lunes, 29 de octubre de 2018

violencia de género...

... o prerrogativas masculinas.



A pesar de los consensos, ya de tradición histórica, con respecto a la relevancia y pertinencia de la perspectiva de género... sigue existiendo un debate inconcluso entre quienes defienden a capa y espada que tal perspectiva no es justa para los hombres y que tampoco otorga la libertad necesaria a las mujeres para defenderse por sí mismas. Las debilita... dicen algunos. Así como, otros defienden que el acoso no es violencia, es más bien debilidad de las mujeres al no ser educadas para defenderse por sí mismas. Que los hombres son hombres, biológica y fisiológicamente, y que somos nosotras las únicas responsables de nuestra seguridad. Somos quienes debemos atender a sus necesidades y ayudarlos a no despertar en ellos el instinto de maltratarnos. Finalmente, somos siempre nosotras las responsables de la buena (o "mala") conducta de los hombres. Ya sea porque no los educamos del modo debido, ya sea porque no los comprendemos como ellos necesitan, ya sea porque no prevenimos sus bajas pasiones: propias de su sexo. Ya sea porque no ponemos los límites adecuados para domesticar su conducta. Además, también debemos evolucionar al grado de saber que una violación es traumática si, como mujeres, asumimos que nuestro valor está en la vagina, lo cual contradice nuestras pretensiones libertarias "feministas". Somos nosotras quienes nos objetivamos y somos nosotras quienes nos victimizamos. No es por ser mujeres que estamos expuestas a todo tipo de violencia de género, sólo por el hecho de ser mujeres... No: es porque somos mujeres débiles. Mujeres carentes. Mujeres que nos resistimos a comprender que las necesidades de los hombres, siempre y en cualquier circunstancia, deben considerarse prioritarias. Mujeres que no queremos asumir que la voluntad del hombre es la que vale sin otra condición que la de ser la libertad masculina. Ellos tienen todas las prerrogativas y nosotras... todas las obligaciones. Las mujeres debemos ganarnos el respeto... los hombres merecen ser siempre respetados. Las mujeres debemos someter nuestro deseo al placer del hombre... los hombres merecen siempre satisfacer todos sus deseos: gozando del monopolio de todos los placeres. 

Quizá no es la masculinidad lo que está en cuestión... es la vanidad y el narcisismo, que nutren todo machismo misógeno, lo que nunca se pone en cuestión. Porque a medida que se avanza en la garantía de nuestros derechos... más desprotegidas quedamos ante la posibilidad de hallar un compañero masculino que todavía asuma su condición de género con nobleza, caballerosidad y verdadero respeto a las diferencias sexuales que nos hacen humanamente iguales. Un hombre con la fortaleza suficiente para ser capaz de entregar su corazón por amor. 



Y tú... ¿estás dispuesto a erradicar la violencia de género?



Feliz inicio de semana!!
Tortugas mágicas...



sábado, 27 de octubre de 2018

liderazgo...

... o impunidad. Tiranía o legitimidad... Justicia o venganza. Campaña... o gobierno. #LaConsultaVa



En la última semana vimos cómo difieren las y los ciudadanos entre un aeropuerto u otro, entre si la consulta es o no es legítima, entre si #AMLO es o no es un autoritario, entre si sí o si no... la cosa es diferir sin escuchar... Diferir por el solo hecho de distraer la atención de todo lo que de verdad es importante. Diferir para evitar asumir nuestra responsabilidad ciudadana de tomar postura sin necesidad de diferir con alguien. Tener una opinión propia sin necesidad de estar en contra de otra opinión. Valorar una opción sin necesidad de destruir las otras opciones. Dar paso al nuevo régimen sin necesidad de destruir el presente ni resignificar el pasado. No ser parte del entusiasmo del cambio sin necesidad de hacer de todas las razones de nuestra existencia: derrotar la posibilidad (y la esperanza) de un nuevo régimen. 

