Diez años después, al fin, recibí mi grado de Maestra. La ceremonia fue uno de los más bellos regalos que he recibido de la vida. Fue una celebración inesperada y franca.
Para festejar tal ocasión, familia y amigos convocamos a la mágica paella de otro tiempo. Por un instante, el pasado y el presente se unieron, desdibujando el futuro. El invitado de honor faltó a la mesa y al tocar las campanadas todo volvió a ser igual.
Hoy... sólo me queda el futuro: el mañana sin rostro, sin promesa, sin fe. Quizá por ello me refugio en el presente trunco y por momentos escapo hacia el pasado perdido. Y es que ante el solitario devenir, la postergación parece ser la única ancla para olvidar que me falta un compañero de vida y el hito de esperanza que me detiene para esperarlo.
Y tú... ¿postergas el presente para no enfrentar el futuro?
Un abrazo de maestra tortuga, gracias por acompañarme.
Y tú... ¿postergas el presente para no enfrentar el futuro?
Un abrazo de maestra tortuga, gracias por acompañarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario