domingo, 13 de noviembre de 2022

el concierto...

 ... de los corazones. 



Gran día nos espera. La marcha por la democracia: está en marcha.

Al unísono nos sumamos con un poco de aliento vital al deseo de preservar espacios conocidos para garantizar un futuro próximo y contiendas electorales pacíficas: certeras.

Vale la pena matizar nuestras posturas. Me sorprende que con cierta furia y radicalismo: se convoca a un acto de paz. Me sorprende más la intolerancia de quienes ofenden a quienes sí abrazamos tal convocatoria. Todos somos iguales y todas las expresiones de la comunidad son igualmente valiosas, coincidamos o no en nuestros puntos de vista. Es agotador ver cuán agotados están quienes se anclan con férreo enojo a sus posturas. ¿No se cansan de vivir enojados? Por no mencionar que el mal genio, a veces, nos impide pensar con claridad, no se diga con un poco de justicia. Recordemos que venimos de una pandemia y quizá tuvimos la oportunidad de suavizarnos y hermanarnos de formas nuevas ante la incertidumbre del acontecer de la vida: pero parece que no, que a medida que regresa la normalidad... regresan también la ira y el enfado. La confrontación incesante que sólo lastima nuestra humanidad. 

La democracia es un diálogo incesante en el cual todos podemos ser sin privarnos de ser nosotros mismos. El sentido de que todos podamos ser parte del poder en tanto somos representados políticamente, implica que (históricamente) dejamos de ser unos más y otros menos, ante la ley. Ante el orden dado por nosotros mismos. Igualmente pueblo, igualmente ciudadanos. Pares sin derecho a oprimirnos unos a otros. Sin embargo, todavía prevalece el encono y la polarización: venga de donde venga. Y tal polarización no guarda proporción alguna frente a estas aspiraciones libertarias de igualdad. Pues en todo radicalismo anida, de suyo, un despotismo.

Lo importante hoy es sumarnos para que el territorio común en el cual nuestra voz común es capaz de unirse conservando nuestra propia voz individual y marchar para que la reforma electoral no siga su curso. Tal vez... el próximo sexenio, habrá menos odio entre la ciudadanía y entonces: las artes políticas puedan convocar a todos por igual a construir un aún mejor marco legal para ejercer nuestros derechos políticos. Sin poner en riesgo las reglas, al árbitro y sin tampoco entrar a una batalla de privilegios entre las distintas fuerzas políticas para posicionarse airosamente ante el descomunal evento electoral que tendremos en puerta de vista al 2024. 

Hablar de salvar a México me parece un exceso. Es no confiar en que todos somos igualmente parte de nuestro país. No confiar en que el diálogo, por áspero que sea: prevalece. Que la política es más profunda y compleja que símbolos y frases hechas. Sería interesante que en la jornada de este domingo fuésemos capaces de sorprendernos a nosotros mismos e innovar en nuestra expresión... porque francamente el formato París del 68: ya chale. La propaganda panfletaria para sentirse más pueblo manifiesto, tampoco es muy alentadora. Parece que el tiempo no pasa. Que no crecemos. Que las demandas no se enriquecen ni que las nuevas exigencias parten de lo ya logrado. Salir a manifestarse se conserva como una expresión barroca del siglo pasado: así de aberrante. ¿Somos los mismos de entonces? ¿México es el Chile de Pinochet? Parece que vivimos en dimensiones paralelas en donde entre demos y cratos (antes de Cristo) y la revolución cubana... nada ha pasado bajo el sol. ¿Por qué nos hemos vuelto incapaces de instaurar nuevos referentes? Nuestro mundo sí ha cambiado... y mucho. Se quiere confrontar el supuesto anacronismo con más anacronismo. Y con temor a definirse en tanto lo que cada quien representa. Tal vez, así se consiguen más adeptos. Pero eso sí... esos otros adeptos son "focas" (expresión despreciable de suyo). Es difícil comprender hacia donde camina la política nacional: tan incapaz de darle un verdadero giro al escenario paradigmático que se trata de defender o combatir. Estamos, como ciudadanos, cortos de alternativas. Por no mencionar a quienes nos invitan a sumarnos a la marcha con regaños y exhortos morales. Parafraseando... "no sean tontos: tienen que marchar!!!! el país se acabó!!! están obligados a hacer lo que nos parece correcto!!!". O agredir a las autoridades en medio de la euforia por manifestar una opinión. Por otra parte "#LaMarchaDeLosPendejos". Y autoridades al tú por tú con la ciudadanía porque les ofende que no todos pensemos igual. Insultos van. Insultos vienen. Y como que nadie sabe qué hacer para que nuestro país sea más feliz. Para que cada uno de nosotros sea más feliz. Los caminos del terror terrorífico ante la implacable realidad no nos llevarán muy lejos. Es con alegría que se lucha por un mejor futuro. Con fe y esperanza es que la comunidad logra su realización. El desencanto sólo divide y nos aísla a unos de otros. ¿Es obligado oponerse a una idea para tener una causa legítima? Porque de ser así, parece que lo único que legitima tal causa es estar en contra de otra idea. Y de ser así: cuál es el valor intrínseco de tal causa.

No sé... como que defender el INE tiene otros matices. Sin color ni ideología específica. Sin contraposición real: en tanto es una causa común en la cual, en último término: lo que defendemos son las reglas que nos hemos dado a nosotros mismos para administrar el poder con justicia social; de la mano de la voluntad de cada uno de nosotros. No se trata de oponerse a un gobierno en específico... se trata de recordar que hemos llegado hasta aquí en nuestros caminos democráticos: gracias a que nos dimos tales reglas. Y esto tendría que ser razón suficiente para unirnos. Sin más.


Y tú... ¿vas a al marcha?



Feliz domingo...
mágicas y democráticas
tortugas.




miércoles, 2 de noviembre de 2022

hablemos...

 ... del planeta.



Cuando pensábamos que el sol giraba a nuestro alrededor, el mundo era no sólo el centro de sí mismo...también era de cierta forma: infinito. La Tierra era plana. Y el futuro se debatía entre la lucha por el poder, la riqueza, la civilización y el dominio por la sobrevivencia: comer y estar a salvo de las inclemencias de la naturaleza. En cambio... hoy todo es distinto. El éxito de nuestro existir... errantes y orbitando alrededor del Sol. El sabernos dependientes en lo absoluto del rigor de Era... un astro circular; y a la deriva de la suerte de Cronos... la pauta a la que todo se ciñe. Un punto minúsculo en medio de un basto universo. Sin adivinar si acaso nuestro destino tiene propósito alguno. Nos arroja a la certeza de que podemos devorar nuestro medio ambiente y quedar atrapados en la sequía; así como la era de hielo nos detuvo para dar origen al sentido profundo de nuestra evolución. Hoy nos congelamos y/o nos calentamos: sin aliento ante todo lo que escapa al futuro. Si bien nunca tuvimos tanto para sobrevivir, nunca fuimos tan conscientes de nuestro frágil destino. Quizás porque tampoco nunca vislumbramos nuestro destino tan a largo plazo y con una conciencia histórica... también de largo plazo.

