... de serenidad.
Cultivar la calma es una labor cotidiana. Una elección. El hábito es la costumbre de hacer lo que nos es propio. Pertenecernos a nosotros mismos a través de nuestras costumbres. Es una forma de construirnos moldeando nuestros actos. Con perseverancia.
Para alcanzar el recinto de nuestra paz interior nos es dado el hábito de la serenidad. Un lugar en el cual las emociones no se desbordan. El punto medio en nuestro actuar. Un modo de ser ecuánime. Un justo medio modo de ser. Con paciencia.
La amabilidad y la dulzura. El buen ánimo y la ternura. La generosidad y la entrega. Acompañado de un sereno compartir. El caminar de la mano con camaradería. El apreciar la soledad en paz. Todas emociones que se plasman como un mosaico de gran solidaridad. Incluso con uno mismo. Todos valores que inculcan la calma de nuestros días. Con acierto.
En conclusión, una vida con moderación y bondad. Lo cual finca mejores decisiones de vida. Con madurez.
El ahínco del cual dotamos nuestra vida pone énfasis en emociones de satisfacción propia que nos permiten alcanzar bienestar. Con mesura.
Y tú... ¿aceptas la serenidad en tu vida?
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