La comprensión es un misterio. Hace unos días me interrogaba sobre cómo hacernos dueños de nuestra voluntad. Quizá sea importante hablar un poco sobre lo previo.
Decía que el carácter, el alma, la psique, el intelecto, la libertad, el libre albedrío ... con vanos intentos ... tratan de dotar nuestra voluntad de razón.
Existe la anquilosada creencia de que domar la voluntad, así como suprimir los deseos, es una muestra de carácter... de fuerza. Da cuenta de la espiritualidad del alma, lo cual se asume como virtuoso. Implica un estado sano de la psique, lo que significa normalidad adaptativa. El dominio sobre la voluntad, también, se ha considerado como un don de la sabiduría, en donde se premia la serena prudencia que nunca se incomoda. Sin dejar de lado que este empeño conlleva un ejercicio libre de cuan humanos "demasiado humanos" somos, en contraposición a quienes defendieron que no existía el libre albedrío en aras de la voluntad divina.
Y quizá debemos empezar por tratar de entender qué es la voluntad. En esta primera aproximación, me remitiré a unas simples definiciones del diccionario que pongo a su consideración:
- "Facultad de decidir y ordenar la propia conducta"
- "Acto con que la potencia volitiva admite o rehúye una cosa, queriéndola, o aborreciéndola y repugnándola"
- "Libre albedrío o libre determinación"
- "Elección de algo sin precepto o impulso externo que a ello obligue"
- "Intuición, ánimo o resolución de hacer algo"
- "Amor, cariño, afición, benevolencia o afecto"
- "Gana o deseo de hacer algo"
- "Disposición, precepto o mandato de alguien"
Existe la anquilosada creencia de que domar la voluntad, así como suprimir los deseos, es una muestra de carácter... de fuerza. Da cuenta de la espiritualidad del alma, lo cual se asume como virtuoso. Implica un estado sano de la psique, lo que significa normalidad adaptativa. El dominio sobre la voluntad, también, se ha considerado como un don de la sabiduría, en donde se premia la serena prudencia que nunca se incomoda. Sin dejar de lado que este empeño conlleva un ejercicio libre de cuan humanos "demasiado humanos" somos, en contraposición a quienes defendieron que no existía el libre albedrío en aras de la voluntad divina.
Y quizá debemos empezar por tratar de entender qué es la voluntad. En esta primera aproximación, me remitiré a unas simples definiciones del diccionario que pongo a su consideración:
- "Facultad de decidir y ordenar la propia conducta"
- "Acto con que la potencia volitiva admite o rehúye una cosa, queriéndola, o aborreciéndola y repugnándola"
- "Libre albedrío o libre determinación"
- "Elección de algo sin precepto o impulso externo que a ello obligue"
- "Intuición, ánimo o resolución de hacer algo"
- "Amor, cariño, afición, benevolencia o afecto"
- "Gana o deseo de hacer algo"
- "Disposición, precepto o mandato de alguien"
- "Elección hecha por el propio dictamen o gusto, sin atención a otro respecto o reparo"
Ahora bien, podemos acercarnos a otras definiciones breves de la libertad como son:
- "Facultad que tiene el ser humano de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo"
- "Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos"
- "Estado o condición de quien no es esclavo"
- "Estado de quien no está preso"
Y bueno, conservemos la "facultad de decidir y ordenar la propia conducta" y esta última "facultad natural que tiene 'el hombre' de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos", para los fines que aquí me propongo.
[con enfoque de derechos humanos, y género, tendríamos que decir 'la condición humana']
Si nos apegamos a las definiciones, tanto la voluntad como la libertad implican una posibilidad de elegir. La voluntad nos remite a aquello que deseamos elegir y la libertad a la posibilidad misma de poder elegir entre dos o más opciones, es decir: la libertad nos refiere al acto mismo de la preferencia, independientemente del deseo o la gana que nos orille a 'ordenar la propia conducta' de un modo o de otro.
Con lo cual aparece un problema de salud mental, cordura o simplemente una imposibilidad de principio para alcanzar la serenidad espiritualidad. A saber... ¿elegimos lo que "queremos" o elegimos lo que "podemos"? -sin abordar, por ahora, el planteamiento ético de elegir lo que "debemos". Ya que si separamos la facultad de "decidir y ordenar la propia conducta" (conforme la gana o el deseo propio: lo cual es implícito a todo acto de la voluntad) de la "facultad natural [...] de obrar de una manera o de otra" (conforme la responsabilidad que esto acarrea: lo cual es implícito a todo acto de libertad), quizá no es tan claro delimitar cuándo un acto de la voluntad no es un acto libre y cuándo un acto libre no puede ser considerado un acto de la voluntad.
