jueves, 28 de noviembre de 2019

esperanza...

... de ser.



Con calma y serenidad podemos ver llegar las nuevas etapas de nuestra vida. Como una melodía concatenada. Con pausas prolongadas. Con ritmos armónicos y en contratiempo. A veces en silencio... otras veces: estruendosamente. Sin embargo... hay una sintonía que trasciende tales accidentes y da sentido unificado a nuestra travesía vital.

Hay momentos en los cuales nos encontramos en medio de un desierto, otras veces descubrimos manantiales o nos vemos acurrucados en las raíces de un árbol ancestral. Hay días que sentimos que podemos tocar el cielo con nuestras manos y noches oscuras en que parecemos vivir atrapados en alguna suerte de infierno. 

En cada uno de estos recorridos, la luz de la esperanza nos despierta cada mañana y nos recuerda que ningún esfuerzo es en vano y que al final del sendero siempre llegaremos a tierra firme. De la mano de nuestro corazón y siendo fieles a nuestras más íntimas convicciones. 


Y tú... ¿descubres la música que te anima?



¡Feliz jueves!
Gracias por llenar mi vida...
con su magia de tortuga.




martes, 19 de noviembre de 2019

los secretos...

... del dolor.



Tememos reconocer nuestras tristezas y resistimos la sola idea de sentir alguna forma de dolor. De todos modos, tales esfuerzos suelen ser en vano. Tales experiencias son parte de la vida, son espacios para sanar y crecer.

Eso no quiere decir que la vida sea alguna condena o que el sufrimiento sea algo que debamos cultivar. Simplemente, significa que como seres humanos estamos hechos de tal manera que contamos con mecanismos para sobrevivir y uno de ellos es el dolor.

Cuando algo nos duele, el cuerpo nos previene para atender algo que necesita cuidado, sanación, descanso, prevención... etc. Es una forma en que el cuerpo expulsa de sí algo que le hace daño. Es la manera en que sobrelleva una molestia y se prepara para sobreponerse a dolencias más graves. Es una forma de distanciarnos de nuestro propio cuerpo para atenderlo y procurarlo.

Y no sólo duele el cuerpo. Existen también los dolores del alma. O del corazón... si se quiere. Aquellos que habitan nuestra psique. Estos dolores, las más de las veces, también se expresan en el cuerpo como una forma de mitigar alguna forma de sufrimiento emocional. Para librarse del encierro de las tristezas contenidas. Es por eso que debemos prestar atención y escucha a nosotros mismos... a nuestro cuerpo... para dejar fluir el llanto sin temor a sentir dolor. Para darle paz a nuestro interior.

¿Qué es lo más grave que puede pasar por reconocer que estamos tristes? Por reconocer que sentimos, a veces, dolor. Por sentir. Y que el único consuelo es la catarsis y dejar ir nuestra resistencia. 

Dejar fluir nuestras emociones por mucho que nos duela reconocerlas es la única manera de sanar. Establecer, así, una conexión con nuestra vulnerabilidad de tal suerte que la fragilidad se vuelva fortaleza.

Ese es el secreto que guarda dentro de sí todo dolor del corazón: la libertad... ¿Que no es fácil?... nadie dijo que lo es. ¿Que es inevitable?... dada nuestra constitución natural y fisiológica: sí. Y con el tiempo, los dolores se vuelven menos y nuestra capacidad para afrontarlos mayor. Lo que ayer era imposible... se convierte en algo sencillo. Lo que hoy nos parece inalcanzable es muy probable que podamos contenerlo en nuestras manos sin esfuerzo: mañana. 

Es por esto que debemos ser muy precavidos y no dejarnos engañar por los medios de evasión que adormecen nuestro sentir emocional para evitar el dolor del alma. Prestar atención a no disociarnos para olvidarnos de una parte de nosotros y así tampoco sentir. Tener cuidado de no alejarnos de las personas para encerrarnos y pretender que estamos bien; o que podemos ser inmunes no sólo a nuestro dolor  (y nuestros sentimientos) sino al dolor (y sentimientos) de quienes amamos. 

