Sin interrupción, durante el tiempo que somos, el juego nos atrapa, invita, seduce y alimenta; nos incita, nos abraza, nos besa, trae risa y caracajada y se acompaña de baile. El simulacro es el espacio en el que permitimos que la vida se vuelva real, justo ahí... cuando pensamos que jugamos sin compromiso con lo definitivo de la verdad... y, precisamente, porque lo verdadero sólo se abre ante nuestros ojos por ser indefinido.
¿No creen, tortugas, que jugamos poco?
Y tú ¿a qué quieres jugar?
Hasta mañana y que esta semana festejen (conmigo)... lo que se acaba ... en juego con la ilusión de lo que falta por llegar.
¿No creen, tortugas, que jugamos poco?
Y tú ¿a qué quieres jugar?
Hasta mañana y que esta semana festejen (conmigo)... lo que se acaba ... en juego con la ilusión de lo que falta por llegar.
1 comentario:
yo he descubierto tanto juegos con el nacimiento de mi hijo y poder compartir mis juegos de infancia con Juan Fernando me llenan de buena energia
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