lunes, 23 de septiembre de 2019

la sirena...

... y la hormiga.



En el fondo de un mar pintado de guinda intenso... duerme la sirena del corazón azul. Duerme profundamente. Con los ojos pegados. Incluso cuando despierta no puede abrirlos. Como si tuviese que permanecer en ese sueño profundo hasta que su corazón vuelva a latir coloreado de morado brillante: el rojo de su alma se extravió. 

Mientras duerme, se teje el hilo de una nueva mariposa por nacer. Con la paciencia de una pequeña hormiga que la habita... avanzan sus sueños en su quehacer. Como si una arañita sabia latiera en su corazón y trazara el nuevo rumbo de su vuelo. Acompañada de caracoles que cubren la gama completa del arcoiris y susurran en su oído su amor, su amistad, su solidaridad. Ahuyentando las pesadillas y dando a su cuerpo aliento, alegría y descanso.

Cuando la sirena despierta, la hormiga no cesa de avanzar... de forma casi imperceptible. Acompañando su corazón para que recupere su color. Pero la sirena sabe que sin importar los esfuerzos, el rojo es la magia que sólo brota cuando encontramos el caparazón que nos corresponde. Como el designio de una moneda partida en dos. Como el código en clave que nos hace sentir enteros y completos. Como un arete de perla sin su par que solo no logra brillar.

Así, duerme profundamente en espera de la dicha que la haga volver a la superficie y viajar libre en altamar. Llegar a su orilla. El redescubrir de una estrella de mar que le pertenezca, el reencuentro con un caballito de mar que esté hecho de verdades y no sólo de ilusiones, la certeza de la llegada de un delfín valiente que se distinga de todos los demás. En este largo camino que, sin importar sus travesías, la regresa una y otra vez a su refugio y a su dormir. Como si volviese a vivir todo por primera vez. Un destino que no se cumple y una espera que no cesa.



Y tú... ¿tienes un destino pendiente?




¡Feliz lunes!
Abrazo en rojo y en azul...
mágicas tortugas.




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