miércoles, 28 de noviembre de 2012

feliz luna llena

y hermosa plenitud que sabe amar...


hermanas tortugas, en los días de verdad: como lo son los instantes en que, a plenitud, el sol se refleja entero, al arropar todas las curvaturas de la luna y nos regala el destello de su amor... son días en que debemos recordar sanar.

... y qué es sanar... qué es ser un alma sana... es una voluntad capaz de dar de sí sin dolor. Dar de sí para su propia realización, dar de sí para compartir dichas, dar de sí para sanar. Cuando somos capaces de estar en bienestar con nosotros mismos y con los demás sin necesidad de sufrir algún daño o sentir algún dolor... estamos sanos.  Sin necesidad de dañar o lastimar... con libertad de separarnos de aquello que nos dañe o nos lastime. Sin necesidad de atarnos al dolor. Sin vocación alguna de someternos a la mediación o el sacrificio en aras de lograr trascender o sublimar dicho dolor. Sin necesidad de acumular frustración ante la imposibilidad de hacer cesar la causa de nuestro sufrimiento. Sin reprimir nuestro conocimiento de sí

El alma sana es valiente, está entera, sabe lo que quiere y disfruta el logro de ser aquello que eligió hacer.

Cuando esta posibilidad de ser, sin dolor, se nos es negada... se arranca del cielo una estrella y se obliga al mundo entero a soportar el peso de una oscura injusticia. Cada injusticia roba un destello de luz a cada uno de nosotros y nos disminuye de a poco.

Parece sencillo... sin embargo: ¿qué es el dolor? ... ¿tenemos control sobre nuestras dolencias? Quizá, de esto, podamos conversar mañana.


Y tú ... ¿qué quieres sanar?



un abrazo de luna feliz





domingo, 25 de noviembre de 2012

un poco de romanticismo

para variar...


Haré una breve interrupción en mi devenir argumentativo en aras de una conciencia con voluntad o, si se quiere, una voluntad con conciencia... en ambos casos se trata de la posibilidad que tenemos los seres humanos de elegir nuestro modo de ser.



Hace unos días, como parte de las actividades laborales, nos encomendaron hacer un ejercicio para identificar nuestras fortalezas, nuestras debilidades, nuestras oportunidades y nuestras amenazas (mejor conocido como FODA) y una parte del ejercicio consistía en analizar los aspectos personales y otra lo que tiene que ver con los aspectos profesionales, a nivel de equipo o área de trabajo. Me enfocaré aquí a lo que correspondía al análisis  personal, porque fue revelador aplicar un poco de lógica y consistencia (en dicho autoexamen) y asumir el ejercicio como una forma de "conocimiento de sí". 

El conocimiento de sí es, quizá, la única manera que tenemos de crecer hacia el ejercicio de nuestra voluntad... o dicho de otro modo: para expandir nuestros ámbitos de libertad.

Quise arriesgarme un poco... hice una secuencia entre fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas del modo que sigue:


fortalezas                                         debilidades           oportunidades                          amenazas
inteligencia                                            terquedad            sensibilidad: empatía                arbitrariedad
comprensión de la complejidad                emotividad           negociación: conciliación         temperamento
autoestima                                              inseguridad            liderazgo                                 arrogancia         
dialéctica                                             miedo                   asertividad ecuánime             autocomplacencia 


Y bueno, más allá de la certeza de estos atributos, la pregunta obligada (al menos que guardé para mí) fue: qué es la autoestima...

Para mí, la autoestima es la toma de conciencia de nosotros mismos, la aceptación de la persona que somos, la libertad de elegir quién queremos ser, la posibilidad de conocernos a nosotros mismos... o dicho de otro modo: es conocimiento de sí. 

Decir de alguien que tiene autoestima... es decir que es una persona que se conoce a sí misma. Lo cual no se equipara a la soberbia, al ego o egoísmo, a la arrogancia, a la falsa sobre estima... Ni a las recetas de amor propio que nos bombardean junto al discurso de una individualidad renovada que sólo piensa en sí misma. 

Esta individualidad renovada de nuestros tiempos, es un culto a la personalidad que se enajena en una falsa adoración sobre sí y sobre cada una de sus emociones subjetivas... como si el latir del mundo se detuviera ante la existencia de dicha individualidad... como si en su afirmación de pertenencia tuviera razones para pretender ser la única persona que de verdad existe; en tanto para ella misma todo gira sobre sí, sin eje ni centro, en inercia centrífuga que se evapora. O dicho en una palabra: el narcisismo de una modernidad que añora la posmodernidad.

