viernes, 16 de junio de 2017

un fugaz...

instante... es lo que acompaña la certeza de la felicidad.

El tiempo que se quiebra dando lugar a un momento de dicha y abre, de par en par, un resquicio de luz. Es el espacio en el que nuestra memoria logra una completa unidad con nuestro presente. Sólo logrando conciliar nuestro futuro con este instante fugaz es posible perpetuar nuestras alegrías. En sublime armonía con la contingencia del acontecer que se desvanece en nuestras manos y sobre el cual no tenemos control alguno. 

El desapego y la renuncia a los deseos que escapan a nuestra voluntad es lo que nos permite consumar los anhelos reales que nuestro corazón es capaz de acariciar. En este límite, en el que se conjuga el dolor con la dicha, se manifiesta nuestra libertad. Muchas veces, sólo se trata de abrazar el presente... en él encuna el futuro. Así, es posible vencer las tentaciones de nuestra imaginación.


Y tú... ¿cómo abrazas tu presente?



Feliz viernes de lluvia, niebla, melancolía y 
... magia de tortuga.


martes, 13 de junio de 2017

detengámonos...

... un momento en la "enajenación".


A veces es suficiente un breve comentario para descifrar cuándo una persona nos está poniendo a prueba, duda de nuestras capacidades, de nuestra disciplina y de nuestra voluntad. Lo curioso de este tipo de momentos insignificantes, junto a personas ahora también insignificantes (en el contexto temporal de nuestras propias prioridades)... es la inmensa decepción que logran despertar en nuestro corazón. 

Con qué autoridad hay personas que, en igual circunstancia y condición nuestra, se atreven a tratarnos como niños pequeños, como si viviéramos alguna suerte de extravío... Una de las diferencias entre la infancia y la adultez es que uno se ha ganada el derecho de tomar sus propias decisiones con madurez e independencia y nadie puede interrogarnos para ver si es cierto que sabemos lo que queremos... En este punto, sólo es loable compartir experiencias, apoyarnos y comprendernos. Aprender unos de otros.

Estos encuentros son como dialogar con un ser humano atrapado en un túnel del tiempo, quien probablemente no llegó a madurar sus etapas de crecimiento y es quizás esta persona quien no sabe lo que realmente quiere, se proyecta en nosotros y descubrimos cuán lejos nos encontramos el uno del otro... Y eso siempre es doloroso. La distancia entre dos almas que, pudiendo latir juntas, se permiten lastimarse entre sí. Es la mejor definición del infinito.

Debería estar acostumbrada, sólo por el hecho de ser mujer, soltera y sin hijos, ya que las personas suelen recrear la fantasía de que soy pequeñita, casi una adolescente, muy joven, estoy confundida... solo porque no vivo como la mayoría considera que debería ser. Sin la fachada del "crecimiento" social, la mayoría de las veces se opaca la valía personal. Así como, la satisfacción normal del canon social, que exige ciertos símbolos para validar cada una de las etapas de un ser humano, muchas veces opaca la ausencia de un crecimiento personal más profundo o, al menos, la falta de conciencia acerca de tal crecimiento.

Es triste descubrir cómo insistimos en separarnos los unos de los otros a través de la lástima y la condescencia, casi como una forma sublimada del respeto, cuando podríamos solo aceptarnos, escucharnos y abrazarnos, tras descubrir las maravillas que habitan cada uno de nuestros corazones. Dejar de mirar ahí en donde interpretamos carencias... con la imposición de nuestro juicio subjetivo y con la mezquindad de la enajenación de nuestras verdades privadas.

La enajenación es solo una mediación ciega que nos da la certeza suficiente para construir sentido y significado. Nos da la débil fortaleza de no cuestionar nuestras verdades y de ahí la imposición de nuestro juicio ciego. Nos separa de la posibilidad de sentir con el otro... de comunicarnos sin prejuicios. De escuchar.

Si no somos capaces de escuchar a otros es porque tampoco estamos siendo capaces de escucharnos a nosotros mismos. Si insistimos en invalidar a nuestros interlocutores es porque no somos capaces de cuestionarnos a nosotros mismos. De crecer. 

Sería tan fácil solo hermanarnos en un objetivo común... sin embargo, preferimos aferrarnos a nuestras valoraciones personales, a nuestras vanidades, a la breve y falsa certeza de nuestra enajenación.


Y tú... ¿tienes tiempo para amar?



Feliz martes!!!
Abrazo grande lleno
de magia de tortuga.




martes, 6 de junio de 2017

sueños...

y deseos...

