sábado, 14 de diciembre de 2019

vísperas...

... de amor.




Esta época del año es un momento para festejar nuestra capacidad de dar y amar. Llega el fin de año y de manera acelerada nuestras emociones se expanden entre las vivencias que concluyen y la esperanza de los nuevos comienzos.

Las prisas, la calma del abrazo, el brindis, la música, el baile, la luna... las ganas de hacer más de lo que logramos alcanzar. El imperativo de decir a quienes amamos lo importante que son para nosotros. La suma de los preparativos. El descanso. El agotamiento lleno de anticipación.

Quizás la nostalgia... o cierto nerviosismo por los días por venir. Por alguna razón, son días de sentir: de conmovernos. Y al mirar atrás... sólo recordar. Umbrales que se cruzan como si hubiese fronteras que no volveremos a encontrar. Lugares perdidos. Mirarnos a través del espejo de los años y reconocernos ajenos. Sabernos los mismos. 

Lo que ocurre con los días previos es que encierran cierta magia. Una magia que se asemeja a la dulzura del beso soñado. Junto con la sorpresa de un nuevo amor. Los días previos son pequeños escalones llenos de emoción. Son momentos en que latimos en vibraciones tan cercanas entre nosotros que nos convertimos en una melodía. 

Se siembra en nuestros corazones una pequeña semilla. Y revive la flor de todo lo que hemos sembrado en nosotros. Llega el perdón. 


Y tú... ¿a quién extrañas para amar?


¡Feliz luna llena...
llena de magia de tortuga!








viernes, 6 de diciembre de 2019

la muerte...

... nos define.




Las pérdidas... junto al aliento que se nos escapa cada día... La certeza de nuestra finitud. Y la tristeza que nos arropa ante la impotencia de lo inevitable. La huella indeleble de lo real.

Parte de vivir es aprender a guardar en nuestro corazón la presencia de quienes mueren: sin dolernos por ello...

Los duelos son una travesía que nos desintegra y recompone enseñándonos a redefinirnos a nosotros mismos. El agotamiento, la nostalgia y la melancolía son la brújula que los guía hasta llegar a un lugar en que nos volvemos a sentir seguros y felices. 

Y la pregunta por el sentido de la vida aparece ante nosotros, una vez más, junto con la incomprensión y el misterio acerca de los azares e infortunios. Abrazamos la resignación. Dotamos de razones tales interrogantes. El llanto fluye. La desazón nos ronda. Llega el suspiro. Y de manera contemplativa reconciliamos el hecho de seguir construyendo una vida plena.


Y tú... ¿cómo defines la muerte?

!Feliz fin de semana
mágicas tortugas!


jueves, 28 de noviembre de 2019

esperanza...

... de ser.



Con calma y serenidad podemos ver llegar las nuevas etapas de nuestra vida. Como una melodía concatenada. Con pausas prolongadas. Con ritmos armónicos y en contratiempo. A veces en silencio... otras veces: estruendosamente. Sin embargo... hay una sintonía que trasciende tales accidentes y da sentido unificado a nuestra travesía vital.

Hay momentos en los cuales nos encontramos en medio de un desierto, otras veces descubrimos manantiales o nos vemos acurrucados en las raíces de un árbol ancestral. Hay días que sentimos que podemos tocar el cielo con nuestras manos y noches oscuras en que parecemos vivir atrapados en alguna suerte de infierno. 

En cada uno de estos recorridos, la luz de la esperanza nos despierta cada mañana y nos recuerda que ningún esfuerzo es en vano y que al final del sendero siempre llegaremos a tierra firme. De la mano de nuestro corazón y siendo fieles a nuestras más íntimas convicciones. 


Y tú... ¿descubres la música que te anima?



¡Feliz jueves!
Gracias por llenar mi vida...
con su magia de tortuga.




martes, 19 de noviembre de 2019

los secretos...

... del dolor.



Tememos reconocer nuestras tristezas y resistimos la sola idea de sentir alguna forma de dolor. De todos modos, tales esfuerzos suelen ser en vano. Tales experiencias son parte de la vida, son espacios para sanar y crecer.

Eso no quiere decir que la vida sea alguna condena o que el sufrimiento sea algo que debamos cultivar. Simplemente, significa que como seres humanos estamos hechos de tal manera que contamos con mecanismos para sobrevivir y uno de ellos es el dolor.

Cuando algo nos duele, el cuerpo nos previene para atender algo que necesita cuidado, sanación, descanso, prevención... etc. Es una forma en que el cuerpo expulsa de sí algo que le hace daño. Es la manera en que sobrelleva una molestia y se prepara para sobreponerse a dolencias más graves. Es una forma de distanciarnos de nuestro propio cuerpo para atenderlo y procurarlo.

