domingo, 15 de septiembre de 2019

completud...

suave.


En el trajín cotidiano solemos subestimar la suavidad. Ese leve vacío que da pausa y aire a nuestro hacer, incluso en medio de tareas intensas e incesantes. Ese pequeño respirar y mirar dentro. Un lugar de completud en el que cada quien puede apreciar el acontecer que lo compone.

Dichos estados de bienestar nutren nuestra capacidad de ser. Alimentándonos de serenidad justo cuando la tensión o el estrés nos someten de modo alguno. O justo cuando la calma invade nuestro estado de ánimo. Es un estar entero. Sea cual sea nuestra circunstancia.

La reconciliación del silencio. La apropiación de todos los rincones de nuestra alma, de nuestro hogar... de nuestra vida. Un espacio que también nos invita a huir o a subestimarnos a nosotros mismos. Como si algo nos faltara... como si hubiese otro lugar al cual dirigirnos. Una cierta inquietud ante la quietud del alma.

Y como seres éticos que somos, las interrogantes aparecen:¿cómo abrazar esta sensación? ¿cómo acostumbrarnos a tal bienestar? ¿o debemos no conformarnos? ¿qué significa esta calma llena de mí? ¿qué me sostiene? ¿qué hacer con este aparente aburrimiento? ¿cómo ser libres? ¿cómo distraernos de este ocio de la completud? ¿qué pretextos encontrar para conservarnos extrañados de nosotros mismos? Las interrogantes del temor profundo a vivir. A vivir en calma... con suavidad.



Y tú... ¿abrazas con suavidad tu completud?




¡Viva México!

Fuerte abrazo...
mágicas y suaves tortugas.



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