sábado, 9 de noviembre de 2013

la sordera...

al igual que la ceguera son nuestros mayores defectos... porque anidan en su seno la arrogancia.

Si bien, no podemos escuchar todo al unísono y observar todo con una sola mirada, cuando nos conformamos con aquella leve certeza de fijar un tiempo muerto en un único sonido o bajo un solo panorama, solemos volvernos adoctrinadores de quienes escuchan y miran lo que nuestro oído y nuestro ojo no alcanza, con cierta prepotencia, anulando la personalidad de otras personas con nuestra sola presencia.

Por eso... el único camino de la enseñanza es escuchar y mirar más allá de nuestras leves certezas. Si al hablar no somos comprendidos, esforzarnos a aprender el lenguaje de quienes nos hablan.


Y tú ... ¿quieres atravesar las fronteras de tu ego?



Feliz sábado de estrellas... 
hermosas tortugas.

viernes, 8 de noviembre de 2013

la traición...

la mentira, el engaño... el disimulo de quienes no gustan de las palabras ni de la verdad nubla la claridad de su rostro y les impide percibir el correcto modo de ser.


Quizá la verdad haya pasado de moda, pero la aspiración por encontrar el equilibrio entre nuestras percepciones y la realidad, el punto medio de nuestros juicios y la claridad de nuestra mirada, siguen siendo el único camino para crecer humanamente: sembrar paz. 


La violencia nace ahí donde la verdad se sacrifica en aras de falsas percepciones. Y las falsas percepciones anidan entramados de relaciones sociales entre personas que se convencen, mutuamente, con el solo hecho de coincidir, sin preguntarse a sí mismos de dónde nace la certeza de tales juicios coincidentes. 

Si bien las verdades no pueden estar aisladas de tales convenios objetivos, los convenios objetivos tampoco pueden estar aislados del escrutinio constante de nuestra subjetividad. Ya que teñimos de nuestros valores previos todo nuestro hacer en el mundo. Cuando esos valores no son capaces de trastocarse ante nuestras propias interrogantes, suspender enigmas de comprensión hasta tener una respuesta certera, ser cuestionados ante las nuevas realidad que nos desvelan los rostros ajenos, se traducen en actos lacerantes que lastiman nuestras almas.

Por eso la traición es la más cobarde de todas las mentiras. Porque no ser capaces de dirimir nuestras diferencias viéndonos a la cara, tramar con artilugios corroer la plenitud de otro ser humano, dañar intencionalmente la verdad para sacar provecho de ello, es simplemente no ser capaces de mirarnos a nosotros mismos con honestidad. Por mucho temor que nos signifique reconocer nuestras propias verdades, solo quien se conoce a sí mismo puede ser justo.


Y tú... ¿eres honesto con tu corazón?

Disfruten el fin de semana queridas tortugas... 
nutran de verdad sus propias percepciones 
para que su vida entera se ilumine de paz.




miércoles, 6 de noviembre de 2013

un día en la ciudad

Erase una vez... en la era de la noche dorada, un lugar en donde las luces de las ciudades se apagaban al unísono el día de luna llena. Entonces, las estrellas brillaban y el cielo se iluminaba. Cuando la luna transitaba de su plenitud a su vacío, la bulla y la luz eléctrica escondían los rostros de las personas y nadie se podía reconocer. Solo el día de la luna, las personas podían saber quiénes eran y podían confiar entre sí.

Una mañana, llegó de visita la mujer que siempre dormía. Ella no sabía si era de día o de noche, si era día de luna o día de luces... sólo dormía. Las personas se preguntaban la causa de su sueño ininterrumpido. Les intrigaba cada día, más y más, el motivo de su repentina visita. 

Hasta que una noche, de luna, el hada de la ciudad tocó a su puerta, decidida a interrogar a la mujer de los dulces sueños. Al abrir la puerta, el hada descubrió una estrella de plata que latía al ritmo de la lluvia, susurraba como el viento y dormía como el mar al bajar la marea. El hada le preguntó: y dónde está la mujer que vive durmiendo... la estrella contestó: esta noche es el día en que se desnuda y permanece despierta al unísono con las estrellas... luego duerme para vaciarse de la luz de la ciudad y llenarse del brillo de su corazón. Así, limpiar con su sueño los pasos cansados de la ciudad.


Y tú... ¿por qué duermes?



FELIZ NOVIEMBRE
...queridas tortugas
que su caparazón se llene de la belleza de atardeceres
de sol... luna... estrellas y mujer dormida.