lunes, 12 de junio de 2023

un corazón...

 ... rendido al Sol.



Cuando todo cabe en un único lugar correcto... toda duda se disipa del alma. Son momentos icónicos en los cuales, al mirar atrás, sólo puedes maravillarte ante los tiempos perfectos de Dios. El detalle más imperceptible toma la forma de un destino definitivo y lleno de gracia. Y de esto se trata la magia de la vida. No saber hacia dónde te diriges, incluso con la certeza de ser dueño de tu propio rumbo: para, entonces, darte cuenta de que otro era el camino que recorrías con dicha, anhelo, ahínco y esfuerzo. Resistiendo toda tormenta y abrazando el mar cada día al despertar. Llega un día en que el Sol te levanta y te recuerda quién eres en verdad. Sin percatarte siquiera del caudal de alegrías que se avecinan. Son tales días en los cuales sabemos con certeza aquello que nos corresponde y todo ocupa el sitio que le pertenece.  Es así como se traza el destino y se alcanza la fortuna... de vivir sin otro motivo que amar. 

Un arcoiris nace a los pies de una roca que enciende la llama de la naturaleza al son del aroma de la corteza de una madera hecha de lirio. Para descubrir que lo que parecen dos mundo separados por un océano es, en realidad, un océano unido por una misma Tierra... desde el origen celeste. De cara a la luna nueva y el nacer del verano, todo parece ser luz que alumbra la vid y el encanto entrañable del amanecer. Incluso el mirar se torna tanto luminoso como borroso, ante el ardor de la realidad hecha verdad. La catarsis del sudor con que se liba la sangre cosechada del barro que recubre el éter de nuestra bondad es el duelo de una senda perdida en sí; tanto como el umbral de un sendero colmado de sí. Y en uno de nosotros se prende el fuego en el que dos corazones valientes encuentran la suave voz... cuyas marcas de ayer conciliaron sus vidas. Al conquistar la savia ardiente que un día los unió. En el instante en que sólo la Fe los iluminó.

La joya de un amor coronado es el fruto de los caballeros que, sin sucumbir en su intento, conservaron el temple para sentarse a la mesa con honor. Alzar la copa con nobleza, generosidad y justicia. Con amistad. Con solidaridad, franqueza y lealtad. Con firmeza y equilibrio. En paz.

En tiempos como los que vivimos, se olvida con premura la importancia de entregarnos a la vida en comunidad con propósito. El ardor por las causas perdidas nos justifica a fallar en el intento por hacer de este mundo un hogar justo para toda la humanidad. Cuando, en realidad, de lo que se trata es de aprender a lograr inspiración en el hacer propio. La protesta es vencida por no ser más que un grito de desamparo que alivia el ánimo. Cuando de lo que se trata en convertir el ánimo en fuerza de alivio y paz. Dejando vacíos los propósitos y a la deriva de quien pueda actuar: incluso si tal hacer sólo engendra el mal. Una cosa es poder (hacer) y otra es saber (construir). La raíz de los poderes fácticos es la renuncia a la facticidad. La renuncia a la realidad. Y la negación de la praxis... sucumbiendo en el delirio de la imaginación teorética. Es hora de romper la mediación que se suspende en el "llevar a la práctica"... como un segundo momento de la reflexión. Es el momento de entender que el oficio no requiere mediación y que la reflexión es posterior a la experiencia. En nuestro tránsito hacia el 2024: la política debe renunciar a la simulación y fundirse en el oficio que la ocupa, con propósito y sin causa. Con verdad.

Ni luchar ni sufrir es nuestro destino, mucho menos pelear o violentar. Hacer con dicha, con amor y en paz: es nuestra fortuna. Sólo así podremos descubrir el modo de construir de facto un mundo real en donde la injusticia no exista más. Y así recordar que nacimos de un tronco común para fincar vida feliz. Y sin más nuestro cántaro alzar por el bien de toda la humanidad. En un abrir y cerrar de ojos: sin mediación. Con la misma definición con que se armonizan el arco y la flecha. 


