al caer, las nueces rebotaron lejos y rodaron hasta acunar en un bello jardín de orquídeas encantadas en el que el presente era eterno, el viento hacía música, las lunas siempre estaban llenas y el sol despertaba con una sonrisa cada mañana. El rudo recorrido inquietó a las nueces que, compañeras, cayeron ante el capricho del oso amoroso. Lo primero que cada una sintió fue terror. ¿Dónde estaban? ¿Qué había pasado? ¿Podrían volver al árbol? ¿Por qué habían perdido su rama? ¿Qué harían ahora? ¿Cómo aprenderían a vivir en este nuevo territorio? Para entonces, no habían salido de su cáscara y ninguna sabía de la otra, se encontraban profundamente solas, acompañadas sólo de sus pensamientos.

El oso siguió su recorrido y, conforme se alejaba, a cada paso que daba el jardín de orquídeas temblaba y las nueces saltaban por doquier, gritando a sus adentros "¡no! ¡no! otra vez no!!!". Hasta que chocaron una con la otra y, por arte de magia, se abrieron al unísono.

Al verse, inmediatamente, se reconocieron y supieron que nunca más estarían solas.


Y tú ¿ya conoces a tu otra nuez?

(sigo con las cuentas atrasadas... México DF a 6 de enero de 2010)

Reciban sonrisas con magia de tortuga.



magia y certezas

... amanece con música, cada vez que al cerrar los ojos, la sirena evoca el baile y la entrega de su viaje a la luna.

Asoma el sol por la ventana con gratitud y sonrisas... en su corazón.


Y tú ¿cómo descubres la felicidad?

Dichosa semana... mágicas tortugas.




domingo, 6 de diciembre de 2009

el suicidio: una prerrogativa

En los últimos años, a partir de que despertó la tetera de la tío bio... uno de sus enigmas por excelencia es la eutanasia (el bien morir) o el suicidio "asistido".

Filósofos, médicos, representantes de distintos credos y religiones, pacientes, familiares de los pacientes y, en general, la pluralidad de las sociedades debaten acerca de cómo establecer el límite de la vida cuando el cuerpo "aparentemente" mantiene funciones vitales, sin una conciencia que diga de sí ni de dicho cuerpo... ¿Es válido arbitrariamente poner fin a una "vida" biológica que ha perdido su "humanidad"? ¿Quién es la persona autorizada para tomar esta decisión? ¿Cuáles son los parámetros para establecer un marco legal adecuado? ¿Quién llevará a cabo esta forma de morir? Son todas interrogantes válidas ante, lo que insisto en llamar, el ámbito de las libertades expandidas.
Las diferentes tecnologías de vida a nuestro alcance han posibilitado enfrentarnos al momento de la muerte como un dilema de la decisión de nuestra voluntad. Lo cual, a su vez, cuestiona ámbitos de la vida moral que han permanecido como temas tabú a través de los siglos, en este caso: el suicido.

¿Es parte de las atribuciones de mi libertad el decidir cuándo y cómo morir, aún sin estar en la fase terminal de mi vida biológica, y sin tener que apelar a alguna disfución orgánica en mi salud mental? es la pregunta que me parece relevante para desmitificar la eutanasia y establecer parámetros válidos para los testamentos de vida y el respeto legal de la voluntad anticipada que, además, contemplen la posibilidad de que la persona en cuestión pueda cambiar de opinión en el último momento, si lo quisiera y si estuviera en facultad de expresarlo. Así como, se garantice la libertad para aquéllos que en pleno dominio de sus facultades mentales, a falta de otras facultades (como es el caso de los parapléjicos), decidan que es tiempo de despedirse de la vida a la que pueden aspirar y cuenten con el acompañamiento necesario para ejercer su voluntad.

En esta ocasión, me detendré solamente en la reflexión acerca de porqué creemos que la vida es tan valiosa, al grado de que prefiero preservar el aliento de un ser querido conectado a un respirador, o someterlo a tratamientos cruentos, sólo por la necesidad de su presencia... por la necesidad de evadir mi finitud y la certeza de nuestra muerte. En contradicción con el poco cuidado que a veces brindamos a la vida en salud, a quienes nos rodean y a nosotros mismos. Es decir, ¿por qué la vida al perder su cualidad aumenta en su valor? ... cuando nos impedimos vivirla en plenitud cada día al despertar, ahogados en las "exigencias" de la cotidianidad.

Una vez más, el dilema bioético pone en evidencia una carencia de nuestro sistema de creencias, de nuestro modo de vida moderno, del paradigma del plusvalor... pone en evidencia que el credo del presente no valora la vida.

Los invito a un ejercicio, traten de recordar todos aquellos momentos que los han hecho felices, que les han brindado paz y realización ¿no es por estos días y experiencias que todo lo demás ha valido la pena? ¿acaso no se trata de ser felices? sin culpas, sin deudas, sin miedos, sin prisas... Para qué tanta tecnología y conocimiento acumulado, si se impone la guerra, el abuso, las condiciones inhumanas de existencia, el exceso y la premura ante los detalles que verdaderamente cuentan para vivir.

En cierta forma, hemos forjado un modo de vida que es de suyo un suicido asistido, de ahí el alto índice de depresión, diabetes, suicidos, adicciones, violencia de todas las formas, ante lo cual... decidir de mano propia cuándo y cómo morir, dignamente, ante la inhumanización de las condiciones de vida posibles... parecería, sin duda, un acto de vida plena. Con mayor razón, entonces, cuando esta vida limitada se encuentra ya en el ocaso y sólo anhela descansar en paz y sonreír desde los cielos.


Y tú ¿prefieres mal vivir o bien morir?

(y un mes despúes al fin logré sentarme a escribir estas líneas: México DF a 6 de enero de 2010)

Un abrazo queridas tortugas.