En una luna de plata que hace siglos brilló viven una princesa, un guerrero y un ángel dorado. El día que la princesa de ámbar descubrió quién ilumina la luna de plata... anhelaba contarle al guerrero de fuego, su amado, todos los sueños que la acompañan. Desde entonces, entre la ficción y la realidad... busca palabras y pensamientos certeros.
Lleva consigo el recuerdo de la dulce voz del ángel dorado, de quien sólo ha soñado su rostro, pero al escucharla reconoció la suave ternura de una niña de luz. Lleva de la mano el amuleto de la comunicación y sólo resignada ante el silencio, por un momento, lo guarda lejos de sí... aún así... la voz del guerrero de fuego la abraza y encuentra, haciéndola feliz. Imagina con enamorada fantasía que de formas insospechadas está siempre acompañada por quien anida en su corazón... como si sin saberlo recibiera flores en su nombre. Sorprendida descubre en ella hábitos desconocidos que fortalecen su espera de paz. Y sin excepción, con su mente, su deseo y su corazón, procura abrazar a su bello guerrero sin estrujarlo, sin sofocarlo... así, acompañarlo... para brindarle su apoyo cómplice... aun en silencio.
Quizá el guerrero se pregunta si ella quisiera un ángel dorado albergar como parte de sí, y ella se sonroja porque debe admitir que sería una dicha que de suyo hoy ya anhela. Pero guarda en secreto los preciados tesoros de su voluntad... como si supiera que en realidad él ya lo sabe.
Es así como la princesa, el guerrero y el ángel dorado habitan la luna de plata... en donde todos los sueños se cumplen.
Y tú ¿a quien le quieres regalar certezas?
Dichosa semana de trabajo y plazos cumplidos!!
Hasta pronto queridas y mágicas tortugas.
Lleva consigo el recuerdo de la dulce voz del ángel dorado, de quien sólo ha soñado su rostro, pero al escucharla reconoció la suave ternura de una niña de luz. Lleva de la mano el amuleto de la comunicación y sólo resignada ante el silencio, por un momento, lo guarda lejos de sí... aún así... la voz del guerrero de fuego la abraza y encuentra, haciéndola feliz. Imagina con enamorada fantasía que de formas insospechadas está siempre acompañada por quien anida en su corazón... como si sin saberlo recibiera flores en su nombre. Sorprendida descubre en ella hábitos desconocidos que fortalecen su espera de paz. Y sin excepción, con su mente, su deseo y su corazón, procura abrazar a su bello guerrero sin estrujarlo, sin sofocarlo... así, acompañarlo... para brindarle su apoyo cómplice... aun en silencio.
Quizá el guerrero se pregunta si ella quisiera un ángel dorado albergar como parte de sí, y ella se sonroja porque debe admitir que sería una dicha que de suyo hoy ya anhela. Pero guarda en secreto los preciados tesoros de su voluntad... como si supiera que en realidad él ya lo sabe.
Es así como la princesa, el guerrero y el ángel dorado habitan la luna de plata... en donde todos los sueños se cumplen.
Y tú ¿a quien le quieres regalar certezas?
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Hasta pronto queridas y mágicas tortugas.
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