sábado, 29 de agosto de 2015

alas...

A pesar del frío de la mañana. La bruma de lluvia por llegar y el tono gris de un bosque que anticipa el inicio de septiembre. El alma de la mariposa sonríe mientras le cuenta al oído a la sirena dormida que el cielo abierto está para comenzar el vuelo una vez más. 

El eco de las angustias se marcha con calma y en paz. Una vez que el agua transparente da cuenta de las verdades por largo tiempo negadas. La estrella perdida, el falso delfín y la fantasía de una espera sostenida en ilusiones sin fundamento no son más que el espejo de un engaño largamente acariciado. El filo cruel de un corazón inquieto que nunca encontró valor ni entrega. La disonancia de la infidelidad. El estruendo del orgullo, la soberbia, la arrogancia y el débil amor propio. La violencia de palabras injustas y el desdén de la indiferencia. El sabor amargo de la imposibilidad autoimpuesta. La tragedia de la cobardía. El silencio de la traición. La banalidad del juego tramposo. El abuso del plazo postergado y nunca cumplido. La incompatibilidad de dos almas cuyo vuelo nunca estuvo destinado. La incomprensión, el maltrato y la burla. La despedida. La gratitud. La reconciliación. El olvido. La capacidad de recuperar el sentido de la belleza y la dimensión sublime de todo lo que devino en horror. El honesto perdón. Y el despertar de cara a un nuevo futuro. Sin arrepentimientos.

Las felices enseñanzas de los extravíos de nuestro corazón se acompañan de la esperanza que la fuerza sembró en nosotros cuando nos dispusimos a cruzar las aguas, aun en medio de la tormenta y contra todo pronóstico. El arriesgar la vida por aquello que hizo latir nuestro corazón es el camino para crecer con orgullo y entereza. Y es el único modo para recuperar nuestro amor íntegro y seguir adelante por los senderos que nos hemos regalado a nosotros mismos. Incluso si éstos devienen otros de los que imaginamos. Pues lo único que cuenta es que sean aquellos que soñamos y aquellos que se correspondan con la persona que elegimos ser, el rumbo que nos llene de orgullo, que nos permita ser libres, alegres y en concordancia con nuestro auténtico ser. El aire que nos anime a sentir. El cielo que nos invite a volar. El agua que nos sepa acariciar con ternura y pasión. La palabra cómplice que nos respete sin mezquindades. La entrega que sepa renunciar a la vanidad. La valentía de la honesta verdad. El abrazo generoso. La risa y el deleite compartido por las cosas que realmente importan de vivir. Sin pretextos ni postergaciones inútiles. La afirmación de nuestras bondades. El nido de nuestras virtudes. 

Estas son las alas de un alma generosa...



Y tú... ¿ya recibiste las tuyas?



Feliz luna llena y lindo fin de semana.
Alegres y libres tortugas...