miércoles, 10 de octubre de 2018

modelo neoliberal...

... ¿en crisis?


Prolegómenos... para una nueva ventana económica.



Poco se habla del origen de barbarie que subyace a la base de los preceptos enaltecidos por el libre mercado. Porque se concentra la atención en una aspiración fundamental para la vida humana: La Libertad. Entendida en términos de Adam Smith, quien, a su vez, la hereda de Jeremy Bentham junto con la noción de felicidad "máxima"... como bien común. Desde una perspectiva moral que da como punto de partido para el neoliberalismo: la probabilidad de que la felicidad es un bien que se acrecienta a sí mismo conforme se sabe tomar decisiones racionales y útiles para satisfacer nuestras preferencias individuales. La pureza racional de lo bueno: como algo que debo hacer si es para mi beneficio... si es para la consecución de mi felicidad. 

La suma de todas nuestras "felicidades" engendra un "beneficio común" que se autoregula (en equilibrio) a sí mismo (invisiblemente), en donde cada quien tiene la libertad de ocupar el lugar que le corresponde con base en su capacidad óptima de sobrevivencia humana. En el contexto de la postulación de la existencia de un gen egoísta y de la teoría de la evolución. Dando como resultado que sólo los más aptos, los más fuertes, los que se saben adaptar racional y útilmente a las condiciones de sobrevivencia: son quienes triunfan en vivir. Una vida tan enaltecida por su posibilidad de ser que pone su precio en el costo de oportunidad, en esa otra posibilidad a la que, simbólicamente: renuncio, pierdo o me debo... que le da valor óptimo a lo que la realidad me brinda de facto. Es decir, mi vida, mi trabajo (incluso mi estima y autoestima) valen: no en tanto lo que soy... sino en tanto lo que dejé de ser para ser quien soy. 

Para ser una teoría, la neoliberal, que se ufana de ser pura, ecónomicamente (técnica y matemática), presupone en el orden de lo moral y la conducta un sin fin de consideraciones que se tienen que cumplir para dar paso a todas las virtudes de su propio sistema. Niega cualquier otra forma humana de ser: al margen de lo útil, la rentabilidad y la ganancia. Así como, la simplificación de la "racionalidad humana" en la que se basa, ha sido superada desde hace siglos y sigue siendo una interrogante abierta ¿qué significa llamarnos a nosotros mismos racionales? ¿qué es la razón? ¿cuál es la condición humana?. Tanto en la teoría, como en la la práctica y la realidad.  ¿Por qué esto grave? o al menos: importante. 

En primer lugar, porque lo que se anula ante tal estrecha y limitada concepción: es el sentido mismo de la libertad, anhelo del cual partió. Los márgenes de libertad de un individuo, bajo este modelo, están cifrados y condicionados severamente en su capacidad de elegir libremente optar por la mejor alternativa para sobrevivir, dadas las condiciones del mercado de la oferta y la demanda. Mercado que, cada vez, estrecha más los margenes de consumo a su modo para garantizar sus propias ganancias. Porque si se cumplen las condiciones de equilibrio, tal y como lo calcula la teoría, tales altas rentas se disminuyen por inercia propia. Desde este punto de vista, el problema no está en el modelo está en la avaricia humana de quienes han hecho de él una forma de nueva esclavitud. En este sentido, la supuesta libertad (neoliberal) no se cifra con base en las opciones en las que un individuo prefiere vivir, más bien se trata de situaciones límite en las puede o no sobrevivir, éstas cada vez más escasas. Lo cual contraviene el sentido mismo de libertad humana. Estableciéndose una distancia, cada vez más dramática, entre vivir y sobrevivir... en donde se sacrifica la posibilidad de una libertad plena. Vivir para sobrevivir es una de las tantas formas de esclavitud inventadas por el ser humano. En el camino civilizatorio de su historia como ente dotado de un cerebro capaz de traducirse en el signo de la letra.

Hay dos destinos de fracaso inevitable de los ideales económicos de nuestra era. A la luz de sus propios presupuestos y la efectividad de los mismos. Hay un margen de error irreconciliable para la consecución de sus resultados. A la luz de los presupuestos necesarios que no se cumplen, dadas las condiciones bajo las cuales se adoptó como modelo de vida. Hay un defecto ético y teórico que  hace imposible que bajo su estructura podamos garantizar una vida igualmente digna para todos los seres humanos. A la luz de sus resultados y de las exigencias de la vida humana, entendida como feliz. Y ninguna de estas falencias se basan en un argumento ideológico. 

La discusión no es la faena heredada entre "capitalismo" y "socialismo" (o comunismo, si se prefiere). Tal dicotomía no ha hecho más que ensombrecer nuestro horizonte para encontrar mejores caminos hacia el futuro, como humanidad. En ambos extremos, sólo han servido para justificar la lucha por el poder a toda costa y en detrimento de la vida humana. Con más agravio: del poder armamentista. Mercado que es muy eficiente, a la luz de los estándares del libre mercado. Dicho sea de paso. 


