lunes, 16 de septiembre de 2019

México...

... lindo y querido.



He dejado de lado las reflexiones sobre nuestro país que muchas veces han ocupado mis letras. En este momento me siento una total analfabeta. Todo cambia aceleradamente. Al mismo tiempo, se abren preguntas sobre si todo lo que cambia, cambia para mejor. O estamos atendiendo unos problemas y desatendiendo otros. Destapando una coladera para abrir otra. Realmente no lo sé. Es muy pronto para tener un juicio conclusivo al respecto. 

Quizá son tiempos de navegar con cautela y observar los acontecimientos para seguir aprendiendo de nuestro camino y lograr acrecentarnos como comunidad. Hasta ahora, mi extrañamiento mayor es que,  al parecer, para la 4T no todos somos igualmente dignos. Parece que se va delineando un nuevo sistema de jerarquías de poder en donde la exclusión sigue presente. Y eso a dónde nos va a llevar. Todos somos México.

¿Por qué restar en vez de sumar?

En perspectiva, esto no será lo más determinante. Al final del día lo que contará es que vivamos en un país más justo, seguro y feliz. Pero los detalles sí cuentan... y mucho. No sólo los grandes lemas. Las instituciones no se nutren del bombo y platillo de la campaña electoral. Es el resultado de los hechos lo que cuenta para la verdadera rendición de cuentas. Y no las grandes declaraciones de hechos en proceso de realización, que se aprecian a lo lejos. El gran incentivo del aún nuevo gobierno será hacer llegar los beneficios a toda la población. Cada quien en su circunstancia. Sin discriminación y sin injusticias. Sumar sin restar.

El reto mayor: la violencia. La utopía es recuperar el tejido social y hacer de los municipios: una realidad próspera. La obligación: garantizar el futuro económico de toda la población sin castigar ni despojar a las clases medias (una vez más; sin importar hacia donde se inclinen las balanzas de acuerdo con el sistema económico que se privilegia... las clases medias siempre amortiguan las ineficiencias del Estado y las fallas del mercado). Hacernos todos más pobres y subsanarlo con transferencias que se vuelven insuficientes no bastará para garantizar los derechos sociales de las clases más desprotegidas. Mientras no haya tejido social y la educación se quede en el buen deseo que no se puede cumplir en las aulas... la violencia seguirá siendo la opción de vida más eficaz. No queda claro el engranaje fino que logrará satisfacer todos los propósitos con la buena voluntad de quienes poseen los beneficios de la acumulación del capital. Necesitamos ser un país rentable y en ese sentido las piezas del ajedrez ya están puestas en su lugar... yo solo espero que el nuevo gobierno sí gane la partida. 

Y mirar con optimismo este proceso. Porque las promesas de campaña se van cumpliendo. Vemos un gobierno a la altura de las circunstancias, austero, republicano y decidido a combatir la corrupción desde su raíz. Con un compromiso real ante erradicar las prácticas de simulación. A labrar a fondo ahí en donde la impunidad nos ha dejado desamparados. Conformado por un grupo de personas capaces y abiertas a los diálogos que la sociedad reclama. Dispuestos a mirar ahí en donde nuestros horrores nos devoran y dar pasos hacia adelante para encontrar soluciones.



Y tú... ¿apuestas por la honestidad?




¡Feliz inicio de semana!

Que la magia siga
anidando esperanza
en nuestros caparazones...




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