3,
enero, 2015.
El
sol, la luna y el mar…
...anuncian
con bellos presagios el curso del 2015. Enero, febrero y marzo…nos llenarán de
energía. Será un año sin descanso forzoso. Pura contemplación. Un ritmo
incesante de actividad. Como si el tiempo fluyera por sí solo. Como si nosotros
solo nos ocupáramos de respirar. Serenos, fuertes y sensibles. Abiertos al
futuro, sin prisas. Ciertos del mañana, sin angustias. Latiendo al compás del
amor y nutriendo nuestros corazones de entrega.
Un
año de culminación. Ciclos que concluyen y, con ellos, las puertas abiertas
para entrar de lleno al lugar que nos corresponde. Habitar el nido largamente
construido. Listos para hacer aquello que hemos sido llamados a realizar.
Cumplir nuestro destino: vivir la vida que elegimos construir.
Días
de letras, lecturas y palabras cumplidas.
Y
el cielo, a nuestros pies, esperando por nosotros.
Y
tú… ¿qué vas a hacer este año?
4,
enero, 2015.
Hábitos
que se despiden…
El
último cigarro, el último trago de alcohol, la última coca cola, el último
bocado de azúcar, la última papa frita… El celular en pausa… las redes sociales
dosificadas, la televisión en descanso, las noticias con mesura, el último
desencuentro, el cese de los malos hábitos emocionales, el fin del mal uso del
lenguaje, un compromiso de no agresión, la despedida de todas las angustias.
El
primer respiro sin nicotina, el deleite del agua, la gracia de la buena salud,
el goce del cuerpo. La comunicación sin excesos, el compartir sin olvido de sí,
el entretenimiento sin evasión, el estar informado sin compulsión, el amor sin
abandono, el sentir sin ira, el respeto sin sufrimiento, la palabra generosa,
el perdón que comprende, la certeza paciente.
El
sereno transcurrir de la completud… el tiempo reconciliado del presente… la
distancia entera del pasado… la apertura plena al futuro… la vida ética… el ser
humanos.
Bendigo todo aquello de lo que me despido… pues me regalaron una vida para sanar y lograr ir más allá de mis propios límites, me dieron la certeza de no estar sola… el consuelo de la amistad… el aliento de mi vocación… el logro de mi razón de ser.
Agradezco
habitarme llena de certezas que me invitan a dar lo mejor de mí en cada
palabra, en cada gesto, en todo mi actuar. Agradezco estar viva y conocer un
mundo dispuesto a transformarse. Agradezco a todos quienes entregan su vida a
este propósito. Agradezco a todas las voces que no me abandonaron cuando más
necesite oír la verdad cifrada en todos sus mensajes.
Es
un privilegio y una fortuna saber que el mundo me escucha. Es un honor escuchar
mi voz a través de quienes comparten conmigo y siempre me acompañan. Gracias.
Y
tú… ¿quieres ser la persona que eres?
5,
enero, 2015.
Prejuicios…
Solemos
referirnos a los prejuicios como esas ideas preconcebidas que limitan nuestra
percepción objetiva ante una situación nueva. Son códigos mediante los cuales
nuestra mente se acostumbra a asociar los acontecimientos de nuestra realidad y
definir, con certeza, una opinión al respecto.
Contamos
con tales prejuicios como parámetros para comprender la mayoría de nuestros
actos de comunicación. Nuestra comprensión de las conductas de otras personas
se agota en tales parámetros. Y, si bien, es muy útil contar con tales
criterios de valor e interpretación, muchas veces, limitan nuestra posibilidad
de expandir nuestra comprensión del mundo, de nosotros mismos y de las personas
que nos rodean.
Los prejuicios nos llevan a cometer grandes
actos de injusticia. Impiden que nuestras experiencias crezcan más allá de
nuestras posibilidades. Son una venda que somete la espontaneidad de la vida y
que nos lleva a privarnos de otros seres humanos que tienen mucho que
enseñarnos en el camino.
Y
tú… ¿miras a los ojos para descubrir el alma de las personas?
6,
enero, 2015.
Reyes
de mi corazón…
En
medio del disfrute de las bellezas de Acapulco, dándome un respiro de la
tecnología, del frío y de mi encierro de bosque, recibo la visita de los Reyes
Magos… a la luz de la luna llena y con la fuerza del viento que anuncia buenos
tiempos por venir.
La
lectura es una buena compañía de mar. Me había hecho la promesa de no leer en
la playa porque termina siendo un despropósito. El libro se maltrata, las
letras te distraen de admirar el mar y el sol se refleja en las páginas hasta
enceguecer. El agua… la arena… el viento… devienen constantes interrupciones. Se
entorpece el ritmo de las olas y el espacio de tirarse al sol para recibir
todas sus bondades. Son pocas páginas las que logramos avanzar. Sin embargo… he
de confesar que no hay mejor tiempo para ir a lo profundo de nuestro
pensamiento que, precisamente, la fuerza del arrullo de mar. Y dejarse llevar
por la reflexión en medio de una experiencia de relajación profunda… a la
orilla de la playa.