Y no sólo duele el cuerpo. Existen también los dolores del alma. O del corazón... si se quiere. Aquellos que habitan nuestra psique. Estos dolores, las más de las veces, también se expresan en el cuerpo como una forma de mitigar alguna forma de sufrimiento emocional. Para librarse del encierro de las tristezas contenidas. Es por eso que debemos prestar atención y escucha a nosotros mismos... a nuestro cuerpo... para dejar fluir el llanto sin temor a sentir dolor. Para darle paz a nuestro interior.

¿Qué es lo más grave que puede pasar por reconocer que estamos tristes? Por reconocer que sentimos, a veces, dolor. Por sentir. Y que el único consuelo es la catarsis y dejar ir nuestra resistencia. 

Dejar fluir nuestras emociones por mucho que nos duela reconocerlas es la única manera de sanar. Establecer, así, una conexión con nuestra vulnerabilidad de tal suerte que la fragilidad se vuelva fortaleza.

Ese es el secreto que guarda dentro de sí todo dolor del corazón: la libertad... ¿Que no es fácil?... nadie dijo que lo es. ¿Que es inevitable?... dada nuestra constitución natural y fisiológica: sí. Y con el tiempo, los dolores se vuelven menos y nuestra capacidad para afrontarlos mayor. Lo que ayer era imposible... se convierte en algo sencillo. Lo que hoy nos parece inalcanzable es muy probable que podamos contenerlo en nuestras manos sin esfuerzo: mañana. 

Es por esto que debemos ser muy precavidos y no dejarnos engañar por los medios de evasión que adormecen nuestro sentir emocional para evitar el dolor del alma. Prestar atención a no disociarnos para olvidarnos de una parte de nosotros y así tampoco sentir. Tener cuidado de no alejarnos de las personas para encerrarnos y pretender que estamos bien; o que podemos ser inmunes no sólo a nuestro dolor  (y nuestros sentimientos) sino al dolor (y sentimientos) de quienes amamos. 

Afrontar la vida en su completud es reconocer que adolecemos y sentimos. Y que el cuidado de vida es también el cuidado que prestamos a nuestras tristezas y el modo en que aprendemos a abrazarlas para reconciliarnos con ellas. Sin temor a sentir.


Y tú... ¿afrontas tus sentimientos?



¡Feliz martes!
Fuerte abrazo...
lleno de magia de tortuga.





sábado, 9 de noviembre de 2019

breves...

... espacios.




A medida que se acorta la distancia entre una actividad y otra descubrimos el continuo transcurrir de ciclos que se cierran uno a uno. Y sin interrupciones la vida transcurre cada día con menos esfuerzo. De esta manera podemos saber que vivimos en unidad con nosotros mismos. Lo cual es el síntoma certero de nuestro bienestar.

Muchas veces vivimos disociados de nosotros mismos. Como una forma de evadirnos de aquello que nos inquieta. Como una forma de sanar dolores acumulados. Como la estrategia para sobrevivir a nuestros traumas. El dolor es un mecanismo que por definición nos divide en dos... Y cuando hemos estado expuestos a situaciones de desamparo algo dentro nuestro se rompe. A veces imperceptiblemente... otras veces ocasionando estragos en nuestra capacidad de ser y sentir: en nuestra capacidad de pensar con claridad.

Recoger los pedazos de nosotros mismos para rearmar nuestro aparato psíquico y volver a unir lo que no debió estar separado es el mejor ejercicio que podemos darnos a nosotros mismos para ser felices. Volviéndonos la misma persona que somos. Enteros. Colocando cada pieza en su lugar y reconciliando cada evento de nuestra vida. Dando a cada sentimiento el lugar que le corresponde. Dialogando con nuestra razón en armonía. Amigándonos con nosotros mismos.


Y tú... ¿vives en continua unidad?


Feliz sábado...
de sol.
Abrazo lleno
... de magia de tortuga.


miércoles, 6 de noviembre de 2019

complejidad...

... artística.




Hay días en que descubrimos que tenemos mucho más en común con quienes nos acompañan de lo que habíamos descubierto. Sin importar cuánto llegamos a conocer a una persona, siempre hay ocasión para la sorpresa y el encuentro. Estas son las verdaderas amistades. Las que sobreviven el paso del tiempo y el cambio de las estaciones: manteniéndose intactas. Acrecentándose. Son las personas que hacen la diferencia en nuestras vidas. Quienes siempre están presentes. En cada día feliz y en cada batalla... sin pensarlo dos veces, sin juzgarnos. Son quienes nos permiten regresar a nosotros mismos justo cuando todo parece oscuro. Quienes nos recuerdan de qué estamos hechos y hacia dónde vamos. Quienes nos valoran en verdad. Y sujetan nuestra mano para ayudarnos a sostener nuestro corazón.