Durante años me ha intrigado una cosa, precisamente la tan de moda "autoestima recetada" que genera la falsa creencia de una seguridad de sí (mismo) que no se basa en el autoconocimiento sino en el "decreto" y en la convicción de "yo valgo porque valgo y debo amarme"... son dos experiencias totalmente distintas. 

La primera implica una experiencia de sí mismo, correr el riesgo de examinar nuestras virtudes y nuestros defectos, confrontar dolores profundos, reconocer nuestras debilidades, tanto como descubrir nuestras fortalezas y reconocernos a nosotros mismos a través de lo que comprendemos de nuestra vida y de nuestro modo de ser. Es el resultado de un verdadero escrutinio sobre nosotros mismos y sobre lo que queremos de verdad, si prestamos atención a la profundidad de nuestra alma, como el primer referente de honesta verdad. Creo que es una diferencia fundamental. La segunda experiencia es casi un credo que linda con una individualidad delirante que, además de que venera el egoísmo y se siente orgullosa de serlo (en tanto "pone límites a los defectos de los demás"), es arbitraria y competitivamente prepotente. 

En palabras podemos decir de ambas experiencias lo mismo: son enormemente liberadoras, de ahí que ha tenido tanto éxito la era de la (falsa) autoestima. Pero en la práctica redunda en todo lo contrario... ya que una cosa es el carácter edificante de la autocomplacencia y otra muy distinta, y mucho más valiosa, es el carácter edificado del autoconocimiento.

Y es que... en tanto seres humanos todos "valemos" ... lo que ocurre es que no todos nos conocemos a nosotros mismos del mismo modo... (por lo que no todos nos vivimos igualmente libres) pero esto no nos resta nuestra igual dignidad, la cual se basa en que cada uno de nosotros es único e irrepetible... De ahí la aventura ética que nos obliga a conocernos para elegir aquello que es correcto y ser capaces de asumir responsabilidades sobre nosotros mismos, sobre nuestros actos y sobre el bienestar que podamos compartir. 

De ahí que no se trate de autoestima... sino de conocimiento de sí. En donde descubrimos la capacidad de amor que duerme en cada uno de nosotros, la generosidad comprensiva que somos, la empatía natural que nos identifica, el respeto mutuo que nos sublima, la estima de todo aquello que nos hace libre y de todos quienes nos enseñan con verdad.


Inevitablemente vuelvo al devenir de mis últimas reflexiones sobre la conciencia... y qué es el amor...  qué es ser una voluntad para amar: es ser una voluntad que se conoce a sí misma.



De ahí que la felicidad sea la dicha compartida, aún cuando podamos ser felices en soledad. Ciertamente... una cosa es ser feliz y otra, mucho más extraordinaria: la felicidad.


Y tú... ¿qué amas de ti?




linda semana y felices sueños con magia de tortuga


Y del romanticismo... no fue poco lo que he dicho aquí: sólo quien renuncia a su punto de vista, a su vanidad, a su sí mismo (en tanto todos somos un narciso) ...  puede dejarse llevar por las delicias de un erotismo de piel... palabra... sueños... futuro... presente...  sentimientos... pasión...  diálogo... comprensión... empatía... complicidad... placer... entusiasmo... entrega. De otro modo... el control, que se acompaña del temor a sentir la vida fluir en su inmediatez, nos inhibe y nos extravía de nuestro conocimiento de sí. Del conocernos entre sí.






miércoles, 14 de noviembre de 2012

día de cumpleaños


A una vida de ejemplo y perseverancia.

[Regalo para Julio Solórzano Foppa]

Debo confesar que no sé cuántos años tiene Julio. Quizá es difícil imaginarlo pues nunca ha sido un hombre que se conforma con su edad.

Pero sí sé que ha marcado mi vida de múltiples maneras, así como me sigue interrogando su lucha, la razón de su ánimo, la disposición de su espíritu que siempre ha brillado y que radiante abre caminos, aún en medio de adversidades y más allá de los caprichos del protagonismo.

