sábado, 27 de noviembre de 2021

unidos con el corazón...

...la esperanza del mañana.  #AhoraSí @FCN_mx @gpplural 

GRACIAS



Y sí... ha pasado tiempo. Inmersos en múltiples y complejos acontecimientos, vemos pasar el descaro político ante nuestros ojos. La incertidumbre de vivir en medio del miedo y la desazón de la decepción.

Me ocupan letras y pensamientos que también me distraen. A la par del reloj marcado por el acontecer mediático compartido, ante el cual: el análisis empieza a ser insuficiente. La mera opinión que podamos compartir para solidarizarnos los unos con los otros se agota en el instante en que nos preguntamos por el futuro, sea inmediato o de un poco más largo plazo.

Lo importante es abrir nuevos horizontes. Hay momentos de vida en los que lo que corresponde es ocupar un lugar y tomar un rumbo con convicción. Entregarnos a nuestras certezas con congruencia. Y dar de sí lo mejor de cada uno de nosotros.

En todo proceso de crecimiento, así como nuestras decisiones nos construyen, son los hechos consumados, la experiencia y el resultado de tales actos: lo que forja nuestra esencia vital. Es así que siempre estamos a tiempo de rectificar. De renovarnos. De cambiar el rumbo para mejor. Para seguir creciendo y forjarnos con mayor realización cada día.

De este modo... lo que ayer parecía bueno: hoy resultó un gran tropiezo. Ni cuarta ni transformación. Más de lo mismo. En algunas cosas peor y en otras es tan débil la bondad que no se logra opacar el mal del ayer. Creo que algo es claro: en el pasado no están las respuestas. Es sólo mirando hacia adelante que podemos reinventar y volver a imaginar el presente para tratar de acertar.

Acertar en combatir la pobreza desde sus cimientos estructurales. Acertar en erradicar la violencia desde su raíz psicoanalítica más profunda.  Acertar en aprender el verdadero significado de la justicia. Acertar en hacer de la convivencia humana un festejo de crecimiento compartido y fraterno. Acertar en asumir la parte que nos toca, sin dogmas, sin enajenación, sin ídolos ni villanos. 

Unidos. Reconciliados. Descifrando las coincidencias y respetando las diferencias. Enriqueciendo nuestros discursos con la suma de voces plurales capaces de escucharse a sí mismas para así... comprender el eco de las otras voces: sin resistencia y con confianza. Sin miedo. Sin rencores ni revanchas.

Desde el espejismo de mi ingenuidad infinita, estoy convencida de que, dado que sólo el presente existe, todo ocurre del modo correcto en tanto incluso de los más desabridos males se nutren las más grandes virtudes. Es de vista al mañana, viendo de frente,  que se descubre el nuevo amanecer.

Estamos atravesando una suerte de encrucijada: nos conformamos con ideologías caducas que ya no son capaces de resolver, en pugna, problema alguno. O superamos tales oposiciones y descubrimos que existe mucho más que una tercera vía para diseñar un plan de acción en consenso. Que las soluciones están ahí en donde no nos atrevemos a mirar. Ya sea por el extravío de nuestros prejuicios o por las ideas fijas que nos han dado sustento.

La única manera de vencer la corrupción es aprendiendo a ser sinceros con nosotros mismos... Mientras nuestras almas teman mirar dentro de sí con la honestidad debida... habrá siempre un resquicio para quebrarnos. Para rompernos en complicidad... para corrompernos. Mientras temamos a la verdad y temamos hablar con franca mesura: habrá dentro nuestro un buen pretexto para ocultarnos de la luz. 

Todo lo demás deviene anecdótico... preocupante sí, pero también banal si no somos capaces de construir una alternativa real y viable. El primer paso: un buen diagnóstico y balance de la situación en la que nos encontramos, con una buena dosis de crítica y autocrítica. E identificar los problemas desde diferentes perspectivas. Para dar paso... a lo que pueda ser.



Y tú... ¿quieres dialogar y aprender al escucharte?



Feliz sábado y
fuerte abrazo lleno
de magia de tortuga...