Afrontar la vida en su completud es reconocer que adolecemos y sentimos. Y que el cuidado de vida es también el cuidado que prestamos a nuestras tristezas y el modo en que aprendemos a abrazarlas para reconciliarnos con ellas. Sin temor a sentir.


Y tú... ¿afrontas tus sentimientos?



¡Feliz martes!
Fuerte abrazo...
lleno de magia de tortuga.





sábado, 9 de noviembre de 2019

breves...

... espacios.




A medida que se acorta la distancia entre una actividad y otra descubrimos el continuo transcurrir de ciclos que se cierran uno a uno. Y sin interrupciones la vida transcurre cada día con menos esfuerzo. De esta manera podemos saber que vivimos en unidad con nosotros mismos. Lo cual es el síntoma certero de nuestro bienestar.

Muchas veces vivimos disociados de nosotros mismos. Como una forma de evadirnos de aquello que nos inquieta. Como una forma de sanar dolores acumulados. Como la estrategia para sobrevivir a nuestros traumas. El dolor es un mecanismo que por definición nos divide en dos... Y cuando hemos estado expuestos a situaciones de desamparo algo dentro nuestro se rompe. A veces imperceptiblemente... otras veces ocasionando estragos en nuestra capacidad de ser y sentir: en nuestra capacidad de pensar con claridad.

Recoger los pedazos de nosotros mismos para rearmar nuestro aparato psíquico y volver a unir lo que no debió estar separado es el mejor ejercicio que podemos darnos a nosotros mismos para ser felices. Volviéndonos la misma persona que somos. Enteros. Colocando cada pieza en su lugar y reconciliando cada evento de nuestra vida. Dando a cada sentimiento el lugar que le corresponde. Dialogando con nuestra razón en armonía. Amigándonos con nosotros mismos.


Y tú... ¿vives en continua unidad?


Feliz sábado...
de sol.
Abrazo lleno
... de magia de tortuga.


miércoles, 6 de noviembre de 2019

complejidad...

... artística.




Hay días en que descubrimos que tenemos mucho más en común con quienes nos acompañan de lo que habíamos descubierto. Sin importar cuánto llegamos a conocer a una persona, siempre hay ocasión para la sorpresa y el encuentro. Estas son las verdaderas amistades. Las que sobreviven el paso del tiempo y el cambio de las estaciones: manteniéndose intactas. Acrecentándose. Son las personas que hacen la diferencia en nuestras vidas. Quienes siempre están presentes. En cada día feliz y en cada batalla... sin pensarlo dos veces, sin juzgarnos. Son quienes nos permiten regresar a nosotros mismos justo cuando todo parece oscuro. Quienes nos recuerdan de qué estamos hechos y hacia dónde vamos. Quienes nos valoran en verdad. Y sujetan nuestra mano para ayudarnos a sostener nuestro corazón.

A lo largo de los últimos meses he recibido la bendición de tener a mi lado a muchas de estas personas. A lo largo de mi vida, en realidad. Me siento profundamente agradecida y afortunada. La soledad a veces nos encierra y nos hace olvidar a quienes han nutrido los momentos en solitario de luz. Y cuando miramos atrás, una vez que ha pasado la tormenta y la paz se reconstituye poco a poco, lo único que queda es la presencia de estos seres mágicos que, por alguna razón, nos quieren con toda la fuerza de su corazón. Y nos recuerdan que no vale la pena ni siquiera recordar a quienes se han marchado de nuestras vidas o a quienes no quisieron formar parte de ellas. No todo el mundo está hecho para entregar el alma. No todos logran mirar más allá de las cosas pequeñas y trascender el contexto. Muy pocos son capaces de pensar en alguien más que en sí mismo, de sentir con otros, de sólo amar. Y cada quien tiene su propia tarea en esta vida, por lo que lo único que vale la pena es abrazar con fuerza a quienes sí están destinados a ser parte de nosotros y cultivar tales relaciones como el tesoro que son. 