Hace unas semanas, Julio me invitó a participar en un homenaje que se organizó para mi abuela, y ante su generosidad, en medio de intempestivas noticias, se dio en mí el momento de abrir con mis letras algunos espacios de mi corazón, en aras de la reconciliación y en reclamo de una justicia con paz. La cual sólo nace en el corazón de cada uno de nosotros. Ya que la justicia es la expresión de los actos de las personas justas. Y sólo cuando en el alma anida el equilibrio de una objetiva verdad, como vientre para la subjetividad de nuestros sentimientos, es cuando estamos posibilitados, no solo para vivir con justicia y paz, sino para amar.

Es por esto, que cada uno de los tres miembros de la familia Solórzano Foppa, que sobreviven a la orfandad que la guerra ha dejado para muchos de nosotros, merecen su propio homenaje y su propio reconocimiento. Y al acercarse el cumpleaños de Julio, me brota la iniciativa de expresar las emociones que me provocó nuestro último encuentro en el Zócalo.

Me pregunté… ¿por qué para mi tío es tan importante no transigir en la causa por su madre? La causa que la arrebató de sí mismo, la dedicación que ha puesto desde el primer día que supimos de su ausencia sin rastro y cómo, con los años, ha ido cosechando el espíritu revolucionario que marcó la vida de sus hermanos fallecidos y de su familia toda.

Realmente, no soy yo quien tiene la respuesta a esta pregunta. Como tampoco es a mí a quien corresponde hablar de ello, ni hablar del sino de su origen que desvela su vida: al nacer en medio de una generosa mentira que no pudo conciliar frente a frente con su madre, que no pudo interrogar al interior de los ojos de quien fuera el padre de su infancia y juventud. Cuya explicación valiente ha construido a la luz de los testigos que la guardaron y en la despedida del corto encuentro con su padre biológico a quien sólo alcanzó a descifrar por pequeños instantes; así como gracias a la enseñanza con que la vida, con su inmensa belleza y generosidad, le heredó otra familia, más propia y llena de amor para crecer y compartir.

En Julio la fortuna siempre ha mostrado su mejor cara y aún en la tenacidad de sus adversidades; la mayor quizá: la batalla consigo mismo al afrontar su alcoholismo y elegir ser abstemio un día a la vez. Su libre entrega al amor, el fresco aliento de siempre recomenzar y reinventarse cierto del éxito de todos sus propósitos. La mirada de su horizonte, siempre de altas miras, cuyo umbral sigue sin caber en el marco de las puertas con que fincó su hogar en Tepoztlán. Hogar que ha dado luz a nueva vida renacida y al abrazo de una familia hermosa que se compone de cada uno de los pedacitos de su historia y se renueva al ritmo en que hace su camino al andar.

Creo que en mí dejó la música y su canto. Hasta ahora escucho cintas de su productora. Yo le debo mi gusto por Nacha y mi canción favorita “Yo te nombro”, con más bellos recuerdos: mi cariño por Caíto y mi encanto por “De alguna manera”, al abrazo fuerte e incondicional de Delfor, el privilegio de sentarme a la mesa con una voz que de seguido me acompaña: Luis Eduardo Aute. El asado de tira y el bello Tepoztlán como un lugar que alberga raíces. Amaury y mi otra también favorita canción “Hacerte venir”. En fin, mi romanticismo de trova que es uno de los rincones de mi alma que más atesoro y que hasta el día de hoy, mientras respiro mi bosque y disfruto mi hogar, resuena con su eco de cantar.

También heredo sus charlas y proyectos como ejemplo de su arte emprendedor. Comparto afinidades aún por descubrir y creo que el cine, en otra vida, nos habría llegado a unir.

Yo admiro a Julio por ser la voz que se reinventa clamando justicia y espero que a lo largo de su camino de lucha encuentre la reconciliación de la paz que tanto anhela.

Gracias.

Feliz cumpleaños Julio, Alaíde está siempre orgullosa de ti. Pues es así de generosa que su alma nos acompaña.


pd. 67 años.


pd2. Feliz cumpleaños también para Gonzalo Rocha ...con un fuerte abrazo de tortuga.



Buen día de otoño queridas tortugas.

martes, 13 de noviembre de 2012

amores y voluntades II

y un poco de las aventuras de la tortuga mágica...


Ser libres es ser dueños de nuestra voluntad.



