...del corazón.
Basta contemplar un momento de paz de la naturaleza para sentir que los seres humanos no somos llamados a la violencia. ¿Cómo se tuercen los caminos cuando un ser humano se concibe a sí mismo como un ser violento? Es casi incomprensible. Pero el mundo está necesitado de comprender estas manifestaciones de la vida humana que tanto nos lastiman. Insisto, quienes elegimos la paz, en estos tiempos revueltos, no podemos más que cultivar un nido propio de armonía y brindar lo mejor de nosotros. Con gratitud.
¿Por qué con gratitud? Porque se vuelve un privilegio estar vivos y poder vivir en paz. Poder estar con seres queridos y tener una sonrisa que brindar. Brindar también aliento y solidaridad. Tanto como recibir amor. Encontrar en nuestros corazones consuelo. Reconocer nuestra capacidad de reconciliar lo incomprensible con nuestros anhelos de un mundo mejor. Con esperanza en que hay soluciones venideras que nos brindarán paz social. Por muy difícil que ahora todo aparezca ante nuestros ojos cuando tratamos de mirar hacia el mundo y comprenderlo.
Es en nuestra vida cotidiana que hacemos la diferencia cada día. Sin fanatismos. Privilegiando las prioridades del alma. Cultivando un buen carácter. Con generosidad. Con ahínco en las bendiciones que recibimos cada día. Y deseando lo mejor para la humanidad. Hacer un oficio de nuestra voluntad por contribuir a una mejor manera de vivir. No sentirnos presos de nuestra circunstancia, por adversa que sea. Con fortaleza. Porque problemas tenemos todos. Levantarnos cada mañana con la certeza de estar vivos por una buena razón. Y dar lo mejor de nosotros en nuestras tareas cotidianas. En nuestra relación con otros seres humanos. Ser. No permitamos que el miedo se apodere con terror de nuestra visión de la vida y del mundo. Sostengámonos con fuerza unos a otros en la batalla por preservar intactos nuestros corazones. Por vivir en paz.
Y tú... ¿duermes tranquilo?
Lindo día
lleno de magia
de tortuga
para ustedes.
GRACIAS.
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