De todas las virtudes, el encanto es la única que nos es dada de forma natural. Como si a cada quien le tocara un don especial y con espontánea certeza lo supiera casi al nacer.
Tal parece que es una bendición que recibimos para descubrir el modo en que hemos sido elegidos para seducir nuestro lugar en el mundo: para ser únicos y reconocernos con goce unos a otros. Una cualidad que nadie puede competir, un brillo particular que no se puede envidiar o codiciar, porque aun si se logra opacar, nadie lo puede robar.
Tal parece que es una bendición que recibimos para descubrir el modo en que hemos sido elegidos para seducir nuestro lugar en el mundo: para ser únicos y reconocernos con goce unos a otros. Una cualidad que nadie puede competir, un brillo particular que no se puede envidiar o codiciar, porque aun si se logra opacar, nadie lo puede robar.
Y tú ... ¿ya descubriste cuál es tu encanto?
Felices virtudes, mágicas tortugas.
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