domingo, 2 de marzo de 2008

soluciones

Quizá no siempre las cosas resultan como pensamos pero, de una u otra manera, podemos mantenernos en el camino trazado, aun cuando debamos improvisar nuevas rutas.

Había una vez una jirafa verde que llevaba años tratando de llegar hasta la punta de un hermoso árbol de oro. Ahí se encontraba la piedra filosofal, celosamente guardada por los druidas. Estiraba el cuello lo más que podía. Buscaba todo tipo de muletas para elevar un poco su altura. Sólo con ayuda logró suspenderse varios metros sobre el nivel del suelo. Sin embargo, faltaban 200 milímetros para alcanzar su fruto soñado. La jirafa ya cansada, empezaba a flaquear, las piernas le temblaban. Y dolía el esfuerzo de tortugas y jirafas que la sostenían levitando en el árbol del saber. Su cuello agonizaba y ella derramaba lágrimas.

Decidió, entonces, llamar al luminoso dragón de sal y mar, sólo él podría trasladarla hasta el último peldaño. Pero el dragón venía de un largo recorrido, sus alas y aliento de fuego estaban en reposo. Preocupado, el dragón le dijo a la jirafa verde ¡¡¡no temas!!! debemos convocar a todos nuestros amigos y si cada quien te brinda una mano para avanzar un centímetro... podrás llegar apoyada en su solidaridad y fuerza. Sólo sé paciente y determinada. Habrá quien pueda, habrá quien quiera darte sus dos manos y quienes no puedan acudir a tu solicitud. Pero tú sabrás que no estás tan sola como creías y encontrarás la fuerza para sostenerte a un paso de llegar a tu meta. Y recuerda jirafa, vale la pena tu esfuerzo.

La jirafa escuchó al dragón y supo que era tiempo de conservarse en el intento. Aferrarse por primera vez algo más que a sí misma y terminar antes de renunciar.


Y tú ¿quieres ayudar?

Hasta mañana.


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