A lo largo de los últimos meses he recibido la bendición de tener a mi lado a muchas de estas personas. A lo largo de mi vida, en realidad. Me siento profundamente agradecida y afortunada. La soledad a veces nos encierra y nos hace olvidar a quienes han nutrido los momentos en solitario de luz. Y cuando miramos atrás, una vez que ha pasado la tormenta y la paz se reconstituye poco a poco, lo único que queda es la presencia de estos seres mágicos que, por alguna razón, nos quieren con toda la fuerza de su corazón. Y nos recuerdan que no vale la pena ni siquiera recordar a quienes se han marchado de nuestras vidas o a quienes no quisieron formar parte de ellas. No todo el mundo está hecho para entregar el alma. No todos logran mirar más allá de las cosas pequeñas y trascender el contexto. Muy pocos son capaces de pensar en alguien más que en sí mismo, de sentir con otros, de sólo amar. Y cada quien tiene su propia tarea en esta vida, por lo que lo único que vale la pena es abrazar con fuerza a quienes sí están destinados a ser parte de nosotros y cultivar tales relaciones como el tesoro que son. 

Al ordenar los pasos de nuestra vida... los papeles que hemos guardado para atesorar nuestra memoria y nuestros pensamientos, en mi caso mis letras, vivimos algo similar a mirar un álbum de fotografías. El paso del tiempo deja su huella suspendida en un otro momento y nosotros podemos reconocernos a través de ella. Es así como es posible recapitular la secuencia de nuestras vivencias y emociones. Es como dialogar con ése otro que fuimos: desde el presente, desde la persona en la que nos reconocemos hoy. Puede ser un proceso caótico. Una experiencia para tener calma y ser pacientes. Como abrir un baúl lleno de recuerdos y regalos y no saber por dónde empezar a mirar. Qué va en dónde. Qué es cada cosa. Qué queremos y vale la pena conservar. Son momentos también para compartir y que toman sentido de la mano de quienes son parte de nuestra vida. De otro modo cuál sería el propósito de emprender tal travesía a través nuestro. Estar en contacto con uno mismo es también estar en contacto con el otro. Y eso llena de razones la ardua tarea de recuperar tales pasos y, con arte, aprehender la complejidad.

Últimamente me cuestiono mucho sobre el propósito de mi existencia. Siempre creí que todos nacemos con uno. He construido mi vida con esta certeza y sin temor al rumbo que fue tomando ésta en el camino. Sin pensar mucho en cuál sería entonces mi lugar en el mundo. Un mundo que adolece. Los años pasaron y de pronto me pregunto de qué manera tomará forma todo lo realizado con esfuerzo hasta ahora. Todavía no lo sé. Y supongo que será una de las respuestas que encontraré dentro mi baúl...


Y tú... ¿amas?


GRACIAS...
MÁGICAS TORTUGAS.





lunes, 4 de noviembre de 2019

el vigor...

... de la naturaleza.




Existe una fuerza más poderosa que nosotros mismos que nos empuja hacia adelante. Ciclos constantes de la naturaleza que, con indiferencia, nos mantienen atados a la vida. Y quizá a veces no descubramos el sentido de tales esfuerzos vitales que nos conservan como tales. Incluso en las situaciones más adversas. Incluso hasta contener el último aliento. Esto que llamamos sobrevivencia nos viene heredado genéticamente. Y no nos deja otro camino que seguir avanzando.

Nuestra tarea es aprender a darnos un propósito junto con el cual caminar hacia nuestro destino. Y tomar, así, el destino en nuestras manos. Sin temor. Sin tedio. Con vigor. Encontrar la calma y la satisfacción. Mientras transitamos por nuestras etapas.

En momentos críticos es importante tener paciencia y no tratar de hacer más de lo que está a nuestro alcance. Ser honestos con nosotros mismos y encontrar dentro nuestro el mayor bienestar posible. Sin apresurarnos. Dejar que el ritmo de nuestra respiración nos dé la pauta para descubrir aquello que sí podemos llevar a cabo. 


Y tú... ¿cómo alimentas el vigor que te habita?


Feliz noviembre...
y linda semana para
ustedes:
mágicas tortugas.


viernes, 1 de noviembre de 2019

despertar...

... a la vida.