Al ordenar los pasos de nuestra vida... los papeles que hemos guardado para atesorar nuestra memoria y nuestros pensamientos, en mi caso mis letras, vivimos algo similar a mirar un álbum de fotografías. El paso del tiempo deja su huella suspendida en un otro momento y nosotros podemos reconocernos a través de ella. Es así como es posible recapitular la secuencia de nuestras vivencias y emociones. Es como dialogar con ése otro que fuimos: desde el presente, desde la persona en la que nos reconocemos hoy. Puede ser un proceso caótico. Una experiencia para tener calma y ser pacientes. Como abrir un baúl lleno de recuerdos y regalos y no saber por dónde empezar a mirar. Qué va en dónde. Qué es cada cosa. Qué queremos y vale la pena conservar. Son momentos también para compartir y que toman sentido de la mano de quienes son parte de nuestra vida. De otro modo cuál sería el propósito de emprender tal travesía a través nuestro. Estar en contacto con uno mismo es también estar en contacto con el otro. Y eso llena de razones la ardua tarea de recuperar tales pasos y, con arte, aprehender la complejidad.

Últimamente me cuestiono mucho sobre el propósito de mi existencia. Siempre creí que todos nacemos con uno. He construido mi vida con esta certeza y sin temor al rumbo que fue tomando ésta en el camino. Sin pensar mucho en cuál sería entonces mi lugar en el mundo. Un mundo que adolece. Los años pasaron y de pronto me pregunto de qué manera tomará forma todo lo realizado con esfuerzo hasta ahora. Todavía no lo sé. Y supongo que será una de las respuestas que encontraré dentro mi baúl...


Y tú... ¿amas?


GRACIAS...
MÁGICAS TORTUGAS.





lunes, 4 de noviembre de 2019

el vigor...

... de la naturaleza.




Existe una fuerza más poderosa que nosotros mismos que nos empuja hacia adelante. Ciclos constantes de la naturaleza que, con indiferencia, nos mantienen atados a la vida. Y quizá a veces no descubramos el sentido de tales esfuerzos vitales que nos conservan como tales. Incluso en las situaciones más adversas. Incluso hasta contener el último aliento. Esto que llamamos sobrevivencia nos viene heredado genéticamente. Y no nos deja otro camino que seguir avanzando.

Nuestra tarea es aprender a darnos un propósito junto con el cual caminar hacia nuestro destino. Y tomar, así, el destino en nuestras manos. Sin temor. Sin tedio. Con vigor. Encontrar la calma y la satisfacción. Mientras transitamos por nuestras etapas.

En momentos críticos es importante tener paciencia y no tratar de hacer más de lo que está a nuestro alcance. Ser honestos con nosotros mismos y encontrar dentro nuestro el mayor bienestar posible. Sin apresurarnos. Dejar que el ritmo de nuestra respiración nos dé la pauta para descubrir aquello que sí podemos llevar a cabo. 


Y tú... ¿cómo alimentas el vigor que te habita?


Feliz noviembre...
y linda semana para
ustedes:
mágicas tortugas.


viernes, 1 de noviembre de 2019

despertar...

... a la vida.



Cada mañana nos regala un motivo para sentirnos plenos. Tras el reposo y el descanso de la noche. El sueño profundo y reparador. Amanece una vez más y un nuevo ciclo se repite. Una oportunidad renovada para ejercer nuestra libertad y diseñar nuestras actividades diarias. Para vivir con reconciliación y, si se quiere, con resignación las circunstancias que nos definen... por este día. Con disfrute.

Pequeños momentos que pasan desapercibidos pero que marcan el ritmo de las horas. El debate interno entre nuestras expectativas y nuestras limitaciones reales. El descubrir lo que de verdad nos apetece y lo que no podemos postergar. El transitar a través del tiempo con conciencia de que estamos vivos. La satisfacción de ser quienes somos. Y la caricia de las almas que nos acompañan.

Así, la rutina se sucede y en nuestras manos está hacer de ella el festejo de un día lleno de vida.


Y tú... ¿despiertas cada mañana?


¡Feliz viernes!
Fuerte abrazo...
lleno de magia de tortuga.