viernes, 20 de mayo de 2011

la otra familia

Esta semana, a próposito del día mundial contra la homofobia, asistí a una presentación sobre la película La otra familia y a una mesa redonda que hubo al terminar la proyección. En ese momento, no quise agotar esfuerzos con algunas de las dudas y comentarios que me suscitó la cinta. En especial, porque no quise cuestionar un espacio que de suyo ha trabajado duro para existir. Así que preferí guardar mi reflexión personal para este espacio de tortuga en el que me gusta compartirme.

Me cuesta decidir si empezar por las virtudes o por los defectos, pues no quisiera ser injusta con sus realizadores ni con el buen trabajo actoral del elenco. 

Así que lo pondré de esta manera ... considero que la película es muy buena, sin embargo, confieso que no me gustó.

Lo bueno:
La actuación de la madre drogadicta, definitivamente, es una estupenda y conmovedora representación (nuevamente, muchas felicidades). El desenvolvimiento de la relación homosexual de los dos protagonistas principales, también, es extraordinario, con suavidad y naturalidad las escenas de pareja en todas las facetas de su relación generan un espacio de armonía alrededor de sus vidas y, más importante aún, alrededor del falso tabú que constriñe, en los imaginarios sociales, a una relación entre personas del mismo sexo. La posibilidad de vanguardia para una fertilización in vitro al margen de todo orden conocido, ensalza en mucho la trama. La contundencia del mensaje de que todas las familias son igualmente posibles y valiosas, como igualmente valiosos somos todos los seres humanos, precisamente por ser diferentes. Así como, el valor de la diferencia como una esencia de la personalidad libremente elegida, en concordancia con el ser que en realidad somos cada uno de nosotros. Son, a mi juicio, las mejores virtudes de esta producción, cuya trama no se pierde ni interrumpe por un momento y conmueve con energía al espectador.

Lo malo:
El exceso de violencia, ésta, en la mayoría de los casos, totalmente innecesaria. Si bien, cinematográficamente las escenas de violencia no se salen de las manos del Director, lo cual es un gran logro; el punto es: ¿era necesario violentar al espectador de esa manera? Yo creo que no, y, en este sentido, menciono de una vez el segundo defecto que me interesa señalar, a saber, el exceso de estereotipos, algunos ridiculizados, otros clásicos pero rayando con el anacronismo cultural y la mayoría nutridos de una misoginia preocupante. 

En ambos casos, me viene una y otra vez la pregunta sobre ¿por qué el cine mexicano insiste en instaurar todo el significado de nuestra cultura en la decadencia, en la violencia sexual y de género o en el abuso estructural? ¿Es que no tenemos ningún otro referente para cifrar nuestra identidad?  Irremediablemente, las historias de nuestros cineastas subliman las perversiones humanas como un deleite artístico que, confieso, jamás he podido apreciar estéticamente sin sentir un malestar estomacal.

Pero dejando de lado esto, que puede ser una valoración en exceso subjetiva, me concentro en lo que en realidad me preocupa de esta violencia injustificada que rebasa la historia misma de la película, así como en la veta misógina que la acompaña. Es decir, de acuerdo con esta propuesta, las personas heterosexuales no se salvan en ningún caso y las mujeres tampoco llegan a ocupar un lugar igualmente digno al que ocupan nuestros personajes principales. Incluso el planteamiento de la pareja de mujeres lesbianas está atravesado por el dominio, los celos y cierto grado de inutilidad y falta de compromiso, no se les concede un "final feliz" y sobre ellas recae el juicio homosexual de que no tienen el mismo grado moral, en el marco de las opciones de concepción asistida versus la adopción de un niño (o niña) nacido naturalmente. Lo cual sí me parece grave, preocupante y ofensivo. 

¿Era necesario esto para hacer evidente, ante los juicios retrógadas que todavía censuran la homosexualidad, que la heterosexualidad no es garantía de una vida digna y felizmente compartida? ¿a qué obedece esta necesidad de condenar las relaciones heterosexuales a la violencia y la patología? ¿por qué no podemos reconocer a las mujeres dignas sólo por el hecho de ser seres humanos? ¿acaso el tipo de atracción sexual de cada persona le da un valor agregado a su vida? ¿una relación homosexual es mejor que una relación heterosexual?

Creo que el mensaje es erróneo. También estoy convencida de que se justifica y no es gratuita esta interpelación recalcitrante de la heterosexualidad en defensa de los hombres homosexuales, sin embargo, tarde o temprano debemos reconciliar como igualmente dignas todas las relaciones de pareja, ya que los planteamientos maniqueos que intentan contravenir los actos de discriminación recaen en los mismos fundamentalismos que denuncian.

Y lo que sí es materia de análisis profundo es la deteriorada imagen de la mujer, que impera en la trama, en donde, parece ser que hombres heterosexuales y homosexuales comulgan de la misma manera.


Y tú ... ¿qué familia prefieres?


Buen fin de semana mis mágicas tortugas.




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