¿Realmente somos responsables? ¿Realmente tendremos la posibilidad de tener el control para cambiar el curso de los acontecimientos ante el relato de previsiones que opacan nuestro horizonte? No lo sé. Lo que sí sé es que las nuevas generaciones tienen una gran tarea por delante. Tanto como quienes les precedieron. Y no, no pueden culpar a la historia de la cultura si sienten que se van quedando sin mundo y sin futuro. Tomen en cuenta que la humanidad se ha partido el lomo, a contrapelo (diría Walter Benjamin), para darles lo que sí tienen hoy. Hubo desaciertos. Debemos enmendar los resquicios de nuestros cimientos. Sí... así ha sido el proceso de vida que nos tiene aquí. Rebosantes de problemas. Pero también ahogados de logros. No es posible que la toma de conciencia sobre nuestro hacer en el mundo nos tenga atrapados entre el reclamo moral y la indignación arrogante. Somos animales humanos. Capaces de crear y recrear nuestro pensamiento en obras. Y sí, estas obras tienen defectos. Pero los defectos se corrigen. Así que apoquinen jóvenes. Y abracen con esperanza la posibilidad de expresarse de formas nuevas y todavía no imaginadas. No es suficiente inconformarse o refugiarse en aquello que los evada de la realidad. Interróguense de tal forma que encuentren motivos felices al ver el futuro ante sí. Con capacidad de comprometerse en aquello que puedan acariciar como posible y los haga felices. El mundo virtual es una quimera si no son capaces de comprender todo lo que cuesta y significa: comer, construir cultura, tener un techo, transportarse, etc. Valorar cuán afortunados son. Son la generación que más ha tenido a lo largo de la historia; a sabiendas de que también hoy todo se vuelve precario a la luz de la incertidumbre, la injusticia y un modo de vida indulgente que necesita destruir masivamente para conservarse. Lo cierto es que en 30 o 50 años... será su mundo; éste que habitamos: qué piensan hacer para recrearlo y sobrevivir. Cuál será la huella que, con acierto y defecto, dé cauce a las generaciones que hereden sus obras. ¿Cuáles serán esas obras? 

A la generación que nos ha tocado comprender a quienes nos antecedieron y ahora a quienes nos vienen pisando los talones... Quienes acariciamos a destajo y con triples esfuerzos lo que se perdió del siglo pasado y lo que se ha ganado este siglo, respectivamente. Somos el eslabón que sostiene la transición. Y los más carentes de presente y de futuro. El presente (a la luz del desarrollo tecnológico) arrebató el lugar que pudimos imaginar ocuparíamos (el ser que creímos podíamos llegar a ser) y el futuro está aprisionado bajo las coordenadas de una normalidad que, si caduca, es vigente. Educados para saber procurar a los otros. ¿Cómo se sienten las nuevas generaciones ante este dilema histórico? ¿Se sienten hijos de su tiempo y dueños de su presente? ¿Qué imaginan que puede ser diferente en el futuro de tal forma que pierdan su lugar de pertenencia? ¿Asumen el cuidado de sí, de quienes les acompañan, de sus mayores, del mundo y la naturaleza... como una vocación? ¿Para qué propósito sienten que fueron educados? Aun así, me da la impresión, somos también los más agradecidos... el mundo cambió tanto que somos quienes más podemos disfrutarlo en tanto vivimos inmersos en la sorpresa e incluso el desconcierto, de tal suerte que todo es mérito en nuestro hacer. En nuestra niñez todo lo que hoy es real: era magia. Quizá nos era propio en cuanto anhelo. A la vez que no dimensionábamos lo que estaba por ocurrir. Al mismo tiempo, crecimos en medio de la nostalgia de lo que dejaba de ser. Bajo el signo de la posguerra, la guerra fría, con el aliento del ímpetu revolucionario y los herederos de todas las crisis; sin tampoco dimensionar mucho lo que esto significaba pues no eran nuestros tiempos, éramos niños y nos educábamos para tratar de comprenderlo. Los mercados eran escasos y limitados. Viajar era bastante excepcional. Los medios y el acceso a la información: eran espacios sumamente limitados. Gran parte de la escasez que hoy muchos siguen padeciendo: era un dato comunitario. Todo era extraordinario de formas que los jóvenes en la actualidad tal vez ya no experimentan; las sorpresas que los habitan son otras... ¿cuáles? La comunicación era bastante inaccesible (el correo escrito demoraba, la telefonía era cara...la larga distancia: un lujo... teléfono fijo de discado y poco a poco entrábamos a la era digital e inalámbrica como una gran novedad, no existían los celulares y la computadora era todavía una promesa; transportarse también implicaba muchos retos) y, sin embargo, era exquisita de maneras que hoy hemos perdido. Las personas solíamos visitarnos inesperadamente y gran parte de la vida social giraba en torno a poder reunirnos. 

Lo cierto es que seguimos admirando a los mayores y cuidando a los menores. Y a nosotros, la generación X (nacidos entre 1961 y 1981, más o menos; con padres sedientos de derribar todas las barreras que limitaran la posibilidad de experimentar su libertad y así también comprometidos con inculcarnos tal libertad): quién nos cuida. Cuándo va a ser nuestro momento, podríamos preguntarnos: nuestro momento ha sido siempre el presente, sí con conciencia de los retos y adversidades del futuro pero atados a la inmediatez de la vida en tanto sobrevivencia común. Una vida común que, a la luz de las transiciones generacionales, ha dejado de ser tan común. Llenos de anhelo por encontrar una causa justa para trascender tal inmediatez con base en el ejemplo de nuestros mayores. Y sedientos de independencia. 

Para nosotros, muy pocas cosas estuvieron al alcance, dadas por sentado o de hecho. Aprendimos a soñar. El futuro era el horizonte de un porvenir por forjar. Y se ha forjado. No así se han corregido los errores. La pobreza, la desigualdad, la falta de equidad en estos avances y la violencia. Además: la certeza de que el planeta no es infinito. Ya a nosotros nos empezaron a educar con tal intuición pero era todavía un espacio de la resistencia. No un compromiso mundial, como lo es hoy: un lugar común. Aún así, curiosamente, había tal vez más conciencia acerca de lo que cada quien podía hacer al alcance de su propio hogar. Y no tanto la exigencia de un Estado, o un convenio global, que lo resolviese todo por nosotros. Pues ahora somos nosotros quienes sostenemos el trabajo de los todavía mayores, y también soñadores, que ahora están a cargo de la toma de decisiones: haciendo real la idea de mundo que surgió de la crítica, la necesidad y la innovación. Curiosamente, en tanto eslabón; son ustedes: los jóvenes quienes reciben los más grandes beneficios de estos esfuerzos; nosotros ya somos obsoletos como fuerza de trabajo. Lo cierto es que nosotros ni siquiera pudimos depositar muchas expectativas en quienes nos cuidaban -probablemente, ustedes han sido criados bajo el signo de resarcir todos nuestros traumas, a la vez que, en nuestro reflejo, nuestros padres y abuelos... han hecho lo propio; de ahí el eslabón... En tanto todo era más escaso (e imposible), había que cuidar más de todo lo que se podía uno proveer en casa (y limitarnos a la experiencia de un ámbito muy angosto de lo posible; de ahí la apuesta por el sueño y la imaginación: a la luz de un desarrollo acelerado de la industria y la tecnología). Fuimos en quienes se sembraron las semillas de la utopía y quienes vimos también cómo tales utopías fueron destronadas por convenio pacífico. Para dar lugar al mundo del cual ustedes han recibido los mejores frutos.

Festejemos y disfrutemos un poco lo alcanzado. Y con más armonía: construyamos juntos las soluciones que apremian. Hay soluciones. Y no subestimemos lo mucho que todavía no sabemos de la naturaleza, su futuro y su evolución biológica. Comencemos por revalorar la humanidad y la cultura... sólo así: conservaremos nuestro medio ambiente. Ya no como recurso de sobrevivencia, ahora como aliado de vida. Cambiemos las coordenadas.

