jueves, 27 de septiembre de 2012

¿seremos felices?

... finalmente, es sencillo apelar a la felicidad de otro ser... reflexionar sobre la propia y asumirla a pesar de las limitaciones que nombran nuestras alegrías. En realidad, la pregunta obligada ante tal declaración es ¿qué es ser una persona feliz?

Responder es una encrucijada o al menos un hermoso laberinto. ¿Realmente hay una sola forma de ser feliz? ¿es posible definir este anhelo compartido? ¿tiene sentido hablar de la felicidad o es simplemente una idea preconcebida que nos enseñan a añorar? 

Cada persona conserva sus propias vivencias y puede identificar estos estados de bienestar, preferir unos a otros y cultivar su propia dicha de vivir. No existen recetas ni consejos. Parte de la vida es descubrir nuestros modos de ser para elegir cómo nos gusta vivir. Quizá parte de ser feliz sea lograr vivir como soñamos... 

Si yo tuviera que expresarlo, insistiría en un estado de absoluta calma, un desenfado total ante aquello que nos oprime, el corazón abierto a dar y recibir, el ánimo dispuesto a estar en el presente sin otra pretensión que la vida misma. En el rostro... la breve sonrisa que se dibuja sólo para consentir con el hechizo de paz.


Y tú ... ¿cómo describes tu felicidad?

martes, 25 de septiembre de 2012

traiciones

¿Qué hacer cuando descubrimos que las personas en quienes confiamos nos han traicionado? 


Pero ¿qué es una traición? ... ¿Es justo que esperemos que las personas en que confiamos se comporten como esperamos que lo hagan? No lo sé. Sólo sé que duele saber cuando una amistad toma ventaja de tu confianza para separarte de alguien que quieres... ¿Por qué alguien haría algo así? ¿por soberbia, por inseguridad... envidia o por simple maldad? Duele aun más si la persona que quieres se conforma con simples pretextos y falsas versiones para separarse de ti, si no logra acallar con la voz de su corazón otras voces, chismes, rumores y nuevas pasiones, si no encuentra valor para acercarse a ti y confiar en tu corazón. Me intriga descubrir cómo el miedo es capaz de matar toda verdad al confundir nuestra alma y amordazarla de vanidad. 


Con el desamor tarde o temprano llega el perdón, cuando hay amor verdadero siempre hay generosa amistad de vida. Pero con el desengaño de la amistad solo se salva el olvido del desprecio; no hay perdón para excusar a una persona que deliberadamente ha violentado los espacios sagrados de tu corazón, tomando ventaja de tus confidencias. 

Quizá lo único bueno de las traiciones es que nos permiten ver el verdadero rostro de las personas y nos libran de nuestra falsa ingenuidad. Tanto como nos enseñan en qué nos hemos fallado a nosotros mismos al vernos presos de las astucias de mediocres voluntades.



En realidad, no vale la pena detenernos mucho en los aspectos cobardes de la vida, todos hemos sido cobardes en algún punto de nuestras vidas y todos hemos traicionado a algún ser querido de algún modo. Me detendré más bien en un incidente sumamente desagradable que viví este domingo. 



Ahogada en mi soltería infinita... debo confesar que llevo más de cinco años soltera. Alguna de mis rutinas es salir al cine, de preferencia por la mañana o el medio día, más durante estos últimos meses que no tengo automóvil y los traslados se complican y encarecen conforme llega la noche. Tengo el mal hábito de conversar con los taxistas y hacerlos confidentes de todo lo que no tengo a quien más expresarle en mi andar cotidiano. Lo cual se presta a malos entendidos, más en una sociedad machista como la nuestra que inconscientemente asume que las mujeres están siempre a disposición de la voluntad y el deseo de los hombres.

Con los años las conversaciones se agotan y las personas "adultas" estamos sumergidas en nuestras vidas, cada minuto cuenta y casi nadie tiene tiempo para compartir un poco más allá de las formalidades obligadas. En todo caso, la gran herencia de esta seudo postmodernidad en que nos encontramos es el culto a la eficiencia de una soledad que sólo vive para sí misma. Incluso si se logra construir una vida de soledades compartidas en donde se añora el logro de algún proyecto en común, más allá de los formalismos de la pareja que se acompañan del culto social del llegar a ser.Y en el esfuerzo por sobrevivir a estos tiempos de locura en donde las rutinas de vida se desgajan en horarios imposibles de cumplir sin aprender a enfermarse de alguna manera.

Les decía, conversando con un taxista, desahogaba este hartazgo de la soltería, las malas experiencias con los caballeros y las enseñanzas de la psique masculina. Me quejaba de cómo los hombres censuran mi modo de hablar, mi voz en alto, la intensidad de mi emotividad, la franqueza de mi anhelo, mi convicción de fidelidad y mi apego al amor cuando brota honesto del corazón. Y cómo esta censura me llena de descontento y  frustración. Que no entiendo porqué una mujer debe fingir no comprender las cosas hasta que su pareja las llega a comprender, como si siempre les tuviéramos que ocultar algo para poder convivir con ellos. Porqué debemos permanecer calladas hasta que ellos estén listos para escuchar lo que tenemos que decir. Porqué debemos siempre esperar. Porqué debemos festejar sólo lo que ellos ofrecen y nunca pensar en aquello que nosotras necesitamos. En fin, trataba de entender en voz alta porqué es tan difícil amar sin violentar. Cómo veía mis sueños esfumarse. Cómo descubro que no tendré un compañero, que no sé si seré madre y qué difícil es ser deseada y nunca amada. (Recapitulando un poco, editando y editorializando...)

El señor, entre reflexión y reflexión, planteó algunas interrogantes (quizá eso lo hizo sentirse en confianza). Dijo: "¿No será que es usted muy posesiva?" Y yo pensé [mmmmm la verdad no, es decir, hubo un tiempo en que sí... sentía muchas dificultades para separarme de la persona amada, para darnos nuestros espacios sin sentirme abandonada, para vivirlo en la distancia sin perder la certeza de su amor, así como, para recuperar su presencia sin el peso de la tristeza de las horas de ausencia una vez que volvíamos  a encontrarnos... sí era un reto poder navegar este tiempo de incertidumbre en donde, sin importar cuánto ames ni cuánto te amen, tu vida sigue en paralelo y cada uno sigue siendo uno mismo en otras dimensiones de la subjetividad que no sólo se sujetan a la vida amorosa, sí era un reto, también, comunicar la amistad de esta distancia y convivir sin la presión del futuro para disfrutar el presente sin limitar el fluir de las sonrisas, sin enojos, sin reproches, sí fue una gran dificultad aprender a amar... lo confieso (y en definitiva es un aprendizaje que no cesa). En gran medida, mi historia de vida no me había permitido confiar en el amor, conservar la certeza del corazón, conocer a alguien que no tenga que marcharse y que al volver siempre se extravíe en el camino. Sin embargo, la vida me regaló el más bello amor, con el cual pude aprender todo esto e ir mucho más allá de mí misma. Ahora sé que él me ama.] y sólo le contesté: "Ese no es más mi problema... hoy la verdad es que quiero amar a un hombre feliz." 

Siempre he pensado en todo lo que no quiero para mi vida amorosa, no por ello he logrado evadirlo, y he dejado como una página en blanco la lista de peticiones de lo que sí quiero que sea mi compañero de mi vida, esto, con el convencimiento de que uno no ama a una persona por sus cualidades ni por sus atributos, uno ama a una persona simplemente sin razón. Sin embargo, descubro que sí hay algo que había perdido de vista todos estos años. Y es que estas personas que llegamos a amar no siempre nos gustan en todos los sentidos. Y es aquí que podemos hacer una verdadera valoración de lo que buscamos en alguien que amamos, cosas como comprensión, solidaridad, cariño, empatía, seguridad, en fin... y señas de la personalidad que nos sean más atractivas, desde el modo de vestir, hasta su gusto por la comida, pasando por su ideología y valores éticos. Yo sigo suspendiendo el juicio ante estos preliminares, aún cuando definitivamente soy una mujer de gustos definidos y de una u otra manera me siento cómoda con personas a las que soy afín en alguna de estas dimensiones, pero en lo que no volvería a transigir es en esta condición de vida: el ser feliz. Definitivamente yo quiero, necesito y merezco un hombre feliz, en paz consigo mismo, capaz de disfrutar todos los regalos de la vida así como capaz de sonreír con ternura aún en medio de las más feroces tormentas. Y creo que lo acabo de descubrir.

El contestó "Y usted ¿es feliz?" A lo que repliqué sin dudarlo "Sí ... vaya, no siempre estoy feliz, pero sí soy feliz... realmente sí lo soy. Y a lo que me refiero es a hacer pareja con alguien que pueda disfrutar cualquier circunstancia de la vida, incluso las mayores adversidades, sin perder la alegría por la vida, aun estando triste" [entre mí pensaba: un hombre feliz no puede ser un hombre malo]. 

"Ah! entonces usted quiere alguien que sea feliz de estar con usted" ... a lo que insistí "No, alguien que sea feliz de estar consigo mismo y sí... que quiera compartir su alegría conmigo, que me invite a ser feliz juntos, pero con convicción; más bien me refiero a que sea una persona feliz".

El ya no tan amable caballero taxista, replicó "eso dicen todas las mujeres pero cuando las tratan bien tampoco están contentas" Y yo traté de explicarle que en realidad no se trata de cómo nos traten (y perdón por esta horrenda cacofonía). Es decir, si amamos a alguien, si alguien nos gusta, claro que queremos sentirnos complacidas y valoramos que se comporten con nosotras de una u otra manera, aún cuando no lo expresemos; sobretodo, disfrutamos cada uno de estos detalles como si se tratase de territorios de ensueño. Pero no bastan estos comportamientos para enamorarnos o para sentirnos atraídas hacia un hombre. Es decir, el amor no se inventa, si bien se debe construir poco a poco. Yo no puedo obligarme a amar a alguien sólo porque es una buena persona, pero si amo a alguien sí es preciso esforzarme para que este amor florezca. Y mencioné que hay un falso aprendizaje en esta idea de que las mujeres podemos ser compradas, debemos ser compradas, debemos saber vendernos. Nos enseñan a hombres y mujeres a pensar que esta relación de vida es una especie de trueque. Y yo no estoy de acuerdo con esto. (Insisto: recapitulando un poco, editando y editorializando...)


Toda esta idea de la conquista a través de dádivas y de criterios de selección a través de satisfactores nos aleja mucho de la posibilidad de comprender quiénes somos y a quién amamos. Nos priva de vivir amores que nos trasciendan, nos limita a un contrato en donde cada quien cumple ciertos requisitos para satisfacer necesidades y sueños que no necesariamente se comparten cómplices. Esta vida de adecuación en donde no exploramos nuestros verdaderos sentimientos ni desciframos nuestro ser interior, es una vida de objetos. Una vida de formas que no siempre contienen aquello que nombran aún cuando se pueda retratar perfecta hacia el exterior.


[Volviendo al relato] Aparentemente, al cabo de la conversación, encontramos algunas coincidencias en aquello de que es un valor per se amar a una persona por lo que es y no por lo que tiene.


Una vez concluido el trayecto, el ávido y atento interlocutor puso a cuestión una última pregunta "¿Quieres salir conmigo? es decir, disculpa que te lo proponga, pero quisiera invitarte a salir y que me dieras la oportunidad de conocernos mejor." Y sin pensarlo dos veces, en pausa y algo perturbada, respondí "No, muchas gracias, no estoy interesada." .... Y entonces... el ideal machista alzo la voz "Ya ves, no es cierto que quieres estar con alguien ¿por qué no aceptas?" Yo, dándole vueltas al hecho de tener que decirle 'porque no quiero, porque usted no me gusta en lo absoluto' insistí nuevamente "De verdad no, yo en este momento no tengo ningún interés en buscar pareja, estoy realmente enfocada a superar todas estas experiencias, muchas gracias, no estoy interesada" -para estas alturas ya estaba incómoda y muy molesta. Sin embargo (aún hay más) él insistió, un poco altisonante: "pues claro que necesitará mucho que superar y le tomará mucho tiempo". Fingí no escuchar, sonreí con labios apretados que es mi manera de decir "francamente, no puedo permanecer un minuto más en esta conversación y espero no tener que volverlo a ver en mi vida"... Salí veloz del automóvil y sólo me dije: una razón más para partir a nuevas tierras.


¿Qué me molestó? ¿que me invitara a salir? ... No... Me molestó que viera la oportunidad ante una conversación que, claramente no iba hacia ese rumbo, aunque sí visitó ámbitos íntimos de mi psique emocional. Y que sintiera que estaba entre frágil y urgida... o con alguna necesidad de ser rescatada... O que yo debía responder a su necesidad de sentirse  atraído o interesado sin contexto alguno. No sé. Más bien, me tomó por sorpresa, me pareció de mal gusto, me puso en una situación incómoda porque no me atrevía a decirle tajantemente no; y sí me indigna esa confrontación de clase en donde hay un chantaje de por medio... "usted dice que no le importan las cosas materiales, salga conmigo" siempre hay cierta coacción en estos incómodos terrenos de las diferencias socioculturales y socioeconómicas. 

Pero más allá de este vaivén de impresiones, pues fue sólo una invitación y más nada, está la confrontación, el reproche y el desdén ante mi negativa. Eso sí me hiere, es agotador que los hombres se nieguen a escuchar un no por respuesta. Y que te interpelen como si tuvieras la obligación de acceder a su invitación sin importar que no te sientes atraída ni interesada. Y que luego te sentencien por no haber correspondido su interés. Me indigna tener que defenderme. Valga la redundancia: tener que "indignarme". Tener que aprender a decir no casi disculpándome para no violentar al "cortejante". No es justo. Aprendamos a ser mujeres y hombres de otra manera, dialoguemos con nuestro deseo más realistamente.

Moraleja: el taxi no es una extensión del diván psicoanalítico ni una versión hablada de mi diario personal. 


Me hago cargo de mi imprudencia y también de mi mal gusto al involucrar en este tipo de conversaciones a personas desconocidas. Lo cual es un mal hábito que cultiva la soledad, pero que debo canalizar de otra manera. Y creo que ésta es la doble moraleja del día de hoy: si no quieres que tus amistades te traicionen, no hables con ellas de cosas que no pueden comprender ni les brindes información de la cual no sabrán hacerse responsables, información y confidencias que sólo te corresponden y pertenecen a ti. Vivencias que son tu responsabilidad y que sólo corresponden a quien las comparte contigo. 


En este caso yo debo aprender a hablar con la persona que quiero sin intermediarios y aprender a elegir las palabras precisas para conservar lo que me importa decir sin socavar nuestra confianza en vacua palabrería, tanto como saber escuchar. Esto no garantiza que esta persona tenga los mismos criterios que yo para comprender lo que le expreso, pero sí me garantiza que no fue la interferencia de nadie más lo que hizo que nos perdiéramos el respeto y dejáramos de escucharnos desde el corazón.

Finalmente, la vida es un proceso entre la realidad y los sueños, todos tenemos derecho a expresar nuestros sueños siempre y cuando estemos dispuestos a escuchar la realidad. Por eso, aprender a escuchar es también conocernos a nosotros mismos y ser capaces de reinventarnos cada día, conforme nos volvemos reales.


Y tú ... ¿eres una tortuga feliz?   





... linda tarde amigas y amigos



domingo, 23 de septiembre de 2012

la tristeza

Hay días en que el corazón se aquieta para dejar que el viento se lleve todo lo que le causa dolor. Es por eso que muchas veces no serenamos el corazón ... para no sentir la tristeza que nos acompaña. 


Cuenta el mar que un día la sirena de los aretes de perla perdió una hermosa turquesa. Desde entonces, ella sólo mira el ir y venir de la luna entre las estrellas preguntándose cuándo volverá a ver el sol al despertar. En silencio sabe que su estrella de mar retornará pero no adivina qué flores le traerá. En su turquesa esconde el secreto de su corazón, su estrella de mar es una promesa de amor y las flores son para adornar sus bodas en el altar. 

¿Será entonces que despertará?



Cuenta el mar que cuando la luna se va se aquieta el alma para volver a empezar. La sirena se aquieta sin saber si llegará a ser princesa. Y piensa: "gracias a Dios aún me queda el mar". Pero ¿por qué una sirena quiere ser princesa? - le pregunta al oído su caracol. Y ella susurra... "todas la sirenas somos princesas... solo necesitamos un caballero feliz para despertar".

Y así el mar guarda la magia de las sirenas mientras ellas en sus sueños guardan la esperanza del verdadero amor....




Y tú ... ¿sientes la serenidad del mar?



lindo amanecer... serenas tortugas


viernes, 14 de septiembre de 2012

libertad

Sin embargo... qué es entonces la libertad: si no nos conformamos con la falsa apariencia moderna de su afirmación sin límites.


Ya he dicho que es tiempo y distancia... la libertad es el instante que nos separa del presente al pensar y nos permite elegir hacer y valorar hacer lo que es correcto. Es el sino de nuestra condición humana que nos pone en todos los aprietos. Si no pudiéramos distanciarnos de nuestra inmediatez, simplemente no tendríamos conciencia de nuestros actos y tampoco conciencia de la decisión que implica cada día el despertar a la vida que somos y a la persona que elegimos ser. 



No todas las decisiones son igualmente conscientes, no todas las disyuntivas trascienden en relevancia ni todos los caminos que construimos son el resultado de la voluntad de nuestra libertad. Si bien siempre que hay pausa hay libertad, no siempre que hay libertad hay voluntad. La voluntad encierra la verdad de nuestras decisiones y no todas nuestras decisiones se atreven a la verdad.


La voluntad libre es la sutileza de nuestra bondad y el verdadero rostro de aquella primera libertad que se afirma sin límites y que encuentra contención en el límite de su voluntad, una vez que ésta escucha la realidad como verdad y no como capricho. Entendiendo, incluso los dogmas como caprichos.

Sin tanto enredo: la voluntad es libre cuando escucha la verdad, la libertad es plena cuando comprende esta voluntad y la verdad es el lenguaje de la realidad asequible a nuestra conciencia. 

La verdad nos habla de todo aquello de la realidad que no somos capaces de comprender más allá de nuestro lenguaje; aun cuando tengamos la experiencia de la certeza de lo que las cosas son sin necesidad de pensar en ello, a través de la vivencia de la inmediatez y de las voces que nos acompañan cuando soñamos.

La única forma de asumir la plenitud de nuestra obligada libertad es conciliar su capacidad de actuar con una voluntad capaz de escuchar la verdad. De otro modo nos volvemos serviles esclavos de nuestra propia demencia y esto es lo que yo llamo estupidez...

Que la verdad no fuera aquella que la modernidad combatió al destronar al Dios de la religión, que la verdad no sea aquella esta misma modernidad prometió... no significa que no exista la verdad. Significa, solamente, que hemos fallado en nuestro intento por hacernos de ella.


Y tú ... ¿escuchas la verdad de tu voluntad?



Felices fiestas, mexicanas y guatemaltecas tortugas.
Felices sueños para las tiernas tortugas.





miércoles, 12 de septiembre de 2012

verdad y enamoramiento...

El amor es la certeza innegable de los designios del carácter. Sin embargo, le gusta esconderse, darse a desear, esperar. Se nutre de a poco, crece con pausa e imperceptible. Teme de sí mismo. Duda... siempre duda. El amor es la belleza de la vida. La belleza que se oculta y nos maravilla de cuando en cuando al prestarnos un poco de su luz.

No hay muchas otras razones bellas para acompañar el latido de la vida, el amor es él mismo la vida bella que construimos más allá de todo lo aparente, el aliento de crecer más allá de toda vanidad y la entrega al sentir más allá de toda palabra.



Y tú ... ¿descubres los destellos del amor?



Buen día, hermosas tortugas.

martes, 11 de septiembre de 2012

distancia e ilusión...

Las ilusiones, la igual que las pasiones, son posibles gracias a la distancia. La pasión se enciende ante la distancia del objeto de nuestro deseo tanto como ante la distancia de la satisfacción de nuestra voluntad. Las ilusiones, en cambio, son pasiones que se despiertan ante la distancia del futuro. Por eso, suelen superar por mucho la realidad... y llevarnos a la neurótica frustración de nunca satisfacer, en el presente, aquellas bellas ilusiones que nuestra mente teje con la arrogancia de su locura e hybris... diría Heráclito: el sabio.

La modernidad condenó el amor al peor de sus romanticismos... al apasionamiento de la novela que se desborda en la intensidad del amor nunca realizado, del amor que nace de la ilusión sin carne y que encarna la perfección de la entrega, precisamente ahí en donde no se entrega nada... El ideal trágico de una cultura delirante que no sabe amar... porque prefiere sufrir la ausencia de lo posible y regodearse en el vacío de una individualidad rota. 

La modernidad nos hereda el peor de los demonios: la falsa verdad de la subjetividad libre. El ímpetu de la razón que alimenta una identidad fracturada y que se afirma en  la ilusión de la libertad. Ilusión que convierte a la libertad en la peor de sus esclavitudes: la vana ilusión que habita al ser humano moderno desde que se erigió como el centro de toda realidad... una vez que pretende imponer la idea a la realidad... sin darse cuenta que éste es el síntoma de toda locura. 

Hoy el ser humano es esclavo de los caprichos de su estupidez, los cuales se erigen como el estandarte de su autenticidad. El esfuerzo ético de vida se sigue desdeñando por un poco de vanidad y poder. Y cuando se trata de atender nuestros temores siguen los demonios engañándonos con la autocomplacencia de justificar, aún, la violencia, la infelicidad y la barbarie...




Y tú... ¿conoces las esclavitudes de tu libertad?





Hasta mañana, felices tortugas.






lunes, 10 de septiembre de 2012

la fe y el futuro...

el futuro de la fe... o la fe en el futuro.


¿Qué pasa cuando dejas de ver tu futuro?


El futuro es un espejo de nuestra imaginación en donde, con lo que sabemos del presente y añoramos del pasado, idealizamos lo que ocurre en un tiempo inexistente. Esta imagen es la que nos permite construir, planear, coordinar, comunicar, diseñar, organizar, calcular, suponer, pronosticar... y sentirnos vinculados con el porvenir... aún cuando no podamos predecir en realidad lo que va a ocurrir mañana. Sin embargo, confiamos en la certeza del presente y construimos nuestra vida.

Sea con convicción o por un acto de fe, forjamos el presente de futuro: cada vez que lo que hacemos hoy se constituye de sentido cuando anticipamos el mañana. Por ejemplo, organizar una reunión en casa para dentro de una semana y ocupar los días previos en los preparativos. Conforme crecemos, consolidamos herramientas para satisfacer el presente y concretar el futuro, con más o menos realización. E incluso nos ocupamos más de satisfacer el futuro sin llegar a concretar el presente...

Llamamos pragmáticos a quienes sacan todo el provecho de esta ecuación, sin detenerse con miramientos hacia otros tiempos posibles, realistas a quienes sin aspirar al mañana posible se orientan hacia el presente conocido como el único referente de todo lo existente, e idealistas a quienes sin calcular el provecho futuro y sin conciencia absoluta de lo presente... son capaces de diseñar el presente con base en otros mundos posibles y en la promesa de un futuro.

En cualquier caso... cuando se trata de relacionar nuestro presente con el futuro siempre se trata de un acto de fe, sin el cual... reconocemos el tedio y el sin sentido de la vida y morimos ante nuestro presente a causa de la imposibilidad del futuro.

La fe, aunque ciega, siempre se sostiene en algo más, se retroalimenta a sí misma, crece conforme descubre la magia de su poder y fluye sin prisa ante lo desconocido. Se sostiene en estos planes y proyectos como una ruta crítica que se autodesvela ante sí. Anida en el más mínimo resquicio de futuro que podamos verbalizar o significar, aún cuando sea incomprensible, aún cuando no necesite autocomprenderse... pues precisamente de eso se trata la fe: de aceptar que más allá de lo que logramos comprender, el futuro se cumple.

Imagino entonces... una posibilidad ante los espacios de angustia y frustración que alguna vez han turbado nuestras vidas. Y se me ocurre que quizá no siempre que se ausenta nuestra fe hemos perdido nuestro futuro... quizá lo que ocurre es que éste se logra trastocar tanto más allá de lo que somos capaces de imaginar que indescifrable es para nuestra mente en el presente siquiera imaginar todo aquello que nos espera... como si perdiéramos todas las coordenadas de la existencia conocida, una vez reemplazadas por otras nuevas (casi revolucionadamente... o he de decir: revolucionariamente...) dejándonos huérfanos de nosotros mismos, precisamente, porque nos hemos hecho futuro.


