martes, 14 de diciembre de 2021

Andrés... Andrés...

 ... no digas todo al revés. Tres años después.




Parece que fue hace una eternidad cuando la esperanza rebozaba el espíritu de México... aquel día en que la democracia vio una luz cumplida dentro de su horizonte presente. El triunfo de MORENA en 2018 significó un punto de culminación: un puerto de llegada.

Es difícil asimilar el recuento de los daños. Cada quien tiene una percepción única y valoración propia. A veces, con encono nos aproximamos unos a otros para encontrar algún consenso. Pero preferimos abrazarnos y hablar de las cosas que de verdad compartimos. El futuro de la política es incierto y todo puede pasar. Así que es mejor estar cerca y unidos para seguir construyendo el mañana.

Mucho ha pasado ya, ahora que estamos a mitad del sexenio, y estoy segura de que habrá cosas buenas que celebrar cuando llegue un nuevo presidente o presidenta. Mientras tanto es tiempo de desnudar, mentira a mentira, cada una de nuestras "mañaneras" para tomar conciencia de que nos tratan de tomar el pelo con eso de insistir en que interioricemos el "mensaje". Sin juicio propio.

He aprendido que todo lo que dice Andrés es siempre al revés. Cuando se refiere a sus adversarios: habla realmente de sí mismo. Cuando critica el neoliberalismo: se refiere a las injusticias de su propio "plan" de gobierno. Cuando dice "primero los pobres": se refiere a domar a los más desprotegidos. Cuando dice que representa la izquierda: afirma que ahora ocupa el lugar de la derecha conservadora. Cuando censura el conocimiento y la expresión: es un tanto envidia y otro tanto temor... de que se caiga su máscara y sepamos quién es en realidad y de cuánto daño es capaz sólo para satisfacer su ego.

Es triste... cómo lo que fue el resultado de la voz en alto de la conciencia de la sociedad se quiere convertir en sometimiento y lealtad ciega, en aras de un bien mayor y común que quizá podremos abrazar dentro de 30 años... todo por culpa de los 500 años previos. Es un poco delirante. Si algo hemos aprendido de la historia: es que apostar a un final feliz mientras sufrimos penurias nunca llega a buen puerto.

La decepción es infinita. Pero eso siempre es un buen augurio de que nuevos caminos podemos inventar. Son tiempos de construir de la mano. De repensarnos y construir alternativas vivas y latentes en el seno de nuestras necesidades y heridas más profundas. Sin desanimarnos. Con esperanza.

Son tiempos de soñar con un México feliz, capaz y fuerte para redireccionar el rumbo. Conservar el trabajo bien hecho, no aferrarnos a lo perdido y modelar algo distinto a lo que había hace tres años... algo mejor a lo que tenemos hoy. Sin rendirnos. Dejando a un lado nuestro particular modo de ser y abrirnos a los ojos del conjunto entero de la sociedad. Con justicia. Sin enojo. Sin revanchas. Con espíritu constructivo. Con diálogo. Con amor y amistad.


 Y tú... ¿sueñas un mañana posible?



Feliz martes y fuerte abrazo
lleno de magia de tortuga...