En lo que queda de este siglo lo primordial será lograr un diálogo entre el pasado y el presente a través de los hitos generacionales que nos hacen casi dos especies, o dos linajes de una misma especie. De este modo podremos construir con esperanza un futuro posible. La juventud ahora es más larga y la niñez también se prolonga. Hagamos un alto: con humildad. Escuchémonos y construyamos un nuevo lenguaje común. Éste es el primer paso para preservar un futuro en el cual quepamos todos por igual.

Y en este día de los santos y fieles difuntos... en que nos visitan quienes se nos han adelantado en el camino: brindemos por la sabiduría heredada tanto como reconciliémonos con el hecho de que no somos eternos. Sin importar cuánto viva la Tierra... nosotros estamos de paso. El presente vale más de lo que nos atrevemos a reconocer. Vivimos anticipándonos y llenos de angustia por un mañana que puede escaparse de nuestras manos en un abrir y cerrar de ojos. Lo más valioso e importante: nunca desperdiciemos la ocasión para amar cada segundo de nuestras vidas. Para así valorar quiénes somos, lo que tenemos, a quienes nos acompañan y la libertad que nos comulga para hacer el bien a cada paso en nuestro andar. No desperdiciemos tiempo en lastimar la vida; en forma alguna. Con este fin: estamos obligados a interrogarnos a cada instante ¿qué es amar? y ¿cómo no lastimar la vida en cada uno de nuestros actos?. Eso puede llevarnos, sin darnos cuenta, a corregir gran parte de los males que nos aquejan. Tal vez.

¿De qué manera la ciencia, la técnica y la tecnología podrán ponerse al servicio de las causas nobles? Una vez que sabemos los riesgos que conlleva el modo en que aprendimos a vivir a lo largo de los siglos. 

Juntos, con solidaridad, generosidad y mutua comprensión: cambiemos del rumbo. Sin menoscabar los misterios que nos componen y sin renunciar a la esperanza. Sin indiferencia. Con empatía. Con respeto a la historia, con respeto al futuro en ciernes que no podemos todavía imaginar. Sin fatalismos y sin ingenuidad. Sin ignorancia y sin arrogancia. Hermanémonos con nosotros mismos, con nuestros pares y con la naturaleza. Con sueños y con causas que acariciamos con fervor; o sin percatarnos siquiera. Sin mezquindades ante las virtudes que nos componen. Sin complacencias ante los horrores que nos someten. En paz: finquemos un diálogo. ¿Cuál es el nuevo punto de equilibrio para vivir con certezas?: descubrámoslo de la mano.

En mi caso, el refugio del romanticismo con aroma a melodías, que prometen la realización de una vida que no alcanzo a acariciar, ha sido el mejor elixir para acompañar el desasosiego de un mundo que perece ante nuestros ojos.


Este es el cuento de un halo de luz...

Existen seres que transmutan entre la miel, la luna, el acero, la sal, el coral, la cal, el fuego, la nube, la paz, el viento, almas claras, plata y oro, el rostro maduro, el brillo del diamante, la lluvia, el cielo, la arena, la estrella, el aliento, la noche, el día. A través de un suspiro onírico, una mano tierna, un abrazo íntimo, una caricia suave, una voz profunda, una palabra cómplice, un silencio fiel, un vuelo audaz. Convirtiéndose en la brújula de oriente, el reloj de piedra, el árbol de la vida y el templo del amor. Estos seres son la promesa de un beso encantado. Que se comulga en el latido vital y la sonrisa abierta. Y, en medio del caos, aparece: un príncipe, un guerrero... el gran emperador disfrazado de faraón. Un rey de barro. Un sultán que esconde una esmeralda... en donde se guarda el secreto de los zares. El hombre valiente que cabalga los ríos. El alma de delfín que cruzó el desierto para encontrar a la sirena hecha princesa, convertida en reina emperatriz. La sacerdotisa de ámbar ancestral. La mujer que guardaba en su corazón el secreto de la creación. La gran catrina venerada con girasoles para iluminar su camino y desnudar todos sus misterios. Ambos: el resguardo de todos los dioses... la tierra prometida. El ojo capaz de mirar a través de un dedal para con audacia atravesar el mar sin mirar atrás, de cara al sol y sin miedo: volar al mañana. Ella... abrazada a un ángel. Él... alado a ella. Gracias a un halo de luz... que juntos logran transmutar de esencia en esencia hasta volver real la posibilidad de ser. Ellos imaginan, por un instante, que existe un rincón de magia, en una galaxia lejana, en el cual cada uno conserva un caparazón tejido de agua que alimenta de ilusión un pedazo de su sueño; en donde, al dormir cada noche, pueden reencontrarse con el alma gemela que los abraza cada amanecer. Y tomar un café a su lado... mirando por la ventana el día pasar. [Lo cierto es que creemos en la mitología no porque podamos saber cuál es la verdad de tales relatos... lo hacemos porque de esta manera nos sentimos en contacto con los sentimientos más profundos que nos habitan y que es difícil expresar sin que pierdan su esencia. El lenguaje, si bien logra romper la distancia que nos vuelve extraños, siempre roba un pedacito de realidad a la verdad que en la palabra se esculpe.] Así... dos fuegos se hicieron uno al transmutar en amor. Habitando siete vidas con el esperanza de que en otra vida hechos de luna y de mar pudiesen sus linderos enredar. A la cima del cielo llegar. Y, en medio de un arrebato, amar despacito sólo con un beso, al alba de una promesa; cuando llegue el momento




Y tú... ¿sueñas con un planeta lleno de mar?


Feliz noviembre...
colmado de amor.
Abrazo inmenso
...mágicas tortugas.









jueves, 27 de octubre de 2022

democracia...

 ... viva.



Son tiempos de sumar esfuerzos para mantener las condiciones que nos han permitido ser un país democrático. Un país capaz de transitar los espacios de libertad ideológica con base en reglas claras. Dado el orden actual, y las instituciones que nos sostienen, es posible habitar con éxito los próximos procesos electorales. Yo defiendo el INE.

No son tiempos propicios para debatir acerca de reformas electorales. Los consensos son estrechos. Pesan las mayorías que con euforia suman la voluntad en torno al discurso gratificante de una causa común en ciernes. Tanto como falta el contrapeso idóneo para un diálogo justo. 

De lo que no cabe duda es de que la sociedad alzará la voz y a nuestro favor correrán los vientos de la unidad necesaria para preservar el espíritu democrático consolidado en hechos, de la mano de todos los esfuerzos construidos por décadas. No hay virtud en ahora buscar ventajas, desde el poder de la mayoría, para verse favorecidos en las urnas sin el mérito propio de su gestión. Insistir en esta vanidad: sólo fortalece el ímpetu de quienes se resisten a reconciliar la legitimidad de los hechos en la actualidad. Impaciencia de ambas partes que impide florezcan los frutos de la democracia.

