domingo, 24 de mayo de 2015

el tiempo exacto...

es el tiempo de Pentecostés. El festejo y la gratitud de este día nos colma de bendiciones...


Es el tiempo en que el ciclo que nace da fin al ciclo de la búsqueda, la espera, el sacrificio, las pérdidas, las distancias, las caídas, el extrañamiento, el equívoco, la enajenación, la negatividad dialéctica, el extravío...los errores de vida que, gracias a Dios (y, a veces, con encanto), cometemos para comprender aquello que de verdad nos importa, ser quien somos y satisfacer nuestros bellos y virtuosos designios. 

Por eso, hoy es el día de dar gracias, de entregar al fuego, que todo lo transforma y nos entrega la luz, el ciclo de vida que concluye. Liberarnos y brindar por la gloria, tras las pruebas de vida y de carácter que se nos fueron regaladas. Por eso, hoy es el día de festejar la llegada del Espíritu Santo que, con la fuerza del viento, nos entrega los frutos de nuestros esfuerzos y nos abraza con el agua de la bendición. Hoy es el día para cantar y alegrarnos porque la lluvia anuncia que el tiempo del nuevo sol ha llegado.


Y tú... ¿estás listo para viajar a través de la luz?



Abrazo de miel...
felices tortugas.

miércoles, 20 de mayo de 2015

amor...dios o demonio...

El colibrí vestido de jade visita todas las mañanas el jardín de Eros. Sigue el color de las orquídeas con la esperanza de encontrar aquella que entone con el espíritu de su brillo... El olor de las rosas lo confunde y el vigor de los geranios distrae su camino. Agotado en su espera, acude a Eros.

- Cuéntame tú, que eres a quien todos llaman Dios del amor: ¿por qué no encuentro la orquídea de mis sueños? ¿acaso anidas en tu corazón un demonio que se satisface de nuestro sufrimiento en busca del amor verdadero?

- No digas eso hermoso colibrí...lo que pasa es que la divinidad del amor encierra un secreto que solo quien enfrenta sus propios demonios logra descifrar...¿acaso tú ya conoces cuáles son estos demonios y cuál es el modo de vencer sobre ellos?

El colibrí volvió esa noche a su nido y reflexionó durante horas sobre las palabras pronunciadas por Eros.

A la mañana siguiente, en medio de un sueño, casi al despertar... escuchó una voz que se acompañaba de un trino y ésta susurró: "la vanidad, la vanidad es tu demonio".

Y al mirarse en el espejo, deslumbrado por el resplandor de su verde belleza...comprendió que tal orquídea (color jade) no existía, porque él era ya la esencia del jade y que su verdadera compañera escondía un brillo propio, tan único como el suyo pero que resplandece bajo tonalidades distintas. Porque el amor no es amarse a sí mismo a través de otro, es amar a otro a través de uno mismo. Es dar de sí. No ganar para sí. Y juntos, en armonía, formar una nueva composición prismática, tan única como las almas que la componen.

Emprendió un vuelo nuevo antes de volver al jardín de Eros. Visitó con una nueva perspectiva el mar, los ríos, bosques y jardines. Descubrió tantas formas y colores, que era como si el mundo se le mostrara por primera vez tal cual es. Y esa noche durmió como si nunca antes hubiera descansado. Bajo el cobijo de un sueño de paz.

Llegó el día tan esperado por nuestro colibrí. Entró sereno al jardín de Eros. Ni las rosas ni los geranios lograron ser percibidos por él. Al dejarse llevar por el llamado de su corazón, ya no por la vista, solo un aroma le era posible sentir...y como si las hadas guiaran su camino, apareció ante sí, la orquídea de sus sueños... era el ser más perfecto que había visto. Lo supo al instante. El color de esta orquídea tiritó en su pupila y el no tuvo más que acercarse y anidar en ella. 


Y tú... ¿demonio o divino visitas el jardín de Eros?



Feliz noche... amorosas tortugas.










lunes, 18 de mayo de 2015

mentiras...muerte...futuro y nuevos comienzos...

