de amor...
El viaje de Cúpido nos rapta en cada latido, imperceptible compañía que despierta del ayer ante el rostro de la verdad.
El amor encierra misterios inimaginables que sólo el fuero interno del tiempo de tu alma logra descifrar.
Me pregunto en qué momento uno descubre que ha encontrado una verdadera pareja de vida. Cómo saber si has hecho la elección correcta. Cómo reconocer la música de tu destino en medio del barullo de la cotidianidad. Cómo conservar el abrazo de un buen amor. Cómo despedirte de las sombras del ayer. Cómo perdonar, cómo pedir perdón, cómo resarcirte de tus propios errores. Cómo darle la cara a las decisiones de amor que han forjado tu camino. Cuándo llega el día de partir. Cuándo vuelves a respirar entero. Cuándo estás listo para volver amar. Por qué el amor no siempre dura toda la vida. Por qué no todos los amores son capaces de acompañarnos. Por qué renunciamos a la dicha cuando la tenemos en nuestras manos y por qué añoramos lo que nunca fue.
Llevo años convencida de que los amores trágicos son falsos amores, que una pareja no se escoge con la cabeza sino con el corazón, y que la única certeza de amor es el latir que nos atropella cuando sentimos los ojos de la persona que cifra nuestra alma.
Sin embargo, se acercan mis 38 años y debo confesar que quizá no sé lo que es amar. Y tampoco sé si he amado. Es difícil confesarme a mí misma que debo estar equivocada acerca de lo que es el amor. Porque una y otra vez toco a la misma puerta, cambian los rostros y, sin ser yo la misma, la respuesta sigue intacta y siempre es no. A pesar de mí, de estar convencida de que es mi tiempo, de que encontré al ser destinado para mí y de sentir que despierto al amor como si fuera la primera vez. Nada de esto importa, porque al final del día, no me han elegido a mí. Y me pregunto ... será que es tiempo de amar con la cabeza, anteponer egoístas restricciones con la pretensión de la fuerza del dominio y, así, elegir un compañero como si fuera día mercado o subasta.
Mi corazón está herido porque se resiste a ponerle precio al amor, pero mi alma está rota de que le digan que no vale lo suficiente para ser amada. Porque soy una bella tortuga que alberga vida plena en su caparazón y sé, sin necesidad de prepotencia ni alarde, que mi valor está cifrado más allá, incluso, de mi propia voluntad. Por eso bajo la guardia. Y dejé hace muchas vidas de pelear por lo que de suyo me es propio.
Dar es una enseñanza del carácter, entregarte es una bendición de las estrellas. Cuando pierdes el miedo de disolverte con el cielo, incluso tu carácter se diluye, y esto te hace casi imperceptible ante los ojos de tu ser amado; porque estamos acostumbrados a aferranos con orgullo a las apariencias, perdiéndonos en los accidentes de la perfección.
Cada vez que sin temor te disuelves en el amor, tu carácter se multiplica justo ahí donde parece que te perdiste por completo de ti. Sólo quien puede abrazar el lado débil de la verdad podrá gozar el rostro fuerte de la bondad. Pero quizá desde el punto ciego de mi ser, para quienes están del otro lado de mi mirada, es más fácil derrotarme y renunciarme, ya que pocos somos quienes estamos dispuestos a morir a nosotros mismos y renacer.
El mundo será un lugar más feliz cuando no temamos morir, ante la aparencia, para poseer la verdad. La caverna sigue atando con cadenas el rumbo de la humanidad y la luz sigue siendo demasiado brillante para la mezquindad de nuestros corazones.
Cómo resolver este misterio que ata mi vida a un tenue desamparo de sí misma... si no está en mis manos que el hombre que amo me quiera tal y como soy, e insiste en amoldarme a un estereotipo que me quiebra y me violenta, yo no puedo adueñarme de su libertad y convencerlo como si no fuera un ser capaz de ser dueño de sí, no puedo exigirle lo que no ha descubierto que puede darme. Cómo puedo pelear por un corazón que no encontró el valor en su alma para abrazarme con respeto y congruencia. El respeto no se impone, el respeto se da y es un acto ético por definición. Respetar a otro ser nos humaniza gracias a la convicción de que somos capaces de vivir sin dañarnos los unos a los otro; sin ninguna obligación de por medio.
Cómo puedo reprocharle a los demás ... si soy yo quien insiste en vivir enamorada, sin simulacros, sin mentiras, sin deudas, sin culpas, y crecer con raíces sólidas, fuertes y definitivas. Descubro que debo hacerme responsable de la persona que elegí ser y comprender que en la lotería infinita del universo quizá nadie eliga ser para mí, sin lamentarme por ello.
Confieso que soy la única responsable de no saber cumplir mi sueño de amor. Y al cabo de este ciclo de vida, mi mayor revelación es que debo aprender a amar de otra manera, no confiar más en mis instintos, no apostar más la vida entera, no dejarme acariciar sin antes saber negociar, sin antes saber vender y comprar los términos de la relación que quiero construir, pues hoy descubro que es de mentiras que se construyen las largas historias de amor y que, paradójicamente, amor y verdad se descubren irreconciliables ante mis ojos ... A menos ... que esté dispuesta a aceptar que puedo ser la única compañera de mí misma, fiel a mi deseo y honesta con mi propio ser ... a menos .. que no esté dispuesta a vivir el amor sin verdad...
Sé que el amor es tan mágico y misterioso que, cuando el día sea el correcto, sabrá sorprenderme de nuevo y regalarme una propia verdad compartida. Hasta entonces, el tiempo sabrá sanar el desencanto de no ser amada -una vez más- y Dios me ayudará a hacer de esta tristeza destino, crecimiento y aprendizaje (para descubrir, en esta prueba de amor, las hermosas lecciones que él con generosidad guardó). Por eso, no me concedo perder la fe en la luz amorosa del corazón y en que hay un compañero para mí, porque todos nacemos para ser felices y no hay voluntad que pueda negarnos el amar y sonreír.
Y tú ... ¿ya encontraste el ser de tu destino?