Así
que avanzo con pausa en la comprensión del Ser
y la Nada que nos propone Sartre…
para seguir avanzando en mi investigación sobre la conciencia y lograr escribir
la esencia de nuestra experiencia humana: el hito de la verdad.
Me
maravilla cómo se desarrolla el pensamiento fenomenológico en todas sus
vertientes y cómo la nada se vuelve una categoría ontológica como una forma del
olvido de sí. Como el último resquicio de la metafísica y el último consuelo de
Dios para la filosofía. Una vez que la modernidad depositara en el ser humano
todos los poderes sobre la naturaleza y Kant postulará en la razón todas
virtudes de la humanidad.
El
seguir avanzando en la conclusión de mi tesis de doctorado me regaló una visita
guiada y llena de sorpresas por el existencialismo, la cual dotó de inmenso
sentido el acontecer de los últimos dos años de mi vida. Al fin sentarme a dialogar
con Sartre, asignatura largamente esperada. Al fin conceder una larga plática con
Heidegger, a la cual he sido muy renuente. Enriquecieron mi alma y me llevaron
justo al punto de partida, recobrando el ímpetu para deliberar sobre los
secretos de la conciencia.
Si
bien, el mar es el más intenso amor… sin duda… la filosofía es la más feliz de
todas las pasiones. Gracias a ella logro descubrir mi mirada del otro lado del
espejo cada mañana. Mis mejores amigos han sido, sin duda, las letras y el
esfuerzo de todos quienes han forjado la historia de la filosofía. Charlar con
ellos y penetrar el fondo de sus almas, a través de su pensamiento, ha sido el
más grande regalo que he recibido de Dios. GRACIAS.
Y
tú… ¿a quién le entregas el alma?
7,
enero, 2015.
La
libertad…
…
solo tiene sentido cuando se trata de la felicidad.
Y
tú… ¿eres feliz?
8,
enero, 2015.
Amanecer
a la luz de la luna…
con
la certeza de que el amor no puede ser disputa, competencia, trueque, deuda,
contribución, amenaza, temor, angustia, convencimiento, un convenio,
conveniencia, un acuerdo, un trabajo forzoso, tortura, sadismo, masoquismo,
abandono, engaño, silencio, un trofeo, una recompensa, esclavitud… espera.
En
una relación de pareja se trata de dar, de ser dos cuerpos en comunión, un alma
en conjunto. Se trata de sinceridad. De compartir. Hablar y conocer los
secretos mutuos. Es una experiencia de intimidad y complicidad. De llenarse el
uno al otro. De respeto. Es la capacidad de tomar decisiones en común sin
necesidad de sacrificio alguno. No hay cálculo posible. Solo entrega y
libertad. Espontaneidad y felicidad. El suave transcurrir de la ternura. La
contemplación de la perfección del universo. La generosidad que no espera nada
a cambio. El placer que no impone dolor alguno.
Y
tú… ¿comprometes tu corazón sin esfuerzo?
9,
enero, 2015.
Una
plegaria de fe…
y
gratitud.
Y
llegó el día en que la sirena recuperó su estrella de mar…
Aquella
que el delfín de sus sueños se llevara con la promesa de volver a encontrarse,
con el secreto guardado en su corazón de que la cuidaría y lograría encontrar
los caminos de regreso a su alma. Aquella que le fue robada por el espejismo de
una diosa oscura, que amarró a la sirena y convenció al delfín de cobijarse de
cobardía. Aquella que el delfín perdió con el paso del tiempo, junto con el
corazón de la sirena, una vez que prefirió vivir encadenado en una laguna sin
vida ni sol que se alimentaba del artificio y la mentira… que parecía tan real
como cualquier océano, pero solo era la puesta en escena que se servía de la
luz del verdadero mar para simular vida. Aquella que fue sacrificada por la
falsa disyuntiva entre el bien moral y el buen amor. La estrella que fue
enjaulada a cambio de viajes, aventuras, estatus, dinero, casas, formalismos,
viejos amores y nuevas ilusiones. En el camino en que el delfín perdió el rumbo
de su corazón y se convirtió en un cangrejo incrustado en las rocas de sus
fetiches.
Mientras
la sirena convalecía y era raptada por la luna para yacer en el fondo del
desierto junto a la princesa de plata que desapareció, sin dejar rastro, al
descubrir la traición del hombre a quien entregó su corazón. El que solo
encontró pretextos y buenas razones, alimentadas de su miedo y perversión, para
abandonar el reino del amor verdadero y conformarse con el sadismo, el
masoquismo y la crueldad. Desierto del cual retornaron bajo la forma de una sola
mujer, tras enfrentar inmensas batallas, sobrevivir plagas y enfermedades,
combatir mezquindades, mirar el lado oscuro de su rostro, sucumbir ante la
angustia y el terror, perder la cordura, avergonzarse de sí mismas, cometer mil
y un errores, perderlo todo, incluso la fe y la vida, y renacer de entre las cenizas.