Una parte de nosotros, la que despierta mientras dormimos, muchas veces conoce mejor que nosotros: el destino de los días por venir. No siempre logramos comprender el significado del relato de nuestros sueños, probablemente, porque nuestro ser de vigilia interfiere con el símbolo onírico de nuestra conciencia. Ese signo de verdad no revelada que se descubre a sí mismo, una vez que logra derrumbar todas nuestras resistencias, permitiéndonos observar quiénes somos; más allá de lo que estamos dispuestos a reconocer de nosotros mismos.

La relación de nuestra psique con nuestros sueños es un espacio en el cual la reconciliación habita la posibilidad de vivir en el presente, liberados del pasado y dispuestos a la apertura de un futuro infinito.

Solemos expandir tales símbolos a nuestra vida, o viceversa, con el propósito de enriquecer la experiencia de nuestra conciencia en su aventura en pos del discernimiento. Distinguir, entre la verdad y la realidad, es el hito que compone nuestro acto de conciencia, es la posibilidad misma de la conciencia.

Existe una brecha infranqueable entre lo real y lo verdadero: la apertura a la interpretación, el camino de la relatividad, los senderos de la libertad, el espacio propio de la creatividad. El mundo humano, en sus distintas manifestaciones, se desenvuelve en este resquicio que se cifra como un punto detenido en el infinito que, a su vez, puede ser en sí un infinito colmado de posibilidades. 

La magia de la verdad, aquélla que se interroga incesantemente a sí misma, consiste en el reto de lograr acercarnos a lo real de tantas formas como seres humanos existen. Sin por ello, tener que confrontarnos entre sí. Es el suave instinto de la intuición lo que nos da la clave para reconocer qué tan cerca, o qué tan lejos, están nuestras construcciones mentales de la realidad. 

Sostenidos por un estadío intermedio en el cual los consensos generan el falso ser ahí de lo real que se legitima por el falso ser ahí de lo verdadero. En un breve lapso de tiempo. Si prolongamos la suposición de tales consensos, olvidamos que solo son una acotación de nuestra imaginación y sucumbimos ante la enajenación de nuestras facultades inteligentes. Muchas veces motivados por el vivificante sentimiento de sentirnos seguros ante el acontecer de nuestras vidas.

Mediaciones que nos permiten construir sentido en comunidad, construir un mundo común, movernos, hablar y existir sin la ansiedad de nuestro vacío de inmediatez, al ser seres mediados por el hito de nuestra conciencia. Las leves certezas que nos permiten despertar cada mañana. Seres limitados por la dialéctica de la experiencia de la conciencia. No carentes... ricos en posibilidades pero impedidos de acceder a lo real sin alguna de nuestras mediaciones. Elegir con justicia tales mediaciones es lo que nos permite aprender a discernir qué es lo correcto. 


Y tú... ¿reconoces el límite de tus verdades?


Un breve anticipo de mis reflexiones, a partir de Hegel, sobre qué es la conciencia y cómo la podemos explicar a partir de nuestras funciones cerebrales... si es que así fuere. Quedando latente una interrogante que me planteó uno de mis más amados seres: al morir... si aceptamos que quienes mueren logran manifestarse en modo alguno, hacerse presentes expresando intencionalidad alguna, cómo lo hacen si su cerebro ya no está funcionando... La cual sigue rondando mi cabeza... Claro! habría, primero, que admitir que las personas fallecidas pueden comunicarse de algún modo consciente con nosotros: los aún no fallecidos... lo cual, soy honesta, no puedo descartar por completo, con base en experiencias propias. Las cuales están más cerca de la mística. Sin embargo, no podemos negar los misterios que nos habitan y se nutren de la certeza de nuestra experiencia intuitiva y sensible. El saber es el arte de reconciliar tales misterios con la elocuencia del significado que otorguemos a la realidad. A saber: la aspiración de toda ciencia y la motivación de la filosofía en sí. Se aceptan comentarios!!! No sean tímidas tortugas mágicas, compañeras de aventuras y de reflexiones vívidas. Ya que estoy en los albores de lo que será uno de los libros más largamente esperado y acariciado por la voluntad de mi corazón... Gracias.

Felices día de lluvia queridas tortugas amigas!!!





domingo, 4 de junio de 2017

música...

...hecha de tiempo.


Solo la música logra detener el tiempo en cada uno de sus movimientos. Permitiéndonos revivir, una y otra vez, a través de ella, los latidos de nuestro corazón... atrapados en un momento que parece logramos contener. 

