Hay días que parece que la pluma se agotó. O que son tantas las cosas que quieres decir que no encuentras el camino para empezar. Días en que, mientras percibes cómo todo va cambiando... te limitas a vivir.
Son los días en que el tiempo de tu vida empieza a sincronizarse con nuevas melodías. Aquéllos en que haces el recuento de los daños, te despides de quienes se han ido quedando en el camino y festejas las amistades que siguen creciendo y cultivándose con magia de tortuga. A algunos los dejas con un adiós, e incluso una carta de despedida. A la mayoría, simplemente, los vas perdiendo, imperceptiblemente, en el camino a medida que ganas un poco de ti, cumples un pedazo de tu sueño y redescubres quién eres.
Con cierta inquieta incertidumbre, te sigues interrogando sobre el amor, con dicha sonríes al sol por nacer y con ansias quisieras descifrar todo el misterio de cada mañana en el signo de tu destino.
¿Qué interrumpe la pluma durante estos periodos de tiempo?
El extrañamiento... de pronto habita alguien nuevo en ti... un ser otro que apenas se empieza a reconocer, alguien que apenas se acostumbra a estar en quien tanto esperó. Parece paradójico, para los más oscuros es una suerte de neurosis, para los más cruentos... locura. Para mí, es sólo la certeza de que nos construimos a nosotros mismos y de que, al inventarnos y comprometernos con quien queremos ser, nos convertimos en nuevas personas. Cada vez que esta maravilla nos ocurre, además de la dicha de ser, la sorpresa es que no podemos prevenir cuánto perderemos de nuestra vieja identidad en la nueva senda de nuestro vivir. A veces, esto nos da tanto temor que preferimos sacrificar un poco de crecimiento ante el descubrimiento de que no todos pueden acompañarnos durante las travesías de vida que libres elegimos. Me sigo sorprendiendo ante todo lo que el futuro pierde de ti justo cuando más tuyo es.
Durante esto días somos más propensos a los accidentes, del tipo que sea, los aparatos eléctricos súbitamente se descomponen, quizá el teléfono se interrumpe, las llaves se oxiden, o las cañerías se tapen, en señal de anunciación del tiempo por venir y en sintonía con la energías que dentro de ti se recodifican una vez que terminas de convertirte en una nueva persona. Ya sea por elección o porque los eventos se precipitaron de tal manera que te urgen a cambiar de ti.
Los encuentros con magia de tortuga también producen grandes conmociones... generalmente, cuando son armónicos... todo funciona mejor... casi por arte de magia... pues dentro de uno algo armoniza mejor consigo mismo.
Y nunca faltan aquellas personas que, sin importar el paso del tiempo ni en quienes nos hemos convertido, siempre logran trasladarte a los rincones muertos de tu pasado y empaparte de una negra energía que te consume como si algo en ellas se hubiera roto para siempre. Cual fantasmas... que se alimentan de envidia, mezquindad, soberbia y arrogancia.
Y tú ¿quien quieres ser?
Hasta al ratito... mágicas tortugas...
Con cierta inquieta incertidumbre, te sigues interrogando sobre el amor, con dicha sonríes al sol por nacer y con ansias quisieras descifrar todo el misterio de cada mañana en el signo de tu destino.
¿Qué interrumpe la pluma durante estos periodos de tiempo?
El extrañamiento... de pronto habita alguien nuevo en ti... un ser otro que apenas se empieza a reconocer, alguien que apenas se acostumbra a estar en quien tanto esperó. Parece paradójico, para los más oscuros es una suerte de neurosis, para los más cruentos... locura. Para mí, es sólo la certeza de que nos construimos a nosotros mismos y de que, al inventarnos y comprometernos con quien queremos ser, nos convertimos en nuevas personas. Cada vez que esta maravilla nos ocurre, además de la dicha de ser, la sorpresa es que no podemos prevenir cuánto perderemos de nuestra vieja identidad en la nueva senda de nuestro vivir. A veces, esto nos da tanto temor que preferimos sacrificar un poco de crecimiento ante el descubrimiento de que no todos pueden acompañarnos durante las travesías de vida que libres elegimos. Me sigo sorprendiendo ante todo lo que el futuro pierde de ti justo cuando más tuyo es.
Durante esto días somos más propensos a los accidentes, del tipo que sea, los aparatos eléctricos súbitamente se descomponen, quizá el teléfono se interrumpe, las llaves se oxiden, o las cañerías se tapen, en señal de anunciación del tiempo por venir y en sintonía con la energías que dentro de ti se recodifican una vez que terminas de convertirte en una nueva persona. Ya sea por elección o porque los eventos se precipitaron de tal manera que te urgen a cambiar de ti.
Los encuentros con magia de tortuga también producen grandes conmociones... generalmente, cuando son armónicos... todo funciona mejor... casi por arte de magia... pues dentro de uno algo armoniza mejor consigo mismo.
Y nunca faltan aquellas personas que, sin importar el paso del tiempo ni en quienes nos hemos convertido, siempre logran trasladarte a los rincones muertos de tu pasado y empaparte de una negra energía que te consume como si algo en ellas se hubiera roto para siempre. Cual fantasmas... que se alimentan de envidia, mezquindad, soberbia y arrogancia.
Y tú ¿quien quieres ser?
Hasta al ratito... mágicas tortugas...
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