Probablemente, ésta es la razón por la que México se resiste, de todas las formas posibles, a ser un país justo y democrático. Porque las personas no somos capaces de asumir nuestros puntos de vista respetando a las demás personas. No se escucha una sola voz, desde ninguna de las trincheras, que sea capaz de estar conforme consigo misma sin otro argumento que su autenticidad. Parece ser que, en México, ser uno mismo tiene que ser de manera indisoluble un acto combativo contra todo lo que no es como cada quien considera que debe ser. ¡Cúanta autonomía nos falta explorar y ganar para nosotros mismos... antes de ser capaces de vivir en democracia!

México tiene mucho que aprender de la palabra respeto. En sentido estricto y categórico. Y renunciar a esa forma banal e hipócrita que prevalece de "respeto al otro"... Ese símbolo de "buena conducta moral". Sólo por fuera. Sólo en la forma. Cuando en el fondo sólo prevalencen las formas más precarias y salvajes de intolerancia... veladas siempre: de "argumentos".

Es sorprendente, y alarmante, que quienes están a favor del proyecto de Texcoco, en vez de comportarse como individuos libres y autónomos, y ser quienes con más ahínco tendrían que abrazar la consulta y votar. Prefieran operar como aparato de grupo, al servicio de intereses corporativos, y traten de deslegitimar la posibilidad de la misma como estrategia para vencer frente a la alternativa de Santa Lucía. Como si se dieran por derrotados de antemano. Como si privilegiaran los intereses de grupo ante su capacidad de ser una voz más entre las demás, en igualdad de condiciones. Sin darse cuenta de que sólo votando podrán cuestionar la legitimidad de la consulta. Sólo ejerciendo su derecho de participación podrían apelar a las irregularidades que tanto tratan de visibilizar. De otro modo, tendrán que resignarse ante el resultado, por haber renunciado a su derecho a voz y a voto. 

Como se dice de forma coloquial: quien calla otorga. Ya que apelando al derecho consuetudinario, no hay forma de poner en tela de juicio el derecho de todos quienes optamos por ejercer nuestro derecho de participación ciudadana. Además, en materia de derechos humanos, basta un solo caso para que el ejercicio, o la violación, de un derecho sea efectivo. Nada sobre lo que se cuestione sobre la "legalidad" de esta consulta puede estar por encima del ejercicio de los derechos humanos, de acuerdo con el principio pro persona garantizado en nuestra Constitución: la protección individual rebasa por mucho, cualquier cuestionamiento de otro orden para privarnos de la ocasión de participar en las decisiones de Estado. 

Nada de esto autoriza a quienes están a favor de Santa Lucía o simpatizan con MORENA a insultos y desdén hacia quienes piensan distinto. Hacia quienes eligen no votar. Hacia quienes optamos por opciones distintas. No hay mayoría que legitime tales maltratos. Ya basta de victimizaciones, es hora de hacer gobierno: es tiempo de dejar optar por el encono, la polarización y la resistencia para trabajar por el país. Y si gana Texcoco, tendrán que apegarse con respeto a los resultados. Sin odio ni desprecio alguno. Estas son las nuevas reglas de nuestro escenario político y debemos aprender a respetarlas. Con vocación autónoma y libre. En el camino, tal vez, todas y todos aprendamos que existen otras formas de convivir entre seres humanos. Y quienes se resisten con tal soltura y banalidad al cambio, deben reflexionar un poco más sobre el sentido profundo de la vida democrática de una sociedad y dejar de jugar un papel de falsos detractores sólo para opacar el hecho de que no son capaces de respetar la diferencia.  

Yo voy a votar por Texcoco y creo que la mejor opción es una solución tripartita: 1. todas las medidas en curso para subsanar las necesidades aeroportuarias en el corto plazo; 2. Santa Lucía (capitales mixtos y privilegiando vuelos de carga) como una solución de mediano plazo en lo que se construye Texcoco, atendiendo a todas las deficiencias en materia ambiental de las que adolece el proyecto original y con perspectiva de desarrollo social para las comunidades afectadas; y 3. Terminar Texcoco (concesión privada) como alternativa óptima de largo plazo.



Y tú... ¿eres libre y autónomo?





MORENA... canción oficial.
Qué manera de quererte... Beatriz Gutiérrez.
el arrepentido... Vives y Melendi.

Feliz fin de semana... lleno de magia democrática de tortuga.
Abrazo!






intensidad...

