martes, 1 de octubre de 2019

perdón...

... y justicia.


La justicia es ese breve espacio de la percepción de la realidad acerca de la cual podemos tener un mínimo de certeza. Algunos podrían llamarla objetividad. Pero esta última prefiere la comunidad del consenso. La justicia, en cambio, no puede depender del cristal con que miramos ni de ninguna comunidad específica. La relación que debemos establecer con la verdad para impartir justicia es su característica primera. Para ello debemos aprender a mirar lo real más allá del cristal, en tanto nos sea posible como seres humanos de conciencia cuya vivencia está siempre mediada por nuestro pensamiento.

El perdón, por otro lado, es de otro orden. Se remite no a la justicia, la verdad ni la objetividad. Es un acto de voluntad libre, responde a un daño sentido, al fuero interno de la subjetividad. El dolor que lo acompaña es realmente vivido. Y las más de las veces dicho dolor es derivado de alguna injusticia sufrida. Tales realidades son difíciles de olvidar... porque difícil es dejar de sentirse herido. Por más pequeña que sea la ofensa. Cuando se trata de nuestra vulnerabilidad, el temor nos impide dejar atrás aquellas experiencias que nos dan cuenta de nuestra fragilidad. 

Si la justicia y el perdón logran coincidir: todas las heridas se pueden sanar. Esta es una tarea que se realiza por cuenta propia. Por decisión personal. ¿Y por qué estaríamos dispuestos a tales quehaceres personales? Porque la vida lo merece. Tan inmensa son sus dichas que ninguna herida vale lo suficiente para hacernos olvidar sonreír.



Y tú... ¿perdonas con justicia?


¡Feliz octubre mágicas tortugas!


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