martes, 26 de abril de 2011

salarios, estudios y esfuerzo

El ahorro es una virtud, sin embargo -o precisamente por ello-, también es un lujo costoso. 

En tiempos como los que vivimos en países latinos de nuestra América, una vez que se tiene la oportunidad de lograr estudios universitarios y, con más rareza, algún posgrado, se inicia un largo via crucis hacia la vida laboral. Casi como si los años dedicados hubieran sido en vano, se empieza de cero a hacer pininos en la vida profesional, con el entendido de que, siendo territorios donde el hambre apremia, ya sólo el hecho de tener la fortuna de contar con un ingreso, relativamente estable, que te permita alimentarte, garantizar un techo, gozar de atención médica si así lo requieres e invertir en alguna diversión, recreo o actividad de descanso (en el mejor de los casos), incluido el gasto de todos los servicios que constituyen la vida moderna, es ya un signo de abundancia. 

Ante esto, el excedente de un ahorro que no se vea mermado por la inversión en una vivenda o en un automóvil, por la manutención de quienes viven a tu cargo o por algún imprevisto cotidiano, es cosa de pocos. Por otra parte, si atendemos a los intereses que nos es dable recibir por conservar nuestro esfuerzo, traducido monetariamente en la bóveda de un banco, el monto es casi irrisorio, como si el costo de oportunidad de no gastar en tiempo presente fuera casi nulo y sin correlación razonable entre lo que me cuesta gastar en tiempo presente. Esto, si tomamos en cuenta las comisiones bancarias, los impuestos y los intereses de consumo en préstamo para solventar un mínimo flujo de capital que me permita moverme en un espacio vital posible, de acuerdo con los costos de transacción inherentes al cumplimiento de nuestras obligaciones y a la satisfacción de nuestras necesidades. Es decir, traer dinero del futuro hace que el mismo valga más, llevar dinero al futuro le resta casi todo su valor agregado. Lo cual es sólo una paradoja de tantas que habitan los modelos económicos, los cuales, en la mayoría de los casos, son más cercanos a una metafísica sin fundamento científico ni teórico, que a la administración de los recursos para la preservación de la vida, lo cual es su misión propia.

De ahí que la cultura del consumo desdeñe la austeridad, ya que el esfuerzo del presente en dinero que mañana vale menos, deteriora de origen el valor del trabajo que se realiza en tiempo real. Y más si tratamos de conservar para mañana lo que de todos modos no podemos tener hoy.

Por otra parte, si atendemos a los salarios, éstos muy rara vez reflejan el costo de oportunidad de la mano de obra que se paga, más si ésta es de más alto nivel, por el contrario, a mayor conocimiento menos regalías y el incremento en los salarios suele ser decreciente. Se nos pide que nos conformemos con lo que tenemos y que demos gracias por no estar peor, rara vez, se nos dice que merecemos mucho más de lo que recibimos, sólo por el hecho de ser humanos.

Supuestamente, la inversión en una formación académica profesional reditúa en los mercados laborales, sin embargo, esta ganancia también es marginal. Ya que a la hora de la paga, se desdeña el precio real del trabajo que se contrata, la tasa de retorno por la inversión en educación superior y por la especialización a través de posgrados concluidos es casi nula, nuevamente. Ya que es más barato ajustar los salarios al grado menor y de ahí sumar supuestos excedentes significativos en donde se simula la ilusión de que ganas mucho más que muchos otros, por lo que la medida es la conformidad y el ya despropocionado e insuficiente salario mínimo. Lo cual termina por ser injusto para la mayoría en casi igual proporción, aunque, en términos económicos, esta proporción no reditúe en valor real de manera equitativa.

Si a todo ello, le sumamos los amplios márgenes de discrecionalidad para establecer distancias que tienden al infinito para las brechas contables entre los salarios más altos y los más bajos, obtenemos que la probabilidad de que el esfuerzo obtenga justa y equitativa remuneración en nuestros esquemas económicos es casi de 0.0000001 (por decirlo de alguna manera).

