martes, 13 de octubre de 2009

princesas y virtudes...

En cada hormiga que acompaña nuestro ethos, es decir, en cada una de las hormigas que nos habita... viven latentes sonrisas y brillos que resplandecen como virtudes. Y son nuestras virtudes las que nos convierten en mágicas tortugas... y princesas. Como si al nacer durmieran en nosotras dulces designios que debemos descubrir con fe. A veces, nadie nos enseña esto y olvidamos el encanto que somos.

Por ejemplo, la hormiga de la obediencia, que nos dota de herramientas para forjarnos un carácter, aprender de otros y construir espacios de organización común, opaca el brillo de nuestro ser creativo: forjar un carácter propio, enseñar de nuestras experiencias a los otros y crear nuevas formas de organizarnos entre pares. No se trata de renunciar a nuestras hormigas... se trata de hacer brillar en ellas a la princesa que todas somos una vez que descubrimos la voz de nuestra tortuga mágica.

Otra hormiga muy importante es la prudencia, la cual no puede opacarse tras la cobardía de decir lo que pensamos y luchar por lo que creemos.

La humildad que tampoco debe esconder tu valía.

La paciencia que debe ser alimento de esperanza y no merma de ti.


Y tú ¿qué otras hormigas conoces?

Hasta pronto...



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