La música, con su efímero tiempo, nos regala un pedacito de la eternidad. Un espacio del pasado, una promesa del futuro, un olor perdido en nuestra memoria, una alegría renovada o la liberación de alguna de nuestras tristezas. Con la esperanza de hacer realidad todo aquello que soñamos, y sentimos, cada vez que escuchamos una canción. De cierta manera, cada uno habita una melodía única, que logra grandes sinfonías o disonancias, de acuerdo con quien nos acompañe. 

No todos gustamos de dejarnos enamorar por la música. Hay quienes prefieren relegar en ella el lugar de la nostalgia, de la tragedia... esa melancolía que lleva por nombre: resignación... la renuncia de todo lo que podemos llegar a ser... por miedo a arriesgar la persona que nos hemos acostumbrado a ser. Sin valor de confrontar a quienes nos aprueban y se satisfacen con valorarnos conforme al espejo de su propia vida, sin respeto ni generosidad. Finalmente, si ya estamos cómodos... cuál es el propósito de arriesgarnos por algo diferente. Porqué crecer más si ya somos suficiente para lo que nos exige nuestro entorno. 

Hicimos un mundo que se satisface con la obediencia... la discreción... el silencio... la complicidad del poder... la mentira... la ventaja... la competencia... la arrogancia y la soberbia solapadas de estándares de eficiencia... Sin placer... sin tiempo para la vida... No termino de lograr imaginar quiénes seremos en 20 años... quiénes habrán sobrevivido a la voracidad que nos arrastra. ¿Los mejores? ¿los más aptos? ... ¿A qué precio? ¿cuánto tiempo más durará la ilusión de las redes sociales que opaca la infinita soledad que nos habita? ¿seremos capaces de volver a conversar viéndonos a los ojos? ... ¿Lograremos dejar de ser esclavos del dinero? ¿aprenderemos a ser libres? ¿amaremos?...

La música también puede ser un resguardo de felicidad en ese nuestro cómodos estar. Sin embargo, no debemos desdeñar la posibilidad de interrogarnos y acrecentarnos. Pues la vida guarda tesoros y sorpresas que pocas veces logramos imaginar. Vivimos en un mundo que nos repite una y otra vez que no existe otra manera de vivir... sería sabio preguntarnos si esta forma en que nos hemos acostumbrado a habitar la vida es la única posible, la mejor para nosotros... la más virtuosa... la más feliz. Hay tantas señales de que estamos lejos de haberlo logrado, entonces, porqué... porqué... nos es tan difícil salir de nuestro caparazón y simplemente amar... amar la vida, amarnos a nosotros mismos, amar a otros seres humanos, dar de nosotros un poquito más... guardar un espacio para solo vivir. Sin más exigencia que el regalo de una sonrisa.


Y tú... ¿quieres construir un mundo mejor: un mundo realmente feliz para todos...?




Feliz Pentecostés
amadas tortugas...
no permitan que nadie
les impida seguir
el llamado de su deseo.
Que el Espíritu Santo
vierta sobre nosotros
la luz de la esperanza y
la fuerza para reinventar
nuestro presente.
Amén.





jueves, 1 de junio de 2017

la humedad...

... caricia suave del mar.

Existe un equilibrio entre el calor y el frío de nuestra temperatura. Una conjugación latente que nos brinda el estado de nuestro ser cada día. La forma en que nos relacionamos con nuestro cuerpo, nuestro entorno, la naturaleza, el modo en que nos contienen nuestras relaciones afectivas y, en general, las relaciones con otros seres humanos, suman el conjunto de circunstancias de nuestra temperatura. Nuestro tiempo interno. 

De esta manera, la calidez de un rostro amable, el entusiasmo del enamoramiento, la intensidad del amor, la alegría de la amistad, o el témpano de la distancia, el frío de la indiferencia, el vacío de la violencia, el titilar de la soledad... nos llevan a través de viajes en donde habitamos tormentas, días de sol, calores y humedades, la lluvia leve que no cesa, el viento que nos refresca, el desierto que nos quema. Como si fuéramos los habitantes de un navío o un aeroplano. Como si nos lanzáramos en paracaídas o nadáramos sin salvavidas las inmensidades de los ríos. O simplemente nos tumbáramos a la intemperie en un jardín apacible. 

Todavía no decido si somos una temperatura hecha de tiempo o un tiempo hecho de calores y humedades. En donde el frío es el balance que nos permite permanecer... y en exceso: desaparecer.


Y tú... ¿eres el dueño del termómetro de tu tiempo... o te dejas llevar por el reloj de tus humedades?




Abrazo de junio...
que el sol llene de magia
los días de lluvia y 
las aguas llenen de frescura
los días de sol
con un poco 
...de hechizo de tortuga.