Sólo la llama del amor se compara con la eternidad del astro solar. Este sentimiento, el más puro y más hermoso que cifra nuestra humanidad, nace, renace, se nutre y regenera: en la frontera del borde del infinito. De tantas formas como podamos imaginar, el amor siempre arrulla nuestros corazones. Dando vida a nuestra alma.
El amor de nuestros padres y madres, el amor de las amistades entrañables, el amor de nuestra alma gemela, el amor de nuestros hermanos y hermanas... de nuestras familias. El amor de Dios.
Los hitos de nuestra historia existencial se trazan de la mano de nuestros amores. El antes y el después de todo lo posible y de todo lo imposible. Ahí en donde... estamos dispuestos a brindarnos enteros. Confiar. Abrazarnos con fuerza y reconocernos en todos aquellos que forman nuestro rompecabezas vital. La bendición de entregar el corazón.
Y tú... ¿amas?
Feliz martes lleno de amor
mágico de tortuga feliz.
¡Hasta mañana!
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