Cada mañana nos regala un motivo para sentirnos plenos. Tras el reposo y el descanso de la noche. El sueño profundo y reparador. Amanece una vez más y un nuevo ciclo se repite. Una oportunidad renovada para ejercer nuestra libertad y diseñar nuestras actividades diarias. Para vivir con reconciliación y, si se quiere, con resignación las circunstancias que nos definen... por este día. Con disfrute.

Pequeños momentos que pasan desapercibidos pero que marcan el ritmo de las horas. El debate interno entre nuestras expectativas y nuestras limitaciones reales. El descubrir lo que de verdad nos apetece y lo que no podemos postergar. El transitar a través del tiempo con conciencia de que estamos vivos. La satisfacción de ser quienes somos. Y la caricia de las almas que nos acompañan.

Así, la rutina se sucede y en nuestras manos está hacer de ella el festejo de un día lleno de vida.


Y tú... ¿despiertas cada mañana?


¡Feliz viernes!
Fuerte abrazo...
lleno de magia de tortuga.



miércoles, 30 de octubre de 2019

convalecencia...

... espiritual.



La recuperación gradual del vigor, la salud y el estado de ánimo tras cualquier enfermedad impone ciertas exigencias al cuerpo y al alma, así como, mucha disciplina. Es un proceso que no se puede acelerar. Es un tiempo que se debe abrazar con calma y paciencia. Sin importar cuánto comprendamos lo que estamos viviendo, cada etapa del proceso tiene su propio ritmo.

Los días se repiten, unos mejores que otros, y en cada uno de ellos hay una breve mejoría y un pequeño reto. Entrelazados. En equilibrio. Descifrar ambos es el ejercicio mismo de la sanación en ciernes. Aceptando lo que todavía no podemos hacer y tomando en nuestras manos lo que sí. Por mínimo que sea. 

La espera toma un nuevo significado. Se vuelve algo más inmediato porque no podemos aspirar a mucho más. Por mucho que queramos actuar o tomar decisiones, no es el momento para precipitarse. Parte de descansar es también dejar descansar los planes y el futuro. Y no sucumbir ante aburrimiento alguno. Finalmente, somos nosotros mismos los que estamos en juego y es una oportunidad para aprender a disfrutarnos sin más.

No son tiempos de correr con prisa. Son tiempos de pasos proporcionados y razonables. De aprender a valorar los detalles de la vida. De encontrar un deleite renovado en la cotidianidad rutinaria. Hacer una rutina propia y cultivar nuevos hábitos. Con buen ánimo. 

Siempre he pensado que el reposo es un extraño modo de ser. En la quietud pueden estar teniendo lugar todo tipo de procesos imperceptibles. Y aunque parezca que nada se mueve: todo está cambiando de forma. Es así como las células se regeneran tras cualquier trauma sufrido. Necesitan tiempo. Largas horas de sueño. Serenidad. 

Es como si se sembraran nuevas semillas dentro nuestro. Semillas que necesitan de todo nuestro cuidado para dar los mejores frutos.


Y tú... ¿eres paciente?


Feliz miércoles
... lleno de magia de tortuga.


viernes, 25 de octubre de 2019

mágica...

... esperanza.




Frente a todo lo que no podemos comprender o no está en nuestras manos resolver es importante mirar hacia nuestro ser íntimo y descubrir dentro nuestro el sentido de ser. No rendirnos.

Recuperar el ritmo de nuestros propios pasos y redescubrir el horizonte de nuestros anhelos. De la mano de quienes nos acompañan. Con amor y con ternura. Sin dudar de todo aquello de lo que somos capaces. Sin escatimar en recibir... sin dudar en dar un pedacito de nosotros en todo lo que hacemos. Aprender a querer y aprender a recibir cariño. Bajar la guardia y abrir nuestro corazón.

Derribar lo muros que nos separan de todo lo que guarda la vida para nuestra felicidad. Confiar. Ser pacientes y generosos con nuestros procesos vitales y con cualquiera de las batallas que cada quien esté librando en su fuero interno. Aceptarnos a nosotros mismos y reconciliar las circunstancias que nos han traído al lugar en el cual nos encontremos. Amar.

Madurar de formas que no habíamos imaginado era posible. Dejar que la vida nos sorprenda a través de las enseñanzas de todos nuestros tropiezos. Hermanarnos con nosotros mismos de tal forma que podamos hermanarnos con los demás con base en sólidos fundamentos. Con base en todo aquello que de verdad importa.

Conservar de nuestra historia de vida sólo aquello que nos enorgullezca. Con el compromiso de honrarnos a nosotros mismos en los pasos por venir. De ofrendar nuestros frutos al bienestar de nuestros seres queridos. De compartir y tender nuestra mano amiga con suavidad y cariño profundo. Recuperar el sentido mismo de la vida.