En realidad, tenemos que llegar a la conclusión de que la voluntad y la libertad son lo mismo, por lo que el dominio de la voluntad es al mismo tiempo el dominio sobre nuestra libertad. Lo cual tiene implicaciones en las que me gustaría detenerme:
Ahora bien, podemos acercarnos a otras definiciones breves de la libertad como son:
- "Facultad que tiene el ser humano de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo"
- "Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos"
- "Estado o condición de quien no es esclavo"
- "Estado de quien no está preso"
Y bueno, conservemos la "facultad de decidir y ordenar la propia conducta" y esta última "facultad natural que tiene 'el hombre' de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos", para los fines que aquí me propongo.
[con enfoque de derechos humanos, y género, tendríamos que decir 'la condición humana']
Si nos apegamos a las definiciones, tanto la voluntad como la libertad implican una posibilidad de elegir. La voluntad nos remite a aquello que deseamos elegir y la libertad a la posibilidad misma de poder elegir entre dos o más opciones, es decir: la libertad nos refiere al acto mismo de la preferencia, independientemente del deseo o la gana que nos orille a 'ordenar la propia conducta' de un modo o de otro.
Con lo cual aparece un problema de salud mental, cordura o simplemente una imposibilidad de principio para alcanzar la serenidad espiritualidad. A saber... ¿elegimos lo que "queremos" o elegimos lo que "podemos"? -sin abordar, por ahora, el planteamiento ético de elegir lo que "debemos". Ya que si separamos la facultad de "decidir y ordenar la propia conducta" (conforme la gana o el deseo propio: lo cual es implícito a todo acto de la voluntad) de la "facultad natural [...] de obrar de una manera o de otra" (conforme la responsabilidad que esto acarrea: lo cual es implícito a todo acto de libertad), quizá no es tan claro delimitar cuándo un acto de la voluntad no es un acto libre y cuándo un acto libre no puede ser considerado un acto de la voluntad.
En realidad, tenemos que llegar a la conclusión de que la voluntad y la libertad son lo mismo, por lo que el dominio de la voluntad es al mismo tiempo el dominio sobre nuestra libertad. Lo cual tiene implicaciones en las que me gustaría detenerme:
1. Toda afectación a nuestra libertad es una afectación a nuestra voluntad.
2. Todo esfuerzo por acotar nuestra voluntad es una confrontación con nuestra propia libertad.
3. El dominio de la voluntad es el límite de nuestra libertad.
Por lo tanto (y a tono con Spinoza): Ser libres es ser dueños de nuestra voluntad.
Es así que el carácter, el alma, la psique, el intelecto o si que quiere: la razón... actúan, se determinan, se cifran, se desarrollan, se construyen, se expresan... "deciden" en tanto tenemos voluntad, en tanto somos libres.
Dije luego: "que la conciencia, en cambio, sólo es posible si nos volvemos dueños de nuestra voluntad. Y esto mis amigas tortugas es la libertad." Lo cual, a la luz de lo dicho aquí, es ya casi redundante. Sin embargo, hagamos un pequeño acercamiento hacia la conciencia.
Entender la conciencia va más allá de comprender el estar alerta, el pensamiento autoreflexivo y la autoconciencia; y es inseparable del pensamiento y del lenguaje. Tanto como innegable es su ser orgánico.
La toma de conciencia es la posibilidad de comprender que comprendemos, de identificarnos como sujetos y de actuar en el mundo a partir de una identidad. Sin esta posibilidad de comprendernos como una voluntad libre no podríamos ser conscientes de prácticamente nada de lo que percibimos (o viceversa: sin la posibilidad de aislar nuestras percepciones a través del acto analítico del lenguaje, no podríamos ser conscientes del modo que lo somos). Siendo así, me obligo a interrogarme (para mi próxima entrega) sobre: qué es la conciencia si tratamos de entenderla como una experiencia que se posibilita gracias a la expresión de nuestra voluntad libre. (y detenerme un poco más en estas últimas ideas)
De acuerdo con esto y en el marco de los contenidos de mi tesis de doctorado, en ciernes, me atrevería a decir (y sin afán de discurrir con Kant, más bien a la sombra de su luz):
La autonomía es la posibilidad que tenemos de hacer coincidir nuestros actos de voluntad con nuestros actos de libertad. En donde el acto de conciencia es nuestra única posibilidad de elegir. En donde, sólo entonces, podemos asumir la responsabilidad sobre nuestros actos, en tanto actos de conciencia.
Y tú ... ¿eres consciente de tus decisiones libres?
Gracias por su paciencia generosas tortugas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario