jueves, 22 de septiembre de 2011

contar

y comunicar...

Tras un largo día, se antoja una buena charla. Por ejemplo, compartir el anecdotario de tu cabeza al transcurrir los eventos de tu jornada, como ejercicio indispensable para recuperar tus vivencias.

Sin este espacio para ser con otros, la vida se diluye entre tus pensamientos, tu mala memoria y la angustia del mañana. En cambio, al darte en una conversación, simplemente, se vuelve real tu experiencia de ser y no hay futuro que te inquiete, porque estás aquí y ahora.

La mente logra cosas muy extrañas, por ejemplo, te permite viajar a través del tiempo, te obliga a separarte de la realidad para saber de ella, a veces te engaña sobre tus percepciones y otras veces te regala el don de la verdad, como si fuera capaz de renunciar a ella, sin temor a desaparecer.

La mente también te distancia de todos quienes te rodean, como si cada quien viviera en un paraíso autista, el cual se vuelve un desierto desolado cuando descubres que el verdadero paraíso está en el esfuerzo por construir una mente común. Ya que el mundo de la mente es un mundo de sentidos y nada tiene más sentido que ser en un nosotros.


Y tú ... ¿con quién compartes tu mente antes de dormir?

Hasta mañana tortugas, debo muchas letras pero al fin el alma ha vuelto a mí y ahora a borbotones nacen nuevas palabras. Gracias por su paciencia.



lunes, 4 de julio de 2011

la deuda del futuro

Existen deudas de vida, de dinero, de cariño, de alegría, de amistad, de trabajo, de salud, de verdad, de amor, de consumo, de abandono, de necesidad, de justicia, de hermandad, de escucha, de familia, de principios, de sueño, de hambre, de desamparo, de estupidez, de arrebato, de emergencia, de incongruencia, de libertad.

La deuda es el tributo que se entrega en gratitud o en recompensa por algo que hemos recibido. El sistema económico tiene un pilar fundamental en un sentido más precario de la deuda. En donde el cobro que reclamamos por existir se esfuma en el trueque mercantil; y el valor del consumo coloca el valor de la existencia en situación de menosvalía, en correlación con el plusvalor de la acumulación metafísica del capital.

Sin embargo: ¿es la deuda una manera ética de vivir? Considero que no, la deuda es sólo un resabio trágico de caducos ideales de la vida. Una vida que castigaba el placer y condenaba la libertad. Una vida construida de formalidades que sólo se alimentaban de mentiras. Una vida forjada en estereotipos y en el ejercicio violento del poder. Una vida basada en el dominio de unos sobre otros. Sin embargo, una vida digna, una vida libre... no debe nada, se entrega y se compromete y ella misma es el tributo de toda existencia.

A propósito de las deudas, esta tarde de frío y melancolía, recordé a Pablo Neruda. En sus letras, recupero un poco de mí y de todo aquello que es ser el amor que mi corazón sueña...

"Para tu corazón basta mi pecho... para tu libertad bastan mis alas...desde mi boca llegará hasta el cielo... lo que estaba dormido sobre tu alma"

Estos versos me regalan la certeza de que el amor no se nutre de promesas ni de deudas. La entrega es ése instante en que sin contrato de por medio, sin temores ni agresiones, dices sí, sí a la vida, sí te quiero, sí eres importante para mí, sí somos compañeros, sí te abrazo, sí te entiendo, sí me gustas, sí te amo. El sí de lo ilimitado que encuentra su mayor realización en el acotado instante de un otro ser humano. Sin amenazas, sin restricciones, sin secretos, sin enojos, sin celos. El sí de un corazón que encuentra un pecho para existir ... el sí de una libertad que encuentra unas alas para volar... el sí de un alma que abraza el cielo en el beso de su ser amado.

Pocas cosas son más escasas en nuestro mundo de la deuda y del capital que el amor. Ese raro sentir en donde la voluntad de tu ego se funde en el deseo por el otro para realizar cada uno de tus sueños. Ese silente y cómplice compañero que ríe contigo sólo porque sí. Esa voz que no te quebranta y ese abrazo que nunca te falta. El amor verdadero es aquel que renace en la piel con cada caricia, como regalo infinito de placer. Junto al cual yaces dormido con paz. Y te arropa de ternura. Es comprensión, compromiso, es amistad, es respeto y sensualidad. Es sexo puro. Es lo más cerca de la verdad que un ser humano puede estar.

Lamentablemente, el ideal trágico de nuestra cultura nos ha fragmentado como seres de uso y desuso. Nos ha hecho amar sin pasión, desear sin amor, mentir sin vergüenza, sentir sin consecuencia, decir con violencia. Renunciando toda verdad al engaño de una cultura que ignora la razón de la vida. Bienaventurados quienes sepan renunciar a sí mismos para aprender a amar.

Confieso que he amado.


Y tú... ¿te aferras a tus ideales trágicos?


Hasta mañana amadas y amigas tortugas. Que el sol de su caparazón las acompañe esta tarde nublada y llene de luz sus sueños.



viernes, 10 de junio de 2011

38 años

y contando...

Hola queridas tortugas:

Las saludo desde el hades o desde las profundidas de la tierra, según prefieran...

Hace unos días leí que el nombre tortuga fue tomado de los démones (o demonios griegos) que habitaban el inframundo y amanecían desde el origen mismo de la tierra. Lo cual me hizo pensar mucho en el misterio que abraza a estos seres, habitantes de nuestro cerebro primigenio, y cuál es la magia que atrapa su caparazón. Pero me intriga más, cómo llegaron a crecer en el mar...

El 29 de mayo cumplí 38 años, siento que no ha sido una transición sencilla, aunque en realidad no soy muy diferente que a los 37.

¿Qué he podido reflexionar ahora que se anuncian a mi puerta los 40 años?

Me he planteado nuevas metas y sueños, la ola de profundas frustraciones de los dos últimos años han cuestionado el rumbo de mis días. Creo que lo importante es no perder el objetivo de la vida, el cual, sin importar tus metas, radica en ser feliz. Así que llega un punto en la vida en el que uno solo debe interrogarse sobre si es feliz.

Ya que con el paso de los años, aprendemos a valorar las dichas que hemos sido capaces de poner a nuestra disposición y debemos deshacernos de lo que impide nuestra felicidad. Nada ni nadie merecen sofocarnos en falsos problemas ni vivir en batalla con las personas solo porque no estamos satisfechos con lo que tenemos. La única forma de sentirnos satisfechos es reconciliarnos con la persona que en realidad somos y alzar el vuelo libre de la mariposa azul hacia el cielo prometido.

No podemos cambiar a las personas, pero podemos cambiar nuestro rostro cuantas veces querramos. Hace algunos años, Guillermo Hurtado, Director del Instituto de Investigaciones Filosóficas, me dijo que quería desarrollar una teoría sobre la identidad, la cual se basa en que en realidad no somos la misma persona a lo largo de nuestras vidas, y nos convertimos constantemente en otras personas, categóricamente hablando. O quizá al estilo dialéctico de Heráclito "somos y no somos los mismos" ... "podemos y no podemos bañarnos dos veces en el mismo río". No sé si el Dr. Hurtado prosperó en su teoría, pero bueno, ahora recuerdo su reflexión, a propósito de mi tesis de doctorado, el problema de la conciencia y el nuevo año mío.

Probablemente, más en sintonía con Hegel, tengo que admitir que no podemos dejar de ser quien fuimos ya que somos en el proceso de todo lo que hemos sido; lo cual no quiere decir que no nos hacemos otros con el paso del tiempo. Lo cierto es que cada nueva afirmación de nuestro ser anula -inevitablemente- todo lo que fuimos. He ahí la magia de la libertad que nos hace posiblemente humanos.

Y sí, habrá fracturas de identidad que nos vuelvan irreconocibles ante nosotros mismos, voluntaria o involuntariamente. Así como, en la televisión y en las películas, abundan las historias de ficción (y no tanta ficción) de quienes cambian su identidad y nacen otros a una vida con la que quizá nunca soñaron pero abrazan como suya, incluso olvidando quiénes son en su antiguo ethos. Por lo que no es cosa sencilla conocernos a nosotros mismos, reconocernos cómo en realidad somos y elegir nuestro camino. Ya que lo primero que se pone en evidencia en el camino del conocimiento de sí es la ambivalente temporalidad entre el pasado y el futuro.

Dicha ambivalencia impone un gran temor y nos aferramos a formas duras e intransigentes del carácter: que se llaman disciplina, costumbre, moral, normas, gustos, preferencias, hábitos, prejuicios, etc; sin las cuales no podríamos saber que existimos.

De ahí que no deba sorprenderme crecer otra hacia el mañana, replantearme mis segundos y mis horas, para recibirme en mis cuarenta como el retrato tallado en un alma que eligió en quién convertirse. Sin temor a perderme en las ambivalencias del fluir de la vida, sin necesidad de fanatizarme en los credos de las disciplinas que, si bien a los niños le son indispensables para forjar su carácter, a los adultos los vuelve torpes para crecer y trascender su propia historia, predestinada a la luz de sus herencias genéticas y no genéticas.Y es que la más grande libertad que un ser humano puede tener: es hacer de su destino una obra de su voluntad creativa.

Creo que gran parte de la dicha radica en ser alguien que nos agrada a nosotros mismos. Hay quienes admiran el éxito monetario por lo que su felicidad radica en sus bienes y todo está en armonía mientras la ecuasión entre lo que tengo y deseo tener sea positiva, cuando esto cambia, es cuando empiezan los problemas, y así... trátese de lo que se trate. Pero, para agradarnos a nosotros mismos, debemos primero descubrir qué nos impide mirarnos tal cual somos, para entonces descubrir qué admiramos por experiencia propia y no por las enseñanzas que hemos recibido, de esta manera, estar más próximos de armonizar y reconciliar lo que deseamos con lo que tenemos.

Los falsos fetiches (y me disculpo por la redundancia) son la sombra que persigue nuestros días felices. Quien es libre de sus fetiches es dueño de sí mismo. Y el único dominio encomiable a nuestra naturaleza es el dominio de sí.


Y tú ... ¿conoces los alcances de tus dominios?

Hasta mañana bellas almas de tortuga y mar.




lunes, 23 de mayo de 2011

responsabilidades

de amor...

El viaje de Cúpido nos rapta en cada latido, imperceptible compañía que despierta del ayer ante el rostro de la verdad.

El amor encierra misterios inimaginables que sólo el fuero interno del tiempo de tu alma logra descifrar.

Me pregunto en qué momento uno descubre que ha encontrado una verdadera pareja de vida. Cómo saber si has hecho la elección correcta. Cómo reconocer la música de tu destino en medio del barullo de la cotidianidad. Cómo conservar el abrazo de un buen amor. Cómo despedirte de las sombras del ayer. Cómo perdonar, cómo pedir perdón, cómo resarcirte de tus propios errores. Cómo darle la cara a las decisiones de amor que han forjado tu camino. Cuándo llega el día de partir. Cuándo vuelves a respirar entero. Cuándo estás listo para volver amar. Por qué el amor no siempre dura toda la vida. Por qué no todos los amores son capaces de acompañarnos. Por qué renunciamos a la dicha cuando la tenemos en nuestras manos y por qué añoramos lo que nunca fue.

Llevo años convencida de que los amores trágicos son falsos amores, que una pareja no se escoge con la cabeza sino con el corazón, y que la única certeza de amor es el latir que nos atropella cuando sentimos los ojos de la persona que cifra nuestra alma.

Sin embargo, se acercan mis 38 años y debo confesar que quizá no sé lo que es amar. Y tampoco sé si he amado. Es difícil confesarme a mí misma que debo estar equivocada acerca de lo que es el amor. Porque una y otra vez toco a la misma puerta, cambian los rostros y, sin ser yo la misma, la respuesta sigue intacta y siempre es no. A pesar de mí, de estar convencida de que es mi tiempo, de que encontré al ser destinado para mí y de sentir que despierto al amor como si fuera la primera vez. Nada de esto importa, porque al final del día, no me han elegido a mí. Y me pregunto ... será que es tiempo de amar con la cabeza, anteponer egoístas restricciones con la pretensión de la fuerza del dominio y, así, elegir un compañero como si fuera día mercado o subasta.

Mi corazón está herido porque se resiste a ponerle precio al amor, pero mi alma está rota de que le digan que no vale lo suficiente para ser amada. Porque soy una bella tortuga que alberga vida plena en su caparazón y sé, sin necesidad de prepotencia ni alarde, que mi valor está cifrado más allá, incluso, de mi propia voluntad. Por eso bajo la guardia. Y dejé hace muchas vidas de pelear por lo que de suyo me es propio.

Dar es una enseñanza del carácter, entregarte es una bendición de las estrellas. Cuando pierdes el miedo de disolverte con el cielo, incluso tu carácter se diluye, y esto te hace casi imperceptible ante los ojos de tu ser amado; porque estamos acostumbrados a aferranos con orgullo a las apariencias, perdiéndonos en los accidentes de la perfección.

Cada vez que sin temor te disuelves en el amor, tu carácter se multiplica justo ahí donde parece que te perdiste por completo de ti. Sólo quien puede abrazar el lado débil de la verdad podrá gozar el rostro fuerte de la bondad. Pero quizá desde el punto ciego de mi ser, para quienes están del otro lado de mi mirada, es más fácil derrotarme y renunciarme, ya que pocos somos quienes estamos dispuestos a morir a nosotros mismos y renacer.

El mundo será un lugar más feliz cuando no temamos morir, ante la aparencia, para poseer la verdad. La caverna sigue atando con cadenas el rumbo de la humanidad y la luz sigue siendo demasiado brillante para la mezquindad de nuestros corazones.

Cómo resolver este misterio que ata mi vida a un tenue desamparo de sí misma... si no está en mis manos que el hombre que amo me quiera tal y como soy, e insiste en amoldarme a un estereotipo que me quiebra y me violenta, yo no puedo adueñarme de su libertad y convencerlo como si no fuera un ser capaz de ser dueño de sí, no puedo exigirle lo que no ha descubierto que puede darme. Cómo puedo pelear por un corazón que no encontró el valor en su alma para abrazarme con respeto y congruencia.  El respeto no se impone, el respeto se da y es un acto ético por definición. Respetar a otro ser nos humaniza gracias a la convicción de que somos capaces de vivir sin dañarnos los unos a los otro; sin ninguna obligación de por medio.

Cómo puedo reprocharle a los demás ... si soy yo quien insiste en vivir enamorada, sin simulacros, sin mentiras, sin deudas, sin culpas, y crecer con raíces sólidas, fuertes y definitivas. Descubro que debo hacerme responsable de la persona que elegí ser y comprender que en la lotería infinita del universo quizá nadie eliga ser para mí, sin lamentarme por ello.

Confieso que soy la única responsable de no saber cumplir mi sueño de amor. Y al cabo de este ciclo de vida, mi mayor revelación es que debo aprender a amar de otra manera, no confiar más en mis instintos, no apostar más la vida entera, no dejarme acariciar sin antes saber negociar, sin antes saber vender y comprar los términos de la relación que quiero construir, pues hoy descubro que es de mentiras que se construyen las largas historias de amor y que, paradójicamente, amor y verdad se descubren irreconciliables ante mis ojos ... A menos ... que esté dispuesta a aceptar que puedo ser la única compañera de mí misma, fiel a mi deseo y honesta con mi propio ser ... a menos .. que no esté dispuesta a vivir el amor sin verdad... 

Sé que el amor es tan mágico y misterioso que, cuando el día sea el correcto, sabrá sorprenderme de nuevo y regalarme una propia verdad compartida. Hasta entonces, el tiempo sabrá sanar el desencanto de no ser amada -una vez más- y Dios me ayudará a hacer de esta tristeza destino, crecimiento y aprendizaje (para descubrir, en esta prueba de amor, las hermosas lecciones que él con generosidad guardó). Por eso, no me concedo perder la fe en la luz amorosa del corazón y en que hay un compañero para mí, porque todos nacemos para ser felices y no hay voluntad que pueda negarnos el amar y sonreír.


Y tú ... ¿ya encontraste el ser de tu destino?




viernes, 20 de mayo de 2011

la otra familia

Esta semana, a próposito del día mundial contra la homofobia, asistí a una presentación sobre la película La otra familia y a una mesa redonda que hubo al terminar la proyección. En ese momento, no quise agotar esfuerzos con algunas de las dudas y comentarios que me suscitó la cinta. En especial, porque no quise cuestionar un espacio que de suyo ha trabajado duro para existir. Así que preferí guardar mi reflexión personal para este espacio de tortuga en el que me gusta compartirme.

Me cuesta decidir si empezar por las virtudes o por los defectos, pues no quisiera ser injusta con sus realizadores ni con el buen trabajo actoral del elenco. 

Así que lo pondré de esta manera ... considero que la película es muy buena, sin embargo, confieso que no me gustó.

Lo bueno:
La actuación de la madre drogadicta, definitivamente, es una estupenda y conmovedora representación (nuevamente, muchas felicidades). El desenvolvimiento de la relación homosexual de los dos protagonistas principales, también, es extraordinario, con suavidad y naturalidad las escenas de pareja en todas las facetas de su relación generan un espacio de armonía alrededor de sus vidas y, más importante aún, alrededor del falso tabú que constriñe, en los imaginarios sociales, a una relación entre personas del mismo sexo. La posibilidad de vanguardia para una fertilización in vitro al margen de todo orden conocido, ensalza en mucho la trama. La contundencia del mensaje de que todas las familias son igualmente posibles y valiosas, como igualmente valiosos somos todos los seres humanos, precisamente por ser diferentes. Así como, el valor de la diferencia como una esencia de la personalidad libremente elegida, en concordancia con el ser que en realidad somos cada uno de nosotros. Son, a mi juicio, las mejores virtudes de esta producción, cuya trama no se pierde ni interrumpe por un momento y conmueve con energía al espectador.

Lo malo:
El exceso de violencia, ésta, en la mayoría de los casos, totalmente innecesaria. Si bien, cinematográficamente las escenas de violencia no se salen de las manos del Director, lo cual es un gran logro; el punto es: ¿era necesario violentar al espectador de esa manera? Yo creo que no, y, en este sentido, menciono de una vez el segundo defecto que me interesa señalar, a saber, el exceso de estereotipos, algunos ridiculizados, otros clásicos pero rayando con el anacronismo cultural y la mayoría nutridos de una misoginia preocupante. 

En ambos casos, me viene una y otra vez la pregunta sobre ¿por qué el cine mexicano insiste en instaurar todo el significado de nuestra cultura en la decadencia, en la violencia sexual y de género o en el abuso estructural? ¿Es que no tenemos ningún otro referente para cifrar nuestra identidad?  Irremediablemente, las historias de nuestros cineastas subliman las perversiones humanas como un deleite artístico que, confieso, jamás he podido apreciar estéticamente sin sentir un malestar estomacal.

Pero dejando de lado esto, que puede ser una valoración en exceso subjetiva, me concentro en lo que en realidad me preocupa de esta violencia injustificada que rebasa la historia misma de la película, así como en la veta misógina que la acompaña. Es decir, de acuerdo con esta propuesta, las personas heterosexuales no se salvan en ningún caso y las mujeres tampoco llegan a ocupar un lugar igualmente digno al que ocupan nuestros personajes principales. Incluso el planteamiento de la pareja de mujeres lesbianas está atravesado por el dominio, los celos y cierto grado de inutilidad y falta de compromiso, no se les concede un "final feliz" y sobre ellas recae el juicio homosexual de que no tienen el mismo grado moral, en el marco de las opciones de concepción asistida versus la adopción de un niño (o niña) nacido naturalmente. Lo cual sí me parece grave, preocupante y ofensivo. 

¿Era necesario esto para hacer evidente, ante los juicios retrógadas que todavía censuran la homosexualidad, que la heterosexualidad no es garantía de una vida digna y felizmente compartida? ¿a qué obedece esta necesidad de condenar las relaciones heterosexuales a la violencia y la patología? ¿por qué no podemos reconocer a las mujeres dignas sólo por el hecho de ser seres humanos? ¿acaso el tipo de atracción sexual de cada persona le da un valor agregado a su vida? ¿una relación homosexual es mejor que una relación heterosexual?

Creo que el mensaje es erróneo. También estoy convencida de que se justifica y no es gratuita esta interpelación recalcitrante de la heterosexualidad en defensa de los hombres homosexuales, sin embargo, tarde o temprano debemos reconciliar como igualmente dignas todas las relaciones de pareja, ya que los planteamientos maniqueos que intentan contravenir los actos de discriminación recaen en los mismos fundamentalismos que denuncian.

Y lo que sí es materia de análisis profundo es la deteriorada imagen de la mujer, que impera en la trama, en donde, parece ser que hombres heterosexuales y homosexuales comulgan de la misma manera.


Y tú ... ¿qué familia prefieres?


Buen fin de semana mis mágicas tortugas.




jueves, 19 de mayo de 2011

carta al presidente de México

Felipe Calderón Hinojosa
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos
Presente.



Estimado Presidente:


Hace tiempo que quiero dirigirme a usted, la razón de esta misiva es exhortarlo a que recapacite en torno a sus objetivos. Para ello, lo invito a visitar las páginas de la historia de la humanidad, si bien en ella se exaltan las guerras y sus páginas se adornan de los episodios épicos sobre el triunfo del bien sobre el mal, y se justifican todo tipo de estrategias y daños colaterales en aras del bien común. Los tiempos han cambiado. Los seres humanos hemos crecido a lo largo de los siglos y hoy sabemos cosas que antes ignorábamos, por lo cual, defender la guerra, en cualquiera de sus formas, con cualquier argumento, a la luz de nuestra era es un síntoma ineludible de barbarie y cobardía. La ética hoy nos enseña que el fin no justifica los medios y que los seres humanos no podemos ser usados como tales.

Por ejemplo, hubo un tiempo en que se creía que los seres humanos no éramos iguales en dignidad, había esclavos y guerreros quienes eran propiedad de alguien más y estaban destinados a pelear las batallas como súbditos, cuyas vidas eran sacrificables para garantizar la vida de reyes y reinas. Incluso en la época de la Grecia Clásica, se creía que sólo algunos eran los hombres libres, con derecho a educarse y participar de la polis y de la democracia. Otrora, sólo los dignos aprendían a leer y escribir, las sagradas escrituras guardaban secretos para ser conocidos, únicamente, por las élites eclesiásticas y el conocimiento era cosa sólo de hombres y no de mujeres. También, en otros siglos, quien era dueño de la tierra poseía a los siervos que la trabajaban, quienes no recibían ninguna regalía de las ganancias de su arado, salvo techo precario y escaso alimento. Así como, hubo un tiempo en que pueblos y territorios se conquistaban como objetos que pasaban a ser propiedad de quien los encontraba, sólo porque sí.

En esas épocas, se pensaba que con sangre y violencia podíamos crecer hacia la consolidación de una cultura mejor en la que todos gozáramos de los mismos derechos. Y sin ir muy lejos, apenas el siglo pasado, durante la segunda guerra mundial hubo millones de seres humanos que fueron tratados como objetos, perseguidos, encerrados, violentados y murieron en campos de concentración a manos de los ideales de una raza pura que se fundamentaban en la ignorancia sobre lo que la vida humana vale y representa.

Hoy sabemos que todos somos iguales en dignidad y que contamos con prerrogativas sólo por el hecho de ser humanos. Hoy sabemos que los abusos del poder no pueden justificarse en tanto todos nos debemos el mismo respeto y somos igualmente valiosos. Y que nadie puede tomar nuestra vida como un objeto a su disposición. Por lo que, cuando usted recibió la encomienda de representarnos y gobernar para nosotros, no era su voluntad la que debía arrasar por encima de todas las demás, sino, la voluntad de todas nuestras voces.

En el marco de un Estado Democrático de Derecho, no es justo ni correcto que haya tomado una decisión de tal enverjadura sin el aval de nuestra autonomía y sin el acuerdo de toda la clase política que nos representa y trabaja para garantizar nuestro bienestar; escudado en una fracción menor de nuestros dirigentes. Las y los ciudadanos debimos ser consultados al respecto, en definitiva, el déficit de esta guerra será pagado con nuestro propio bienestar y con nuestra propia vida.

Durante su campaña, yo no recuerdo que haya mencionado que militarizaría el país. Al cabo de estos años, el saldo de muertes crece y a cambio no hemos recibido ningún beneficio, al contrario, la incertidumbre, el miedo y la injusticia se reproducen aceleradamente. Los tejidos sociales se desintegran y el respeto conciudadano se trasmuta en la ley del más fuerte, con fuego se dirimen las diferencias y con intransigencia transitamos a un Estado de barbarie y de excepción, sin que nadie rinda cuentas al respecto. La solidaridad se diluye ante el hambre de vida, de educación, de paz, de alimento y salud.

El problema de esta guerra suya que ha hecho nuestra a fuerza de soldados, fosas y miles de humanos muertos, es que ha desencadenado una ola de violencia que ningún Tsunami podría aventajar. Y de pronto, en el silencio y la calma, el mar se recoge a sus adentros para luego devorarnos con la furia de su naturaleza. El hambre, el desempleo, las necesidades básicas que pierden sentido y se resquebrajan, todo el dinero que en vez de invertirse en hacer cultura, estamos invirtiendo en matarnos los unos a los otros, la falta de certezas para el futuro y el no tener nada que perder, han dejado en el desamparo cualquier proyecto de nación que pueda trascender la furia de las armas para conciliar una tregua que con justicia abra nuevos caminos.

La violencia es una senda de una sola vía que crece y crece, cuyo único destino es el exterminio. A diferencia de los animales no humanos (quienes son incapaces de nuestra crueldad ni son tan cruentos como nosotros), nosotros no sobrevivimos bajo la ley de la selva, nuestra fragilidad nos obliga a hacer cultura, generar pactos, dialogar y crear arte, de tal suerte que podamos compartir las adversidades de la sobrevivencia sin sucumbir devorándonos los unos a los otros y éste es el camino que nos hace verdaderamente fuertes y valientes.

¿Por qué nos incita a renunciar a nuestra humanidad y se conforma con fomentar al ser descarnado que nace del miedo y de nuestra debilidad: aquel que sólo mata sin preguntar porque ignora que otras formas de vida son posibles? Cuando, en medio de nuestras desventajas naturales, contamos con todas las formas de sublimación que logran sembrar amor ahí donde nace el odio para alcanzar con perdón y comprensión una vida digna e igual para todos.

Usted una vez dijo que cuando estaba en sus misiones recorriendo comunidades de nuestro México, había descubierto que la política era el instrumento para traer el reino de Dios a la Tierra. Quizá usted conoce un Dios del cual ignoro, al cual le complazcan sus actos y quien perdone las deudas impagables que ha adquirido con la familia humana y ante la ley nacional e internacional de nuestra era, pero el Dios en el que yo creo tiene un solo reino y es el del amor, no el de la guerra.

Usted no puede pretender transitar impune por encima de nuestras vidas, privarnos de nuestros proyectos, del desarrollo por el que trabajamos y con esfuerzo cada día construimos, sólo porque quizá ha olvidado que la arrogancia del poder lo único que engendra es dolor, odio e injusticias.

Todavía estamos a tiempo de construir, tiene que haber otra solución. Miremos dentro de nosotros mismos y creemos una alternativa para nuestro territorio, cosechemos paz antes de que muramos todos. Pues si seguimos por el camino que usted ha trazado no volveremos a ver amanecer.


Mariana Lojo.



Y tú ... ¿qué opinas de esta guerra?


Reciban un abrazo de paz lleno de magia de tortuga.







miércoles, 18 de mayo de 2011

la voluntad es azúcar

El temperamento se reconoce como ese componente del carácter que te es dado por la propia naturaleza de tu ser. El carácter, en cambio, nos remite al modo de ser que forjamos durante nuestro crecimiento. Al temperamento se asocian los humores y la bilis, al carácter se le atribuyen las virtudes y los vicios. 

Los hábitos de la voluntad resultan una mezcla de lo que queremos llevar a cabo en referencia con lo que valoramos. Y para consecución de estos fines, el carácter y el temperamento se armonizan. De otro modo, entra en contradicción nuestro deseo y en nuestro interior se debaten realidades contrapuestas entre lo que valoramos y lo que queremos, de tal suerte que, en nuestro actuar, nos volvemos erráticos e incongruentes; al grado de ver disuelto nuestro ser en una formalidad ideal, en la cual no nos identificamos.

La importancia de nuestro existir se reduce a la identidad que forjamos con nuestros actos cada día. El ser que nos da nombre y, sobre todo, el modo de ser que nos hace quienes somos, de manera inconfundible e incluso con rebeldía ante la imagen que quisiéramos reflejar. En este sentido, es fundamental señalar que, en el ámbito de lo real, es decir, en el límite de nuestra interpretación, son los hechos los que cuentan.

Sin embargo, del dicho al hecho siempre hay un trecho, así como de buenas intenciones está lleno el camino hacia el Señor. Ya que, en la mayoría de los casos, no es suficiente nuestra voluntad para hacer nuestros sueños realidad.

El proceso de llevar a cabo nuestra voluntad en concordancia con el acto libre y autónomo que la hace posible es un sendero de esfuerzo ético cuya única brújula es el conocimiento de sí (diría Delfos a Sócrates... siglos atrás).

En el ejercicio de escudriñarnos a nosotros mismos, hay muchos temores y retos, al mismo tiempo, conforme vamos confrontando el origen de nuestros miedos y cumpliendo las metas en nuestra propia metáfora, descubrimos mucho más de lo que algún día llegamos a imaginar. Los placeres de la vida se desnudan ante nuestros sentidos como si nunca antes hubiésemos sentido. Es un renacer generoso desde nuestra esencia, es un baile de mar y el deleite de la silenciosa y calma paz interior ... Esa impronunciable certeza que hechiza por un instante tu razón.

Sin embargo, los caprichos de nuestra voluntad entrelazados con el azúcar que marca el ritmo de nuestro cuerpo, en ocasiones, trancan el libre fluir de nuestro deseo llevándonos cada noche al río seco de la frutración que no logra lo que sabe es capaz de llevar a cabo. Ese vaivén en la glucosa que altera nuestros neurotransmisores, ese humor negro que nos traslada a las dimensiones paralelas del horror y de la cruda verdad en su faceta más gris, ese foco que se apaga en nuestro cerebro y nos impide rescatar el lado bueno de todas cosas, reconciliar las diferencias, reír y en sintonía disentir. El punto ciego de nuestra asertividad: el tiempo muerto del ayer en nuestra conciencia que se cifra aceleradamente siendo inaprehensible o tan lento que es impronunciable.

Todos libramos cada día una batalla con la composición de nuestro metabolismo, de ahí que sólo el conocimiento de nosotros mismos nos puede dar la pauta para ser autónomos, en donde, trastocar los límites de nuestra voluntad a velocidades constantes o gozar el festejo de nuestras libertades a velocidades intermitentes y complejas es sólo el ingrediente de nuestra identidad única y propia, ya que lo importante para no perdernos en el camino es armonizar todas estas frecuencias con referencia a lo posible y al juicio de valor que elegimos como nuestro propio horizonte de significado válido.

Y la locura es ... simplemente ... una descomposición temporal de alguna de estas sinergias fisiológicas en donde quedamos atrapados en un otro ser que el que nos identifica.


Y tú... ¿conoces la velocidad de tu voluntad?


Al fin... concluyo mis tortugas mágicas... buena semana.




martes, 26 de abril de 2011

salarios, estudios y esfuerzo

El ahorro es una virtud, sin embargo -o precisamente por ello-, también es un lujo costoso. 

En tiempos como los que vivimos en países latinos de nuestra América, una vez que se tiene la oportunidad de lograr estudios universitarios y, con más rareza, algún posgrado, se inicia un largo via crucis hacia la vida laboral. Casi como si los años dedicados hubieran sido en vano, se empieza de cero a hacer pininos en la vida profesional, con el entendido de que, siendo territorios donde el hambre apremia, ya sólo el hecho de tener la fortuna de contar con un ingreso, relativamente estable, que te permita alimentarte, garantizar un techo, gozar de atención médica si así lo requieres e invertir en alguna diversión, recreo o actividad de descanso (en el mejor de los casos), incluido el gasto de todos los servicios que constituyen la vida moderna, es ya un signo de abundancia. 

Ante esto, el excedente de un ahorro que no se vea mermado por la inversión en una vivenda o en un automóvil, por la manutención de quienes viven a tu cargo o por algún imprevisto cotidiano, es cosa de pocos. Por otra parte, si atendemos a los intereses que nos es dable recibir por conservar nuestro esfuerzo, traducido monetariamente en la bóveda de un banco, el monto es casi irrisorio, como si el costo de oportunidad de no gastar en tiempo presente fuera casi nulo y sin correlación razonable entre lo que me cuesta gastar en tiempo presente. Esto, si tomamos en cuenta las comisiones bancarias, los impuestos y los intereses de consumo en préstamo para solventar un mínimo flujo de capital que me permita moverme en un espacio vital posible, de acuerdo con los costos de transacción inherentes al cumplimiento de nuestras obligaciones y a la satisfacción de nuestras necesidades. Es decir, traer dinero del futuro hace que el mismo valga más, llevar dinero al futuro le resta casi todo su valor agregado. Lo cual es sólo una paradoja de tantas que habitan los modelos económicos, los cuales, en la mayoría de los casos, son más cercanos a una metafísica sin fundamento científico ni teórico, que a la administración de los recursos para la preservación de la vida, lo cual es su misión propia.

De ahí que la cultura del consumo desdeñe la austeridad, ya que el esfuerzo del presente en dinero que mañana vale menos, deteriora de origen el valor del trabajo que se realiza en tiempo real. Y más si tratamos de conservar para mañana lo que de todos modos no podemos tener hoy.

Por otra parte, si atendemos a los salarios, éstos muy rara vez reflejan el costo de oportunidad de la mano de obra que se paga, más si ésta es de más alto nivel, por el contrario, a mayor conocimiento menos regalías y el incremento en los salarios suele ser decreciente. Se nos pide que nos conformemos con lo que tenemos y que demos gracias por no estar peor, rara vez, se nos dice que merecemos mucho más de lo que recibimos, sólo por el hecho de ser humanos.

Supuestamente, la inversión en una formación académica profesional reditúa en los mercados laborales, sin embargo, esta ganancia también es marginal. Ya que a la hora de la paga, se desdeña el precio real del trabajo que se contrata, la tasa de retorno por la inversión en educación superior y por la especialización a través de posgrados concluidos es casi nula, nuevamente. Ya que es más barato ajustar los salarios al grado menor y de ahí sumar supuestos excedentes significativos en donde se simula la ilusión de que ganas mucho más que muchos otros, por lo que la medida es la conformidad y el ya despropocionado e insuficiente salario mínimo. Lo cual termina por ser injusto para la mayoría en casi igual proporción, aunque, en términos económicos, esta proporción no reditúe en valor real de manera equitativa.

Si a todo ello, le sumamos los amplios márgenes de discrecionalidad para establecer distancias que tienden al infinito para las brechas contables entre los salarios más altos y los más bajos, obtenemos que la probabilidad de que el esfuerzo obtenga justa y equitativa remuneración en nuestros esquemas económicos es casi de 0.0000001 (por decirlo de alguna manera).

Por otra parte, hemos de confesar nuestro amplio fracaso en la administración del empleo y la falta de criterios para establecer un valor acertado para el trabajo y el esfuerzo invertido en la mano de obra, sin importar el grado de capacitación y formación, incluso -en algunos casos- sin importar la experiencia adquirida con los años. Ya que tampoco tenemos garantizada la subsistencia digna para todos por igual. De ahí que los más importantes satisfactores del empleo se tasen en el fuero de lo íntimo, sin que se pueda apreciar o reconocer, desde una perspectiva vital plena, la verdadera realización de nuestro proceso de crecimiento. Sin que se pueda remunerar la entrega de vida. Finalmente, ésta no puede ser valorada con precio alguno. 


Y tú ... ¿sabes cuál es tu costo de oportunidad?



lunes, 25 de abril de 2011

equidad y perdón

Baila la sirena por las sendas del océano encantado, como cualquier otro día, al ritmo de una alegre salsa, mientras piensa en el delfín de sus sueños. 

De pronto a lo lejos lo ve brincar contento, ella se asoma, se asombra y descubre que le ha dicho mentiras. Aguarda hasta estar segura y como si tuviera un hacha en el pecho despierta de su eterna ilusión, ahogada, casi asfixiada de tanto querer. Son tantas las dudas en un instante: la furia, la decepción, la triste y vacua espera. Repasa en su mente cada día, cada silencio, cada engaño y todo lo que sigue sin adivinar siquiera. Mientras él, feliz, habita su único hogar, sonríe y se regodea bajo la sombra de su jardín. 

En realidad, ella descifra que su delfín no es un ser de mares y soles, es un alma de tierra y viejas raíces. Sólo visita el caudal y la dicha de los maniantales por accidente, de paso, con prisa y para probar el efímero gesto de una tenue sonrisa que se diluye de su memoria cada vez que, en la orilla, su vida lo aguarda.

Ella vuela entre las olas hacia su guarida, como si hubieran profanado su lugar sagrado, herida, rota. Encuentra aliento y consuelo en un hada y amiga de mar. Se sumerge en el vino amargo de su propia voluntad y comprende la verdad con justicia.

Cómo pudo la sirena de plata confundirse ante la presencia de su amado y albergar un nido para compartir con el más hermoso delfín. Ahora se pregunta ... "¿Por qué soy así? ¿No era obvia la verdad? ¿Por qué acepté un idilio cosechado de silencio y minutos que nunca podrían ser? ¿Fue un error confiar en mi corazón y amar sin condición alguna?" Ella no lo comprende aún, se hace cargo de las consencuencias y cada noche consulta con su tortuga mágica el camino hacia su luz, pero la magia todavía guarda un profundo silencio de consternación.

Les contaba hace poco de la justicia y su vocación de no violencia. Sin embargo, los seres humanos somos presa fácil de la ira y, entonces, sólo nos queda el perdón. 

La idea de que, de alguna manera, se pueden equilibrar los sucesos hasta encontrar la equidad suficiente para, con perdón, retornar a la justa naturaleza de ser. Es algo que debe alentar nuestras esperanzas de vivir. La vida te roza y a veces lastima, sin embargo, es sólo cuando te atreves a sentir que la vida puede herirte. Por eso, no debemos reprocharnos la dicha, la ilusión ni el amor. Sólo debemos aprender a no engañarnos mañana para crecer en el camino hacia quien elegimos ser.

¿Qué es lo más bello de amar? La gratuidad, la ingenua y devota entrega, el exceso y el placer. La certeza de haber roto el designio de tu irremediable soledad y la fe de que Dios todo lo recompensa. Una vez que entregas el corazón, estás a salvo. Confía.

Muerta la sirena, se avecinan las mariposas azules para enterrarla con el rostro de más de una bella planta y conservar su espíritu, hasta que el tiempo le regale nueva vida, si es que acaso la princesa encuentra agua en su corazón cada mañana. 

Delfín y sirena se abrazan, sin embargo, la princesa y el guerrero ni siquiera se conocen. Por ello, el hechizo de la amistad con paciencia se cumplirá. Y quizá la pasión retorne.


Y tú ... ¿eres de tierra o de mar?



martes, 19 de abril de 2011

justicia

Llevo años tratando de dilucidar este concepto, su vivencia, sus condiciones de posibilidad, las teorías infinitas que lo acompañan, y su gran falta en un mundo tan lastimado como el nuestro.

Lo que ocurre con lo justo es que es una condición que tiene que ir aparejada de la verdad. A pesar de que hoy en día con cobardía se prefiere hablar de verosimilitud. Como si los hechos fueran algo que puede manipularse a modo particular. Precisamente, tal manipulación es lo que irrumpe la justicia. Esa precaria idea de que la percepción es más poderosa que la realidad. Ese es el origen de toda injusticia. 

La soberbia arrogancia de que depende de nuestra voluntad el acontecer de la vida y que por ello podemos lastimarla, abusarla, indignarla, quebrarla, matarla, del modo que esto se represente.

Detrás de toda injusticia hay una buena razón.

La justicia es entonces el no violentar los hechos de la realidad, por ello implica un esfuerzo ético y se acompaña de múltiples aprendizajes.

Podemos citar como paradojas de la justicia:
¿es posible otorgar justicia con violencia?
¿es posible ejercer violencia con justicia?
¿se necesita violencia para resarcir la injusticia?
¿los seres humanos podemos ser justos?
¿los seres humanos podemos erradicar la violencia de nuestras vidas?


Y tú ... ¿crees en la justicia?




¿cómo comenzar?

... sin perder el esfuerzo del primer aliento...

El día se sucede con cierto desapego hasta que encontramos un espacio para desenvolvernos. Algo que en la infancia hacíamos de manera natural cada vez que nos expresábamos, con el paso de los años se vuelve artificioso, hasta que por alguna razón el tiempo te regala una pequeña dimensión paralela en la que tú existes más allá de la lucha por sobrevivir.

Este es el que yo llamo el espacio de la naturalidad, el ambiente de la sincronía, el renacer del cotidiano inmediato.

Sé que últimamente me ha invadido cierta melancolía de ser. Hace unos días le escribí a mi madre contándole que sentía como que vivía la vida de alguien que no era yo... como si alguien fuera a través de mí, mientras yo estaba en otra parte, en un lugar que sólo entre sueños nace ante mis ojos. Y cuando despierto se desvanece por completo y me ata nuevamente el suspiro de mi destino extraviado.

¿Será que hubo tal destino? me pregunto hoy... Quizá no lo hubo, en realidad, es con magia de tortuga que cada uno de nosotros va trazando los caminos de su propio porvenir. No hay nada que lamentar cuando las rutas se entreveran y, con desconcierto, llegas a lugares inimaginados. Estos sitios que te desvelan sorpresas y realidades inesperadas, los cuales no siempre son bellos o gratos, son espacios para recapitular y para volver a empezar.  Son minutos en los cuales ves pasar tu vida ante tus ojos y te preguntas porqué... simplemente porqué.

Es difícil de comprender en qué momento despiertas a las nuevas realidades que has construido en tu cotidiano y más indescifrable es entender las soledades que te acompañan cuando éstas sólo te brindan silencio.

Pero hay días en que la orquídea que te habita descubre que necesita mucho más que ligeras gotas de agua sin sol, sin viento, sin caudales de manantial, y extraña vivirse en medio de una hermosa sierra casi selvática, en donde la humedad enfría los troncos enmohecidos para sanar con la savia del amor.

Si ustedes, mis queridas y mágicas tortugas, alguna vez visitaron selvas, manatiales y cascadas, no habrán de olvidar la música, el baile y las sonrisas de todos los manjares que en dichos paraísos descubrieron. Cuenta la estrella de los deseos infinitos que, al final del día, esos momentos son los únicos que importarán, lo único que recordaremos y lo único que habrá valido la pena. Porque sólo quien con devoción se funde con la vida puede sonreir en paz.  Por eso, nadie nos puede negar habitar nuestro paraíso de amor.


Y tú ... ¿a quién le regalas un día en tu paraíso?




domingo, 10 de abril de 2011

expectativas e ilusiones

Cuando alguien que amas profundamente te pide que no tengas ilusiones y que no alimentes expectativas con respecto a sus sentimientos, en realidad, te dice que no te ama.

Gran parte del amor que forja una pareja se construye gracias a la fe compartida de que las ilusiones que los enamoran se cumplirán. Por ello, cuando dos personas se aman, son felices de comprometerse y, con complicidad, se seducen satisfaciendo sus mutuas expectativas.

Es cierto que, a veces, el alimentar falsas expectativas o prematuras ilusiones sólo desemboca en dolor y desencanto. Sin embargo, el riesgo de amar no puede estar excento de esta incertidumbre. De ahí que la entrega sea un gratuito dar de sí.


Y tú ... ¿amas con ilusión?

lunes, 4 de abril de 2011

parálisis, reflexión y escucha

En los sueños, el presente se desviste de pasado para descubrir el futuro que vamos forjando con cada una de nuestras decisiones.

Hay certezas que nos obligan a detenernos por completo, es difícil entender qué está pasando cuando sientes que te invade una duda profunda sobre ti mismo. Con magia de tortuga, te interrogas de muchas maneras, incluso sin darte cuenta... De pronto los acontecimientos a tu alrededor te cuestionan en formas insospechadas, posibilidades que nunca contemplaste aparecen ante tus ojos y dentro tuyo te preguntas ¿por qué vale la pena perseverar en los esfuerzos?

Normalmente, perseveramos sin entender las razones de nuestro actuar, ya que comprender porqué hacemos lo que hacemos puede ser indistinto para el transcurrir de nuestro cotidiano. En el día a día, opera una mediación no consciente en la cual nuestro organismo, en íntima concordancia con nuestra voluntad, ha hecho un acuerdo de vida en el cual se replica su latir casi sin percatarnos siquiera, salvo que por alguna razón nos sintamos "enfermos". Y es cuando tomamos un pequeño respiro para interrogarnos.

A manera de hábito maligno, nos acostumbramos a las dificultades. Probablemente, como forma de sobrevivir ante épocas de aflicción o necesidad. Lo cual nos enseña a mantenernos en alerta de emergencia constante. Si de pronto llega la calma, y los tiempos cambian, no es tan sencillo desacostumbrarnos a las dificultades. De alguna manera, no volvemos a confiar en las certezas que algún día perdimos, aún cuando se nos regalen renovadas.

En este territorio de la vida hecha, se guardan fracturas insospechadas. Las cuales sólo sanan con amor. Al principio, incluso el amor las violenta... como caricia olvidada. Sin embargo, el hábito de la dicha se forja día a día, una vez que alguien logra acariciarte.

Hay personas que se niegan a distinguir las limitaciones de la voluntad, animando la fe ciega en un pensamiento mágico omnipresente y todo poderoso. Sin embargo, no coincido en lo fundamental: en lo que refiere a qué está en mi voluntad y qué sí es un impedimento. Este punto ciego del cual nadie puede mirar su sí mismo y del que tampoco fácilmente se puede compartir con alguien más. El travieso rincón en donde perdemos la verdad para conformarnos con el consuelo. Creo que si no hubiera tenido esta conversación no me habría percatado de cuál es mi verdadera necesidad hoy. No cuál era mi deseo ayer, hace un año, hace dos. Qué me hace feliz hoy. No qué me hizo feliz antes y qué soñé como lo que me haría feliz mañana. De dónde viene esta inmensa frustación que me asalta cada mañana.Y disfrutar de mis propios méritos tomándome como única medida.

Siento que vuelvo a crecer y algo en mí cambia. No sé todavía la solución a todas mis interrogantes de hoy ni cuál será el nuevo rumbo que encauzará la perseverancia de mis esfuerzos. Al menos, ya no me resisto a escuchar la voz de mi corazón que clama por un bello amanecer para descubrir un nuevo modo de ser feliz. Quizá no sea fácil para quienes me observan comprender qué me está pasando y, confieso, eso me paraliza. Pero descubro que no puedo evadir el cambio que ya se gestó dentro de mí. En definitiva, la vida tiene sus propias reglas y es de sabios aprender a escucharlas, más allá de lo evidente.

Creo que ésta ha sido una constante en mi historia vital, a cada etapa, a cada proceso... le ha acompañado el desprendimiento de todo lo que concluye para dar luz a un nuevo porvenir, como si el sendero del arcoriris se replicara por sí mismo, cada vez que parece que lo has recorrido entero.


Y tú ... ¿ya descubriste la caricia que te alienta a vivir?






martes, 22 de marzo de 2011

entre la guerra y la perversión electoral

Ante los efectos que se multiplican de una batalla armada entre nosotros mismos en aras de combatir las drogas, me pregunto qué es realmente lo que de ellas queremos combatir: ¿su consumo legítimo de facto ante la preferencia generalizada de gran parte de la población? ¿su venta ilegal ante la cual nos cruzamos de brazos, refugiándonos en una añeja moralidad en la que nadie cree? ¿la criminalidad violenta de quienes han hecho de ella su sustento, generando incentivos para que sea cada día más cruenta? ¿O acaso disputamos el negocio millonario que de dicho consumo ilegal se nutre?

Confieso que yo estuve en contra de esta errática estrategia desde el primer día y hoy quisiera haber estado equivocada, pero no me desgastaré en eso ahora. Porque del otro lado de la moneda, como si fuera poco el costo de vida y futuro que de suyo ya estamos enfrentando a causa de esta "guerra", estamos en el umbral de la parálisis electoral. Los meses muertos que anteceden a toda elección presidencial en donde nadie arriesga nada, ningún proyecto se concreta, ningún presupuesto se ejecuta en tiempo y forma, mientras quienes tienen el poder de resolver los problemas que enfrentamos para desarrollarnos como ciudadanos y personas, para crecer y trabajar, para asumir corresponsabilidades y ejercer nuestros derechos, se ocupan de jugar a la balanza de las negociaciones y traficar cuotas de dominio con cinismo.


Y tú ... ¿vislumbras alguna solución para esta encrucijada?

Un abrazo mis queridas tortugas.





lunes, 14 de marzo de 2011

salud mental

y paradojas vitales.

Cuenta el niño interior que en él se esconde la liberación del adulto maltrecho. Como si, cuando se contacta el llanto infantil del ego en su egoísmo primigenio, algo nos purificara. Lo cual siempre he debatido. Ya que, por el contrario, crecer es renunciar a este ser que sólo sabe de sí y que no conoce el límite de su percepción.

Cuenta el mito de Berkeley que sólo existen nuestras percepciones ya que, de hecho, es de lo único que podemos dar cuenta con certeza. Ante esto, hoy cientos de voces se suman con la ilusión de que el poder de la mente es ilimitado y que basta con sólo pensar algo para que exista, supeditando las realidades no mentales a una suerte de ficción del caótico imaginario colectivo, en la cual el bien y el mal se diluyen, ante el relativismo autista de una moral sin consecuencias y por ello: sin responsabilidades. Por mi parte, evoco a Kant, quien hace varios siglos superó la falsa dicotomía entre el emprirismo y el racionalismo. Y no renuncia a que, en último término, si algo le da sentido a mi pensar es que está limitado por la experiencia, así como, ésta sólo es posible en tanto los objetos del mundo existen con independencia de que sean pensados o no pensados por mí. (Afortunadamente... de otro modo, viviríamos en el mundo de la psicosis.)

Cuenta la ignorancia de los modernos que todos debemos ser normales. Una falsa inferencia de la estadística cumple las veces de detectar casos atípicos para depurar y resguardar la norma de la especie. Ante esto, todo síntoma de distinta emotividad es segregado de este concepto y el estrés que se acumula durante los procesos de domesticación a los que nos sometemos, diariamente, para poder ser productivos y satisfacer los estándares sociales, nos enferma silenciosamente.

Algunos desarrollan cánceres, otros diabetes, enfermedades neurodegenerativas o algún padecimiento cardiaco o vascular. Sin mencionar que los distintos problemas digestivos se han vuelto parte inherente de vivir.

En la mayoría de los casos, se cifra un cuadro depresivo que puede ser leve, moderado o grave. Sin embargo, casi imperceptiblemente, transitamos entre estos estados en el camino hacia la felicidad futura, junto con la promesa del provenir que el capital trajo consigo.

De esta manera, la percepción en nuestros días aparece como enigma irresoluble que ya no sólo se debate entre la realidad de lo mental y las realidades no mentales, incluso, se confronta y pugna entre todas las subjetividades, a medida que los cuerpos se vuelven el latente síntoma de los fracasos de nuestra cultura.


Y tú ... ¿estás deprimido?

Hasta mañana tortugas!!

viernes, 11 de marzo de 2011

diablito celoso

Cada vez que nace un alma recibe todo lo que necesitará para florecer de acuerdo con su naturaleza. Cada alma cuenta con su gemela para fincar un camino. Y para todo camino hay un destino. Pero no me refiero a un designio determinado sin voluntad ni libertad. Más bien se trata de ir forjando tu carácter en cada paso que das para elegir tu propia senda.

Cuando se mezclan las almas en los distintos escenarios de la vida, surgen querellas y dificultades para comunicarse. Les cuesta aprender a respetarse entre sí. El compartir se convierte en un ejercicio de vida que sólo se hace hábito con el esfuerzo del tiempo. Y de vez en vez las almas son raptadas por pequeños demonios que nos son dados para aprender a crecer.

Este es el cuento del diablito celoso, quien es un travieso demonio. Cuando te posee por primera vez se hace invisible para que no lo puedas reconocer. Entonces, diminuto cual es, se esconde sigilosamente a un costado de tu oreja, provocándote una ligera comezón. Y aguarda, como si estuviera al acecho, el momento justo para narrarte falsas historias de todo lo que ocurre a tu alrededor.

Una vez que eres encantado por sus palabras, no puedes dejar de pensar cosas terribles que sólo te lastiman y lasceran. De pronto, sientes celos de las personas con las que te cruzas a tu paso, de quienes te acompañan en tu trabajo, de tus compañeros de estudio, de tu pareja y de ser traicionado por ésta.

Con sólo un inofensivo relato, este demonio hace de ti un gran monstruo lleno de miedo. Al quitarte la paz, entonces, el diablito encuentra un lugar justo en lo más profundo de tu corazón y se vuelve la voluntad de ese monstruo que acabas de despertar.

Una vez que se vuelve visible su esencia en tu ser, tú empiezas a avergonzarte de todos estos sentimientos desatados y evitas mirar tu alma, porque no quieres reconocer que has invitado a ella a uno de sus peores enemigos.