Abrazar el cambio. Como una forma de aprendizaje hacia los caminos de la plenitud. Como un aliento de tranquilidad. Como una certeza de futuro. Como una renovación vital. Con humildad. Con sencillez. Con fe. Con entrega. Abiertos a recuperar la mágica esperanza que todo lo hace posible.


Y tú... ¿cómo habitas en ti?


Feliz viernes...
mágicas y generosas
tortugas.




martes, 22 de octubre de 2019

los grises...

... y el frío.




Por dónde empezar... ante tanta convulsión y tanta violencia en nuestro continente. Nuestro país... nuestras ciudades. Parece que quienes creemos en la paz: vamos perdiendo la partida. Fuego, armas, golpes. Saqueos, extorsión, bloqueos.  Toque de queda, estado de excepción, represión. El terror se instaura con qué propósito. Qué nos queda. Además de seguir haciendo de nuestro espacio íntimo una forma de estar que nos permita algún consuelo.

El panorama es desconsolador. Casi inexplicable. Vivimos saturados de noticias, de todo tipo de información y de opiniones. Las redes sociales son un desahogo que se decanta entre la altura moral y la expresión visceral. Palabras que se suman sin alcanzar la realidad. Al margen de los acontecimientos. Los cuales son inasequibles pero poderosamente destructivos.

No por ello deberíamos perder la confianza en que hay otras vías y personas trabajando para lograr dar solución a los problemas que ahora nos aquejan. Quienes todavía creemos en el diálogo. En la paz. Por muy cerrados que aparezcan los caminos. Sin embargo, es una época en que nuestra confianza, en que las soluciones sean posibles, está puesta a prueba de cara a las expresiones cruentas que dominan los escenarios globales. 

Creo que es tiempo de dejar de dividir el mundo en dos o más bandos. De no rendirnos ante la creencia (de algunos) de que existe el mal e impone un combate violento. Creencia que puede poner en duda nuestras más férreas creencias: ante la evidencia. Sin embargo, por más incomprensible que sean los horrores que enfrentamos: el odio "justificado" no es la solución. Quizá sólo un milagro logre revertir los caminos de la inseguridad, el oprobio y la violencia. No lo sé. 

Es momento de repensar el orden establecido, replantear nuestras opciones, crear nuevas reglas del juego. La pugna entre ideologías y supuestos distintos esquemas económicos ya fracasó: nos está matando. Es tiempo de hacer un alto. Y pensar en el futuro al cual nos encaminamos. Las cosas no están funcionando y se derrochan esfuerzos (y recursos) en conservar lo que de suyo es carente. Sin percatarnos de la carga de nuestra decadencia evidente. Discursos van y vienen. La avaricia y la adicción al poder someten a sociedades enteras. 

Quisiera tener algo más alentador que compartir. Poder comprender mejor los tiempos que vivimos. Tener la certeza de que todos cabemos en el mundo que hemos construido y de que hay un lugar digno para cada quien. De que somos capaces de convivir con nuestras diferencias sin necesidad de lastimarnos unos a otros. Sin normalizar alguna forma de violencia. Pero hoy tales anhelos son tan ingenuos... Cuando se impone la ley del más fuerte y la muerte se vuelve cotidiana. 

No logro entender porqué los seres humanos siguen eligiendo la guerra como forma de vida. ¿Por qué elegimos vernos reducidos a las formas más precarias y miserables de nuestra humanidad? A veces parece que nos estamos acercando de manera acelerada al final de los tiempos. Y que terminaremos destruyéndonos unos a otros hasta que ya no quede nada.


Y tú... ¿encuentras consuelo?


Fuerte y cálido abrazo...
mágicas y valientes tortugas
...en este día gris.


martes, 15 de octubre de 2019

de colores...

... y sol.



Siempre queda espacio para la paz. En medio de los escenarios más adversos, el ser humano tiene la posibilidad de dar luz ahí en donde priva la oscuridad. Y quizá este sea el más grande de sus talentos. No somos del todo conscientes de nuestras capacidades y dejamos que los acontecimientos nos rebasen sin percatarnos de que las soluciones son generalmente mucho más sencillas de lo que imaginamos.

Ojalá el mundo también pudiese encontrar sus caminos de paz con tal sencillez. Rescatando todo lo valioso que tenemos y todo lo ya construido, haciendo posible que la humanidad hermanada logre una vida digna en medio de todas las diferencias que nos hacen humanos. Aunque parece que en este sentido las soluciones están lejos y todavía nos queda mucho camino por andar.