Decía... ser dueños de nuestra voluntad es ser libres pero de tal manera que comprendemos los límites que está libertad nos implica, así como los límites que la hacen posible. Así como ya he afirmado, en tono más metafórico: que ser dueños de una voluntad, en último término es ["siempre" y sin lugar a dudas]: violentarla.


¿Por qué?


De origen, reflexionemos un poco sobre la violencia.



De a pedacitos... de esa violencia que nos encierra en nuestro propio silencio. De todo lo que no podemos nombrar, expresar, reclamar, negociar, dialogar, recibir, expresar. Violencia en donde perdimos el eje de nuestra fe... cuando se nos arrebató la ingenuidad de nuestro deseo, la pureza de nuestra palabra, la incondicionalidad de nuestra esperanza. 

Violencia de todo lo no dicho y de todo lo que no hemos podido responder. De aquello que nos alejó de todo lo que soñamos, de todo lo que quisimos y de todo lo que fuimos. 

Renuncia ante el abandono de tus sueños. Renuncia al amor que se te había sido entregado. Incomprensión ante la intemperie de las emociones ajenas. Tristeza de resignación. Silencio indiferente. Injusticia. Resentimiento. Falta de comunicación. Competencia de apreciación. Percepción delirante. Lucha de identidad. Batalla de fuerza que se libra cuerpo a cuerpo entre la voluntad y el poder de dominio de unos sobre otros. Desamparo e  incomprensión. Orgullo. Dureza de espíritu. Olvido. Engaño. Soledad. Imposición. Terquedad. Incomprensión... profunda incomprensión. 

Ausencia de empatía. Sorda escucha y limitada voz. Egoísta percepción. Necesidad de ser escuchados... en soliloquio... en letanía... en el monólogo de la atención que nos faltó. Necesidad de ser reconocidos con respeto y sin miedo.

Violencia... de verdad y violencia de realidad...

Hay quienes dicen que podemos distinguir la violencia cuando una persona entra al espacio de otra persona sin ser invitado. Si aceptáramos tal definición tendríamos que poder distinguir porqué entrar al espacio de otra persona con invitación trastoca una intromisión en un acercamiento de comprensión y en qué radica la diferencia. Del mismo modo, necesitamos descifrar porqué nos alteramos unos a otros y de qué manera esta relación se vuelve pacífica erradicando la agresión o la defensiva desconfianza que nace de todo violencia o, mejor dicho, que da lugar a toda violencia.


Y tú... ¿invitas con violencia?



Continuamos en estos días queridas tortugas... 
...poco a poco: de palabra y palabra... 
veremos una idea brillar.   







lunes, 12 de noviembre de 2012

amores y voluntades

La comprensión es un misterio. Hace unos días me interrogaba sobre cómo hacernos dueños de nuestra voluntad. Quizá sea importante hablar un poco sobre lo previo.

Decía que el carácter, el alma, la psique, el intelecto, la libertad, el libre albedrío ... con vanos intentos ... tratan de dotar nuestra voluntad de razón. 

Existe la anquilosada creencia de que domar la voluntad, así como suprimir los deseos, es una muestra de carácter... de fuerza. Da cuenta de la espiritualidad del alma, lo cual se asume como virtuoso. Implica un estado sano de la psique, lo que significa normalidad adaptativa. El dominio sobre la voluntad, también, se ha considerado como un don de la sabiduría, en donde se premia la serena prudencia que nunca se incomoda. Sin dejar de lado que este empeño conlleva un ejercicio libre de cuan humanos "demasiado humanos" somos, en contraposición a quienes defendieron que no existía el libre albedrío en aras de la voluntad divina.

Y quizá debemos empezar por tratar de entender qué es la voluntad. En esta primera aproximación, me remitiré a unas simples definiciones del diccionario que pongo a su consideración:

- "Facultad de decidir y ordenar la propia conducta"
- "Acto con que la potencia volitiva admite o rehúye una cosa, queriéndola, o aborreciéndola y repugnándola"
- "Libre albedrío o libre determinación"
- "Elección de algo sin precepto o impulso externo que a ello obligue"
- "Intuición, ánimo o resolución de hacer algo"
- "Amor, cariño, afición, benevolencia o afecto"
- "Gana o deseo de hacer algo"
- "Disposición, precepto o mandato de alguien"
- "Elección hecha por el propio dictamen o gusto, sin atención a otro respecto o reparo"

Ahora bien, podemos acercarnos a otras definiciones breves de la libertad como son:

- "Facultad que tiene el ser humano de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo"
- "Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos"
- "Estado o condición de quien no es esclavo"
- "Estado de quien no está preso"

Y bueno, conservemos la "facultad de decidir y ordenar la propia conducta" y esta última "facultad natural que tiene 'el hombre'  de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos", para los fines que aquí me propongo.

