sábado, 7 de noviembre de 2009

ruta de fin de año

Queridas tortugas, diciembre se acerca aceledaramente y todas las actividades se empiezan a encaminar hacia el nuevo año. Para mí, este proceso está siendo no del todo placentero... sin compreder porqué, finalmente, ha sido un año de realización y completud en muchos sentidos. Y es quizá por ello... al sentirme más plena, que puedo percatarme de mis profundas carencias y sentir cierta impaciencia de vida al verme en medio de un proceso de crecimiento que no logra consolidarse ni arraigarse y que, tras breves periodos de dicha y estabilidad, el futuro vuelve a vislumbrar incierto, como si de pronto, al unísono, temiera perder todas mis certezas. O quizá, es un signo del paso de los años... no tanto por vejez, más bien: un poco de madurez; y es curioso, pero, la serenidad adulta duele...

Paradójicamente, empiezo a invadirme de una calma de vida, que no recuerdo cuándo fue la última vez que la tuve. El tiempo se expande, como si el aburrimiento empezara a llenar los rincones de ausencias, aun cuando, me sienta tan llena de mí y de un mágico amor que, sin estar, lo vivo siempre presente.

Con cierta fragilidad, mi autoestima se pregunta sobre quién soy, qué he hecho, a dónde voy... como si este nuevo yo acabara de nacer a una vida que no conoce y que, por momentos, lo asusta. Una vida de paz.

Con el tiempo, las expectativas se reducen... de la mano de los sueños. El día a día se concreta casi repitiéndose -virtud y desdicha de toda burocracia-, sin embargo, no, por ello, implica menos trabajo de vida cumplir con tus responsabilidades, las cuales se acrecientan sin percatarte siquiera.

Una vez lograda la meta de la maestría, todo el panorama ante mí empieza a modificarse... como si al alzar la mirada descubriera nuevas alternativas antes impensables, como si el sendero planeado ya no cupiera en el nuevo horizonte que soy. O yo ya no encontrara lugar en aquéllo que parecía ser.

El amor ... sin puerto seguro aún: sólo islas inconexas que se interrumpen ante el impedimento. Ilusiones que se quiebran ante los días de soledad que me acompañan. Mi ser solitario que de pronto quiere más... y se impacienta ante el sueño de compartir el sol por la ventana en mi bosque de piel. El deseo de un nuevo amanecer de mar, quebrado en la espera. Y en el silencio: la esperanza de que el impedimento se romperá y, sin interrupciones, el tiempo será el mismo para los dos.

También ha sido un año de mucha gratitud, de aprendizaje y resarcimiento, de nuevos amigos, indecibles alegrías y algunas decepciones. La más contundente: la mía propia de no saber pertenecer ni conservar.

Un año de despertar desde el fondo del mar para encontrar a quien sabe dónde están los aretes de la luna. Y, con magia de tortuga, descubrir el rostro que desvela mi alma.

Así, mi ruta de fin de año es un camino de resignación, de retazos, de deudas, de esperas, de mucho trabajo, de serenas ilusiones... Y mis anhelos ... a veces olvidados... quizá: a punto de cumplirse.


Y tú ¿cómo te preparas para concluir este 2009?

Buena tarde mágicas tortugas... y que sus anhelos no se resignen.


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