Me intriga el futuro como quien habita un oráculo sin fin. Cómo será la vida dentro de 20 años. Quiénes estaremos aquí. Cómo viviremos. ¿Quedará esperanza todavía? ¿Conviviremos sin necesidad del conflicto ni de la confrontación? ¡Parece todo tan lejano! Y lo es. Pero si no podemos mirar el futuro tampoco podemos dotar de sentido nuestro presente. Tampoco podemos hacer planes. Planes de los cuales se nutre gran parte de nuestra dirección vital. Las verdaderas distinciones de calidad de vida entre personas nos remiten a la perspectiva temporal accesible a cada ser humano. La incertidumbre acerca el futuro es un indicador de serias carencias. Sumado a las dificultades con acceder al sustento diario. En contraposición, mientras con más holgura se vive el presente con más certeza se ve hacia el mañana. Y quizá gran parte de nuestras violencias se engendran en este espacio de autopercepción acerca del presente y del futuro.


Y tú... ¿alcanzas a vislumbrar el mañana?


Feliz martes...
lleno de sol y magia
de tortuga.
¡Fuerte abrazo!


miércoles, 9 de octubre de 2019

violencia...

... social.


A estas alturas de la historia de la humanidad, parecería arcaico recurrir al uso de la fuerza para expresarnos y para gobernar. Para vivir en comunidad. Pero vivimos tiempos en los que no hemos aprendido a renunciar a la violencia como forma de vida. Desde nuestros ámbitos cotidianos, sociales y familiares hasta los espacios de criminalidad que nos acechan. Y en mayor escala: los conflictos bélicos internacionales. De la mano de la miseria y en el contexto de un mundo que se nos ofrece sin futuro y sin oportunidades.

A nivel global, intereses y ambiciones predominan. Las soluciones son escasas y limitadas. El descontento crece. Las ideologías han sido superadas por la realidad. Y parece absurdo seguir hablando en términos de oposiciones y oficialismos: que se encuentran en una lucha despiadada por el poder y que tampoco están comprometidos con ir más allá para realmente cambiar la lógica que impera en el mundo, sin distinción.

Estamos descarrilados. La apuesta por la fuerza, la violencia y la desestabilización es una jugada perversa de las élites. Que sólo da cuenta de que quienes tienen la posibilidad de tomar decisiones trabajan para sí mismos. Llevando de aquí para allá a la opinión pública sin pudor ético alguno. Práctica que se instaura como la tendencia mundial de la política efectiva.

Estamos también desamparados. Y sí, hay matices y diferencias, pero de grises a grises. No hay realmente un ejemplo que dé cuenta de que otros caminos son posibles. Nos vamos quedando sin alternativas y nos acercamos aceleradamente al sálvese quien pueda... a la sobrevivencia cruenta en la que sólo gana el más fuerte y a cualquier costa. La masa siguen siendo carne de cañón. Y las medidas de resistencia: el sacrificio de unos para la ganancia de otros.

Entre amigos y enemigos se disputan el poder. Dando un limitado margen de acción a los gobiernos. Con poco respeto a los regímenes establecidos. La sombra del terror y la gran preocupación por las consecuencias de unos o de otros. Estados que rompen el pacto constitucional para secuestrar la legalidad por pequeños grupos que se niegan a la alternancia. Odios ancestrales financiados por las empresas que se alimentan de la guerra. 

Y un sistema económico que reproduce la pobreza y cuyas reglas justifican que no alcance para todos... dejando a la suerte el destino de la humanidad. En medio de una sobrepoblación irrevocable. Mecanismos de estandarización y superación social cuya meta es descartar a los menos merecedores de un nivel de vida digno. Discursos cínicos y palabrerías van y vienen dando cuenta de un relato que se acerca más a la psicosis que a la realidad.

Son tiempos de despertar nuestros caminos de paz. De renunciar a los códigos del poder. De abrazar el verdadero sentido de la vida. ¿Cuánto tiempo más tiene que sangrar nuestra humanidad para volvernos humanos?



Y tú... ¿imaginas un mundo sin violencia?


Abrazo fuerte...
lleno de magia de tortuga.




lunes, 7 de octubre de 2019

libertad...

... y sorpresa.


Sentir lo inesperado llegar... abraza el alma. La promesa de un futuro posible. El hallazgo de la cura. La buena fortuna. Un camino que se abre. La nueva calma. El ánimo renovado.

Son pequeños indicios de un proceso que se cumple.

Quizá el tiempo de poder mirar hacia afuera llegue más pronto de lo imaginado: poco a poco y paso a paso. Con la sorpresa de haber avanzado en menos tiempo de lo esperado. Con la libertad de poder realizar nuevas metas. A la espera de descubrir nuevos designios. Sin apresurar el ritmo. Con alegría.

