jueves, 11 de octubre de 2018

de banalidades...

... a excesos.  #César Yáñez #CuartaTransformación 

¿Control de daños o análisis de riesgo? ... 



Francamente, me parece muy trivial trasladar a la agenda política mediática un reportaje de una revista de acontecimientos sociales. Estoy convencida de que México merece más y que necesitamos enfocar nuestras energías a los procesos trascendentales que vivimos como país. En lo personal, me es indistinto la forma privada (incluidas las aspiraciones sociales) en que las personas decidan y valoren vivir, yo tengo mis propias convicciones y con base en ellas tomo mis decisiones vitales. Tampoco creo que la difusión de un evento de la envergadura de la boda que César Yáñez eligió para él, es lo que hace de su boda un evento público. Con revista o sin ella, una boda es un evento social, por lo tanto, pertenece a un ámbito expandido de lo privado. 

Lo relevante es que una manifestación social de tal magnitud, inevitablemente, se vuelve nota periodística. En cualquier contexto que nos situemos. Es un anhelo que viene incluido con tales expresiones de nuestra vida social. Si quiero que mi boda no trascienda a los medios de comunicación, no invito a 600 personas y no le pido al presidente más votado de la historia reciente de México que sea testigo. Se trate de quien se trate. Y si bien, para mí, tales noticias no dan más que para una plática de café. Lo que está en juego aquí no es la valoración personal que cada uno de nosotros tenga ni tampoco está en juego la cantidad de elementos brindados a la opinión pública para desarrollar tan variados análisis... como plural y amplia es la participación de todas las voces en la vida democrática de un país con Instituciones. Como lo es México. Así que tampoco censuro ninguna de estas expresiones ni creo que se trate de conservadurismo o mala fe. Se llama libertad de expresión.

Lo que sí censuro y me alarma como ciudadana es el desdén con que César Yáñez tomó una decisión tan nociva para la situación histórica en que nos encontramos. En este contexto, el exceso de su banalidad es absolutamente inexcusable. Y la falta de pericia técnica y política de no haber hecho un análisis de riesgo, por demás obvio: me parece grave. Materia básica para gobernar y para el área de políticas públicas: tarea a la que ha sido llamado desde las filas del equipo más cercano al Presidente. Lo que está en juego aquí es la Cuarta Transformación, es el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, la credibilidad de MORENA y la congruencia de nuestra nueva clase política. No creo que una boda (ni una revista) ponga en duda nada de esto. Lo que lo pone en duda es que César Yáñez no haya previsto el alcance de sus actos desde una perspectiva de Estado y que, aun a sabiendas de: haya elegido correr el riesgo de atentar contra todo el trabajo alcanzado después de 12 años de campaña incesante. 

Correr el riesgo de disminuir, incluso en una décima, el bono de aprobación avasalladora con que cuenta el nuevo gobierno. ¿Por amor? ¿por capricho? ¿por arrogancia? ¿por revanchismo? ... Abrir la arena de la opinión pública a una polarización innecesaria. Lastimar las convicciones más profundas de nuestro presidente electo: el líder al cual le debemos todo lo ganado; con tal desdén. Una bofetada al rostro de la necesidad que ha depositado todas sus esperanzas en MORENA. ¡Sólo para satisfacer el anhelo de una boda medieval! Es casi una traición una política. Tal circunstancia, me hace sentir profunda desconfianza hacia este personaje que ocupará un espacio tan estratégico para el logro del plan de gobierno en ciernes. Un hombre que no tiene la fuerza de carácter para poner de lado su distinción de clase: por el bien de México, alguien dispuesto a arriesgar algo tan grande por algo tan pequeño... no creo que sea un hombre a la altura de tomar ninguna decisión de Estado. Será su tarea convencernos de lo contrario.

El análisis de riesgo obvio es que a México, una publicación de portada en la revista HOLA, le costó un contrato millonario con China. Este es el México de hoy. Este es el país que van a gobernar. El Presidente Peña Nieto no ha podido librarse del estigma de las expresiones sociales de la Primera Dama -estigma que yo no comparto. Tengamos la diversidad de opiniones que tengamos sobre el límite entre lo público y lo privado, juzguemos como juzguemos los conflictos de interés de los actos de gobierno, apoyemos o no la labor del presidente en turno -gestión que yo sí apoyo. Además, gran parte de todos los escándalos asociados a esta circunstancia fueron tierra fértil para el triunfo de MORENA. El bono democrático con que se cuenta le debe mucho al hartazgo de la sociedad por tales dispendios de élite. Esta es una condición de realidad a la cual sí se debe la nueva administración. 