Por otra parte, hemos de confesar nuestro amplio fracaso en la administración del empleo y la falta de criterios para establecer un valor acertado para el trabajo y el esfuerzo invertido en la mano de obra, sin importar el grado de capacitación y formación, incluso -en algunos casos- sin importar la experiencia adquirida con los años. Ya que tampoco tenemos garantizada la subsistencia digna para todos por igual. De ahí que los más importantes satisfactores del empleo se tasen en el fuero de lo íntimo, sin que se pueda apreciar o reconocer, desde una perspectiva vital plena, la verdadera realización de nuestro proceso de crecimiento. Sin que se pueda remunerar la entrega de vida. Finalmente, ésta no puede ser valorada con precio alguno. 


Y tú ... ¿sabes cuál es tu costo de oportunidad?



lunes, 25 de abril de 2011

equidad y perdón

Baila la sirena por las sendas del océano encantado, como cualquier otro día, al ritmo de una alegre salsa, mientras piensa en el delfín de sus sueños. 

De pronto a lo lejos lo ve brincar contento, ella se asoma, se asombra y descubre que le ha dicho mentiras. Aguarda hasta estar segura y como si tuviera un hacha en el pecho despierta de su eterna ilusión, ahogada, casi asfixiada de tanto querer. Son tantas las dudas en un instante: la furia, la decepción, la triste y vacua espera. Repasa en su mente cada día, cada silencio, cada engaño y todo lo que sigue sin adivinar siquiera. Mientras él, feliz, habita su único hogar, sonríe y se regodea bajo la sombra de su jardín. 

En realidad, ella descifra que su delfín no es un ser de mares y soles, es un alma de tierra y viejas raíces. Sólo visita el caudal y la dicha de los maniantales por accidente, de paso, con prisa y para probar el efímero gesto de una tenue sonrisa que se diluye de su memoria cada vez que, en la orilla, su vida lo aguarda.

Ella vuela entre las olas hacia su guarida, como si hubieran profanado su lugar sagrado, herida, rota. Encuentra aliento y consuelo en un hada y amiga de mar. Se sumerge en el vino amargo de su propia voluntad y comprende la verdad con justicia.

Cómo pudo la sirena de plata confundirse ante la presencia de su amado y albergar un nido para compartir con el más hermoso delfín. Ahora se pregunta ... "¿Por qué soy así? ¿No era obvia la verdad? ¿Por qué acepté un idilio cosechado de silencio y minutos que nunca podrían ser? ¿Fue un error confiar en mi corazón y amar sin condición alguna?" Ella no lo comprende aún, se hace cargo de las consencuencias y cada noche consulta con su tortuga mágica el camino hacia su luz, pero la magia todavía guarda un profundo silencio de consternación.

Les contaba hace poco de la justicia y su vocación de no violencia. Sin embargo, los seres humanos somos presa fácil de la ira y, entonces, sólo nos queda el perdón. 

La idea de que, de alguna manera, se pueden equilibrar los sucesos hasta encontrar la equidad suficiente para, con perdón, retornar a la justa naturaleza de ser. Es algo que debe alentar nuestras esperanzas de vivir. La vida te roza y a veces lastima, sin embargo, es sólo cuando te atreves a sentir que la vida puede herirte. Por eso, no debemos reprocharnos la dicha, la ilusión ni el amor. Sólo debemos aprender a no engañarnos mañana para crecer en el camino hacia quien elegimos ser.

¿Qué es lo más bello de amar? La gratuidad, la ingenua y devota entrega, el exceso y el placer. La certeza de haber roto el designio de tu irremediable soledad y la fe de que Dios todo lo recompensa. Una vez que entregas el corazón, estás a salvo. Confía.

Muerta la sirena, se avecinan las mariposas azules para enterrarla con el rostro de más de una bella planta y conservar su espíritu, hasta que el tiempo le regale nueva vida, si es que acaso la princesa encuentra agua en su corazón cada mañana. 

Delfín y sirena se abrazan, sin embargo, la princesa y el guerrero ni siquiera se conocen. Por ello, el hechizo de la amistad con paciencia se cumplirá. Y quizá la pasión retorne.


Y tú ... ¿eres de tierra o de mar?



martes, 19 de abril de 2011

justicia

Llevo años tratando de dilucidar este concepto, su vivencia, sus condiciones de posibilidad, las teorías infinitas que lo acompañan, y su gran falta en un mundo tan lastimado como el nuestro.