Y tú... ¿piensas al hacer o razonas para dejar de hacer? ¿planeas mientras vives o vives para planear? ¿te distraes para prestar atención a tu vida latente o pones tu atención en tus distracciones mientras postergas el latido de tu existencia? 



Gran semana
llena de magia
de tortuga...
Hasta mañana.





"pendant la éternité"


sábado, 10 de junio de 2023

Novedades...

... y alegrías.



Feliz día, queridas tortugas. Dejé pasar una semana para entregarme a mi inspiración y seguir en el disfrute de mis días. Y ¡oh sorpresa! no sé cómo se perdió la entrega de la semana pasada. Hoy que retomo mi lugar de encanto, al escribir en este mi espacio de luz, me percato de que se borró la mitad del texto titulado "Aparente... precariedad". Una disculpa, no sé qué pasó. Lo publiqué y estoy cierta de que estaba completo y en forma, como es mi costumbre. Así que tendré más cautela para que la tecnología no nos engañe. Regalaré aquí nuevas letras al llegar la noche. Por de pronto: me ocupan otros quehaceres esta tarde. Pero no quería dejar de hacer notar que lo que se publicó la semana pasada estaba incompleto y fue una falla fuera de mi alcance. Muchas gracias por su comprensión. 

Y la historia habla por sí misma, el domingo pasado se quebró más de un techo de cristal... Nada que minimizar ni regatear. Ganó México.


Y tú... ¿confías en quienes usurpan identidades y/o hackean cuentas privadas?



Ánimo...
que la gente
mal intencionada
más temprano que tarde:
queda vista.
Abrazo de sol y
lleno de magia de tortuga.





"pendant la éternité"


viernes, 2 de junio de 2023

suerte...

 ... y azar.



Érase una vez un colibrí travieso. Dormía bajo la Tierra para conservar el brillo de su pelaje. Tenue, fosforescente... tonos pastel azulado: el morado tornasol violeta lo caracterizaba. Al despertar, cuando el Sol se oculta (para regalarse del otro lado de la Tierra), este pequeñín decide nacer, viene acompañado de un alma gemela y un ciento de crías. Cual caja de doble tuerca se abre su hogar para su vuelo alcanzar... trae el mensaje del despertar y la noticia de que bajo el suelo se traza el signo de su nombre cual guarida celestial. Y cada mañana roba un poquito de geranio, un poquito de bugambilia, mucho girasol y de vez en cuando lirios y alcatraces. Ríos y océanos celebran su llegada. Las olas se complacen tocando las campanas en el ocaso del atardecer. El cauce del torrente de los arroyos resuena con la fuerza de la piedra que pule cual noble gema en la aurora del amanecer. El grillo de la esperanza: aquel que resplandece como césped claro y suave... visita la selva dejándose mirar bajo una roca encantada dentro de una cueva de sal en donde la luz brilla traslúcida como si se tratase de una ventana. Sin afán, muestra el poderío de su forma... cual esqueleto de savia se desplaza y a la vez: vuela. En su dejarse mirar: la suerte deja de ser azar. Le siguen aquellos que gozan del marrón cual corteza viva -medianos o menores; anchos o delgados. Éstos, en cambio: se regalan para anunciar abundancia y fecundidad. Y se congregan sin más. Al ritmo del canto del colibrí; quien susurra los misterios prósperos del buen amor; el despertar, lo celeste, las campanas, el ocaso, el dulce estruendo, la aurora, la esperanza, lo fecundo y próspero, la anunciación y el encanto elevan el coro nocturno... que abre paso al resplandor de las luciérnagas, que se cobija a la luz de la Luna, mientras juegan con las ramas de los árboles dotándolos de luminosidad. El bosque se engalana y su plumaje trastorna todo en algarabía y misterio cual recitación de una noble mar. Al compás del viento de agua... cuando se torna en lluvia fresca y el día se rehace.






Y tú... ¿descubres las señales: sin azar?




Santo viernes
y feliz noche:
afortunadas
tortugas.
Hasta mañana...
No dejar
de bailar cuando
escuchen
a la sirena cantar.
GRACIAS






"pendant la éternité"



jueves, 1 de junio de 2023

junio brota...

 ... y cosecha.



Ya casi estamos llegando a la mitad de este año. A paso veloz avanzamos hasta nuestro destino: el futuro cumplido. Porque una vez que se vive, eso que aparece como posibilidad se cumple tal y como pudo ser. En tanto unicidad cumplida: en su mejor versión. Aun así... antes de ser hecho siempre pudo ser aún más bello, más feliz, bueno y correcto, más verdadero y perfecto. Así se engalana la dialéctica del acontecer. De un número amplio de escenas posibles, en donde la disertación y el acierto son por un instante fundamentales; seamos o no conscientes, esté o no en nuestras manos el desenlace; se cumple la realidad: y ya sólo hay un modo de ser. Una vez que esto ocurre, no pudo ser mejor. Y esto es lo que se llama Universo. El equilibrio perfecto. En donde la armonía vence toda disonancia, incluso cuando el quebranto es mayor al resquemor. Por eso, el miedo a vivir de forma entera e íntegra, e intensamente, sólo limita la amplitud de posibilidades... es ficticio y cobarde... pues dialoga con lo que no llega a ser verdad: menos aún realidad. En el puente intermedio... se teje el relato del vivir mismo y nos hacemos personas: elegimos qué amasar en nuestra alma. Descubrimos quiénes somos y con más virtud: en quién queremos vernos convertir.

Los ingredientes con que afianzamos nuestro carácter son la base de nuestra libertad ética, en lo que al conocimiento de sí refiere. Y si nos aventuramos un poco, aprendemos que la creatividad es nuestra vocación mas noble. Ya no se trata de la cocción... es todo acerca del decoro. Colores y formas estéticas a partir de las cuales podemos esculpir en nosotros mismos una obra de arte y hacer brotar de nuestras manos grandes logros: forjar objetos tangibles para la humanidad. Hacer de nuestra vida: una obra maestra. Esto compone la maestría del vivir. Y así se cosecha la paz: con abundancia y generosidad. Con justicia y libertad. Con acierto y dignidad. Con amor y entrega. Con amistad y respeto. Con aliento y futuro. Con presente y memoria. Con historia y utopía. Con alegría y sonrisas. Con felicidad y sin... temor.

Temamos sí actuar contra la vida del Universo: violentar su equilibrio perfecto... Porque eso no es parte de la dialéctica del acontecer: no hay bien que se pueda cosechar de atentar contra los principios mismos de la naturaleza. Nuestras características vitales nos igualan tanto como nos diferencian de manera categórica. Y no, no tenemos derecho a violentar lo sagrado. Porque eso sí es pecar. Y el pecado es todo aquello que no se puede reconciliar con verdad a la luz de lo único real. Es algo así como proyectar nuestros defectos en la mismísima divinidad. Todo lo demás son errores de los cuales podemos arrepentirnos, trabajar el perdón y resarcir de algún modo nuestras fallas. Con gratitud: verdad y realidad en consonancia. Seamos prudentes con nuestra voluntad: limitada siempre por nuestro pensar subjetivo (nimio por definición). Seamos heroicos con nuestra libertad: expansible siempre por ser el sino de nuestra conciencia (cerebral por organicidad propia) cuyo carácter ético acota la distancia entre lo que pienso que quiero hacer y lo que en realidad es loable de ser llevado a cabo; precisamente es así como se expande la libertad sin otro límite que la voluntad cierta de ser personas en continuo desarrollo, en tanto la realidad se autocontiene a sí misma de un modo que nosotros sólo podemos aprehender, fijando un marco conceptual (y paradigmático), desgajándola en momentos supuestos que no encuentran correlato de verdad más que por aproximación. Por eso se acrecienta, precisamente, porque limitada es. Y tal descuido sí debiese ser nuestro mayor miedo existencial... al ser la raíz del mal. Cuando en sentido estricto: la maldad es un invento de nuestra cobardía y se alimenta de nuestra arrogancia. He ahí el gran error de la "humanidad". Olvidar nuestro lugar en el mundo. Dejar de amar y la vida lastimar. Profanar el cosmos con el pequeño caos imaginario de nuestro pensar. Una cosa es que la fuerza conciliadora del cosmos encuentre siempre un equilibrio virtuoso... otra muy distinta es que nos permitamos lo inconcebible. 