Si bien las trincheras ya no son tales. Las batallas en el seno de las diferencias legítimas y el diálogo libre: serán siempre vigentes. La lucha por la justicia y la defensa de los derechos humanos. En el marco de nuestra vocación universal como humanidad. Contextos tales en los cuales todos somos valiosos. No es un terreno de enfrentamiento entre conceptos vacíos ni aparentemente irreconciliables. En el caso que aquí  nos ocupa, se trata de garantizar tal legitimidad de la diferencia y la libertad del diálogo plural. Sin odio y sin bastión. Con voluntad y escucha. En aras del consenso por el bien común. No desde una fracción que asume su idea del bien como el bien común. Porque lo que lo hace común es que todos nos sintamos identificados con aquello que apreciamos como bueno en cada uno de nosotros y para la comunidad. No sólo la mayoría. Lo cual es casi una utopía, podría decirse. Sin embargo, para que la mayoría alcance su legitimidad necesita un sustento común, por mínimo que sea. Y lograr una base mínima (la ley, las reglas del juego, valores y anhelos compartidos, incluso: un mínimo sustrato ideológico) implica una certeza: la capacidad de comunicarnos a través del reconocimiento del otro, no como ajeno sino, precisamente, como común y, por ende, con respeto. Con lo cual damos un paso al frente en la posibilidad de estar dispuestos a cambiar alguno de nuestros puntos de vista y un paso atrás con mesura para convencer con franqueza (con argumentos objetivos). Escuchar y hablar sin violentarnos. Una mayoría sorda se deslegitima por sí misma, una minoría obtusa se disminuye por sí misma. De tal suerte que podamos dibujar nuevas tesituras a la luz de nuestros ideales compartidos y delinear los espacios políticos de verdaderas alternativas. Sin estigmas. Sin descalificaciones. Volver a nombrar el sentido de lo que distingue una opción política de otra; con base en proyectos que aspiren a dar soluciones viables a problemas específicos, de la mano de la sociedad en su conjunto. Y transitar el poder a través de justas elecciones.

Es una época para renacer desde nuestras contradicciones y reconciliar la posibilidad de que un mundo unido y en paz es posible. Sin necesidad de postular enemigos ni adversarios. Es decir, sin necesidad de depositar en el mal del otro: el bien de uno mismo. Sin procurar caminar a la sombra de escenarios fatales. Sin apelar al pasado perdido. Con vista al presente para proyectar en el futuro: una alternativa justa. Un espacio en el cual todos quepamos sin importar quién pierda o quién gane. Con altura y grandeza. Y por esto: #YoDefiendoElINE ... ¿tú?

Reunámonos en torno a todo lo que sí puede ser hecho. Renunciemos a señalar el defecto como única vía de diálogo con la comunidad. Alcemos la voz llenos de convicción en que apelando a las reglas del juego: el concierto democrático irá poco a poco alcanzando una armonía sinfónica. En la cual todas y cada una de sus partes son igualmente indispensables.

Avancemos, hay muchos temas por los cuales compete abrir diálogos francos. Y construir escenarios políticos colmados de humanidad. 


Por de pronto...una pausa: 

Este es el cuento de cinco estrellas mágicas. Cada una de ellas duerme bajo un sinnúmero de figuras épicas. Su propósito es lograr distinguirse una de la otra. Cada una posee un don, un talento, una virtud, un encanto, un destino, una buena fortuna, una melodía, el brillo de una luz, un amor. Juntas son el canto del arcoíris que atraviesa el umbral del horizonte: haciendo todo realidad. El dilema es descifrar en cada uno de sus rostros: su verdad. Para así descifrar el color que les pertenece. Son silentes. Basta su presencia para sentir el vuelo de la conmoción. Son alegría feliz. Dicha y felicidad pura. Bondad y belleza. Amistad y solidaridad. Palabra ardiente y sonriente complicidad. Y de cierta forma son una gran galaxia. No se pueden desprender entre sí. Como si habitasen un único corazón. Un alma compuesta de fragmentos inseparables que, en comunión, sostienen el hálito vital; en unidad. Constituyen la forma de una silueta corpórea, que sólo es plena, en conjunción con el esplendor que de ellas emana. El misterio que las convoca trastoca el espacio bajo un mismo tiempo. Como guardianas de todo lo que dota de sentido la nobleza de la vida. Indispensables e irrenunciables. Son paz. Son amor grande y puro. Justicia y entrega. Valentía y carácter. Entusiasmo y esperanza. Vitalidad y motivación. Connotan significado profundo y se ocultan. Son el sueño cumplido que arropa de fe cada mañana. Así, al caer la noche se entrelazan... acariciando el futuro prometido... con la certeza de su ser. ¿Cuál será la mirada que logre mostrar su faz sin simulacros? ¿Serán todas al unísono? ¿O será en ellas el reflejo de un mismo sol? 


Y tú... ¿conservas el milagro del cielo en tu corazón?



Jueves de magia
de tortuga...
hoy es un buen día
para sonreír...
y amar.
¡Abrazos
queridas tortugas!




martes, 25 de octubre de 2022

la tormenta...

 ... de la seguridad pública.


La Luna nueva en el umbral del eclipse de Sol (25 de octubre)  ...con pauta menguante en Venus (22 de octubre): el amor y la belleza de Afrodita que nos consume con su sombra ante el encanto de Orión. Para abrir los nuevos caminos de la creatividad cuando Marte, de vuelta, una el aliento de las almas gemelas (30 de octubre).

Mucha inspiración necesitamos para que la seguridad pública tórnese una certeza, no sólo en México: en nuestro mundo. Una vez que desde las costas arribó un huracán... la liberación de las aguas y revivificación de la tierra. Tragedia mediante.

De sombras se tiñen las realidades que nos habitan. En el fondo: una convivencia partida. Escindida. Sin importar el calado de los delitos y riesgos. Quién los cometa. Lo cierto es que parece que la violencia tiene una lógica propia. En espiral: se reproduce y recrudece. ¿Por qué, pudiendo hacer tantas cosas, una persona elige lastimar? ¿Son actos conscientes? ¿La necesidad y la carencia trastocan la percepción de la alteridad? ¿Es el poder de la fuerza lo que endulza tales actos? ¿Un precario sentido del honor? ¿Mecanismos de control y cohesión? ¿Sublimación ante la impotencia y frustración de habitar un mundo cuyas reglas no permiten que todos seamos igualmente dignos en términos efectivos? ¿Un grito desesperado o la convicción de que tal es el verdadero espíritu de la existencia: la sobrevivencia llana?

Así como la migración es otra forma de afrontar el porvenir una vez que se cierran los caminos ante obstáculos que aparecen como insuperables. O quizá la esperanza de poder hacer algo para alcanzar un futuro posible de verdad anhelado es lo que impulsa al ser humano a las más audaces travesías. Trascender y/o sublimar la impotencia y la frustración. Tal y como la guerra se asume como el destino inevitable ante la imperiosa necesidad de algo que debe ser salvado o salvaguardado. Probablemente ante la imposibilidad de aceptar el ineludible acontecer y que no lo podemos atrapar entre nuestras manos con firmeza como si fuéramos los hacedores del tiempo de la humanidad. Resistiéndonos a aceptar que la voluntad de las otras personas es tan consciente como la nuestra. Nos negamos a ver en el rostro de los demás: un rostro afín. Y dialogar. Convivir con amor. En el cuerpo del otro habita un ser humano: no una cosa a nuestra disposición.

En la suma de impotencias y frustraciones que aparecieron ante nuestros ojos en medio del confinamiento sanitario, un instante de empatía unió al mundo, y ahora nos sentimos arrojados a retornar al ritmo "habitual" tratando de huir de todo lo que entonces fuimos capaces de sentir. Escondiendo ante nosotros mismos cuánta falta nos hace vivir con amor: intenso, apasionado, real y verdadero. Amor a la vida. Es esta carencia: el no aceptar el limitado ámbito de libertad que nos permite modelar la realidad (así como el no asumir la libertad expandida que tenemos para rehacer la realidad de nuestros corazones); en suma, lo que atraviesa todas las violencias. Causas y efectos: unas violencias de otras violencias... en espiral infinita.

