... para qué?
En cinco días de trabajo legislativo, en aras de discutir, revisar y ojalá aprobar: el presupuesto para el año siguiente, el público escucha grandes y diversos reclamos de distintos sectores de la comunidad. Algunas de estas inconformidades se van corrigiendo sobre la marcha, se enmienda errores... la tensión crece. Y el descontento, parece, también.
Escuchamos voces que siguen clamando por los riesgos de los tiempos fascistas por volver, por esos necios y bárbaros que nos acechan. En donde sólo se puede oír el llanto de la derrota todavía no asumida y mucho menos superada. Parece que algunas de las voces de la "oposición" serán un dolor de muelas durante seis años... sin tener realmente nada que aportar más que su necesidad de sobrevivir y existir.
Las malas decisiones tampoco se han dejado esperar cuando se trata de seguir formando equipos de trabajo y seguir premiando la simulación sin resultados, en lo que al gobierno federal se refiere. Y mientras en el senado mucho preocupa recortar los presupuestos etiquetados con fines de transversalización en materia de DDHH, que poco han permitido avanzar con cambios de fondo, mismos que se evaporan entre unos cuantos cuates que se contratan y recontratan entre sí mismos. En otro lado, el futuro de la infancia y adolescencia en México no cambiará de manos: ¿acaso un premio a los excelentes resultados? Parece que de quejido en quejido, los legisladores van acomodando sus piezas de ajedrez para ver si así se logra su anuencia y dejan que el país pueda avanzar. Y que el ímpetu de los defensores que tiene en vilo a los DDHH no mira más allá de un discurso que, parece, sólo beneficia a unos cuantos.
Porque se está tratando de confundir el problema, con la solución, presupuesto mediante. Lo cual es una falacia. Porque, si bien, hace falta mayor y mejor inversión en materia de DDHH, lo cierto es que no es sólo por falta de presupuesto que no se ha podido avanzar en la materia, con mayor ahínco: por falta de una estrategia conjunta eficaz (de política pública) entre el Estado y los organismos y organizaciones a cargo de la defensa, promoción y protección de los DDHH.
Por ejemplo, el sistema nacional de búsqueda ha sido un fiasco, la estrategia de seguridad y paz va a cambiar por completo, quizá debería replantearse en este nuevo esquema el objetivo de alcanzar tener realmente soluciones al problema de las personas desaparecidas en México; para mí la pregunta de fondo es ¿por qué darle más dinero a una iniciativa que no ha sido capaz de cumplir su cometido? ¿por qué no trabajar con mayor responsabilidad y a fondo (no sólo en el ámbito formal de la letra escrita y de los márgenes jurídicos) una verdadera y eficaz estrategia de búsqueda?
Tristemente, en muchas materias y sin importar el partido al que pertenezcan estas oposiciones en ciernes, da la impresión que están negociando beneficios de grupo y de casta. Y que les incomoda mucho que cambien las reglas del poder en favor de quienes más lo necesitan.
Es triste que se lucre con las causas más nobles.
No así, el caso de la cultura que definitivamente necesita revisarse a fondo con un compromiso mucho mayor, tanto en presupuesto como en prioridad de gestión. Estamos todos muy extrañados al respecto porque las expectativas en este rubro son muy amplias y altas. Creo que debemos considerar que este primer año, si vemos con lupa el presupuesto, está destinado a las grandes inversiones para empezar a generar mayores formas de capitalizar nuestra riqueza con un enfoque de desarrollo social; de todos modos... la cultura está ahorcada... es tiempo ya de sacarla de terapia intensiva. Ojalá.
Creo que hay una dramática confusión de enfoques para evaluar el presupuesto en discusión. Y que insisten con imponernos indicadores de medición, como si no hubiesen perdido. Cuánto tiempo les tomará abrir la mente y tratar de comprender de un modo distinto la realidad. De un modo en el cual sí se hallen las soluciones que en los últimos 12 años fueron la promesa de lo imposible e inalcanzable.
En materia de grupos específicos se ve una debilidad en el presupuesto, lo que se gane al respecto: bienvenido. Pero al final del día, etiquetados o no estos presupuestos específicos, aumentados o disminuidos; y más allá de la coyuntura de cambio de gobierno, inclusive; es tiempo de hacer un corte de caja y empezar a integrar estos componentes desagregados para elevar los resultados en la materia, con una visión de política pública orgánica en materia de derechos humanos: que no se ha puesto en práctica hasta ahora.
Ojalá las fiestas de fin de año y el espíritu de navidad dé un poco de luz a nuestros legisladores y dejen los trabajos avanzar. Porque México tiene prisa de poder al fin: respirar.
Y para quienes se siguen rasgando las vestiduras porque la Guardia Nacional va que va: les recuerdo que en México se siguen cometiendo crímenes de lesa humanidad todos los días. Así que por favor dejen ya las soluciones y los trabajos avanzar. Pierdan con honor, es decir, cuestionen primero lo que han venido haciendo hasta ahora. Dejen de culpar a lo que pasa afuera, de buscar demonios en la historia de las atrocidades del mundo sólo para no mirar ahí en donde se han equivocado, ahí en donde lo que se ha hecho no fue suficiente y no dio los frutos que se esperaba, o ahí en donde ya se alcanzó lo más que se podía hacer por esa vía.
Creo que una oposición que, tras una derrota descomunal como la que vivieron, no es capaz de cuestionarse a sí misma... no es más que el regodeo de no saber perder con honor.
¡Suerte a todos los competidores en este debate presupuestal! Por México, esperamos pronto logren garantizar sus prerrogativas y sentirse en paz con haber evitado que nuestro futuro se pierda en el abismo de la barbarie...
Y tú... ¿qué le reclamas al presupuesto más discutido públicamente en los últimos años?
Y a ti... ¿qué pena te invade de que no se hagan las cosas como se venían haciendo?
Feliz solsticio de invierno.
Fuerte abrazo
lleno de magia de tortuga.