Expectantes y sin expectativas... podemos recibir los más bellos regalos. Manteniendo el rumbo fijo. Abiertos a las cosas buenas que pasan. Valorando con más amplitud los aconteceres que nos acompañan. Con un poco de confianza en los procesos en ciernes. Con esperanza.



Y tú... ¿recibes regalos?



Feliz inicio de semana...
mágicas y hermosas tortugas.



viernes, 4 de octubre de 2019

buenas y malas...

... noticias.


Amanece cada mañana y nos acompañan distintos sentires. Algunas cosas se cumplen, otras cambian y otras más no se logran. Trátese de lo que se trate. Nos impacte de manera más cercana o se trate del estado del clima mundial. Lo mismo con las noticias sobre la política, el rumbo del mundo. Lo que sale bien, los que están contentos. Lo que no sale bien y lo que nos desconcierta acerca de los grandes problemas que enfrentamos como humanidad. 

Esta combinación se entrelaza con nuestro humor y el proceso personal en que nos encontremos. Si nos detenemos un poco: se trata de un fractal luminoso bastante complejo e impresionante. En donde jugamos un papel no poco interesante. Por más pequeño que sea nuestro lugar en el mundo. Abarcamos nuestro todo. De ahí nuestro interés por estar informados, por ser parte de experiencias sociales y comunitarias, por preservar nuestro bienestar, por compartir. Por sanar.

En definitiva, siempre quedan opciones para hacer de nuestro día una grata experiencia. Incluso en medio de las peores circunstancias. Un saludo amigo, una sonrisa. Así como, otras veces a pesar de la alegría algo nos impide vivirla a plenitud. Por muy contradictorio que parezca no lo es. Así de profundo es nuestro ser.



Y tú... ¿puedes convivir con esperanza entre las buenas y las malas noticias? 


Disfruten de este
viernes...
lleno de magia de tortuga.


miércoles, 2 de octubre de 2019

ingenuidad...

... feliz.



El espacio para soñar es también el espacio del ingenuo sentir, los rincones de la utopía, el resquicio de los grandes ideales. Y la ilusión de tales posibilidades abiertas es una cuna para alcanzar la felicidad. O una forma de tantas en que podemos ser felices. Cómo de lo irreal nace algo tan real. ¿Será acaso nuestra forma de ser conscientes?... nuestra capacidad de pensar con anticipación, a contratiempo del acontecer del tiempo de la realidad. 

Descubrir la fuerza de nuestros sueños es también descubrir la debilidad de nuestras realidades. Tratamos de evadirnos de lo incomprensible dándole sentido más allá de lo evidente. Con fe. Nos desbocamos hacia el precipicio cuando aquello en lo que creemos está en juego. Y así aprendemos a distinguir nuestro sueño de la vigilia. A comprender que hay un límite para nuestras esperanzas. Y que ninguna utopía puede superar los signos de los que nos da cuenta el mundo: tal y como lo conocemos.

Descubrir la debilidad de las pretensiones de nuestra ingenuidad es amanecer sin sol. Perder las coordenadas. Resucitar. Con la certeza de que algo nos ha sido arrancado de raíz. La fe. Sin embargo, que nuestras esperanzas tengan límite no significa que son en vano. Dentro de lo posible quedan siempre infinitos espacios para la felicidad y para la realización de nuestros anhelos. Con honestidad y sin menoscabar en darnos a nosotros mismos un sentido para ser.

Encontrar el equilibrio puede ser la forma adecuada de convivir con nosotros mismos y encontrar un lugar mundano para crecer. Qué tanto de nuestros ideales estamos dispuestos a sacrificar. Qué tanto de nosotros mismos estamos dispuestos a dar y cambiar. Qué tanto de la realidad estamos dispuestos a conceder con resignación. Con aceptación. Y comprender el verdadero sentido de todo aquello que está destinado a ser.



Y tú... ¿te entregas feliz a tu ingenuidad?



¡Feliz miércoles!
Fuerte abrazo
lleno de magia de tortuga.


martes, 1 de octubre de 2019

perdón...

... y justicia.


La justicia es ese breve espacio de la percepción de la realidad acerca de la cual podemos tener un mínimo de certeza. Algunos podrían llamarla objetividad. Pero esta última prefiere la comunidad del consenso. La justicia, en cambio, no puede depender del cristal con que miramos ni de ninguna comunidad específica. La relación que debemos establecer con la verdad para impartir justicia es su característica primera. Para ello debemos aprender a mirar lo real más allá del cristal, en tanto nos sea posible como seres humanos de conciencia cuya vivencia está siempre mediada por nuestro pensamiento.

