el futuro de la fe... o la fe en el futuro.
¿Qué pasa cuando dejas de ver tu futuro?
El futuro es un espejo de nuestra imaginación en donde, con lo que sabemos del presente y añoramos del pasado, idealizamos lo que ocurre en un tiempo inexistente. Esta imagen es la que nos permite construir, planear, coordinar, comunicar, diseñar, organizar, calcular, suponer, pronosticar... y sentirnos vinculados con el porvenir... aún cuando no podamos predecir en realidad lo que va a ocurrir mañana. Sin embargo, confiamos en la certeza del presente y construimos nuestra vida.
Sea con convicción o por un acto de fe, forjamos el presente de futuro: cada vez que lo que hacemos hoy se constituye de sentido cuando anticipamos el mañana. Por ejemplo, organizar una reunión en casa para dentro de una semana y ocupar los días previos en los preparativos. Conforme crecemos, consolidamos herramientas para satisfacer el presente y concretar el futuro, con más o menos realización. E incluso nos ocupamos más de satisfacer el futuro sin llegar a concretar el presente...
Llamamos pragmáticos a quienes sacan todo el provecho de esta ecuación, sin detenerse con miramientos hacia otros tiempos posibles, realistas a quienes sin aspirar al mañana posible se orientan hacia el presente conocido como el único referente de todo lo existente, e idealistas a quienes sin calcular el provecho futuro y sin conciencia absoluta de lo presente... son capaces de diseñar el presente con base en otros mundos posibles y en la promesa de un futuro.
Llamamos pragmáticos a quienes sacan todo el provecho de esta ecuación, sin detenerse con miramientos hacia otros tiempos posibles, realistas a quienes sin aspirar al mañana posible se orientan hacia el presente conocido como el único referente de todo lo existente, e idealistas a quienes sin calcular el provecho futuro y sin conciencia absoluta de lo presente... son capaces de diseñar el presente con base en otros mundos posibles y en la promesa de un futuro.
En cualquier caso... cuando se trata de relacionar nuestro presente con el futuro siempre se trata de un acto de fe, sin el cual... reconocemos el tedio y el sin sentido de la vida y morimos ante nuestro presente a causa de la imposibilidad del futuro.
La fe, aunque ciega, siempre se sostiene en algo más, se retroalimenta a sí misma, crece conforme descubre la magia de su poder y fluye sin prisa ante lo desconocido. Se sostiene en estos planes y proyectos como una ruta crítica que se autodesvela ante sí. Anida en el más mínimo resquicio de futuro que podamos verbalizar o significar, aún cuando sea incomprensible, aún cuando no necesite autocomprenderse... pues precisamente de eso se trata la fe: de aceptar que más allá de lo que logramos comprender, el futuro se cumple.
Imagino entonces... una posibilidad ante los espacios de angustia y frustración que alguna vez han turbado nuestras vidas. Y se me ocurre que quizá no siempre que se ausenta nuestra fe hemos perdido nuestro futuro... quizá lo que ocurre es que éste se logra trastocar tanto más allá de lo que somos capaces de imaginar que indescifrable es para nuestra mente en el presente siquiera imaginar todo aquello que nos espera... como si perdiéramos todas las coordenadas de la existencia conocida, una vez reemplazadas por otras nuevas (casi revolucionadamente... o he de decir: revolucionariamente...) dejándonos huérfanos de nosotros mismos, precisamente, porque nos hemos hecho futuro.
Y tú... ¿puedes verte en el futuro?
Feliz semana: amigas tortugas.
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