Mientras en unas latitudes las mujeres descubrimos nuestros rostros y dejamos nuestro cabello al vuelo del sol tomando en nuestras manos la suerte de nuestro destino para cortar el aliento del machismo estructural y luchar por nuestra vida y libertad; con determinación, alegría y violencia ante la impotencia de estar sometidas a la ley del hombre que nos asume como un objeto de su apetencia. En otros territorios... nos cubrimos el rostro para exigir que nuestra integridad y dignidad se respete, obligadas al anonimato para preservarnos vivas, libres, fuertes y felices; con determinación, ánimo y violencia ante la misoginia que nos asume como un acto de agresión: sólo por hablar. Porque, aquí o allá, nuestro cuerpo sigue atravesado por el deseo salvaje de un linaje masculino que se niega a comprender que fuimos hechos, ustedes y nosotras, de la misma carne y tenemos los mismos derechos. No nacimos para ser vistas por ellos. Mucho menos merecemos ser aprobadas o autorizadas por el capricho de su voluntad. Alzamos la voz porque no somos más el eco de su susurro cobarde que se niega a mirarnos con valor. No somos más la cosa vacía cuya valía dependía de su escucha. Tenemos carácter y personalidad: si sólo se detuvieran por un segundo no podrían más que maravillarse ante nuestra luz. Y quienes así lo hacen podrán atestiguar a qué me refiero. Tanto como nos maravillamos nosotras ante el brillo de su aliento cuando, con ternura y franqueza, se atreven a hablar. Respeto y adoración mutua constituyen el terreno de relación en el que crecerán nuestros mejores frutos para la humanidad.

Exceso de demanda y exceso de oferta para el consumo de formas para evadir nuestra relación con nosotros mismos, con quienes nos acompañan, con el mundo a nuestro alrededor... con la realidad. Negocio perverso porque entre la venta y la compra: más de una vida se va en medio de un río de sangre que no cesa. También en movimiento entretejido con tendencia al infinito. Se suman las armas, la trata, el abuso infantil... en un mismo conjunto de compra y venta de "objetos": al servicio de voluntades ciegas, oscuras y sin alma. La desaparición, la tortura, la muerte, la extorsión, la corrupción, el robo, el fraude, el engaño y la mentira: en indistinto orden jerárquico. Un modo de vida que normaliza el horror como si no existiese ya ningún otro parámetro que la moneda para medir el precio de la vida. 

Entonces... de cuántos policías estamos hablando, cuántos recursos tecnológicos de todo tipo, cuántas fiscalías, cuántos peritos, cuántos forenses, cuántos jueces, cuántas cárceles, cuántos abogados y defensores de derechos humanos, cuántos civiles excavando fosas, cuánto apoyo internacional, cuántos vecinos organizados, cuánta fuerza pública y castrense... cuántas armas y cuánta confrontación, persecución mediante. En resumen: de cuánto dinero estamos hablando; en consonancia. Parece que sigue siendo el valor económico lo que propicia la causa, el efecto y la utópica solución. La estrategia efectiva parece ser una fantasía compartida. La ley se atisba inocua. La impunidad: la frustración y la impotencia convertidas, en conjunción, en sustento de nuestra comunidad.

Sí. Es más sencillo señalar en el otro la responsabilidad, el fallo errado, el juicio endeble, la falta de decisión y voluntad. Exigir, exigir y luego: exigir más. Para calmar la impotencia, el terror y la incertidumbre de sabernos desprotegidos ante la vida y ante la muerte. Impotentes ante el dolor. Sumado a todo tipo de miserias y pobreza. Sabernos vulnerables de ser abusados a cada paso en nuestro andar común. Saber que no podemos confiar los unos en los otros. Sin importar cuál sea la circunstancia. Qué duro silencio sostiene nuestro entramado social en donde estamos cada día más solos y desamparados. Luchando, luchando y luego: luchando más cada día para construir un pedacito de vida segura y, con suerte, feliz. Arriesgando todo por un poquito de ternura. Renunciando al amor sin percatarnos siquiera.

Si los seres humanos no estamos dispuestos a cambiar... las violencias no cesarán. Ya tenemos todo los demás. Un entramado institucional... el sueño de casi tres siglos atrás, aberraciones mediante. Pero seguimos siendo los mismos de tantas formas: los mismos que llevaron al desconsuelo a todos nuestros héroes en el ocaso de sus vidas. Porque sin importar cuánto esfuerzo se ha sumado, cuánto se ha logrado... la voz ciega que habla desde la pequeña trinchera sobrevive. Porque no se ha comprendido que ya se derribaron todas las trincheras, salvo las que se mantienen atadas a la falta de toma de consciencia acerca de la alteridad. Que si el uno o lo múltiple. Que si el todo o la particularidad. Que si la comunidad o el individuo. Que si el socialismo o el capitalismo. Que si el Estado de bienestar o el neoliberalismo. Que si el populismo o el liberalismo.

Hoy somos muchos. La densidad poblacional hace tan complejo el entramado político que parece cada vez más imperceptible la toma de postura. A la vez que se diluyen las ideologías se recrudecen los radicalismos. Nos colocamos en el sitio heredado de nuestra particular historia de vida y somos lo que representamos a la luz del proceso civilizatorio. Todavía sin puntos de fuga para hermanarnos en la identidad y en la diferencia: sin agredirnos ni devaluarnos unos a otros.

Seguimos sin introyectar en nuestro fuero interno la humanidad que nos comulga. De tal suerte que nos parezca imposible dañarnos unos a otros.

Es lo uno y lo múltiple. Es el todo y la particularidad. Es la comunidad y el individuo. Es el socialismo y el capitalismo. Es el Estado de bienestar y el neoliberalismo. Es el populismo y el liberalismo. Ahora bien, cuál es la dialéctica vital que hace de cada uno de estos conceptos supuestos, en aparente oposición, significado realizado pleno de sentido, verdad y realidad. Lo primero que podemos empezar a interiorizar es que la relativa oposición tiene su raíz y fundamento dentro nuestro, dada nuestra constitución humana, en tanto seres de conciencia con un cerebro capaz de pensar. Ninguna de estas aparentes confrontaciones se encuentra depositada en un sitio otro en donde cada quien entra y se coloca. Como si se tratase de un bastión a defender. Así como absurdo es no comprender que es el talento humano quien es dueño de la economía y no viceversa: el esclavo.

Tarde o temprano la tormenta cesará. La pregunta es: ¿insistimos en cruzar el huracán a campo traviesa (tendiendo al infinito) o encontramos el paso calmo de un refugio de paz que haga escampar (viviendo infinitamente el presente)? 



Y tú... ¿quieres amar?



Dulce luz que al crecer
hace las sombras desaparecer.
Dichosa semana...
llena de magia de tortuga.
Abrazo colmado de fraternidad.








lunes, 17 de octubre de 2022

sol...

 ... ardiente.



La semana empieza todavía con el brillo esplendoroso de la luna llena de octubre. Siempre la más hermosa. De pronto un halo gigante la rodea... como si fuera poco ya el brillo colorido en cada uno de sus contornos sumados a la luz de su plenitud. En el bosque en donde los senderos son sendas mágicas llenas de romanticismo existencial, el sol se regala tras el viento agradecido que hace bailar y cantar a los árboles en su camino... al ritmo suave de grillos colmados de alegría. Son días de ánimo renovado. La segunda primavera del año: el otoño de nuestra latitud. Las lluvias empiezan a despedirse y todo se anticipa a la llegada del invierno con la anunciación de un cálido fin de año. 