El perdón, por otro lado, es de otro orden. Se remite no a la justicia, la verdad ni la objetividad. Es un acto de voluntad libre, responde a un daño sentido, al fuero interno de la subjetividad. El dolor que lo acompaña es realmente vivido. Y las más de las veces dicho dolor es derivado de alguna injusticia sufrida. Tales realidades son difíciles de olvidar... porque difícil es dejar de sentirse herido. Por más pequeña que sea la ofensa. Cuando se trata de nuestra vulnerabilidad, el temor nos impide dejar atrás aquellas experiencias que nos dan cuenta de nuestra fragilidad. 

Si la justicia y el perdón logran coincidir: todas las heridas se pueden sanar. Esta es una tarea que se realiza por cuenta propia. Por decisión personal. ¿Y por qué estaríamos dispuestos a tales quehaceres personales? Porque la vida lo merece. Tan inmensa son sus dichas que ninguna herida vale lo suficiente para hacernos olvidar sonreír.



Y tú... ¿perdonas con justicia?


¡Feliz octubre mágicas tortugas!


jueves, 26 de septiembre de 2019

aceptación...

... y relajación.



Cuando llega la calma, recordamos el valor de aprender a relajarnos. La tensión acumulada es como un peso que se resiste a avanzar, a crecer... a cambiar. Cuando nos relajamos, el pensamiento se vuelve un aliado para acompañar nuestro tiempo de ideas que nos alegran y nos hacen sentir bien con nosotros mismos. Sin miedo a aceptarnos tal y como somos.

Quizá esto es lo que algunas personas llaman el amor a sí mismo. Una clase de filiación cómplice con uno mismo, en donde todo es perdonado y olvidado. En donde se descubren nuevas formas de generosidad. Nuevas formas de vida. Sin prisa, sin presiones. Sin nada que limite la fuerza del alma. Con suavidad. Días para relajarse y abrazar el trabajo cumplido. Para llevar a cabo las tareas con placer. 

La aceptación es la llave para superar las resistencias. Sin egoísmo y sin vanidad... u orgullo. Con valentía. La verdadera independencia del juicio y del prejuicio. El lugar en donde sanan los dolores y se pone cada cosa en su lugar. La forma en que podemos renovar el curso de los acontecimientos futuros: con verdad y justicia. Sabiendo lo que nos merecemos: con humildad.

Y sí, suena sencillo... o parecerían sólo palabras. Lo difícil es hacerlo real en nuestro proceso vital. Las cargas, los malos recuerdos, los errores, las carencias, las preocupaciones, las inseguridades, las frustraciones, los arrepentimientos, las falsas expectativas, los bloqueos e incluso la mala suerte... nos juegan malas pasadas a lo largo de nuestra vida. Nos estresan. Y nos resistimos a sentir. A mirar dentro nuestro.  Para protegernos y seguir avanzando sin percatarnos del rumbo que llevamos. Pero sólo dentro de nuestro caparazón está la llave mágica que hace de un instante cualquiera una razón para respirar con satisfacción. Con gozo. Con paz.

Sin olvidar que somos nuestro mejor aliado en esta vida. Que necesitamos darnos apoyo a nosotros mismos. Darnos consuelo. Aligerar el paso. Y reír con nosotros mismos. Sonreír sin mayor pretexto. Sin miedo a reconocer quiénes somos en realidad. Sin escatimar en recibirnos con los brazos abiertos: con compasión. Saber que somos una unidad, con luces y oscuridades en nuestra alma, y que somos los dueños de la luz capaz de iluminar incluso ahí en donde habitan las sombras... para liberarlas por completo. 



Y tú... ¿eres tu cómplice?


¡Feliz jueves!
Abrazo con magia...
de aceptación y mucha relajación.
Con magia...
de tortuga.


miércoles, 25 de septiembre de 2019

meses...

... que se cumplen.



El paso del tiempo es impecable. Los eventos que se suceden cumplen sus ciclos: suman días que nos recuerdan su distancia en el pasado y todo lo transcurrido. Pequeños festejos o grandes celebraciones. Así como, la conmemoración de los duelos.

Marcas que dan cuenta del antes o el después en nuestra memoria. El recorrido de nuestros distintos caminos. El crecer y el envejecer. El sentir y estar vivos. La certeza de lo irrepetible. La dicha de ser. La ausencia y la presencia. Los giros del destino. La monotonía. La esperanza.

Sin embargo, a veces, quizá no se trate de llevar la cuenta... sino de sumar hacia adelante como si el pasado desapareciera. De hecho... así es: por mucho que tratemos de atraparlo y preservarlo. Para aprender que no todo merece ser recordado. 



Y tú... ¿recuerdas tus días felices?


Abrazo
lleno de magia
presente
de tortuga...