En blanco por una semana, tras tomar carretera y visitar otros rincones de mi alma cómplice... un poco atónita albergué nuevas inseguridades, o quizá descubrí las que ya anidaban en mí. No lo sé...
Sin embargo, dicho desconcierto fue la ocasión para darme la oportunidad de reflexionar mis emociones antes de actuar emotivamente... valga la redundancia... nada redundante, por cierto. Pude tomar cierta distancia y brindarme cautela, hasta descifrar aquello que, en medio de lo que imaginaba sería un festejo, me cubrió de tristes interrogantes.
Y fue como recordé... la historia de la paloma de paz... que vuela por siete cielos llevando su mensaje de vida y debe renunciar a todo aquello que le impida sonreír, porque su misión le anuncia cada mañana que la estrella de su plumaje mágico brillará gracias al bello amor de la humanidad, aun cuando en su nido a un compañero no pueda albergar.
Esta semana la paloma mensajera se posó en mi ventana con una importante misiva... un dulce secreto del corazón, que acaricia ingenuas esperanzas, mientras cumple su cometido al amar escuchando con fondo de su alma y con fe...
Sin la posibilidad de dar... se vuelve invisible ante nuestros ojos el camino hacia quienes queremos ser... de ahí que sin amor se vuelve invisible el impedimento de nuestra psique para tomar dicho camino. Por eso, sin tristeza y en soledad, festejo... lo que pudo ser y lo que podrá ser. Incluso cuando en ambos casos... se omita lo que quise que fuera.
Quizá éste es el secreto de la paloma de paz... reconciliación y libre conciliación de las determinaciones. De tal suerte, que los impedimentos se vuelven oportunidades para crecer y las tragedias... destinos con magia de tortuga.
Y tú ¿guardas un refugio de paz?
hAsta la próxima semana... en realidad hoy... pues ha sido una entrega demorada y sentida ésta... Feliz septiembre queridas tortugas...
Sin embargo, dicho desconcierto fue la ocasión para darme la oportunidad de reflexionar mis emociones antes de actuar emotivamente... valga la redundancia... nada redundante, por cierto. Pude tomar cierta distancia y brindarme cautela, hasta descifrar aquello que, en medio de lo que imaginaba sería un festejo, me cubrió de tristes interrogantes.
Y fue como recordé... la historia de la paloma de paz... que vuela por siete cielos llevando su mensaje de vida y debe renunciar a todo aquello que le impida sonreír, porque su misión le anuncia cada mañana que la estrella de su plumaje mágico brillará gracias al bello amor de la humanidad, aun cuando en su nido a un compañero no pueda albergar.
Esta semana la paloma mensajera se posó en mi ventana con una importante misiva... un dulce secreto del corazón, que acaricia ingenuas esperanzas, mientras cumple su cometido al amar escuchando con fondo de su alma y con fe...
Sin la posibilidad de dar... se vuelve invisible ante nuestros ojos el camino hacia quienes queremos ser... de ahí que sin amor se vuelve invisible el impedimento de nuestra psique para tomar dicho camino. Por eso, sin tristeza y en soledad, festejo... lo que pudo ser y lo que podrá ser. Incluso cuando en ambos casos... se omita lo que quise que fuera.
Quizá éste es el secreto de la paloma de paz... reconciliación y libre conciliación de las determinaciones. De tal suerte, que los impedimentos se vuelven oportunidades para crecer y las tragedias... destinos con magia de tortuga.
Y tú ¿guardas un refugio de paz?
hAsta la próxima semana... en realidad hoy... pues ha sido una entrega demorada y sentida ésta... Feliz septiembre queridas tortugas...
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