Escuchando la discusión de honorables senadoras y senadores, comparto temores y entusiasmo, de quienes en contra y a favor, establecen sus posturas ante los riesgos y ventajas de los cambios por venir. Una parte de mí se llena de fe y confía en la buena voluntad humana, para confiar en que una vez concluidos estos procesos, y ya promulgadas las leyes en ciernes, todos, por igual, recibamos los beneficios de estos profundos cambios. De tal modo que, juntos, encontremos soluciones constructivas para erradicar los vicios que de este nuevo orden legal se deriven.
Es motivo de alegría que, a pesar de los desencuentros y de la desventaja en el número de votos que componen las voces críticas y opositoras, podamos escuchar reconocimiento y posturas afines, aun en las disidencias. Esto es una señal de crecimiento político. Doy gracias por este regalo de esperanza, que necesita acrecentarse con el fin de aprender a dialogar, más allá de las posturas contrapuestas, y lograr verdaderos consensos.
Confieso que envidio profundamente el trabajo a cargo del Senado de la República y me deleito de ver la historia ocurrir. Admiro profundamente a las mujeres que forman parte del pleno. Su esfuerzo da cuenta de que, en materia de género, no solo, no todo está perdido, sino que, por el contrario, hay muestras tangibles de que hemos dado inmensos pasos. Pasos, que a la luz de todo lo que aún nos falta, son imperceptibles. Sin embargo, en esa invisibilidad radica su gran mérito, pues son mujeres que para estar ahí, alzar su voz y hablar entre pares, han luchado no sólo por el ejercicio de sus propios derechos sino que van abriendo brechas para que las generaciones que las suceden podamos crecer en terrenos más fértiles que los que ellas conocieron. Gracias.
Estoy convencida de que debería ser una prioridad de orden moral y cívico el hábito de ver y escuchar el canal del Congreso. Nos permitiría ser más críticos, estar más informados y abrir interrogantes a temas que nos incumben, para buscar más información por nuestra parte. Tener la costumbre de discutir sobre las sesiones, como cuando compartimos nuestras opiniones sobre el fútbol o sobre cualquier otra materia con la cual nos sintamos identificados. Ganaríamos mucho para el ejercicio de nuestra propia democracia. Con independencia de nuestras preferencias políticas, tendríamos más interrogantes sobre porqué pensamos como pensamos y porqué estamos convencidos de que un partido es mejor que otro, o que las propuestas de unos son mejores que las de otros. Veríamos a los políticos como seres humanos, iguales a nosotros, con matices, con virtudes y defectos, sin importar su filiación política. Aportaríamos a los partidos, militantes despiertos dispuestos a participar de las decisiones que es obligación de los representantes tomar y que, no por ello, debemos delegar toda la responsabilidad en sus manos, pues nuestro voto les otorgó tales obligaciones. Por lo que también descubriríamos la importancia de razonar nuestro voto cuando asistimos a las urnas, así como, el alcance de las consecuencias de los resultados (de los cuales somos parte). Ganen o pierdan nuestros candidatos y candidatas, una vez en sus puestos, su gestión es una cuestión de interés común, social y comunitario. Al margen de las rupturas ideológicas, el objetivo de la política es construir juntos la realidad de nuestro país.
Y tú... ¿conoces las virtudes de la política?
Hasta hoy más tarde por la mañana.
Feliz domingo, tortugas ciudadanas.
Y más felices seríamos todos, si la mayoría que conforma la distribución del poder en el Senado, se solidarizara con algunas de las reservas de la minoría y sumara propuestas para enriquecer los dictámenes. De tal suerte, el nuevo orden de leyes estará nutrido de todas las voces que nos conforman como República. Pues siempre hay una mejor manera de lograr los mismos fines. Pero esto, mis queridas tortugas, es todavía una gran asignatura pendiente para el futuro. No cabe duda que nuestra patria aún puede crecer. Pero seamos humildes, demos un paso a la vez y confiemos en que, quienes hoy son mayoría, sabrán asumir con responsabilidad los costos de la decisión que hoy toman y con valentía darán el mejor curso a nuestros nuevos propósitos. Del mismo modo, quienes hoy son minoría, necesitan dar cuenta de trascenderse a sí mismos y sumarse a este propósito desde el horizonte de la acción crítica, constructiva y responsable. Y felicito su esfuerzo por defender nuestros derechos humanos. Gracias. Lo que no podemos es evadir la realidad que ya está aquí... y ante lo inevitable... el reto es crecer y descubrir las bondades y las enseñanzas que el curso de los acontecimientos nos ofrecen. Incentivar odio en el seno de la ciudadanía, entre los colores partidistas, no es una vía ética. Pues tal escenario niega el esfuerzo y el logro de millones de mexicanas y mexicanos que cada día forjamos nuestra institucionalidad. No cabe duda de que el verdadero trabajo institucional, político, técnico y social está apenas por comenzar. Necesitamos sumar porque todos seremos protagonistas del alcance de las virtudes y abusos de los tiempos por venir. Sin fatalismos y con precaución, prepararnos para los nuevos retos que vamos a afrontar.
Ahora sí me despido para seguir aprendiendo de la noble labor del canal del Congreso. Gracias.
Orgullosamente mexicana.
Filósofa enamorada de la política, comprometida con los derechos humanos y maestra en políticas públicas convencida de que la riqueza de los dos paradigmas socio-económicos, que han cifrado nuestro tiempo, podrá ver nacer un nuevo paradigma: que sume los mejores ideales de ambas partes en una realidad; en donde, una vez cumplido el ideal, podamos voltear la mirada al presente posible y esto nos permita descansar de prometernos para mañana la vida feliz que nos ha negado el ayer.
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