Y tú... ¿puedes verte en el futuro?


Feliz semana: amigas tortugas.





jueves, 6 de septiembre de 2012

la belleza

Les recomiendo tortugas escuchar a Luis Eduardo Aute, en especial la canción "la belleza". Esta mañana me desperté con su melodía en mi cabeza, hace mucho no la escuchaba... me inspira mucho la primera frase... "enemigo de la guerra y su reverso la medalla"... y la última estrofa... "reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo, ese viaje hacia la nada que consiste en la certeza de encontrar en tu mirada... la belleza..."

La poesía acaricia sin música y la música abraza cuando con ella se canta poesía... son los momentos en que sin importar nada recuperamos nuestra luz e iluminamos nuestra calma.

Los cambios son difíciles, las decisiones también, pero llega un momento en que nada nos oprime, nada nos detiene y en que aquello que nos ata se libera hasta vislumbrar las piezas del camino que te faltaba comprender para trazar tu propia ruta. 

A veces, tomar una decisión duele mucho, pero no significa que sea una mala elección. Significa tan solo... que no todo lo que duele hace daño y que no todo lo que hace daño duele. El dolor simplemente es la forma en que nuestro cuerpo ajusta su temperatura para adaptarse a una situación que lo conmueve al grado de hacerlo cambiar de posición. Es decir, responde a una ruptura en el equilibrio homeostático de nuestro cuerpo que, a través de la descarga del dolor, se expresa en el llanto y transita hacia un nuevo equilibrio. Por esto, llorar siempre sana. Y es esta ruptura la que nos invade de temor cuando necesitamos cambiar o cuando queremos aprender a vivir de otra de manera. Pero en ella, y en el dolor que la acompaña, habita una puerta hacia nuevas y plenas alegrías... habita una puerta hacia la esencia de nuestro verdadero ser.


Y tú... ¿intentas ser tu mismo?




Hasta mañana tortugas.




miércoles, 5 de septiembre de 2012

el mundo es un Titanic...

... a punto de colapsar.

Queridas tortugas...

Últimamente, parece como si se cerrasen los caminos de nuestra humanidad. La guerra institucionalizada. Los partidismos radicales. La violencia normalizada. La sobrepoblación, la falta de empleo, la explotación laboral. El estado de "indefensión" de las y los niños. La sangre que corre como lluvia ante nuestros ojos con el designo de que, o cómplices o víctimas, también sufriremos la acción de la barbarie en nuestras vidas. El negocio de las armas. Los intereses de quienes sanguinariamente acumulan el poder a expensas del resto de los seres humanos. Las justificaciones conservadoras frente a lo que se debe tolerar como estado de naturaleza. Los incentivos para afirmar una sobrevivencia de competencia que necesita destruir para preservar y a la que ya no le importa crear. Sin rumbo, nos traga una ola de desamparo. Sin piedad, se avecina una infinita orfandad, en donde no conoceremos la paz.

¿Hay solución? ¿tenemos alguna alternativa? 

Me gusta pensar que así es... pero pierdo la fe. La inercia de la injusticia y la expansión de la violencia son tan poderosas que no termino de comprender cómo aprenderemos a vivir de otra manera. La corrupción vence todas la batallas. La mentira. Las sectas fundamentalistas y radicales son la certeza y la complacencia de quienes no saben que pueden ser libres y felices sin necesidad de odiar ni matar. La pertenencia de la diferencia y la exclusión de quienes necesitan sentirse por encima de los otros. El adoctrinamiento para matar. El vacío cobarde que necesita de la perversión para encontrarle algún sentido a la vida porque desconoce que la vida es ella misma su sentido. El odio intelectual y lleno de prejuicios que se regodea sin dar nada de sí. E incluso la ciega estupidez. Son quienes están triunfando. El hambre ciega. Y hoy el mundo tiene hambre de cultura, de amor, de vida. 

Empiezo a convencerme de que la maldad existe y a reconocer en todo atisbo de bondad sólo la ingenua ignorancia que confía, sin anticipar que sólo el hecho de confiar te convierte en terreno fértil para el abuso y la arbitrariedad.  


Y tú... ¿en qué mundo quieres vivir?



Un abrazo triste tortugas.