... y velocidad.


Parece haber una estrecha relación entre la capacidad que tenemos de acelerar los eventos en el tiempo y la fuerza con que experimentamos ciertas emociones. De alguna forma, se podría decir que podemos transportarnos de una dimensión a otra de nuestra existencia: como si nos trasladáramos de un tiempo a otro, como si atravesáramos la eternidad. Sólo para conservar un fragmento perdido en nuestra memoria que nos recuerda las razones de nuestro transcurrir.

En momentos como éste... no hay palabras que logren atrapar el presente ni nombrar el futuro. Es un espacio para sentir y para vivir. Un breve paréntesis del cual retornamos renovados. Un encuentro insignificante que lo trastoca todo. Tan fugaz... que todo vuelve al lugar en que nos encontrábamos... sin notar la diferencia. Y sin embargo, fuimos y volvimos, sin tiempo ni prisa, a través de los misterios de nuestra alma: sin percatarnos de las sorpresas que en ella nos aguardaban.

Con tal intensidad y a tal velocidad... que, al despertar, estamos como mareados... los recuerdos se nublan entre sí... y no sabemos bien a bien si fuimos o volvimos o de dónde regresamos. Simplemente... nos abraza nuestro presente y descubrimos coordenadas de nuestro futuro que no podíamos siquiera imaginar. Aquellos lugares hasta donde podríamos llegar: o a donde no podremos jamás regresar.



Y tú... ¿has viajado en el tiempo?



Feliz sábado...
lleno de magia y tiempo hecho de tortuga.


lunes, 15 de octubre de 2018

licitaciones...

... o adjudicación directa.



Parece existir un dilema no menor entre la forma en que se facilitan las gestiones administrativas para satisfacer las necesidades de gobierno y la forma en que se puede garantizar la legalidad de tales gestiones, para erradicar la corrupción. En qué radica tal dilema...

Por un lado, en el hábito de malas prácticas adquiridas en los amplios márgenes de discrecionalidad en el uso y asignación de recursos públicos. Por otro lado, o a causa de lo mismo, en la desconfianza que priva en las relaciones humanas que tejen el entramado de las administraciones públicas. Por la falta de confianza en las personas, más precisamente, la falta de confianza en la honestidad de los seres humanos. En este sentido, los costos de la mentira, mejor dicho: de prevenir el engaño y la trampa, son altísimos para el erario público.Tal vez más altos que la corrupción en sí misma.

Otra cosa sería, si pudiéramos confiar en la integridad de las personas, en sus capacidades y facultades para tomar decisiones tanto sustantivas, administrativas como de gasto público. Otra cosa sería, si tales personas asumieran con honor las responsabilidades encomendadas. Entonces, la autoridad sería autoridad en sentido estricto.

El problema de todos los esfuerzos para combatir estos márgenes de discrecionalidad es que restan autoridad a los funcionarios públicos en todos sus ámbitos de acción y gestión. Y la falta de autoridad también tiene costos. Encontrar el equilibrio entre ambos propósitos debería de ser el objetivo de todos los esfuerzos en materia de transparencia y regulación de la ejecución del gasto público. Incluidos los contratos de terceros particulares.

No basta el exceso de regulación para evitar la corrupción y la simulación. Así como, no basta confiar en las buenas artes y el oficio de las autoridades para garantizar resultados efectivos de gestión, a la par de rendir cuentas claras. Podemos garantizar los más altos estándares de honestidad sin necesidad de control alguno, así como, podemos garantizar las prácticas más corruptas con el más rígido y duro control anticorrupción. Finalmente, son las personas quienes eligen actuar profesionalmente y con altura de miras, o actuar subrepticiamente y con mediocridad. Y no hay ley, ni castigo, que pueda revertir tales complejidades humanas. Lo cierto es que, mientras más libertad tenga un funcionario público, más capacidades tiene para emplear su buen juicio en beneficio del bien común.