El plan de austeridad está generando una tensión, nada menor, con la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A los Ministros se les está pidiendo que hagan a un lado su condición de clase y de élite por el bien de México. Habrá miles de funcionarios de la burocracia federal afectados directamente en su ingreso por estos afanes. Y se les está pidiendo que se sumen de forma patriótica a los trabajos del nuevo Gobierno. En el Senado y en el Congreso se están tomando medidas drásticas en la materia y enfrentando resistencias legítimas, con convicción.

Hay una oposición latente que crecerá en manifestaciones y rudeza conforme avancen las trabajos del sexenio, voces inquietas esperando el mínimo detalle para cuestionar si bastan 30 millones de votos para legitimar cualquier acto de gobierno. Se está cuestionando si es válido que la voluntad popular tome decisiones que no sean técnicamente óptimas para el desarrollo de México. Si quienes creen en el proyecto de MORENA, dudan de la congruencia de sus convicciones: se pierde mucho más que popularidad en una encuesta; y sus detractores lo saben: porque son ustedes los que jugaron (con éxito) la carta de combatir los excesos de la banalidad de la clase política. 

Los foros de educación y seguridad están poniendo a la luz pública todas las capacidades de la nueva gestión como estrategia de legitimación de las futuras políticas públicas. Y por respeto a estos trabajos (que son troncales para el desarrollo de la nación y el proceso de pacificación), lo que menos se necesita es estar discutiendo una boda que está diseñada de principio a fin para explotar como una bomba mediática. Las estrategias de control de daños y manejo de crisis se deben ocupar de aquello que sí sea relevante para el futuro de México.

El presidente electo tiene cosas mucho más importantes que hacer que estar buscando la manera de responder por los actos "privados" de César Yáñez. Más respeto por México: por favor. Andrés Manuel no merece esto. Quienes votamos por MORENA no merecemos esto. Quienes llevan 12 años empeñando su esfuerzo en este triunfo valen más que esto. No somos nosotros, los ciudadanos convencidos de las virtudes del nuevo gobierno, los que tenemos que estar justificando banalidades. No nos pongan en esta posición. MORENA no se puede volver tapadera de nadie. 

Estas son algunas de las razones (escenarios de riesgo) por las cuales uno de los colaboradores más cercanos del presidente electo no se puede dar el lujo de apelar a su derecho a la vida privada para satisfacer capricho alguno (legítimo o no), a costa de la gobernabilidad del país. Dijimos ¡ya basta! y lo dijimos en serio. César Yáñez le debe una disculpa a López Obrador, por ponerlo en esta posición. Una disculpa a la militancia y a los representantes electos de MORENA, por poner en tela de juicio la congruencia de los valores que enaltecen. Una disculpa a los votantes convencidos, por la confianza que depositamos en el proyecto de la Cuarta Transformación y una disculpa a México, por el desdén con que dejó de lado las prioridades de Gobierno que nos aquejan. Una disculpa por lo que fue, al menos: un error de juicio.

Lo único que agradezco de la boda de César Yáñez es que nuestro presidente electo tendrá nuevos incentivos para suprimir la palabra "fifí" y la expresión "prensa fifí" de su vocabulario. Adjetivo totalmente innecesario y fuera de lugar, cuando lo que yo he podido apreciar, a través de los distintos medios de comunicación, es sumo respeto al proceso de transición, total reconocimiento del triunfo legítimo y altas expectativas para dar seguimiento todos y cada uno de los pasos del próximo sexenio; con amplia generosidad. Con señalamientos críticos, más o menos profundos, pero pertinentes y relevantes: para seguir construyendo en unidad los caminos por venir. No por ello complacientes o siempre en acuerdo o a favor, pero éste es el trabajo de la opinión pública: mirar ahí en donde los monopolios del poder muestran su debilidad. Y MORENA hoy es un monopolio de poder que no gozará de blindaje alguno. México no quiere totalitarismos ni autoritarismos. México quiere justicia, seguridad, austeridad, congruencia, compromiso, honestidad, trabajo bien hecho, resultados sólidos, garantía efectiva para el ejercicio de los derechos humanos, liderazgo, democracia, paz: decisiones de Estado responsables... Todos somos México.



Y tú... ¿qué estás dispuesto a dar de ti por México?



Feliz jueves.
Fuerte fuerte abrazo
de tortuga mágica...
lleno de esperanza.




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