Lo que ocurre con lo justo es que es una condición que tiene que ir aparejada de la verdad. A pesar de que hoy en día con cobardía se prefiere hablar de verosimilitud. Como si los hechos fueran algo que puede manipularse a modo particular. Precisamente, tal manipulación es lo que irrumpe la justicia. Esa precaria idea de que la percepción es más poderosa que la realidad. Ese es el origen de toda injusticia. 

La soberbia arrogancia de que depende de nuestra voluntad el acontecer de la vida y que por ello podemos lastimarla, abusarla, indignarla, quebrarla, matarla, del modo que esto se represente.

Detrás de toda injusticia hay una buena razón.

La justicia es entonces el no violentar los hechos de la realidad, por ello implica un esfuerzo ético y se acompaña de múltiples aprendizajes.

Podemos citar como paradojas de la justicia:
¿es posible otorgar justicia con violencia?
¿es posible ejercer violencia con justicia?
¿se necesita violencia para resarcir la injusticia?
¿los seres humanos podemos ser justos?
¿los seres humanos podemos erradicar la violencia de nuestras vidas?


Y tú ... ¿crees en la justicia?




¿cómo comenzar?

... sin perder el esfuerzo del primer aliento...

El día se sucede con cierto desapego hasta que encontramos un espacio para desenvolvernos. Algo que en la infancia hacíamos de manera natural cada vez que nos expresábamos, con el paso de los años se vuelve artificioso, hasta que por alguna razón el tiempo te regala una pequeña dimensión paralela en la que tú existes más allá de la lucha por sobrevivir.

Este es el que yo llamo el espacio de la naturalidad, el ambiente de la sincronía, el renacer del cotidiano inmediato.

Sé que últimamente me ha invadido cierta melancolía de ser. Hace unos días le escribí a mi madre contándole que sentía como que vivía la vida de alguien que no era yo... como si alguien fuera a través de mí, mientras yo estaba en otra parte, en un lugar que sólo entre sueños nace ante mis ojos. Y cuando despierto se desvanece por completo y me ata nuevamente el suspiro de mi destino extraviado.

¿Será que hubo tal destino? me pregunto hoy... Quizá no lo hubo, en realidad, es con magia de tortuga que cada uno de nosotros va trazando los caminos de su propio porvenir. No hay nada que lamentar cuando las rutas se entreveran y, con desconcierto, llegas a lugares inimaginados. Estos sitios que te desvelan sorpresas y realidades inesperadas, los cuales no siempre son bellos o gratos, son espacios para recapitular y para volver a empezar.  Son minutos en los cuales ves pasar tu vida ante tus ojos y te preguntas porqué... simplemente porqué.

Es difícil de comprender en qué momento despiertas a las nuevas realidades que has construido en tu cotidiano y más indescifrable es entender las soledades que te acompañan cuando éstas sólo te brindan silencio.

Pero hay días en que la orquídea que te habita descubre que necesita mucho más que ligeras gotas de agua sin sol, sin viento, sin caudales de manantial, y extraña vivirse en medio de una hermosa sierra casi selvática, en donde la humedad enfría los troncos enmohecidos para sanar con la savia del amor.

Si ustedes, mis queridas y mágicas tortugas, alguna vez visitaron selvas, manatiales y cascadas, no habrán de olvidar la música, el baile y las sonrisas de todos los manjares que en dichos paraísos descubrieron. Cuenta la estrella de los deseos infinitos que, al final del día, esos momentos son los únicos que importarán, lo único que recordaremos y lo único que habrá valido la pena. Porque sólo quien con devoción se funde con la vida puede sonreir en paz.  Por eso, nadie nos puede negar habitar nuestro paraíso de amor.


Y tú ... ¿a quién le regalas un día en tu paraíso?




domingo, 10 de abril de 2011

expectativas e ilusiones

Cuando alguien que amas profundamente te pide que no tengas ilusiones y que no alimentes expectativas con respecto a sus sentimientos, en realidad, te dice que no te ama.

Gran parte del amor que forja una pareja se construye gracias a la fe compartida de que las ilusiones que los enamoran se cumplirán. Por ello, cuando dos personas se aman, son felices de comprometerse y, con complicidad, se seducen satisfaciendo sus mutuas expectativas.

