viernes, 20 de septiembre de 2019

gotas...

... de lluvia.


Se deslizan
penetran
despiertan
invaden
y liberan.

La humedad que queda a su paso traspasa muros y llena de olor la madera. Olor a nostalgia. Abriendo paso al abrazo. El sol se seca las lágrimas... desbordando sus emociones. Compartiendo su carencia. Sin ausencia... asoma tímidamente en tiempos en que debe dar paso al agua para renovar sus propios ciclos. Haciéndose extrañar. En su lugar, el gris mágico de una luminosidad tenue. Y ante su dormitar: el frío.

En medio de este frío de lluvia, y esta añoranza por el sol, se mantiene el disfrute de la vida en su fluir. Todo continua a su ritmo propio. Cada quien sigue sus propios patrones. Estamos acostumbrados a acompañarnos de la naturaleza sin percatarnos de cuán parte de ella somos. Sin rituales suficientes para ir acorde con el clima y sus exigencias. Con la esperanza de que no nos tomará por sorpresa y que podremos contener todos sus efectos como contenemos nuestra propia vida. Con suerte el huracán no tocará nuestros pies... Con menos suerte la naturaleza nos sacudirá recordándonos qué parte tan pequeña de ella somos.

Quizá ahí nace la nostalgia de esta tarde de lluvia incesante... tras largas noches de truenos y tormentas. El bosque se alimenta agradecido y nosotros, los pequeños... los mortales... no podemos más que agradecer junto a su dicha porque los ciclos del año deben cumplirse para abrir paso a cada una de las estaciones. Y, como cuando se trata de nuestros asuntos personales, no podemos saltarnos ninguno de los pasos para abrazar días cálidos. No podemos acelerar el tiempo y brincarnos los grises para sólo disfrutar los colores.



Y tú... ¿cómo te acompañas de la lluvia?



¡Feliz viernes!
Fuerte abrazo
lleno de magia de tortuga
... con frío.





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