El alma no puede darse el lujo de renunciarse ante tales debilidades, pues de hacerlo, se estruja, se enferma, se entristece, se hace cada día más pequeña y muere imperceptiblemente presa de la furia de sus demonios.

El corazón tampoco puede salir victorioso si usurpan su verdadera esencia, cuando ello ocurre, se vuelve incapaz de albergar bondad alguna hacia ningún ser, menos hacia sí mismo.

Como parásito este diablito salta de oído en oído en busca de nuevos corazones, por eso, toda alma debe aprender a fortalecerse desde que nace, a través de los dones que le fueron dados, amigándose con su esencia, descubriendo su destino elegido, disfrutando las determinaciones de su ser con entera y libre plenitud. De lo contrario, cuando vive atada por alguna voluntad o circunstacia, ferozmente se dejará atormentar por el indefenso e insignificante demonio de los celos.


Y tú ... ¿reconoces la voz de tu diablito?

Buen fin de semana queridas tortugas.




jueves, 10 de marzo de 2011

sin tanto enredo

Varios días han pasado desde mi última reflexión... y quizá ahora está más claro en mi alma lo que quise decir ayer.

Extraño los cuentos y la metáforas... así que procuraré contarles la historia de hoy en manos de un hada sabia que despertó en el planeta de los desengaños y no entendía qué pasaba a su alrededor. Todo era confusión y llena de temor abrió los ojos para descubrir que un viento de la oscuridad había secuestrado su corazón por pura vanidad, preso de sus obsesiones y fantasías, pero sin amor, sin afecto, sin ternura, con las manos vacías y lleno de indiferencia.

El hada sólo quiere llorar al descubrir la verdad. Está sola, anhela volar y volar hasta llegar a la tierra de las ilusiones cumplidas y ver sus sueños nacer. Pero ya no tiene fe y se rompe a pedacitos porque el ángel de su pasado soltó su mano y todavía no encuentra un compañero. Ha sido el hazme reír de su amado y ha perdido su refugio. Lo único que la consuela es mantener íntegro su carácter.

¿Cuáles son las enseñanzas que el hada sabia trajo para mí esta mañana al visitar mi ethos? Llegó llena de música y me susurró al oído "no temas... el futuro más dichas te regalará... sólo duerme un poco." Cuando la escuché desperté con prisa tratando de poder retenerla  y saber sus secretos, pero ella voló dejando polvo mágico de oro en su sendero mientras dibujaba un corazón. Cerré los ojos sin más y al fin pude descansar.

Quisiera poder encontrar a esta hada para decirle que no debe perder la fe, que no puede controlar las burlas de su amor elegido y que no debe lamentarse por no ser correspondida, ya que en nuestras manos sólo contamos con la llave de nuestro corazón y si al abrirlo no todo sale como esperamos, debemos conservar el mejor recuerdo y una gran sonrisa, cerrarlo de nuevo y aguardar un nuevo amanecer. Nada puedes hacer cuando se trata de madurar... más que ocuparte de tu propia alma.

Amar es un acto valiente, quien con cobardía huye de su propio corazón sacrifica mucho más que un amor y renuncia, irremediablemente, a crecer.


Y tú ... ¿has roto un corazón?

Hasta pronto y que reciban con magia de tortuga el susurro del hada sabia cada amanecer.



jueves, 24 de febrero de 2011

hábitos

Definitivamente, la vida es un hábito.

Nos despertamos cada mañana y el reloj marca la pauta para empezar a recapitular todo lo que vamos a hacer. En cuanto abrimos los ojos, sabemos que al levantarnos tendremos que ocuparnos de nuestro aseo, el atuendo, el desayuno, las prisas de la calle y la llegada a nuestro lugar de trabajo. Para mí este trayecto, en el que mi mente despierta de sus sueños y mi cuerpo llega a la oficina, me representa un transcurrir infinito. La cama me abraza, empiezo a meditar con la lucidez de los primeros momentos de la vigilia, cuando todavía estás entre dormido y depierto, cuando se abre la mente e incluso resuelves dilemas que parecían aporéticos. Ese momento entre las sábanas en que vienen a ti las emociones atrapadas en tu psique, de las que tratas de escapar con tu rutina cada día. Las preocupaciones que te paralizan, los propósitos no cumplidos que sigues postergando. La espera de un llamado inconcluso... la ilusión de un encuentro con magia de tortuga. Y el enojo de tener que sujetarte para, sin más, apresurarte: en el instante que sabes que llegarás tarde otra vez.

De lo contrario, cuando le ganas el tiempo al día, despiertas y basta con sólo levantarte para cumplir con el ciclo trazado de tus tareas... pero te arropas y acurrucas de nuevo...
¿quién te frena?
¿qué te detiene cuando vuelves a cerrar los ojos y quieres tratar de conciliar ridículos minutos de tu sueño, como si pudieras evadir la vida al dormir?
¿por qué te retrasas?


Recuerdo, durante mi infancia, esas esperas eternas para que mis padres se levantaran de la cama... ¿tendrá algo que ver?

Cuando alguien está en casa, es diferente, el sólo hecho de saberme acompañada me llena de energía para comenzar mi actividad sin interrupción, cuando siento que alguien me apoya y al tener con quien conversar al despertar, cambia totalmente esta dinámica. A menos que el cansancio sea extremo y, en ese caso, es mi propio cuerpo quien me detiene...

No lo sé, creo que en realidad son sólo hábitos... aprendidos, elegidos, malhabidos... simplemente hábitos.

Por ejemplo, nos gusta depositar en otros la llave de nuestra estabilidad como si, al reconocernos incompetentes para darnos nuestras propias coordenadas, la responsabilidad de nuestro bienestar (y por ende de nuestro malestar) dependiera de quienes nos acompañan.

Creo que cuando esto ocurre, lo hacemos para no tener que afrontar lo que de verdad nos molesta de nosotros, con el pretexto de que estamos bien gracias a otra persona que, paradójicamente, nosotros sostenemos al sujetarnos a ella como a un pilar. Así, asumo que también es gracias a esa persona que no puedo cambiar o replantearme las cosas que de verdad me hacen feliz. Con el pretexto, nuevamente, de que si me faltara ese soporte que yo mismo sostengo (quizá sin darme cuenta) no estaría en condiciones de hacer nada bien, pues esa persona se llevaría toda mi capacidad asertiva de vivir. ¿Es acaso eso posible? ¿Otro ser humano puede dejarme sin certezas de vida? ¿Es cierto que alguien puede absolvernos, por arte de magia, del ineludible trabajo de vivir?

No lo creo, pero la sola imagen de que sí es posible funciona, y funciona muy bien, es la forma más débil de los compromisos humanos y se traduce en chantaje... deuda emocional...  o perversa resarsición de quienes fungen como los buenos de la pareja y se "subsumen" ante los que fungen como los malos de la relación, y viceversa. Los primeros pasivamente "sostienen",los segundos activamente "sujetan". De esta manera, se benefician ambos por igual; o quizá, con alevosía y ventaja, se benefician mucho más los pilares estables. Quienes, en realidad, sí dependen completamente de la supuesta "debilidad" del otro en la pareja para conservar el reflejo de su virtud. Cuando lo cierto es que ocurre totalmente lo contrario. Es de quienes se sujetan de donde sacan toda su fuerza las personas que "sostienen" como pilares de estabilidad a los demás, bajo el engaño de ser quienes están ayudando a los otros. Y así, se replica una y otra vez el círculo desvirtuado de quienes han renunciado a comprometerse consigo mismos porque temen ser quien quieren ser.

Insisto... en realidad son sólo hábitos ante los cuales nuestra libertad siempre podrá revelarse y, como ser humanos, darnos a nosotros mismos nuestro propio eje de estabilidad y ser nuestro propio hábito.


Y tú ... ¿qué hábito quieres cambiar?

Hasta mañana tortugas...