Por mi parte, me inclino por regulaciones flexibles para fomentar la eficacia en la gestión y fortalecer la autoridad, así como, lo suficientemente prácticas para efectivamente contrarrestar cualquier incentivo para la corrupción. De la mano de un trabajo profundo en materia ética, no moral ni legal. Un profundo trabajo en la comprensión humana (y nuestra capacidad de tomar decisiones y actuar) desde la autoreflexión, la responsabilidad y el sentido de comunidad. 

Creo que el discurso de transparencia, rendición de cuentas y anticorrupción está muy disminuido frente a la tarea que emprende. Y en la mayoría de los casos, está generando más incentivos para la corrupción que lo contrario. Sin confianza y sin autoridad, y sin confianza en la autoridad, muy poco se podrá alcanzar en este camino. Porque para dejar de reproducir una conducta nociva, lo primero es la toma de conciencia de que tal conducta es mala, y para esto lo primero es comprender porqué es nociva y porqué se volvió normal. Sin juicio moral ni legal de por medio. El castigo, y la persecución, no hace más que reforzar con más ahínco la normalización de las conductas nocivas.

Por otra parte, el empoderamiento de todos los órganos de control con estos fines llevan a una sustitución de competencias en los ámbitos de gestión. Y la gestión sustantiva queda subsumida a los candados de la ejecución presupuestaria, en detrimento de la calidad de los resultados. Las decisiones sustantivas no pueden estar supeditadas a la normativa de control. Debe ser totalmente a la inversa. Lo mismo cuando se trata de las estructuras administrativas. La distancia que existe entre una burocracia y la función pública, es precisamente el orden de prioridades de decisión entre los requerimientos administrativos y los lineamientos sustantivos. El orden sustantivo debe ser el ámbito de decisión por excelencia, no a la inversa. Los marcos legales deben garantizar ambas circunstancias: autoridad en la gestión de recursos y autonomía en la toma de decisiones sustantivas. De otro modo, la ley se convierte en el mayor impedimento para lograr cualquier objetivo trazado. Se privilegia la simulación y la solución efectiva de los problemas se sigue postergando. Sin disminuir un ápice el hábito de la corrupción.



Y tú... ¿crees que un mundo honesto es posible?



Feliz inicio de semana.
Lunes lleno
de magia de tortuga...
Abrazos!!




jueves, 11 de octubre de 2018

de banalidades...

... a excesos.  #César Yáñez #CuartaTransformación 

¿Control de daños o análisis de riesgo? ... 



Francamente, me parece muy trivial trasladar a la agenda política mediática un reportaje de una revista de acontecimientos sociales. Estoy convencida de que México merece más y que necesitamos enfocar nuestras energías a los procesos trascendentales que vivimos como país. En lo personal, me es indistinto la forma privada (incluidas las aspiraciones sociales) en que las personas decidan y valoren vivir, yo tengo mis propias convicciones y con base en ellas tomo mis decisiones vitales. Tampoco creo que la difusión de un evento de la envergadura de la boda que César Yáñez eligió para él, es lo que hace de su boda un evento público. Con revista o sin ella, una boda es un evento social, por lo tanto, pertenece a un ámbito expandido de lo privado. 

Lo relevante es que una manifestación social de tal magnitud, inevitablemente, se vuelve nota periodística. En cualquier contexto que nos situemos. Es un anhelo que viene incluido con tales expresiones de nuestra vida social. Si quiero que mi boda no trascienda a los medios de comunicación, no invito a 600 personas y no le pido al presidente más votado de la historia reciente de México que sea testigo. Se trate de quien se trate. Y si bien, para mí, tales noticias no dan más que para una plática de café. Lo que está en juego aquí no es la valoración personal que cada uno de nosotros tenga ni tampoco está en juego la cantidad de elementos brindados a la opinión pública para desarrollar tan variados análisis... como plural y amplia es la participación de todas las voces en la vida democrática de un país con Instituciones. Como lo es México. Así que tampoco censuro ninguna de estas expresiones ni creo que se trate de conservadurismo o mala fe. Se llama libertad de expresión.