Y
esta vez, la mujer hecha diamante, la que guarda una perla en su corazón, en la
que se funden el mar con la luna de plata, y a la que cobija el oro del sol,
llena de perdón, con la mirada en alto y sin volver el rostro al pasado, abrazó
con fuerza su estrella de mar con la certeza de que nada volverá a arrancarla
de sí. Que los cielos se abren ante sí, para, con humildad y perseverancia, ser
madre gracias a una semilla que el Dios de la vida guardó para ella como
recompensa a todas sus plegarias de fe y gratitud. Como símbolo de su felicidad
y como ofrenda por todos los sacrificios que han encarnado los caminos de su
vida…los secretos de su corazón. Entera y feliz para caminar de la mano del
hombre de su vida. Del hombre que la cubra de un manto de flores y despierte su
piel. Para descubrir juntos nuevos caminos del amor verdadero. Con los brazos
abiertos para dar y recibir con ternura, entrega, compromiso y respeto. Con el
alma entera para fincar en la sana comprensión mutua, la escucha y la libertad
para expresarse, los cimientos del destino que forjó para sí misma. Con
solidaridad, fidelidad y lealtad. Con verdad.
Es
así como el cuento de la sirena, que esperó a su amado hasta perderse a sí
misma, encuentra una resolución de paz. Porque no dudó por un instante de la
verdad y pureza de su amor, a pesar de las dudas de su amado. Porque recuperó
su propio centro y comprendió que si un hombre te roba la sonrisa con sus
actos, sus gestos y palabras…no merece ser el hombre de tu vida. El amor no
guarda lugar alguno para el abandono, la mentira ni la traición.
Y
tú… ¿en qué plegaria guardas tu estrella de mar?
10,
enero, 2015.
El
orgullo de la herencia…
Tengo
la fortuna de haber crecido con el ejemplo y las enseñanzas de dos padres y dos
madres. En este día recupero todo su legado y abrazo la riqueza que han brindado
a mis hábitos de vida. A medida que más me enorgullezco de ellos, más aprendo a
enorgullecerme de mí. Gracias.
Y
tú… ¿honras a tus padres?
11,
enero, 2015.
El
recuento de mis viajes al mar…
A
la orilla del mar se suman todos aquellos recuerdos que sumaron mis estancias
pasadas en la playa. Buenas y malas experiencias. La plenitud que imponen las
olas. La fuerza que regala el sol. La belleza que se esconde en los secretos
del universo. La luz que irradia la luna. El brillo de las estrellas. El equilibrio
perfecto. Las bendiciones de Dios.
Las
personas, los cariños, las familias. Encuentros y desencuentros. Los
descubrimientos románticos. Los desencantos amorosos. La salud. La enfermedad.
Los desenlaces. Los comienzos. La bienvenida. La despedida. El ocaso. El alba. Los
malos entendidos. Las felices coincidencias. La libertad. La paz. La
solidaridad. El descanso. El equilibrio. El desenfreno. La mesura. Los
placeres. Los excesos. Los aciertos. Las equivocaciones. La dedicación. Los
olvidos. Los hallazgos. La nostalgia. La presencia. Los sueños. La realización.
La risa. La sonrisa. La carcajada. La alegría. La tristeza. El extrañamiento.
La sorpresa. El nacimiento. El bautizo. La infancia. La adolescencia. La
juventud. La madurez. La primera vejez. La soledad. La amistad. El consuelo. La
huida. La travesía. El juego. Los antojos. El buen comer. El beber. El baile. La
reconciliación total de las vivencias. La secuencia unida y reconstituida, al
ritmo del presente, de los estadíos de mi crecimiento. Todos los fragmentos de
mi alma estrechados sin fisuras… gracias a la consonancia del mar. Un corazón
que late con fuerza, y sin pausas, en sintonía con la vida. Una nueva vida que
va a nacer.
Y
tú… ¿descubres tus pasos en el mar?
12,
enero, 2015.
Y
de regreso a casa…
...el bosque me recibe con los brazos abiertos. Una gran
bienvenida de sol y la extrañeza de la ausencia se acompaña del pedazo de mar
que traje conmigo.
De vuelta a la realidad. El frío del invierno cambia todos mis sentidos
y de pronto la calma llena mis espacios como si de pronto me sobraran las horas
y los minutos.
Y
tú… ¿qué recibes cuando regresas a casa?
Felices cabañuelas que anuncian un año de sol
y lleno de magia de tortuga.
Reciban tortugas 12 abrazos…
para que
2015 sea un tiempo rodeado de amor.
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