El Senado de la República tiene en sus manos una gran labor en materia de técnica jurídica, ojalá la luz alcance para que, en medio de la lucha del equilibrio de poderes, no se sacrifique la posibilidad de actuar con prontitud y dar pasos firmes en el proceso de pacificación de nuestro país.
Estoy convencida de que la expresión libre de las voces que se suman dentro del tampoco menos complejo entramado de la sociedad civil organizada ha superado por mucho sus orígenes históricos. Y por ello, hoy más que nunca debe mirar hacia dentro de sí, sus logros y fracasos, sin conformarse con el radicalismo de la fuerza, la resistencia ni ninguna forma de violencia ni de resentimiento. Hermanarse e identificarse con el Estado, como parte de éste, no como un eslabón perdido (y mucho menos redentor). Renunciemos todos a la cultura de castas que sólo merma nuestra capacidad de amarnos los unos a los otros en igualdad de circunstancias. Abracemos el sino de nuestra humanidad: la libertad ética. Lo cierto es que en nuestra época todos somos sociedad civil (más o menos organizada)... todos somos pueblo (con más o menos raíces de subsistencia)... y, lo más importante: el Estado somos todos (con más o menos representatividad, con más o menos poder político... con o sin autoridad institucional... dentro y fuera de la vida pública).
Los estados democráticos siguen siendo una promesa por cumplir, el mundo entero avanza en esa dirección: siempre inconforme con sus resultados. ¿Los estamos implementando mal? ¿Comprendemos realmente lo que éstos significan? Estamos en ese camino de deliberación y descubrimiento, juntos. De ahí la importancia de ser generosos entre nosotros mismos. Y abrir interrogantes antes de emitir juicios de horror y temblor. Estamos juntos en estas encrucijadas, todos heredamos una mezcla exquisita y única de "clases", sustrato de "subsistencia", filiación "consanguínea", "nobleza", "valores", "creencias", "ideales", "culturas" y "purezas".... Categorías todas a las que ya debemos renunciar para nombrar nuestra identidad. Todos somos México. Y un paso importante es avanzar de la mano de nuestras instituciones confiando en ellas tanto como queremos que ellas confíen en nosotros: las y los ciudadanos.
El camino de "abrazos no balazos" apenas empieza, para quienes quieran tirar la toalla antes de entrar al ring. Soy una convencida de que, desde el enfoque de políticas públicas, la decisión de la Guardia Nacional tiene mucho más virtudes que defectos. Es una decisión tomada con base en la realidad que vivimos y la realidad que somos. Con base en lo que tenemos y en lo que podemos hacer. Hacer más con menos de la forma más eficaz y efectiva posible. Normalizar las funciones no constitucionales que las fuerzas armadas ya ejercen de suyo, es el primer paso para la desmilitarización del país.
Optar por el rango policial de las fuerzas armadas es disminuirlos en jerarquía y demarcar con mayor precisión el límite de su alcance castrense. El mando mixto (que para mí no era tan relevante, pero reconozco que fue una batalla bien ganada desde la primacía civil y en el marco de nuestras obligaciones en materia de derechos humanos) puede ampliarse y sumar al titular en turno de la Secretaría de Gobernación y dejar claro que, si bien los titulares de la Defensa y de la Marina son parte de las fuerzas armadas, ellos no están en este consejo de mando en calidad de cuerpo armado, están en calidad de titulares de un órgano de gobierno civil y democrático.
La condición de temporalidad con el compromiso de fortalecer los cuerpos "civiles" de seguridad pública y llegar a constituirse, con el paso de los años, en un órgano íntegramente civil son aspectos indispensables. Enfatizo "civiles" porque se hace omisión sobre el hecho de que las policías poseen un monopolio en el uso de la fuerza pública que los civiles, en sentido estricto, no poseemos. Así que me parece un poco falaz insistir en que son cuerpos inócuos y libres del riesgo del abuso en el uso de la fuerza pública y que están exentos de ser violadores de derechos humanos en potencia, como sí se quiere estigmatizar a los integrantes de las fuerzas armadas.
De hecho, estoy convencida de que dado el deterioro en que se encuentran nuestros cuerpos policiacos, por el mal uso de la inversión que se ha hecho en su fortalecimiento y capacitación, sin dejar de lado sus vínculos (en algunos casos) con el crimen organizado (sí documentados), y dado que ellos mismos no están comprometidos como se espera con la tarea que se les ha encomendado (con todo tipo de pleitesías) durante los últimos años, así como, tampoco han sabido estar a la altura de las circunstancias cuando se trata de estar al servicio de la ciudadanía en sus labores de proximidad... me parece que el integrarse a un cuerpo mejor diseñado, con un mando claro, una estrategia conjunta e integral (que ya da posibilidad de tomar control del territorio nacional, dada la experiencia previa), en el contexto de la autoridad y la disciplina que les compete (por definición), les puede brindar la motivación que tanto les ha faltado.