Lo que sí censuro y me alarma como ciudadana es el desdén con que César Yáñez tomó una decisión tan nociva para la situación histórica en que nos encontramos. En este contexto, el exceso de su banalidad es absolutamente inexcusable. Y la falta de pericia técnica y política de no haber hecho un análisis de riesgo, por demás obvio: me parece grave. Materia básica para gobernar y para el área de políticas públicas: tarea a la que ha sido llamado desde las filas del equipo más cercano al Presidente. Lo que está en juego aquí es la Cuarta Transformación, es el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, la credibilidad de MORENA y la congruencia de nuestra nueva clase política. No creo que una boda (ni una revista) ponga en duda nada de esto. Lo que lo pone en duda es que César Yáñez no haya previsto el alcance de sus actos desde una perspectiva de Estado y que, aun a sabiendas de: haya elegido correr el riesgo de atentar contra todo el trabajo alcanzado después de 12 años de campaña incesante. 

Correr el riesgo de disminuir, incluso en una décima, el bono de aprobación avasalladora con que cuenta el nuevo gobierno. ¿Por amor? ¿por capricho? ¿por arrogancia? ¿por revanchismo? ... Abrir la arena de la opinión pública a una polarización innecesaria. Lastimar las convicciones más profundas de nuestro presidente electo: el líder al cual le debemos todo lo ganado; con tal desdén. Una bofetada al rostro de la necesidad que ha depositado todas sus esperanzas en MORENA. ¡Sólo para satisfacer el anhelo de una boda medieval! Es casi una traición una política. Tal circunstancia, me hace sentir profunda desconfianza hacia este personaje que ocupará un espacio tan estratégico para el logro del plan de gobierno en ciernes. Un hombre que no tiene la fuerza de carácter para poner de lado su distinción de clase: por el bien de México, alguien dispuesto a arriesgar algo tan grande por algo tan pequeño... no creo que sea un hombre a la altura de tomar ninguna decisión de Estado. Será su tarea convencernos de lo contrario.

El análisis de riesgo obvio es que a México, una publicación de portada en la revista HOLA, le costó un contrato millonario con China. Este es el México de hoy. Este es el país que van a gobernar. El Presidente Peña Nieto no ha podido librarse del estigma de las expresiones sociales de la Primera Dama -estigma que yo no comparto. Tengamos la diversidad de opiniones que tengamos sobre el límite entre lo público y lo privado, juzguemos como juzguemos los conflictos de interés de los actos de gobierno, apoyemos o no la labor del presidente en turno -gestión que yo sí apoyo. Además, gran parte de todos los escándalos asociados a esta circunstancia fueron tierra fértil para el triunfo de MORENA. El bono democrático con que se cuenta le debe mucho al hartazgo de la sociedad por tales dispendios de élite. Esta es una condición de realidad a la cual sí se debe la nueva administración. 

El plan de austeridad está generando una tensión, nada menor, con la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A los Ministros se les está pidiendo que hagan a un lado su condición de clase y de élite por el bien de México. Habrá miles de funcionarios de la burocracia federal afectados directamente en su ingreso por estos afanes. Y se les está pidiendo que se sumen de forma patriótica a los trabajos del nuevo Gobierno. En el Senado y en el Congreso se están tomando medidas drásticas en la materia y enfrentando resistencias legítimas, con convicción.

Hay una oposición latente que crecerá en manifestaciones y rudeza conforme avancen las trabajos del sexenio, voces inquietas esperando el mínimo detalle para cuestionar si bastan 30 millones de votos para legitimar cualquier acto de gobierno. Se está cuestionando si es válido que la voluntad popular tome decisiones que no sean técnicamente óptimas para el desarrollo de México. Si quienes creen en el proyecto de MORENA, dudan de la congruencia de sus convicciones: se pierde mucho más que popularidad en una encuesta; y sus detractores lo saben: porque son ustedes los que jugaron (con éxito) la carta de combatir los excesos de la banalidad de la clase política. 

Los foros de educación y seguridad están poniendo a la luz pública todas las capacidades de la nueva gestión como estrategia de legitimación de las futuras políticas públicas. Y por respeto a estos trabajos (que son troncales para el desarrollo de la nación y el proceso de pacificación), lo que menos se necesita es estar discutiendo una boda que está diseñada de principio a fin para explotar como una bomba mediática. Las estrategias de control de daños y manejo de crisis se deben ocupar de aquello que sí sea relevante para el futuro de México.

