lunes, 3 de febrero de 2020

magia...

... y pasión.




Y llega febrero... abriendo portales de luz dentro de los cuales cada quien podrá descubrir su estrella al brillar. El cielo esconde al sol y el frío se diluye junto con el canto de las hojas al caer. Quedan pocas preguntas por responder y muchas cosas por hacer.

A lo lejos... una voz se esconde. Una voz que se confunde con las melodías que llenan las horas y los días de paz. Una voz inimaginada e insospechada. Un llamado desde el fondo de nuestros corazones que se abre paso a través del tiempo. El llamado de nuestra alma en pos de sus caminos por cumplir.

Y al alzar la vista: se descubre un mundo caótico que clama por el colapso. Que se sostiene tenuamente como de alfileres. Lleno de inquietudes, catástrofes e injusticias. Un planeta colmado de incertidumbres. Una humanidad casi sin rumbo que se reproduce a sí misma con la esperanza de sostenerse: perseverando en su ser. Sin cuestionarse mucho acerca de cuál es ese ser que la compone y la comprende. Una masa inerte que cultiva la violencia para cosechar de sí la fuerza para sobrevivir dentro de los cánones erróneos que le dan sentido y razón de ser. El extravío de la conciencia y la ausencia del carácter son lo que guían los pasos de todo lo que debemos solucionar como seres humanos para poder vivir en paz.

Pero ni dentro nuestro ni mirando alrededor parece ser suficiente voz alguna para recuperar el rumbo y aprender a darnos consuelo unos a otros. Ni la magia ni la pasión parecen alcanzar para devolvernos la capacidad de ser humanos. Mientras sigamos refugiándonos en la soledad de nuestro juicio arbitrario... no habrá rumbo ni mundo. Sólo pequeños ámbitos propios en los que, a veces, los milagros ocurren. 

Y así... se regala ante nosotros un umbral y vemos la luz. Y así... el amor abre todas sus puertas.


Y tú... ¿eres feliz?


Feliz febrero...
mágicas tortugas:
linda semana y
fuerte abrazo.