La paloma sabía el secreto del ratón, el misterio del cerebro de la iguana y el tesoro del silencio de amor. Lo que no sabía era porqué la mariposa blanca la escogió a ella. Como si no tuviera escapatoria, le fueron encomendadas, una a una, las labores del alma.
Y la mariposa contestó: es por libre volar que lograste recibirme en tu nido. No te preocupes... paloma... no estarás sola y, junto a tu amiga soledad, podrás seguir recorriendo el planeta de sueños azules, para trazar por los cielos tus mensajes de paz. Tuviste fe y conservaste entera la fuerza y la armonía. Ahora es tiempo de compartir y enseñar. Contar anécdotas sobre los infinitos haces de luz que pueden tornarse en camino vital. Y, con alegría, crecer.
No temas paloma, no temas. No olvides tu habitada serenidad.
No temas paloma, no temas. No olvides tu habitada serenidad.
Y a ti ¿qué te intriga de tu destino?
Hasta mañana.
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