El presidente electo tiene cosas mucho más importantes que hacer que estar buscando la manera de responder por los actos "privados" de César Yáñez. Más respeto por México: por favor. Andrés Manuel no merece esto. Quienes votamos por MORENA no merecemos esto. Quienes llevan 12 años empeñando su esfuerzo en este triunfo valen más que esto. No somos nosotros, los ciudadanos convencidos de las virtudes del nuevo gobierno, los que tenemos que estar justificando banalidades. No nos pongan en esta posición. MORENA no se puede volver tapadera de nadie. 

Estas son algunas de las razones (escenarios de riesgo) por las cuales uno de los colaboradores más cercanos del presidente electo no se puede dar el lujo de apelar a su derecho a la vida privada para satisfacer capricho alguno (legítimo o no), a costa de la gobernabilidad del país. Dijimos ¡ya basta! y lo dijimos en serio. César Yáñez le debe una disculpa a López Obrador, por ponerlo en esta posición. Una disculpa a la militancia y a los representantes electos de MORENA, por poner en tela de juicio la congruencia de los valores que enaltecen. Una disculpa a los votantes convencidos, por la confianza que depositamos en el proyecto de la Cuarta Transformación y una disculpa a México, por el desdén con que dejó de lado las prioridades de Gobierno que nos aquejan. Una disculpa por lo que fue, al menos: un error de juicio.

Lo único que agradezco de la boda de César Yáñez es que nuestro presidente electo tendrá nuevos incentivos para suprimir la palabra "fifí" y la expresión "prensa fifí" de su vocabulario. Adjetivo totalmente innecesario y fuera de lugar, cuando lo que yo he podido apreciar, a través de los distintos medios de comunicación, es sumo respeto al proceso de transición, total reconocimiento del triunfo legítimo y altas expectativas para dar seguimiento todos y cada uno de los pasos del próximo sexenio; con amplia generosidad. Con señalamientos críticos, más o menos profundos, pero pertinentes y relevantes: para seguir construyendo en unidad los caminos por venir. No por ello complacientes o siempre en acuerdo o a favor, pero éste es el trabajo de la opinión pública: mirar ahí en donde los monopolios del poder muestran su debilidad. Y MORENA hoy es un monopolio de poder que no gozará de blindaje alguno. México no quiere totalitarismos ni autoritarismos. México quiere justicia, seguridad, austeridad, congruencia, compromiso, honestidad, trabajo bien hecho, resultados sólidos, garantía efectiva para el ejercicio de los derechos humanos, liderazgo, democracia, paz: decisiones de Estado responsables... Todos somos México.



Y tú... ¿qué estás dispuesto a dar de ti por México?



Feliz jueves.
Fuerte fuerte abrazo
de tortuga mágica...
lleno de esperanza.




miércoles, 10 de octubre de 2018

modelo neoliberal...

... ¿en crisis?


Prolegómenos... para una nueva ventana económica.



Poco se habla del origen de barbarie que subyace a la base de los preceptos enaltecidos por el libre mercado. Porque se concentra la atención en una aspiración fundamental para la vida humana: La Libertad. Entendida en términos de Adam Smith, quien, a su vez, la hereda de Jeremy Bentham junto con la noción de felicidad "máxima"... como bien común. Desde una perspectiva moral que da como punto de partido para el neoliberalismo: la probabilidad de que la felicidad es un bien que se acrecienta a sí mismo conforme se sabe tomar decisiones racionales y útiles para satisfacer nuestras preferencias individuales. La pureza racional de lo bueno: como algo que debo hacer si es para mi beneficio... si es para la consecución de mi felicidad. 

La suma de todas nuestras "felicidades" engendra un "beneficio común" que se autoregula (en equilibrio) a sí mismo (invisiblemente), en donde cada quien tiene la libertad de ocupar el lugar que le corresponde con base en su capacidad óptima de sobrevivencia humana. En el contexto de la postulación de la existencia de un gen egoísta y de la teoría de la evolución. Dando como resultado que sólo los más aptos, los más fuertes, los que se saben adaptar racional y útilmente a las condiciones de sobrevivencia: son quienes triunfan en vivir. Una vida tan enaltecida por su posibilidad de ser que pone su precio en el costo de oportunidad, en esa otra posibilidad a la que, simbólicamente: renuncio, pierdo o me debo... que le da valor óptimo a lo que la realidad me brinda de facto. Es decir, mi vida, mi trabajo (incluso mi estima y autoestima) valen: no en tanto lo que soy... sino en tanto lo que dejé de ser para ser quien soy. 

