Tras largas semanas de ausencia, después de la noche feliz de mayo en que parecía que todos mis sueños se cumplirían, han pasado muchas cosas, por ejemplo: soy un año mayor. Y, realmente, aún me lastima voltear a mí y descubrirme tan lejos de lo que me hace feliz. Pero no lejos físicamente, lejos en el tiempo, como si no hubiera regreso y para mañana no hubiera más que el presente que conozco. Las esperas y los esfuerzos son vanos cuando somos incapaces de cumplirnos a nosotros mismos. Tengo 37 años e insisto en depositar en la ilusión del amor todos los desginios de mi futuro, fracasando incesablemente.
Me pregunto ¿qué hice mal? ... E imagino muchas respuestas. Sin embargo, descubro mi lado bello, mi cara amable, los sueños cumplidos, los regalos, las lindas sorpresas, los buenos amores, el baile, la música, la poesía, los viajes, la solidaridad, los amigos y su inmenso cariño, cuando miro allí en donde casi sólo yo sé cómo mirar, allí en donde he logrado tanto más de lo que me propuse y aún tengo la fortuna de tener mucho por cumplir. Ese lugar secreto de dicha que habita en mí, al que nadie ha querido mirar cuando está conmigo. Como si mi rostro tímido ahuyentara a todos de mi sagrado designio de felicidad, en espera de quien, sin esfuerzo, descubra a mi lado el simple estar como un modo de ser que no se obliga, que sólo se vive, se goza, se ríe, se entrega y recibe. Alguien que en vez de angustiarse por mi sola presencia, encuentre la paz que sueña, al compartir de mí. ¿Qué milagro romperá este hechizo y llenará de rosas mi hogar? ¿Acaso el de tu presencia?
En realidad, lo que quisiera saber es ¿de qué depende sentirte pequeñito contigo mismo o sentirte en paz con tu vivir? Quizá es sólo un esfuerzo de la costumbre: el alejar lo que nos hace chiquitos y rodearnos de lo que nos regala paz. Quizá, sigilosamente, por fidelidad y lealtad, anhelo reservar ese tiempo sólo para mi compañero.
Y tú... ¿por qué conservas tristezas?
Hasta mañana mis queridas tortugas mágicas, prometo este julio no abandonarme sin letras para compartir... Me prometo cumplirme en lo que quiero de mí al despertar para recuperar el tiempo de lo que me hace feliz y esperar el día de paz que anhelo compartir.
Me pregunto ¿qué hice mal? ... E imagino muchas respuestas. Sin embargo, descubro mi lado bello, mi cara amable, los sueños cumplidos, los regalos, las lindas sorpresas, los buenos amores, el baile, la música, la poesía, los viajes, la solidaridad, los amigos y su inmenso cariño, cuando miro allí en donde casi sólo yo sé cómo mirar, allí en donde he logrado tanto más de lo que me propuse y aún tengo la fortuna de tener mucho por cumplir. Ese lugar secreto de dicha que habita en mí, al que nadie ha querido mirar cuando está conmigo. Como si mi rostro tímido ahuyentara a todos de mi sagrado designio de felicidad, en espera de quien, sin esfuerzo, descubra a mi lado el simple estar como un modo de ser que no se obliga, que sólo se vive, se goza, se ríe, se entrega y recibe. Alguien que en vez de angustiarse por mi sola presencia, encuentre la paz que sueña, al compartir de mí. ¿Qué milagro romperá este hechizo y llenará de rosas mi hogar? ¿Acaso el de tu presencia?
En realidad, lo que quisiera saber es ¿de qué depende sentirte pequeñito contigo mismo o sentirte en paz con tu vivir? Quizá es sólo un esfuerzo de la costumbre: el alejar lo que nos hace chiquitos y rodearnos de lo que nos regala paz. Quizá, sigilosamente, por fidelidad y lealtad, anhelo reservar ese tiempo sólo para mi compañero.
Y tú... ¿por qué conservas tristezas?
Hasta mañana mis queridas tortugas mágicas, prometo este julio no abandonarme sin letras para compartir... Me prometo cumplirme en lo que quiero de mí al despertar para recuperar el tiempo de lo que me hace feliz y esperar el día de paz que anhelo compartir.
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