El defecto ético y teórico está no en la técnica de optimización... más bien en aquello que optimizamos. Creo que con las misma herramientas técnicas podríamos modelar escenarios fascinantes y con mejores resultados, si pusiéramos en la ecuación otro tipo de indicadores y ponderaciones. Si no se tratase de un dique conceptual heredado, ya caduco, al cual seguimos llamando "ganancia económica"... o si quiere: plusvalía. En donde el valor del trabajo se sigue traduciendo como costo. Así como, el valor que nuestra cultura le sigue otorgando al "dinero" linda cada día más con el delirio, en tanto carece de sustento alguno. Es un invento humano y como tal no podemos vivir sometidos a él, como si se tratase de un ente con vida propia y más poderoso que ninguna de las deidades postuladas por la humanidad. En tanto invento, es un producto de nuestra libertad y como tal debería poder seguir al servicio de la misma. No podemos subsumir todas las virtudes de la vida humana a un objeto de nuestra imaginación. Al menos no: a un objeto tan limitado. A menos que le devolvamos su verdadero valor de uso (acotado para nuestro beneficio) y se vuelva un eslabón óptimo (de transacción) para garantizar el bienestar, en igualdad de condiciones, para toda la población.

El margen de error irreconciliable tiene que ver con las condiciones de sustento para que se cumplan las reglas de equilibrio. Es decir, se parte de la base de que hay un mínimo a partir del cual todos los individuos entran a los ámbitos de competencia (en "igualdad" de condiciones). Sin embargo, cuando el sustento se constituye de brechas de desigualdad (inconmensurables), el supuesto equilibrio incrementa tales desigualdades. Por una parte, se generan distintos estratos de consumo con equilibrios equidistantes unos de otros, que conviven en un acomodo macroeconómico. Y por otra parte, se excluyen sistemáticamente y sistémicamente, de forma cada vez más acelerada y exponencial, individuos de tales esferas de consumo. Seres humanos que no tienen lugar ni cabida en ningún mercado y que de todos modos tienen que encontrar espacios de sobrevivencia. Matemáticamente se trata de números que podemos borrar con una sola tecla, o con una goma de lápiz... En la sociedad, se trata de personas de carne y hueso que están condicionados por los incentivos de sobrevivencia de competencia (que evocan nuestra condición más primaria, precaria y salvaje), con base en el presupuesto de recursos escasos (que incentiva a la aniquilación del otro para vencer en la carrera por la vida), personas dispuestas a renunciar todo rastro moral dentro de sí y todo rastro de humanidad empática para acceder al consumo. Para tener una ocupación. Para comer y también para conservar una identidad. 

Estos factores, no menores, son los que dan como resultado dos destinos de fracaso inevitable de los ideales económicos de nuestra era. Por un lado, tenemos la democratización de la pobreza (y la mediocreatización de la cultura) y, por otro, la barbarie (y los radicalismos, separatismo y solipsismos) como forma de convivencia humana. En este terreno se incrementan los incentivos para todo tipo de corrupción y es el caldo de cultivo para los mercados ilegales, que, paradójicamente, son los más exitosos si se analizan bajo los principios neoliberales. Y así como, la promesa del bienestar social en igualdad de condiciones para toda la población del socialismo encontró su límite y contradicción al negar la potencia de la libertad individual (irrenunciable y en constante expansión), llevando el valor de las condiciones de sobrevivencia a consideraciones ideológicas, y casi de culto, que justificaban sacrificar la vida particular de los individuos en aras de la prevalencia comunitaria y conservar nuestras relaciones humanas en equidad. Del mismo modo, la promesa de las ganancias óptimas en condiciones de equilibrio y competencia para el bienestar general como forma de dar cabida a los proyectos particulares de vida de todos los individuos encuentra su límite y contradicción al negar la complejidad y riqueza de la libertad humana como expresión de la vida, más allá de la somera sobrevivencia, llevando el valor de las condiciones éticas de la vida a consideraciones económicas, también casi de culto, que justifican sacrificar la seguridad de nuestras comunidades y resquebrajar los tejidos sociales para preservar la posibilidad de lograr nuestros proyectos de vida individuales, en la práctica: de aspirar a lograrlos... En ambos casos, se nos pide un acto de fe para comprender que algún día, al final de camino, estos modelos se cumplirán de manera perfecta y todos seremos felices... Que tengamos paciencia. Lo que nos lleva a la conclusión de que la Economía sigue sin entender que la vida humana no es un acto de sobrevivencia.



Y tú... ¿vives o sobrevives?


Feliz miércoles...
lleno de magia de tortuga.
Fuerte abrazo.




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