Para ser una teoría, la neoliberal, que se ufana de ser pura, ecónomicamente (técnica y matemática), presupone en el orden de lo moral y la conducta un sin fin de consideraciones que se tienen que cumplir para dar paso a todas las virtudes de su propio sistema. Niega cualquier otra forma humana de ser: al margen de lo útil, la rentabilidad y la ganancia. Así como, la simplificación de la "racionalidad humana" en la que se basa, ha sido superada desde hace siglos y sigue siendo una interrogante abierta ¿qué significa llamarnos a nosotros mismos racionales? ¿qué es la razón? ¿cuál es la condición humana?. Tanto en la teoría, como en la la práctica y la realidad.  ¿Por qué esto grave? o al menos: importante. 

En primer lugar, porque lo que se anula ante tal estrecha y limitada concepción: es el sentido mismo de la libertad, anhelo del cual partió. Los márgenes de libertad de un individuo, bajo este modelo, están cifrados y condicionados severamente en su capacidad de elegir libremente optar por la mejor alternativa para sobrevivir, dadas las condiciones del mercado de la oferta y la demanda. Mercado que, cada vez, estrecha más los margenes de consumo a su modo para garantizar sus propias ganancias. Porque si se cumplen las condiciones de equilibrio, tal y como lo calcula la teoría, tales altas rentas se disminuyen por inercia propia. Desde este punto de vista, el problema no está en el modelo está en la avaricia humana de quienes han hecho de él una forma de nueva esclavitud. En este sentido, la supuesta libertad (neoliberal) no se cifra con base en las opciones en las que un individuo prefiere vivir, más bien se trata de situaciones límite en las puede o no sobrevivir, éstas cada vez más escasas. Lo cual contraviene el sentido mismo de libertad humana. Estableciéndose una distancia, cada vez más dramática, entre vivir y sobrevivir... en donde se sacrifica la posibilidad de una libertad plena. Vivir para sobrevivir es una de las tantas formas de esclavitud inventadas por el ser humano. En el camino civilizatorio de su historia como ente dotado de un cerebro capaz de traducirse en el signo de la letra.

Hay dos destinos de fracaso inevitable de los ideales económicos de nuestra era. A la luz de sus propios presupuestos y la efectividad de los mismos. Hay un margen de error irreconciliable para la consecución de sus resultados. A la luz de los presupuestos necesarios que no se cumplen, dadas las condiciones bajo las cuales se adoptó como modelo de vida. Hay un defecto ético y teórico que  hace imposible que bajo su estructura podamos garantizar una vida igualmente digna para todos los seres humanos. A la luz de sus resultados y de las exigencias de la vida humana, entendida como feliz. Y ninguna de estas falencias se basan en un argumento ideológico. 

La discusión no es la faena heredada entre "capitalismo" y "socialismo" (o comunismo, si se prefiere). Tal dicotomía no ha hecho más que ensombrecer nuestro horizonte para encontrar mejores caminos hacia el futuro, como humanidad. En ambos extremos, sólo han servido para justificar la lucha por el poder a toda costa y en detrimento de la vida humana. Con más agravio: del poder armamentista. Mercado que es muy eficiente, a la luz de los estándares del libre mercado. Dicho sea de paso. 


