Se encuentra el dolor con su doctor. Lo interroga: ¿por qué me siento tanto mi querido amigo? Su doctor, solícito, explicó: porque eres un cerebro que necesita sobrevivir. Pero ¡tanto de mí! -exclamó el dolor- con qué propósito sobrevivir... Estimado dolor, porque tu corazón tiene que latir. Pero, pregunta el dolor: ¿me necesita para latir? .... ¡Claro! -responde su doctor.
Se fue el dolor pensando en lo que le había dicho su doctor... duele que duele, pensaba en su cerebro mientras latía su corazón. Duele que duele, interrogaba y preguntaba... ¿por qué quieren tanto de mí? déjenme descansar!!! ayúdeme doctor!!!
Su doctor... preocupado por el dolor, le preparó una pócima mágica y le dijo, si tomas de esto no dolerás mientras sobrevive el cerebro que eres y late tu corazón, querido dolor. Sin embargo, a medida que la pócima mágica haga efecto, olvidarás todo de ti, ya no sabrás más de estar contigo ni te enterarás del cerebro ni del corazón... piénsalo bien, piénsalo bien... y mañana, de acuerdo con tu decisión, vendrás o no vendrás a beber esta solución.
El dolor, inquieto, esperó con ansías amanecer para acudir a tomar su poción. Casi al llegar a la puerta de su doctor, imaginó quién sería de ahora en adelante y algo lo conmovió hasta el fondo de sí. Supo así, este dolor, que si se dormía para siempre, este cerebro y este corazón no podrían tampoco sentir a su compañero inseparable: el placer y pensó... qué sería una vida sin placer: una vida sin dolor...
Y su doctor... sonrió.
Y tú ¿quieres ser sin doler?
Hasta mañana mágicas tortugas... no olviden visitar a su doctor.
Se fue el dolor pensando en lo que le había dicho su doctor... duele que duele, pensaba en su cerebro mientras latía su corazón. Duele que duele, interrogaba y preguntaba... ¿por qué quieren tanto de mí? déjenme descansar!!! ayúdeme doctor!!!
Su doctor... preocupado por el dolor, le preparó una pócima mágica y le dijo, si tomas de esto no dolerás mientras sobrevive el cerebro que eres y late tu corazón, querido dolor. Sin embargo, a medida que la pócima mágica haga efecto, olvidarás todo de ti, ya no sabrás más de estar contigo ni te enterarás del cerebro ni del corazón... piénsalo bien, piénsalo bien... y mañana, de acuerdo con tu decisión, vendrás o no vendrás a beber esta solución.
El dolor, inquieto, esperó con ansías amanecer para acudir a tomar su poción. Casi al llegar a la puerta de su doctor, imaginó quién sería de ahora en adelante y algo lo conmovió hasta el fondo de sí. Supo así, este dolor, que si se dormía para siempre, este cerebro y este corazón no podrían tampoco sentir a su compañero inseparable: el placer y pensó... qué sería una vida sin placer: una vida sin dolor...
Y su doctor... sonrió.
Y tú ¿quieres ser sin doler?
Hasta mañana mágicas tortugas... no olviden visitar a su doctor.
1 comentario:
Gracias Mariana, por leerme y por tus sabios comentarios! Te mando un abrazo.. y no, no me gustaría una vida sin dolor, porque el dolor es el que me ha hecho fuerte.
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