Mientras tanto Rusia no deja de sorprender y ofender al mundo. Un espejo... eso es lo que necesita este necio insistir en la guerra. A estas alturas del partido es una mezcla de desencanto, asombro, lamento y total desaliento el ver pasar los días ante nuestros ojos sin que llegue la paz. Tal parece que los seres humanos nos aferramos a la conflictividad. Nos negamos a ser amados. Preferimos disentir y dirimir nuestra existencia entre el ir y venir del simple poderío.

Quizá la gran enseñanza de la aberración de todas las guerras es que logremos sensibilizarnos ante la debilidad humana. El agravio sobre quienes deben defenderse para existir. Lo cual les debe ser dado por derecho propio. Así también... el no renunciar a la indignación ante el abuso de los más fuertes. Porque en sentido estricto es quien es débil quien recurre a la fuerza y es quien se asume entero ante sí quien se logra sostener en pie.

Queridas tortugas, tenemos mucho mucho de qué comentar en cuanto al acontecer nacional. Destape tras destape... se alza la voz. Lo cual es muy saludable para nuestra democracia. 

Me detendré en la nueva unidad. Brevemente. Detecto una serie de mensajes contradictorios en lo que todavía no podemos comprender como una propuesta. Por supuesto: la algarabía de un "nuevo amanecer"... echar a MORENA de palacio... avivando la inteligencia popular. Sólo hay dos vías para elegir el rumbo correcto y rescatar a México, la gran disyuntiva: la precariedad material y espiritual o el nuevo y mejor camino de inclusión democrática hecha carne. Ya no más sueños...  ¡Bueno! ¡Cuánto desbordamiento romántico! Ya llegó, ya llegó: la hora de la ciudadanía. Potencialidades, éxito, acción, unidad. Sin quejas. Así se instaura la nueva marcha de la humanidad del nuevo camino por venir. En concreto: o sobrevivimos unidos o separados nos colmará la fatalidad. Por eso: derrocar al actual gobierno se hace indispensable y así acariciar el triunfo porque la derrota es segura... "¡que se oiga!".

Entonces, recopilando: amplia unidad opositora, candidatura única, método de selección, candidatura de unidad, gobiernos de coalición. Y "vamos por más." Por si acaso: mayoría en el Congreso de la Unión. Por aquello que te conté.

En conclusión: ¿Qué vamos a hacer para resolver los problemas que enfrenta nuestro país? Interrogante inconclusa. Nada menor el trabajo que tenemos ante nuestra vista. 

Quizá las coordenadas pueden ser revisadas. En México, una república vigente, hay un Presidente Constitucional democráticamente elegido. El triunfo de la esperanza: 2018. Perdió lo raído y decadente de una vía no más próspera. No perdieron a causa del contrincante. El ganó a causa de sí y del apoyo, en consenso, de la ciudadanía. Perdieron porque no tenían nada que ofrecer. Y estamos hartos. Háganse cargo de una vez por todas. Y piensen... ¿cuál es su proyecto? Porque no hay huapango que alcance para ser Nación. Nice touch.

Sí, hemos tenido "problemas en el paraíso": como se dice coloquial e irónicamente. Más de una piedra en el camino. Yo he atravesado amargos desengaños. Decepciones. A mi favor: tengo una voz muy crítica. Y mientras más cerca se siente uno de algo que aprecia: más exigente es. Y yo aprecio la izquierda. Sin resquemor alguno. Lamentablemente: ¡hay ya tantas distorsiones ideológicas! Antes era más sencillo ubicarse uno mismo en el espectro político. Hoy sé, soy más moderada, centro, social demócrata, incluso simpatizo con el centro social cristiano. Liberal y demócrata, sin duda alguna. Lo que sí es que no simpatizo con el fascismo de derecha. Que con una mano señala a las fuerzas armadas y con la otra arde de urgencia por tenerlas a su servicio. Fuera máscaras. El seudo fascismo autocrático de izquierda con tintes conservadores es un dilema... una interrogante. Incluso sociológica. Es la utopía no cumplida. Es el reto desde la izquierda. No será la derecha,  "los conservas", quienes vendrán a darnos clases de moral política resurgiendo del oasis aquél que nos tiene en tales embrollos. Encumbrados en el margen de una coyuntura globalizadora; con virtudes... sí; pero sin sensibilización alguna ante el mérito de vida de lo que la realidad de nuestro país inculca; sin virtud alguna: la falta de empatía social. Para ser más clara: a un líder sindical no se le humilla. No se trata de la persona en particular. Sino de lo que representa. No hay puntos medios, cuando se trata de la garantía de los derechos de quienes han vivido desprotegidos al margen del desarrollo económico social y que, aún así, sostienen una parte importante del entramado socio-político de este país, con la fortuna de gozar sí, porqué no, de "privilegios". Así también alzo la voz por la élite empresarial, a quienes respeto y admiro. La justicia debe ser la medida para la interlocución en la que tratamos de dirimir nuestras diferencias de enfoque en la toma de decisiones. 

En fin. Alianzas veremos... corazones no sabemos: todavía. Por de pronto, consejo para todos y todas los aspirantes de todes los colores: por favor ¡basta de refundar, cambiar, transformar, renacer, amanecer, despertar, iluminar, conscientizar! Lo que se necesitan son soluciones. Permitan que seamos nosotros, la ciudadanía, quien elija con libertad. Este país ya se fundó, siglos atrás. Somos una república democrática legítima y vigente. Basta de socavar nuestra nación para tener una narrativa con la cual motivar. Ahora que las lágrimas empiezan a ponerse de moda. Empecemos con reconciliarnos con nosotros mismos, asumamos todo lo que nos compone. De lo que somos, más o menos, parte. Somos la parte de un todo que se conjuga en unidad, si cada quien cumple consigo mismo.  

Aprendamos a respetarnos todos por igual. Seamos críticos y analíticos pero con la mesura del sabio. Sin menoscabar la integridad de ninguna persona. Aprendamos a ganar y a perder a la altura de las circunstancias. Exijámonos mucho más que el regodeo del impacto mediático, la victimización y la furia de la falaz indignación que sólo proyecta el odio hacia la figura pública como una forma de sanar nuestras propias neurosis y frustraciones. Disfrutemos del diálogo abierto y mediático que nutre de vida política nuestra democracia. Con el ánimo de quien festeja el logro de la comunidad. Hay quienes están tan encerrados en ellos mismos que siguen sin disfrutar cuán lejos hemos llegado. Lo cual impide ver con la urgencia debida el gran trecho que nos falta por alcanzar. La violencia se impone y el odio civil sólo alimenta más tal cultura de desensibilización ante la vida humana. 

Son tiempos de remangarnos la camisa y ponernos todos a trabajar. Para algunos un poco de canción en harapos, para otros un poco de  agárrense de las manos y para todos un mucho de fiesta en América... ¿por qué no? Aprendamos a dialogar y construir en conjunto. Que este país merece más. Somos tantos y tan valiosos que no vale la pena conformarnos con la superflua mediocridad de sólo querer recuperar los pasados perdidos. Lo cual no es sólo fútil e inútil: es físicamente imposible. Entreguémonos a nuestra vocación de futuro. Inventemos el mañana con base en lo que somos en el presente. No temamos a afrontar nuestras realidades y dejémonos sorprender por la capacidad creativa que nos comulga con dignidad como seres humanos.

Sí, el pasado nos muestra "la senda que nunca se ha de volver a pisar"... al mismo tiempo que es el único espejo en el que nos podemos reflejar para saber quiénes somos, quiénes queremos ser y cuáles nuevos senderos podemos construir. La dialéctica de la historia es implacable. Por eso, no depende de nosotros que se cumpla. Se entreteje por sí misma y sólo llegamos a comprenderla una vez que podemos situarnos un paso adelante del presente. Honrándola y dándonos la oportunidad de hacer las cosas de modos diferentes, o no. Forjando identidad y cultura. Aceptemos que hay cosas ya fincadas: para bien. Y mejor concentremos nuestros esfuerzos en las asignaturas pendientes del presente para no clausurar la posibilidad de un futuro feliz.