El defecto ético y teórico está no en la técnica de optimización... más bien en aquello que optimizamos. Creo que con las misma herramientas técnicas podríamos modelar escenarios fascinantes y con mejores resultados, si pusiéramos en la ecuación otro tipo de indicadores y ponderaciones. Si no se tratase de un dique conceptual heredado, ya caduco, al cual seguimos llamando "ganancia económica"... o si quiere: plusvalía. En donde el valor del trabajo se sigue traduciendo como costo. Así como, el valor que nuestra cultura le sigue otorgando al "dinero" linda cada día más con el delirio, en tanto carece de sustento alguno. Es un invento humano y como tal no podemos vivir sometidos a él, como si se tratase de un ente con vida propia y más poderoso que ninguna de las deidades postuladas por la humanidad. En tanto invento, es un producto de nuestra libertad y como tal debería poder seguir al servicio de la misma. No podemos subsumir todas las virtudes de la vida humana a un objeto de nuestra imaginación. Al menos no: a un objeto tan limitado. A menos que le devolvamos su verdadero valor de uso (acotado para nuestro beneficio) y se vuelva un eslabón óptimo (de transacción) para garantizar el bienestar, en igualdad de condiciones, para toda la población.

El margen de error irreconciliable tiene que ver con las condiciones de sustento para que se cumplan las reglas de equilibrio. Es decir, se parte de la base de que hay un mínimo a partir del cual todos los individuos entran a los ámbitos de competencia (en "igualdad" de condiciones). Sin embargo, cuando el sustento se constituye de brechas de desigualdad (inconmensurables), el supuesto equilibrio incrementa tales desigualdades. Por una parte, se generan distintos estratos de consumo con equilibrios equidistantes unos de otros, que conviven en un acomodo macroeconómico. Y por otra parte, se excluyen sistemáticamente y sistémicamente, de forma cada vez más acelerada y exponencial, individuos de tales esferas de consumo. Seres humanos que no tienen lugar ni cabida en ningún mercado y que de todos modos tienen que encontrar espacios de sobrevivencia. Matemáticamente se trata de números que podemos borrar con una sola tecla, o con una goma de lápiz... En la sociedad, se trata de personas de carne y hueso que están condicionados por los incentivos de sobrevivencia de competencia (que evocan nuestra condición más primaria, precaria y salvaje), con base en el presupuesto de recursos escasos (que incentiva a la aniquilación del otro para vencer en la carrera por la vida), personas dispuestas a renunciar todo rastro moral dentro de sí y todo rastro de humanidad empática para acceder al consumo. Para tener una ocupación. Para comer y también para conservar una identidad. 

Estos factores, no menores, son los que dan como resultado dos destinos de fracaso inevitable de los ideales económicos de nuestra era. Por un lado, tenemos la democratización de la pobreza (y la mediocreatización de la cultura) y, por otro, la barbarie (y los radicalismos, separatismo y solipsismos) como forma de convivencia humana. En este terreno se incrementan los incentivos para todo tipo de corrupción y es el caldo de cultivo para los mercados ilegales, que, paradójicamente, son los más exitosos si se analizan bajo los principios neoliberales. Y así como, la promesa del bienestar social en igualdad de condiciones para toda la población del socialismo encontró su límite y contradicción al negar la potencia de la libertad individual (irrenunciable y en constante expansión), llevando el valor de las condiciones de sobrevivencia a consideraciones ideológicas, y casi de culto, que justificaban sacrificar la vida particular de los individuos en aras de la prevalencia comunitaria y conservar nuestras relaciones humanas en equidad. Del mismo modo, la promesa de las ganancias óptimas en condiciones de equilibrio y competencia para el bienestar general como forma de dar cabida a los proyectos particulares de vida de todos los individuos encuentra su límite y contradicción al negar la complejidad y riqueza de la libertad humana como expresión de la vida, más allá de la somera sobrevivencia, llevando el valor de las condiciones éticas de la vida a consideraciones económicas, también casi de culto, que justifican sacrificar la seguridad de nuestras comunidades y resquebrajar los tejidos sociales para preservar la posibilidad de lograr nuestros proyectos de vida individuales, en la práctica: de aspirar a lograrlos... En ambos casos, se nos pide un acto de fe para comprender que algún día, al final de camino, estos modelos se cumplirán de manera perfecta y todos seremos felices... Que tengamos paciencia. Lo que nos lleva a la conclusión de que la Economía sigue sin entender que la vida humana no es un acto de sobrevivencia.



Y tú... ¿vives o sobrevives?


Feliz miércoles...
lleno de magia de tortuga.
Fuerte abrazo.