La infancia es ese rincón de nuestra alma que no conoce ni de fantasmas ni de demonios... El corazón que libre se entrega y brinda gestos de cariño sin dudar, por un instante, de la bondad de quienes le rodean.
Es solo con la edad que vamos acumulando en un saquito de miel aquellos recuerdos que hacen vívidos nuestros temores, el desencuentro, el engaño, la traición, la tristeza, el dolor, el abandono, el sinsabor, el arrepentimiento... todo aquello que nos separa de nosotros mismos y nos impide acercarnos a quienes amamos. Aquello que nos separa de nuestra infancia.
Lograr conciliar nuestro saquito de miel con el corazón alegre que habita libre nuestra alma es aprender a crecer, y madurar, sin necesidad de hacer uso del rencor. Sin encontrar razón alguna para desconfiar. Vivir unidos con nosotros mismos y libres de distancias de nuestros amores.
Y tú... ¿elijes el abrazo de la infancia?
Feliz día del niño y de la niña...
pequeñas tortugas.
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