Los terremotos suelen cimbrar los cimientos de todo aquello que creíamos era tierra firme. No todos los terremotos hacen temblar la tierra. Existen las hecatombes de la razón, del alma y del corazón. Aquellos cruces en el camino que hacen que nuestra conciencia se expanda y, con ella, nuestra libertad.

Las contracciones de estas emociones, que devienen en un carácter más firme, ocurren, primero, en nuestra musculatura cerebral y, en consonancia, se expresan en el sistema nervioso y en los órganos involucrados con éste. El corazón hace un gran esfuerzo para restituir el fluir de nuestra sangre en una nueva sintonía.

Tales emociones pueden ser igualmente dolorosas como dichosas. Las grandes alegrías también conmocionan nuestro cuerpo a dicha escala. Y en cualquier caso, el resultado es un estado de mayor alegría...al menos, mejores condiciones para disfrutar nuestros días felices. En conclusión...tras toda tormenta: llega la paz.

Por eso, debemos alegrarnos incluso de nuestras tristezas. Renacer a nuestras pérdidas más profundas es un estado de gracia, en el cual descubrimos no sólo cuán fuertes somos...también, crecemos en cuanto a quién queremos ser. 

Tales momentos críticos abren ventanas para restaurar daños pasados, para corregir conductas, para ejercer nuevos hábitos. Éste es el renacimiento que anuncia toda convalecencia. Y el dulce sueño que logra, al fin, ser un descanso reparador. Tras el esfuerzo de vida que nuestro camino nos regala.

Pequeñas muertes se suceden en medio de este hacernos libres. 

El desvelamiento de una verdad, que pone en evidencia una mentira oculta a nuestra vista, fragmenta la unidad de nuestro pasado que habita nuestro presente. Y si bien, puede haber casos de alivio, ante una corrección de nuestros sentidos. Las más de las veces, esta experiencia se acompaña de desolada decepción. Ante nosotros mismos por haber sido ciegos. Ante quienes confiamos por haber sido engañados. 

¿Por qué duele tanto la mentira? ¿es solo orgullo? ¿vanidad acaso? Más bien pareciera que es indignación ante nuestra propia vulnerabilidad. De ahí que nos resistamos tanto a desengañarnos de nuestras falsas certezas y prefiramos contarnos el relato que mejor cohesione nuestro pasado. Esto nos permite ser quienes somos en el presente y confiar en el futuro. En definitiva, nos es más intuitivo resistirnos a morir.

Pero la ética, las más de las veces, es contraintuitiva. Quizá esto es lo que de verdad la distingue de la moral. La moral anida las certezas del presente. La ética forja un futuro cierto. Abre abismos de libertad. Rompe con todo aquello que prevalece inerte. Se ocupa de forjar un carácter. De hacer lo correcto. La moral nos hace buenos...la ética nos vuelve sabios. La bondad se compromete con la realidad de un modo que no se satisface con la cohesión del relato. Se exige a sí misma actuar con verdad.

Y ésta es la preciada libertad que se expande en cada nuevo comienzo. Para la cual, cada día conlleva tal nacer nuevo. En donde afrontamos la vida en su certeza sensible. Y el presente deviene el correlato entre un pasado capaz de cohesionarse con nuestro futuro. Una secuencia continua que no necesita simulacros para existir. Un presente sin mentiras. Sin miedo. Con alegre sonrisa. Abrazo espontáneo. Sin juicio.

La única manera de perseverar en nuestros caminos trazados es asumir el presente en libertad plena. Esto no quiere decir que cada día es una ocasión para las grandes decisiones, menos aún, para terremoto alguno. Quiere decir que cada día es la ocasión para comprometernos, con verdad, con aquellas decisiones ya tomadas. Asumiendo que el acontecer nos depara sorpresas (alegres o tristes) ante las cuales no podremos excusarnos. Pues cuán generosa es la vida, generosos debemos ser nosotros para expandir nuestros caminos, nuestra conciencia y nuestra libertad. Y entonces... el futuro se desdibuja solo, por sí mismo, sin más esfuerzo que la suave mañana al despertar.



Y tú ¿prefieres la ética o la moral?




Buenas noches hermosas tortugas.