perdonar lo imperdonable
olvidar los hechos tal cual fueron
dejar de ver nuestros defectos
sobre estimar las virtudes en otros
subestimar nuestros errores
exagerar nuestras emociones
mirar solo a nuestras necesidades
tener buenas razones para conservar algún rencor
justificar el resentimiento que otros sienten
recurrir a la culpa (propia o ajena)
idealizar las bondades
imponer castigos, revanchas o advertencias
...
nada de esto sirve cuando se trata de sentir reconciliación.
La intimidad del perdón es un regalo que nos damos a nosotros mismos en soledad. Y solo es posible cuando podemos ver a través de nuestra vida pasada... con sana justicia y valiente verdad.
La reconciliación es una manera de conciliar nuestro deseo de que las cosas hayan sido de un modo diferente con la evidencia real de lo que las cosas son. Sea la circunstancia de la que se trate. Y mientras nos rehusamos a ver los hechos... nos negamos a superar la frustración de nuestros deseos.
Y tú ... ¿cómo idealizas tus frustraciones?
sólo hace falta
un fuerte abrazo de tortuga
para que brille la magia del sol
...
lindo día!
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