Estemos muy atentas mis queridas tortugas mágicas porque serán dos años maravillosos. Nos veremos crecer: eso es un hecho. 

Una breve acotación sobre la responsable decisión de prolongar la estadía de la Guardia Nacional como cuerpo civil al abrigo de la arena de las Fuerzas Armadas: los legisladores no pueden darse el lujo de aceptar públicamente que no confían en sí mismos y que su trabajo no se cumple a cabalidad (porque su trabajo en comisiones no se hace). Un poquito de vergüenza y congruencia. Si creen en sus alegatos, alisten su trinchera para dar la batalla en nombre de los derechos humanos, ser garantes y contrapeso de que no haya rumbos indeseados en la necesidad palpable de que las cosas están como están. Asuman su responsabilidad y ocúpense ustedes también de cumplir su mandato constitucional. Sin ventaja política. Sin dramatizar. Con respeto y compostura. Con responsabilidad y diálogo. Y por el bien nuestro. Gran parte de su trabajo es no estar conformes. No sean llamados a sorpresa. Asuman sus posiciones y enriquezcan el mosaico de la vida pública que nos comulga a todos por igual. Insisto, construyamos futuro. ¿Dónde están esos análisis y diseños de políticas públicas en ciernes que ofrezcan alternativas para garantizar la seguridad pública? Ya más en el terreno de las alternativas políticas, bien es cierto que el poder legislativo no se ocupa de la política pública. Se ocupa de las leyes. 

Exhorto a estar atentos de toda la información a nuestro alcance. Sigamos de cerca el trabajo de nuestros representantes, más o menos afines. Para poder ser críticos y cuando seamos convocados al voto saber cuáles son nuestras verdaderas opciones. Qué sí se ha hecho y qué puede mejorar. Qué preferimos y porqué. Sin odio ni agresión alguna. Abramos nuestro caparazón de tortuga a la escucha atenta. Apeguémonos a lo que nos produce paz. No nos conformemos con la ira. Ninguna emoción pasajera puede ser el parámetro con el cual podremos constituirnos con más fortaleza como la ciudadanía que ya nos constituye. Entendamos mejor el contexto para darle sentido a lo que a veces parece ser sólo un capricho. No perdamos la esperanza. Hay tantos diálogos que podrían enriquecernos, mientras más escuchemos a quienes son más diferentes. De parte y parte: la escucha es el camino. Sin perder el respeto y sin renunciar al sentido del humor.



Y tú... ¿ardes al ritmo del sol?


Feliz semana...
llena de magia
de tortuga.
 Y que la paz
llegue.





domingo, 9 de octubre de 2022

niño...

 ... de miel.



Este es el cuento de una pequeña creatura de miel cuya guarida era el centro de la luna. Se nutría de un rayito de sol. Se escondía como tortuga en un escudo hecho de cal... hasta habitar el dulce canto del mar. En espera de una reina hecha de barro con quien pudiese bailar a la orilla de su órbita celestial. Junto al sol. De tanto esperar, un día travieso... la luna hizo rodar. Y de ella como plata fundida se desprendió su hogar. A la Tierra fue a dar. Y como velo de nube hizo las estrellas brillar: cada día que la luna entera se dejaba mirar. Se amigó de las ramas de los árboles cada vez que la neblina ondeaba al pasar. Se sumó a la lluvia dando a todos elíxir vital. Con silencio profundo... sólo quería su fallo enmendar. De su mano aquella tuerca alcanzar: para que la luna pudiese entera descansar. Fue así que con la fuerza del viento pudo volar y el rumbo enderezar. El sol... cambió de forma y lugar para con ocho rostros la galaxia entera iluminar. El cauce retomó su lugar y sólo un destino se pudo alumbrar. Todos los astros lograron brillar: sin más. Tan lejos y tan cerca... que de pronto la vida se hizo inmortal. Felices y bienaventurados quienes pudieron amar.


De algún modo en este mundo roto todos estamos anhelando el vuelo capaz de la paz abrazar. El acontecer no cesa. La política nos muestra el rostro de todo lo creíble e inverosímil. A la vez que también parece existir un orden sublime en cada uno de los acontecimientos que ocurren bajo el sol y gracias al brillo de la luna. Hoy llena: colmada de señorío. Hecha una majestad de la mano de Júpiter... cual grandes amigos que juntos los senderos trazaron para sus manos nunca soltar: incluso desprendidos por la fuerza de la gravedad a luces de distancia. Y en esta noche invitarnos a con ellos danzar. Cual premonición de que las cosas buenas están por ocurrir. Si bien antes de que algo sea: puede ser de un modo o de otro... puede ser o no ser. Una vez que cada evento se manifiesta: no pudo ser distinto y por definición... no pudo ser mejor. ¡Qué paradoja! ¡ésta sí del tiempo!. En ese instante en donde el futuro se modela y somos tan libres... es el instante en que la realidad se determina y somos tan escasos de otro modo de ser. Día a día el tiempo se recrea. Día a día la libertad se abre ante nuestras manos: dichosa y entera. Y en el ocaso... cada día se cierra sin poder ser más (ni menos) de lo que es. De lo que somos. Y recordamos. De lo que recreamos y soñamos. Por diminuto que sea el instante de todo sueño posible: jamás debemos renunciar. A hacer el bien. A ser felices. A amar.

Quizá entonces... la paz logremos ser. Sin miedo. Sin guerra. Sin falsos dilemas. Sin otro discurso que el de construir mundo juntos. Tan distintos y tan iguales somos. Tan necesitados de sobrevivir y vivir. Tan urgidos del otro: como de nosotros mismos. De ser íntegros y honestos. De ser.

Aprender a entretenernos sin violencia es quizá un reto ético por excelencia. Porque se abre tal distancia durante el día entre lo que es y deviene siendo. Entre quienes somos y lo que podemos o no conocer de lo real. Entre lo que aspiramos alcanzar y lo que sabemos de nosotros mismos. Que en el transcurrir... nace cierto aburrimiento o nostalgia... cierta espera o anticipación. Y es en ese vacío: lleno de vida... en donde nos volvemos susceptibles de romper con nosotros mismos, con el mundo, con la realidad, con quienes nos acompañan y surge, entonces: la violencia. El quebranto en el cual olvidamos cuantas bellas cosas podemos hacer y construir en vez de violentar o violentarnos. Tenemos el mal hábito de olvidar que no estamos solos y que todo aquello que somos afecta de un modo u otro a todos quienes nos acompañan. Cada uno de nuestro hacer atañe a eso que llamamos: ambiente. Si tuviésemos un poquito de mesura, diéramos un pequeño paso atrás, con prudencia: comprenderíamos que el futuro feliz está en nuestras manos y que sólo sin violencia es posible amar. Pensar. Crecer. Crear. Evitar el silencio de la espera con música. Y dejarnos mecer por el sonido del mar.


Y tú... ¿adivinas los susurros del sol?



Feliz luna llena...
de magia de tortuga.
Linda semana de sol.
Que sea la ocasión para
con verdad
amar.




viernes, 30 de septiembre de 2022

NUEVA...

 ... eRa.



