La tortuga mágica encontró un laberinto, decidió entrar, conocerlo y descifrarlo, poco a poco, hacerlo parte de su vida. En su camino, encontró tres monedas. Cada una de estas monedas llevaba impresa una fortuna. La tortuga debía conservarlas y cuidarlas para que su destino fuera cumplido.
tragedia faústica...
La primera moneda era la historia de un pequeño frijolito que tenía dos papás, porque su mamá guardaba en secreto quién le había dado su vida biológica y quién le había dado su vida en desarrollo y crecimiento. Este frijolito creció feliz sin saber nada de lo que su madre ocultaba. Era próspero y su planta daba generosa para todos quienes lo acompañaban. Siempre contaba con una palabra de aliento y su especial sensibilidad asombraba a todos. Un día, llegó una gran sequía y trajo con ella la duda del secreto. Alguien confesó al oído del frijolito que tenía otro papá...y la tragedia comenzó. Ni padre ni madre, ni él mismo, lograron dirimir la verdad. Desde entonces, cada día de luna llena, llega esta voz a su oído para recordarle la duda y el secreto. Su madre... silente... sólo llora escondida. Su padre... ausente... sólo grita y hiere. Y del frijolito... no se escucha ni llanto ni grito, él sólo quiere con dinero su vida llenar y, así, su herida sanar.
ángel robado...
Esta era una pequeña habichuela que al nacer recibió un ángel de oro. Creció llena de afecto y seguridad, como si el mundo girara alrededor de ella. Fue feliz feliz... hasta que un buen día conoció a otras habichuelas que eran sus hermanas. La invadió la tristeza, lloraba... lloraba y lloraba. Maltrataba a las habichuelas y se aliaba con todos para desterrarlas de su sembradío. Porque ella era la única... la verdadera... la hija de madre y padre. Las otras eran intrusas o bastardas que no debían tener derecho alguno. Pasaron los años... las fue consumiendo y debilitando con su mezquindad, convenció a todos de que debían marcharse pero algo las protegía... quizá el amor de su padre, nadie sabía. Y la habichuela, emberrinchada, ya no sabía qué hacer, veía con desprecio tener que compartir todo (o algo) con ellas, se indignaba al ver cómo ellas usufructuaban de lo que sólo a ella le pertenecía. Creció llena de celos, sin encontrar la solución para ser la única habichuela de papá. Así ... aprendió a mentir... y cuando las mentiras tampoco fueron suficientes, descubrió a un ángel que cuidadaba de estas hermanas... supo entonces que sólo robando este ángel lograría recuperar su sembradío. Un día, mientras el ángel dormía, lo ató y encerró. Y su ángel de oro le preguntó, pero porqué quieres otro ángel, si tú has recibido todas las bendiciones en mí, y ella contestó: porque no importa cuánto oro haya en ti, yo quiero el brillo que no es mío para que nadie me opaque, ser la única y siempre la mejor... quiero tus bendiciones, quiero las de este ángel que no es mío, quiero todo y lo quiero sólo para mí!!! qué no lo entiendes ángel!!! además... ni qué fueras tan especial!!! Pero niña habichuela... qué no ves... que soy el tuyo... y que en ti está todo lo que procuras de los otros... deja de robar ¡por favor! deja de robar... ya no mientas!! le suplicaba su ángel de oro. Pero ella, sorda... sólo pensaba en tener todo para sí. Desde entonces, murieron sus hermanas lejanas y ella, roba que roba, se deleita siendo la única. Volvió a ser feliz, cual niña para quien todo el mundo gira a su alrededor.
niña de mar y calma...
Nació en medio de la tempestad... conoció las dificultades desde muy pequeña... y siempre encontró una palabra, una solución, una sonrisa precisa para cada momento. Creció pronto y encontró en las calles y en los centros comerciales la calma que no tuvo al crecer. Así, cual mar... arrasa y goza todo lo que frente de sí la vida le regala. Sin interrogarse sobre lo bueno y lo malo, sin hacer mal, sólo convencida de que lo valioso de esta calma es pertenecer, tener y gozar. Hermosa y enteramente joven... aún no descubre los secretos y reveses del futuro. Resguarda su inconciencia en su bella inteligencia. Y logra todo lo que se propone, no a cualquier precio, pero, sí, sin pensar en si hay alguna diferencia entre lo correcto y lo incorrecto... Nació ya cuando todo parece bueno y lo malo es tan valioso como cualquier bondad, siempre y cuando te ocupes sólo de ti y de tu individualidad. Y feliz sueña con ser millonaria... y feliz vive mirando con dejo a la pobre gente pobre.
Tras años de recorrer este laberinto, sosteniendo estas monedas de la fortuna, la tortuga mágica desistió. No resistió mirar estos destinos tan de cerca. Reconocer sus propios límites y saber que nada podría cuidar o procurar, que sería una simple expectadora, de injusticias, mentiras y banalidades... sin voz, sin voto, sin respeto a lo que ella era... sin un sólo propósito compartido. Devolvió las monedas, salió del laberinto y llegó a una isla de cariño y solidaridad. Con los años, olvidó estos tres destinos y nunca más volvió a aquél laberinto de trampas y llantos. A veces, lamenta siquiera haber entrado algún día, otras veces, se interroga sobre si debió permanencer dentro para sostener con fuerza estas monedas y, con ello, brindarles un poco de amor, de seguridad y dicha. Pero, descubrió que la dicha de estos tres caminos estaba en senderos, infinitamente, ajenos y lejanos... supo, entonces, que partir era el mejor regalo para todos.
Y tú ¿quieres conservar tus monedas?
Hasta mañana!
Tras años de recorrer este laberinto, sosteniendo estas monedas de la fortuna, la tortuga mágica desistió. No resistió mirar estos destinos tan de cerca. Reconocer sus propios límites y saber que nada podría cuidar o procurar, que sería una simple expectadora, de injusticias, mentiras y banalidades... sin voz, sin voto, sin respeto a lo que ella era... sin un sólo propósito compartido. Devolvió las monedas, salió del laberinto y llegó a una isla de cariño y solidaridad. Con los años, olvidó estos tres destinos y nunca más volvió a aquél laberinto de trampas y llantos. A veces, lamenta siquiera haber entrado algún día, otras veces, se interroga sobre si debió permanencer dentro para sostener con fuerza estas monedas y, con ello, brindarles un poco de amor, de seguridad y dicha. Pero, descubrió que la dicha de estos tres caminos estaba en senderos, infinitamente, ajenos y lejanos... supo, entonces, que partir era el mejor regalo para todos.
Y tú ¿quieres conservar tus monedas?
Hasta mañana!
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