Vivir en comunidad es un milagro a la sombra de nuestra individualidad y, sin embargo, es una condición por antonomasia a la luz de nuestra naturaleza vital. Somos parte de un Universo vivo.  Al pensarnos nos sentimos gigantes... al pensar la realidad: descubrimos que somos los más pequeños. Seamos gigantes para asumir los retos de nuestra limitada existencia: con pasión. Seamos humildes para comprender que la voluntad conjunta es un fruto que brota de nuestra pequeñez. Seamos más conscientes de nuestra esencia elemental: proceso orgánico cuyas leyes propias están diseñadas para vivir sin dolor. Para cultivar lo común: y no sucumbir. Para morir dichosos por haber sembrado las semillas que, en el futuro, logran preservar nuestra herencia ancestral.

Nacemos herederos de un linaje que nos dio luz a la vida que aparece como sólo nuestra (sea como responsabilidad o como voluptuosidad). Crecemos en una cultura que nos viene dada también por herencia arcaica de todo lo que hizo posible concebir el mundo como lo conocemos hoy y que aparece como sólo un objeto de nuestra apetencia (por capricho, por obligación o por convicción). Aprendemos del presente el espíritu de nuestra época que nos viene dado por nacimiento astral y que aparece sólo como fortuna (sea designio o adivinación). Sin percatarnos de que nos debemos a nuestra herencia ancestral con veneración (por respeto a todo lo que nos sobrevivió para poder llegar a nacer y por honra a quienes dejaron en nuestra piel la huella que nos dio un rostro) por lo que estamos llamados a pensar nuestra vida individual con un propósito cuya responsabilidad no se limita a nuestra estrecha voluntad. Tampoco prestamos atención a que estamos comprometidos con nuestra cultura (por admiración ante el poder creativo que permitió fincar hábitos y costumbres para la buena vida, al margen de la precariedad de nuestra idiosincrasia biológica) por lo que estamos llamados no sólo a preservarla sino a enriquecerla en aras de trascenderla. Ni comprendemos que estamos obligados a educarnos para hacer de nuestra fortuna: destino (porque tenemos la posibilidad de forjar en el presente un capítulo nuevo de la historia y una mejor versión de la humanidad) por lo que estamos llamados a aprender la forma de vida, sin violencia, que corresponde a nuestra era.

Démonos cuenta, entonces: no nacemos solos... Pongamos atención a nuestros hábitos y comprendamos el mundo en aras de aprender a sincretizarnos como naturaleza viva. Comunión humana que sólo es posible si llegamos a entender que nos alberga un planeta vivo cuya sincronía (ancestral, cultural y llena de conocimiento) sí se reverencia ante su propia majestuosidad: al respetar sus leyes naturales como textos sagrados que nos permiten respirar. Un poco de modestia podríamos albergar para que al llegar el verano tengamos mucho que festejar. Hoy que el Cusco baila en honor al gran Sol...porque el Cóndor pasó, el Volcán voló y a su amada besó. Cual serpiente emplumada despertó y en ella con dicha la flor se abrió. Cuando su presencia se reveló. Y el maíz creció. Cuenta la leyenda...


Y tú... ¿te hincas ante la vida?



Feliz inicio de mes
mágicas tortugas...
con el deleite 
de una luna
de fresa que invita a
reverenciar. Amén.
GRACIAS



"pendant la éternité"