Empieza un nuevo tiempo. El día en que la verdad se vuelve presente en nuestros corazones. En cada uno de nuestros caparazones habitan ocultos dichos sin ser pronunciados en donde lo real se vuelve acontecer y emana la certeza de un porvenir en ciernes. Este es el cuento de la tortuga mágica en quien habitan el príncipe y la princesa: quienes al besarse por primera vez logran hacer florecer el reino de la belleza. Trastocando los cimientos de todo aquello que estaba inconcluso...

Al principio fueron extraños el uno del otro. El azar construye el destino de tal forma que cuando se vieron a la cara... tuvieron que confrontarse para salvarse el uno del otro: sin miedo. La amenaza y la calumnia los comulgaron en una nueva amistad colmada de respeto y de propiedad. Al descubrir con sorpresa que no sólo no eran ajenos... que sus caminos fueron trazados en un mismo sendero desde antes de nacer. Y de pronto brotó la certeza de una época de pasión. Con valentía atravesaron el cruce de las grandes aguas. Salvando así el amor verdadero. Lo insólito los despertó. Cuántas horas acompañaron el transcurrir de sus días sin percatarse que era entre ellos entre quienes se tejía la más sublime historia amorosa. La grandeza los desbordó de tantas formas. Que sólo acudir el uno al otro quisieron. Sin imaginarlo conocieron al fin el rostro que le dio sentido a cada una de sus melodías y a todos sus desencantos vitales. La melancolía rozó el eco de una piel que siempre desconocida les perteneció. Así... el caparazón se desprendió por completo y su faz pudieron mirar. Siempre juntos sin saberse propios. Siempre distantes sin ser ausentes. El misterio los entrelazaba sin percatarse siquiera de cuál era el secreto de su sincronía vital. Ahora todo es perfecto. Y el terror aparece: todos sabemos que la perfección es sólo un anhelo lleno de nostalgia. ¿Cómo renunciar a la lejanía nostálgica que nos hace sentir llenos estando vacíos? A esa melancolía que con mal colma todo nuestro paradigma romántico. ¿Cómo decir sí ante lo real que hace de la verdad el único camino trazado? Sin sentir que un pedazo de nuestra libertad nos es arrancado para siempre. Pero... qué es siempre cuando la eternidad se viste de azul ante nuestros ojos. No lo alcanzaban a comprender. Lo que sí sabían es que hay momentos en que estamos privados de renunciar. De acariciar y abrazar. Y sin mentir hablar. Palabra dicha que no puede ser removida... una vez que su realidad abrió el horizonte perdido hacia una era de paz. Fue entonces cuando corrieron al encuentro y en un beso el sol despertó. El rey y la reina sonrieron de la mano de la magia de tortuga que los conservó intactos dentro de sí. De colores se vistió el orden del mundo. Los corazones pudieron... entonces: al unísono cantar. Conservando el plumaje de su propio canto sin menoscabar en el golpeteo común que lograba la ruta de los gigantes trazar cual serpenteo feliz que al fin colmó en leyenda hecha razón. Y fue así como este cuento se cumplió: sin más. Él con su señorío y ella con su libertad.

El encanto de todo cuento es que podemos darnos toda suerte de licencias para recrear la fantasía en consonancia con el sentimiento... Y hoy me invade un gran espíritu de esperanza. De sonrisa cumplida. Será tal vez sólo una breve intuición de optimismo creer en que al fin, los seres humanos, sabremos hablar sin mentir para juntos todas las metas lograr. Lo cierto es que el mundo se trastoca. La guerra nos amenaza pero tememos más a la paz. A ese lugar en donde se dirimen las diferencias con mutua inteligencia. Cuando las soluciones se vuelven palpables y en conjunto podemos ver todas las ventajas de cada paso en nuestro andar. Y como ventajas significo: virtudes. La virtud no es otra cosa que caminar con la certeza de saber quiénes somos, la fuerza impecable del destino que se cumple cada mañana, al margen de cualquier otra contingencia. El abrazo feliz ante el pasado inevitable. La mirada abierta hacia el futuro renacido. Una vez que el presente nos regala el tiempo para concretar con firmeza todo lo que sí es real. Con suma autenticidad. Ese instante en el que se rompen todas las ilusiones para consumarse todas las imágenes en sentida comunión... 

Entre las personas existe una distancia impenetrable: entre cada una de nuestras mentes. A la vez: nuestros corazones se complementan en su latir. Si bien nada idénticos nuestros latidos entre sí... al unísono son una misma canción. Es así como en el corazón debemos encontrar todas las respuestas que buscamos. De tal modo: será imposible errar y sólo será posible la paz alcanzar.

Con fortuna descubriremos que no estamos solos y que quienes nos acompañan en nuestro andar son la bendición más grande que transfigura de sentido nuestro respirar. Si se detienen un segundo, hermanas mágicas tortugas, siempre hallarán el hallazgo de la felicidad. La dicha de cantar al son de un universo que nos arropa. La sonrisa que hace de la vida un espectáculo lleno de magia. El reír que nos recuerda lo relativo de toda gravedad y lo absurdo de toda liviandad. El compás de nuestras almas prevalece ante toda adversidad. Crecemos y aprendemos a amar cada día al despertar.

Y nunca se sabe... a la vuelta de la esquina nos espera una gran sorpresa que jamás hemos logrado imaginar. Esto, precisamente, es la certeza de la verdad. El no temer a lo inesperado. El disfrutar lo ya dado como real sin escatimar en un futuro posible imaginar. El mérito de nuestras almas libres es la capacidad de no temer, menos aún sentir terror (incluso ante el horror), gozar con el corazón abierto mirando el sol. Mirar el sol... no es más que confiar en que el rumbo de los días se cumple con bien y perfección. Así como mirar la luna es siempre la nostalgia de que los ciclos vitales son tan inevitables como hermosos... sin importar qué: nos disminuimos y nos acrecentamos en plenitud en cada uno de nuestros ciclos vitales.

Los astros nos nutren de certezas para comprender que el tiempo es real y que a través de nuestras frecuencias conscientes se puede el cielo tocar.

Y un poco de acontecer nacional: hackear es incorrecto. Todo lo demás es puro oportunismo y bajeza. La privacidad es sagrada.



Y tú... ¿amas el hábito de tu intimidad?


Feliz septiembre
de paz... en los 
albores de 
un octubre colmado
de luz para amar.

¡Abrazo mágico!





miércoles, 28 de septiembre de 2022

sanar...

 ... heridas. 


En el dolor de cada una de nuestras heridas se guarda un secreto que es preciso hablar. La voz del llanto es la que cura. Y a través de nuestra mirada se enjugan las lágrimas capaces de hacernos renacer. Vemos y cultivamos ahí justo en donde nadie antes miró... entonces: la vida se vuelve realidad. Verdad y realidad abrazadas a tono con el sonido del mar. Amén.

El cuerpo sana con el corazón porque la sangre que nos comulga resuena al ritmo del alma cuyo suspiro suyo es el arrullo de la vida. No olviden... una herida no es más que una disonancia en nuestro contratiempo, tan dispar como uno con el Universo, por eso: la música es, siempre, la única medicina... y el elíxir de todo gran amor. La canción de la galaxia habitada de tonadas de Sol.


Y esta es mi verdad... hecha realidad: La felicidad.


Y tú... ¿sanas a la orilla del mar?



Alegre y buen miércoles de sol...
hermosas tortugas.
Que la belleza
llene de magia
sus vidas.
 Gran abrazo
lleno de mí.
Y soy...
la filósofa de la
Nueva Conciencia.

Nuevos caminos
se abren...
un libro por comenzar
y largas tardes
de magia de tortuga.
Hasta mañana.
Felices bendiciones...