[con enfoque de derechos humanos, y género, tendríamos que decir 'la condición humana']

Si nos apegamos a las definiciones, tanto la voluntad como la libertad implican una posibilidad de elegir. La voluntad nos remite a aquello que deseamos elegir y la libertad a la posibilidad misma de poder elegir entre dos o más opciones, es decir: la libertad nos refiere al acto mismo de la preferencia, independientemente del deseo o la gana que nos orille a 'ordenar la propia conducta' de un modo o de otro.

Con lo cual aparece un problema de salud mental, cordura o simplemente una imposibilidad de principio para alcanzar la serenidad espiritualidad. A saber... ¿elegimos lo que "queremos" o elegimos lo que "podemos"? -sin abordar, por ahora, el planteamiento ético de elegir lo que "debemos". Ya que si separamos la facultad de "decidir y ordenar la propia conducta" (conforme la gana o el deseo propio: lo cual es implícito a todo acto de la voluntad) de la "facultad natural [...] de obrar de una manera o de otra" (conforme la responsabilidad que esto acarrea: lo cual es implícito a todo acto de libertad), quizá no es tan claro delimitar cuándo un acto de la voluntad no es un acto libre y cuándo un acto libre no puede ser considerado un acto de la voluntad.

En realidad, tenemos que llegar a la conclusión de que la voluntad y la libertad son lo mismo, por lo que el dominio de la voluntad es al mismo tiempo el dominio sobre nuestra libertad.  Lo cual tiene implicaciones en las que me gustaría detenerme:     

1. Toda afectación a nuestra libertad es una afectación a nuestra voluntad.
2. Todo esfuerzo por acotar nuestra voluntad es una confrontación con nuestra propia libertad.
3. El dominio de la voluntad es el límite de nuestra libertad. 

Por lo tanto (y a tono con Spinoza): Ser libres es ser dueños de nuestra voluntad.

Es así que el carácter, el alma, la psique, el intelecto o si que quiere: la razón... actúan, se determinan, se cifran, se desarrollan, se construyen, se expresan... "deciden" en tanto tenemos voluntad, en tanto somos libres.  


Dije luego: "que la conciencia, en cambio, sólo es posible si nos volvemos dueños de nuestra voluntad. Y esto mis amigas tortugas es la libertad." Lo cual, a la luz de lo dicho aquí, es ya casi redundante. Sin embargo, hagamos un pequeño acercamiento hacia la conciencia.

Entender la conciencia va más allá de comprender el estar alerta, el pensamiento autoreflexivo y la autoconciencia; y es inseparable del pensamiento y del lenguaje. Tanto como innegable es su ser orgánico.

La toma de conciencia es la posibilidad de comprender que comprendemos, de identificarnos como sujetos y de actuar en el mundo a partir de una identidad. Sin esta posibilidad de comprendernos como una voluntad libre no podríamos ser conscientes de prácticamente nada de lo que percibimos (o viceversa: sin la posibilidad de aislar nuestras percepciones a través del acto analítico del lenguaje, no podríamos ser conscientes del modo que lo somos). Siendo así, me obligo a interrogarme (para mi próxima entrega) sobre: qué es la conciencia si tratamos de entenderla como una experiencia que se posibilita gracias a la expresión de nuestra voluntad libre.  (y detenerme un poco más en estas últimas ideas)

De acuerdo con esto y en el marco de los contenidos de mi tesis de doctorado, en ciernes, me atrevería a decir (y sin afán de discurrir con Kant, más bien a la sombra de su luz): 


La autonomía es la posibilidad que tenemos de hacer coincidir nuestros actos de voluntad con nuestros actos de libertad. En donde el acto de conciencia es nuestra única posibilidad de elegir. En donde, sólo entonces, podemos asumir la responsabilidad sobre nuestros actos, en tanto actos de conciencia.



Y tú ... ¿eres consciente de tus decisiones libres?





Gracias por su paciencia generosas tortugas.