Sí necesitamos un cuerpo policial de seguridad interior eficaz (dedicado a la seguridad pública con un enfoque de prevención del delito) que brinde identidad de Estado y pertenencia a quienes estén a cargo de enmendar el rumbo en espiral de violencia en el que nos encontramos. Tantas quejas hay en las comisiones de derechos humanos contra elementos castrenses como contra elementos de las distintas policías disponibles y en activo. Seamos honestos.
El monopolio "legítimo" del uso de la fuerza pública, por definición, es un concepto contradictorio, y contrario en todas sus aristas, a los estándares en materia de derechos humanos. Pero es una contradicción codependiente entre sí, dado que de otro modo no necesitaríamos tales estándares. No podemos seguir negando que parte de ser humanos es también ser voraces, ser violentos, ser perversos... y para contrarrestrar tales abusos que componen nuestra humanidad es que hemos inventado y desarrollado entramados jurídicos, ámbitos de legalidad, mecanismos de control y vigilancia, todos imperfectos en eficacia y en constante revisión y actualización.
Sí... llegará el día en que todos (sin excepción) seamos hombres y mujeres plena y éticamente libres... pero ese día no es hoy... Hoy nuestra libertad sigue siendo el anhelo de un mundo posible (y mucho hemos ya avanzado y transitado en este camino). Lo cierto es que hoy la barbarie corroe los fundamentos más profundos de nuestra sociedad y no podemos mirar más para otro lado, no podemos más cobijarnos en la técnica mal entendida y mal interpretada, no podemos resignarnos con nuestros prejuicios, no podemos rendirnos más. Es hora de poner de pie al Estado. Dejar de mirar hacia abajo y abrir nuestros ojos al sol. Todos y cada uno tenemos un trabajo indispensable que hacer desde cada una de nuestras trincheras, en vez de perder el tiempo cuestionando con falacias, chantajes y berrinches las tareas plenas (y legítimas) de nuestras autoridades.
El sistema de justicia debe ponerse a trabajar en tiempo y forma, empezar a dar los resultados para los cuales ya posee todo el entramado de ingeniería que necesita; en el marco del primero constitucional. Las y los defensores de derechos humanos no pueden bajar la guardia ni por un segundo (y darse a la tarea de fortalecer la agenda de pacificación como contrapeso ante los riesgos en esta materia por la constitucionalización de la Guardia Nacional, agenda que no puede quedarse en una simple promesa; y con base en toda la evidencia que ya se tiene sobre la gravedad de los problemas que existen). Desde el sector educativo, con medidas económicas orientadas al desarrollo, etc. Ya no podemos insistir en querer mirar a Irlanda ni a Finlandia... creo que con mirarnos a nosotros nos basta para tomar la decisión correcta.
Ya basta de remontar lo que hoy estamos viviendo al momento en que Felipe Calderón y su camarilla de inútiles inoperantes decidieron depositar, sin más, en las fuerzas armadas una labor que ellos no podían ni descifrar ni comandar. Fue una necedad. Además de lo aberrante que es la idea de un país que le declara la guerra a su propia población. Fue una decisión totalmente ilegítima. Fueron las fuerzas armadas, con suma responsabilidad de Estado, quienes frenaron el instinto de exterminio con que el ejecutivo les exigía y reclamaba actuar. Y quienes se dejaron convencer, en aquel entonces, fueron sumamente irresponsables porque a Calderón no le pidieron garantía alguna, no le exigieron ningún marco legal, no se hicieron cargo de que hubiese una estrategia debidamente planeada, que fuera una acción efectiva y eficiente, no le pisaron los talones para que no se violaran los derechos humanos, le dieron un cheque en blanco, sumaron voces para -desde el terreno del discurso y la opinión pública- hacer ver tal acción desafortunada como una buena elección de ruta; fueron omisos e ingenuos con indignante alevosía. Durante casi dos años, nadie alzó la voz... hasta que se sumaron los primeros 13,000 muertos. Éstos son también sus muertos. Dónde estaban entonces quienes hoy se dan baños de excelencia bajo el emblema de la sociedad civil organizada. Dijimos ya basta y lo dijimos en serio. Hacer hoy lo que no hicieron entonces no los va a escusar de la responsabilidad (y la sangre) que corre también por sus manos. Parece que tratan de redimirse de sus actos. Y ya es muy tarde para eso. Así que pongamos punto final, vivamos el presente y miremos hacia el futuro. Todos por igual.
"Abrazos no balazos" es un anhelo que va de ida y de vuelta. Y la única manera para que lleguemos a los abrazos y prescindamos de los balazos es dar paso a la Guardia Nacional, conformada por los tres cuerpos policiacos que se sugiere en su diseño propuesto. Esto no está a discusión. Porque ése mundo feliz en el que algunos viven, en medio de indicadores, recomendaciones y buenos propósitos, es un mundo que todavía no existe. Ya basta de tanto fascismo enmascarado de civilidad y de tanto desprecio por reconocer lo que es nuestro país. Seamos honestos y consecuentes y pongámonos a trabajar.
¡Viva México!
Y tú... ¿eres burgués? ... 😉
Fuerte abrazo lleno de magia de tortuga... hagamos el amor y no la guerra.
No olviden mirar la luna...
que llenándose de sí se nos regala
radiante y a luces.
Hasta mañana.