jueves, 26 de noviembre de 2020

la doncella... el populismo

 ... y el síndrome de Estocolmo.



Tenemos un presidente que bien pide respeto y exige disculpas (que le den "su lugar"), cual doncella medieval... y bien somete con despotismo a sus seguidores y colaboradores, quienes cegados por el síndrome de Estocolmo se sienten obligados a justificar todos y cada uno de sus actos y palabras, aun si éstos son atroces o deshumanizados, incluso si miente. Mienten juntos bajo el criterio de que el bien mayor justifica los males en sus actuares. Bajo el encantamiento de la obsesión patriarcal por hacer girar el sentido del mundo a la voluntad de un solo hombre. 

Morena es un partido que se muestra cada día más lleno de rabia. No fue suficiente ganar como lo hicieron en 2018 para reconciliar su existencia con la realidad. Alimentado por años por la furia de una ideología rezagada. Rancia por su falta de eficacia para garantizar una vida más digna para el ser humano: un orden común verdaderamente justo. Entre otras razones, porque se basa en el dominio, la conquista, la sumisión y la falta de libertades ciudadanas. Es una ideología que grita contra un imperialismo imaginario para imponer un "nuevo" imperialismo nada imaginario. 

La izquierda, en especial las causas radicales "revolucionarias" con aspiraciones socialistas y comunistas (lo que sea que hoy representen estos conceptos) ha sido rebasada por el desarrollo propio de la condición humana y parece que quienes se aferran a ideas (de suyo bellas), sin cuestionarlas, son los únicos que no se han enterado. Así como el libre mercado se basó con equívoco en una racionalidad ya caduca... de ahí algunas de las fallas que con un poco de criterio e imaginación se pueden corregir, para hacer funcionar mejor lo que por ahora es vigente. Es tiempo de mirar hacia adelante... no hacia atrás. El pasado sólo engendra dolor sin reconciliar. Es el presente el espacio en el cual podemos hacer de nuestras tragedias destino: ser libres. Y darnos permiso para construir un futuro feliz.

La aberración que vivimos en México no se puede comprender ni histórica ni conceptualmente. Porque la forma en que están torciendo la realidad... la verdad. La forma en que están malinterpretando la comprensión de lo que son las cosas en su desarrollo real. Redunda en una visión sin otro parámetro que el rencor. La revancha. Cada día estoy más convencida que después del horror mental al que nos está sometiendo el actual gobierno, o nos volvemos todos locos o nos volvemos todos sabios. Están jugando con lo más sagrado del ser humano: su capacidad autónoma de pensar por sí mismo. A la vez que compran voluntades con dinero, mientras afirman que se necesitan otros valores que el dinero por sí mismo. Compran la miseria, sin aspirar a solucionarla. Viven de la compasión por un prójimo y un pobre, en abstracto... sin lo cual no podrían consolidar discurso alguno. Por eso, todo lo que sepa a alma libre les hace sentirse incómodos, atacados. Como si todo girara en torno a ellos. Siempre con la espada desenvainada, como si viviéramos en los albores de la civilización. Son incapaces de entender lo que vivimos (o necesitamos) frente a un momento histórico que ha mutado en todas las variables bajo las cuales podíamos analizar la realidad del siglo pasado, de hace dos o tres siglos atrás. Vivimos un presente que, si bien se traza a lo largo de la historia, se finca dadas las condiciones de realidad actuales.

Pero no, estos personajes que ahora acaparan la esfera pública son incapaces de verse a sí mismos a través de la historia con base en lo que hoy podemos decir de nosotros mismos: como humanidad. Es así que necesitan reinventar todos los relatos para que la realidad se adapte a sus voluntades. Entonces la sumisión y la agresión se manifiestan como una forma de populismo... mejor dicho: como la forma de todos los populismos. Pero éste es un concepto que no me gusta. Está demasiado desgajado por filias y fobias. Y de poco nos sirve para avanzar como un conjunto de voluntades orientado a un fin común: la mejor sobrevivencia y convivencia humana. 

La sobrevivencia hoy es mucho más que algo básico o elemental. Como tal vez lo fue en la época de las cavernas. Tenemos hoy evidencia de la complejidad de la vida humana así como de las limitaciones de nuestra relación con la naturaleza, con el ambiente. Y tenemos muchos recursos a nuestro alcance, tanto teóricos como prácticos. Es un tiempo de renovación. Esta pandemia nos está llamando a abrir nuevos caminos. A ampliar nuestro horizonte: aprender a pensar más allá de las fronteras que limitaban nuestros paradigmas.

Romper las ataduras y liberarnos de cualquier sumisión conceptual que implique justificar los abusos que nos subyugan. Comprender que no. No hace falta subsumirse a otra voluntad para llevar a cabo propósito alguno. Que la vida vale más que eso. Y que ser libres es poder ser capaces de aceptarnos como somos y sabernos capaces. El mundo de las ideas ha llenado de falsas verdades nuestros imaginarios sociales y conceptuales. Es tiempo de comprender que es la realidad la que debe dar forma al mundo de las ideas.

Hoy es un día para dar gracias. Gracias a Dios. Gracias a la vida. Gracias al amor. Gracias por las bendiciones que nos colman. Gracias por las dificultades que nos hacen crecer. Gracias por estar. Por ser. Que nada apague nuestro corazón y ninguna quimera confunda la luz de nuestra razón. Porque todos merecemos ser igualmente felices. Todos merecemos igual solidaridad en momentos duros. Todos merecemos ser capaces de ser generosos sin otro propósito que dar. Y la solución está más cerca de lo que parece. Pero primero debemos enfrentar los sometimientos que nos encarcelan a tal grado que defendemos con apego la barbarie ante la cual nos asumimos como si fuera un destino trágico. La tragedia es un engaño. Es el engaño que nos contamos para no enfrentar el miedo de vivir y afrontar el dolor de crecer con base en la realidad. La política no puede ser más la sublimación de la frustración psicoanalítica ante el miedo a la libertad. La política debe convertirse en el espacio en el cual se conjugan las voluntades libres para construir un destino común. Sin simulacros. Sin sumisiones. Sin engaños.


Y tú... ¿ya te libraste de ti?


Gracias!
Feliz día de acción de gracias...
lleno de magia de tortuga.





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