Es cierto que, a veces, el alimentar falsas expectativas o prematuras ilusiones sólo desemboca en dolor y desencanto. Sin embargo, el riesgo de amar no puede estar excento de esta incertidumbre. De ahí que la entrega sea un gratuito dar de sí.


Y tú ... ¿amas con ilusión?

lunes, 4 de abril de 2011

parálisis, reflexión y escucha

En los sueños, el presente se desviste de pasado para descubrir el futuro que vamos forjando con cada una de nuestras decisiones.

Hay certezas que nos obligan a detenernos por completo, es difícil entender qué está pasando cuando sientes que te invade una duda profunda sobre ti mismo. Con magia de tortuga, te interrogas de muchas maneras, incluso sin darte cuenta... De pronto los acontecimientos a tu alrededor te cuestionan en formas insospechadas, posibilidades que nunca contemplaste aparecen ante tus ojos y dentro tuyo te preguntas ¿por qué vale la pena perseverar en los esfuerzos?

Normalmente, perseveramos sin entender las razones de nuestro actuar, ya que comprender porqué hacemos lo que hacemos puede ser indistinto para el transcurrir de nuestro cotidiano. En el día a día, opera una mediación no consciente en la cual nuestro organismo, en íntima concordancia con nuestra voluntad, ha hecho un acuerdo de vida en el cual se replica su latir casi sin percatarnos siquiera, salvo que por alguna razón nos sintamos "enfermos". Y es cuando tomamos un pequeño respiro para interrogarnos.

A manera de hábito maligno, nos acostumbramos a las dificultades. Probablemente, como forma de sobrevivir ante épocas de aflicción o necesidad. Lo cual nos enseña a mantenernos en alerta de emergencia constante. Si de pronto llega la calma, y los tiempos cambian, no es tan sencillo desacostumbrarnos a las dificultades. De alguna manera, no volvemos a confiar en las certezas que algún día perdimos, aún cuando se nos regalen renovadas.

En este territorio de la vida hecha, se guardan fracturas insospechadas. Las cuales sólo sanan con amor. Al principio, incluso el amor las violenta... como caricia olvidada. Sin embargo, el hábito de la dicha se forja día a día, una vez que alguien logra acariciarte.

Hay personas que se niegan a distinguir las limitaciones de la voluntad, animando la fe ciega en un pensamiento mágico omnipresente y todo poderoso. Sin embargo, no coincido en lo fundamental: en lo que refiere a qué está en mi voluntad y qué sí es un impedimento. Este punto ciego del cual nadie puede mirar su sí mismo y del que tampoco fácilmente se puede compartir con alguien más. El travieso rincón en donde perdemos la verdad para conformarnos con el consuelo. Creo que si no hubiera tenido esta conversación no me habría percatado de cuál es mi verdadera necesidad hoy. No cuál era mi deseo ayer, hace un año, hace dos. Qué me hace feliz hoy. No qué me hizo feliz antes y qué soñé como lo que me haría feliz mañana. De dónde viene esta inmensa frustación que me asalta cada mañana.Y disfrutar de mis propios méritos tomándome como única medida.

Siento que vuelvo a crecer y algo en mí cambia. No sé todavía la solución a todas mis interrogantes de hoy ni cuál será el nuevo rumbo que encauzará la perseverancia de mis esfuerzos. Al menos, ya no me resisto a escuchar la voz de mi corazón que clama por un bello amanecer para descubrir un nuevo modo de ser feliz. Quizá no sea fácil para quienes me observan comprender qué me está pasando y, confieso, eso me paraliza. Pero descubro que no puedo evadir el cambio que ya se gestó dentro de mí. En definitiva, la vida tiene sus propias reglas y es de sabios aprender a escucharlas, más allá de lo evidente.

Creo que ésta ha sido una constante en mi historia vital, a cada etapa, a cada proceso... le ha acompañado el desprendimiento de todo lo que concluye para dar luz a un nuevo porvenir, como si el sendero del arcoriris se replicara por sí mismo, cada vez que parece que lo has recorrido entero.


Y tú ... ¿ya descubriste la caricia que te alienta a vivir?